
Author: Manuel Espinoza
El último “rey de Escocia” Recuerdos del dictador caníbal

El último “rey de Escocia” Recuerdos del dictador caníbal
Por: Agencia Internacional de Noticias |Jorge Suarez Saponaro

Jorge Suarez Saponaro
Columnista | Diario el Minuto
“Su excelencia, Mariscal de campo, Presidente vitalicio de Uganda, Conquistador del imperio británico, Rey de Escocia, Señor de todas las bestias de la tierra y peces en el mar.”: eran lo títulos que se confirió uno de los más importantes asesinos y genocidas del África, Idi Amin Dada. Personaje siniestro en cuyo régimen murieron nada menos que entre 300.000 y 500.000 víctimas de la represión de su tiranía.
Por Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Director del Diario El Minuto para Argentina
Uganda es un estado ubicado en Este de África, a orillas del Lago Victoria, rodeado por Sudán del Sur, Kenia, Tanzania y la República Democrática del Congo. En el siglo XV se conformaron cuatro reinos rivales, Buganda, Toro, Bunyoro y Ankole. En el siglo XVIII, el reino de Buganda tenía una posición hegemónica sobre los otros reinos y para el siglo XIX, llegaron comerciantes árabes y europeos. De la mano de estos últimos comenzó la expansión del catolicismo, promovido por el rey Mutesa I, para luego terminar en una serie de matanzas de cristianos con el rey Mwanza en 1885. Esto habilitó de alguna manera la intervención europea, a los fines de imponer la paz y terminar con la guerra civil. En 1890 fue establecido el protectorado británico. Este perduró hasta 1962, cuando fue reconocida la independencia por parte de Londres. La solución adoptada sobre el tipo de gobierno fue la federal, defendida por el kabaka o rey de Buganda, Mutesa II, a sazón de primer presidente de la nueva república, en oposición al primer ministro Milton Obote, partidario de un régimen unitario. Finalmente, Obote dio un golpe y el presidente Mutesa tuvo que exiliarse, terminando con la experiencia federal en 1966.
En esos años, Idi Amin Dada, un hombre de la tribu minoritaria de los kwkwa, había llegado a ser el jefe de estado mayor del ejército ugandés. Nacido en 1925 en una aldea remota, ingresó a las fuerzas coloniales como ayudante de cocina. Su carrera militar lo llevó al grado de sargento. Hombre de poca instrucción, no había terminado los estudios primarios, se había convertido en un personaje popular por ser campeón de boxeo de peso pesado. En la rebelión Mau Mau, el entonces soldado Amin de los Fusileros del Rey, demostró ser competente y además cruel. Su comportamiento lo llevó al grado de sargento. Ningún africano del ejército colonial británico llegaba a oficial. Esto estaba reservado a los blancos. Esto fue regla en toda el África, con sus consecuencias, dado que los ejércitos de los nuevos estados quedaron en manos de personal subalterno con escasa preparación. Algo que seguramente era premeditado, dado que las potencias coloniales esperaban mantener su “influencia” cuando sus colonias se independizaran. En 1964, los oficiales europeos fueron enviados a casa luego de una rebelión, lo que permitió que estos sargentos y cabos se convirtieran en generales y coronales. Entre ellos, Idi Amin, tras la independencia en 1962, pasó de sargento a mayor. En 1965 era general y jefe del ejército de Uganda.
La dictadura
En un primer tiempo, Amin, aliado del presidente Milton Obote, se involucró en el contrabando de marfil y otros productos, amasando una gran fortuna (lo que le permitió vivir en mansiones y coleccionar autos de lujo) y permitió comprar parte del ejército, creando una guardia fiel a su persona. Obote no era ajeno a estos negocios. No obstante, temía el poder de Amin y sobre la base de acusaciones de corrupción, planeaba su arresto. El futuro dictador de Uganda se adelantó y dio un golpe de estado en 1971, cuando Obote estaba de gira en Singapur. Entre las primeras medidas fue una cruenta purga sobre la administración pública, el ejército y la policía que desplazó a millares de partidarios de Obote, más de uno terminó como cadáver arrojado en el lago Victoria. Idi Amin en un primer momento prometió libertad y democracia, incluso liberó presos políticos, rindió honores de estado al fallecido presidente ugandés Mutesa. Mientras tanto puso en funciones a militares en puestos clave, suspendió la constitución, y organizó la constelación de organismos represivos, como la Oficina de Investigación del Estado o SRB, la Policía Militar y la Unidad de Seguridad Pública. Obote recibió asilo del régimen socialista de Tanzania, junto a 20.000 exiliados.
En 1972 un intento de contragolpe fue ahogado por Amin. En los combates murieron 450 personas y 500 fueron ejecutados luego de la rendición. Esto desencadenó una cruel represión contra soldados de los grupos étnicos acholi y longo, que para 1972, fueron masacrados en un número cercano a los 5.000. Se estima que civiles de dichas etnias fueron asesinados en un número que rondaría los 10.000. Pronto la paranoia del régimen incluyó a todo aquel que fuera sospechoso de simpatizar con Obote o por lo menos mostrar algún atisbo de oposición. Religiosos, artistas, abogados, magistrados, estudiantes, intelectuales y presuntos enemigos del régimen fueron asesinados cruelmente. Muchas torturas y aberraciones eran presenciadas por el propio Amin. Los relatos son escalofriantes, a ello se agregaba que cualquiera que fuera denunciado, desde un vecino envidioso, una novia despechada, que podían incluir simpatías por el sionismo, era una sentencia de muerte segura, bajo condiciones inimaginables en el universo carcelario de Idi Amin. El régimen de terror impuesto, no solo era la posibilidad de ser detenido por simple sospecha, sino las ejecuciones públicas que eran trasmitidas en televisión.
El apoyo libio a la operación de represalia contra Tanzania, en 1972, se materializó con la llegada de 3.000 soldados, aviones de combate Mirage 5, destinados apoyar las represalias contra poblaciones fronterizas llevada a cabo por tropas ugandesas y aviones Mig 17 y 21 de la fuerza aérea de Amin. La represión interna y las acciones genocidas contra grupos tribales, engrosó el número de exiliados en Tanzania, que crearon un Frente de Liberación, siendo en el futuro la principal fuerza de oposición al régimen ugandés.
La dictadura de Amin no tenía una ideología definida, sino más bien estaba formada por una camarilla de ignorantes – dado que muchos eran analfabetos y por solo ser de la etnia del dictador tenían un cargo, a veces relevante como gobernadores – dedicada al saqueo, buscó justificarse de alguna manera. En 1972 en nombre de una presunta “guerra económica” y sobre un discurso nacionalista furibundo, fueron confiscados los bienes y comercios de millares de inmigrantes asiáticos (unos 140.000) que vivían en el país desde tiempos del domino británico. Privados de su ciudadanía, fueron expulsados, con el derecho a llevarse solo cien dólares y pertenencias personales. Los bienes fueron repartidos entre los partidarios de Amin. Los asiáticos eran responsables del sector terciario e industrial del país. La nueva realidad hundió la economía ugandesa. Las nacionalizaciones incluyeron a empresas de origen británico. Hubo un acercamiento hacia Libia, en manos del coronel Gadafi, y la Unión Soviética.
Su discurso antisemita y anti estadounidense, le sirvieron para ganar simpatías en el mundo árabe y algunos países africanos. Los asesores israelíes fueron expulsados e incluso, tropas ugandesas fueron enviadas a la guerra del Yom Kippur, a pesar que no entraron en combate. Idi Amin presenció la guerra desde una lujosa tienda de campaña. Su conversión al Islam, facilitó la ayuda de Arabia Saudita, interesada de expandir dicha confesión en África. A pesar que solo el 5% de la población local era musulmana. Este dinero, fue de suma importancia para financiar el régimen de Amin. Asimismo, su militancia “islámica” le sirvió para perseguir a grupos cristianos.
En 1973, la embajada de Estados Unidos en Kampala, la capital del país, fue cerrada por razones de seguridad, dado el comportamiento de Amin. A pesar de la hostilidad de Occidente, el régimen era tolerado. Dado que este se beneficiaba de ambas partes, conservando su neutralidad frente ambos bandos en el marco de la Guerra Fría. Mientras que el dictador ugandés no saliera de sus fronteras y no amenazara a los grandes intereses de las potencias de aquel entonces, podía seguir gobernando a sus anchas y cometiendo sus crímenes sin problemas. Un ejemplo de ellos, fue una anécdota recogida por el diario El País de España Semanas después del estreno de su película documental sobre el presidente ugandés Idi Amín Dadá, el cineasta Barbet Schroeder empezó a recibir llamadas desde Uganda. Sorprendido en pleno sueño, el director tardó unos minutos en entender las frases entrecortadas de sus interlocutores.
Le hablaban en francés, muchos de ellos llorando: “Señor, haga lo que le dice”… “mis hijos están aquí, señor, hágale caso”. Schroeder comprendió por fin. Unos días antes se había negado a suprimir de su película sobre Amín algunas escenas que no gustaron al dictador. Así que el tirano encerró en un hotel a un montón de ciudadanos franceses con sus familias, les dio el teléfono de Schroeder y pidió que le explicaran la necesidad de retirar del filme las secuencias de la discordia. Aquella misma noche, el director se comprometió a censurar su película. Conocía lo suficientemente bien a Idi Amín Dadá como para saber que mataría a todos aquellos franceses, niños incluidos, si sus demandas no eran atendidas.
Los secuaces que rodeaban a Idi Amin, también eran de la misma talla que el dictador. Un ómnibus con enfermeras fue asaltado en la noche y violadas por un grupo de policías. Nadie se atrevió a realizar denuncia alguna. El clima de terror del país, era una realidad. El dictador por un lado mantenía un régimen basado en el miedo y por otro lado organizaba reuniones con jóvenes a fin de darles consejos sobre educación sexual, también hacía recomendaciones a médicos. Viajaba por las aldeas de Uganda prometiendo autopistas, escuelas y hospitales. Funcionario que osaba solicitar fondos, el dictador ordenaba imprimir billetes para financiarlas, con sus consecuencias financieras para el país.
Idi Amin, luego llamado también Dada – en swahili, significa padre o abuelo – con la idea de mostrarse protector del pueblo, le gustaba humillar. Fue popular una anécdota en el cual un grupo de hombres blancos, fueron obligados a llevarlo en andas en una fiesta. También le gustaba que los detenidos rogaran por su vida ante su persona, para luego decidir su ejecución. Otro delirio era ser acompañado por alguno de sus cuarenta hijos, vestido de uniforme militar y con condecoraciones. Ello se debía a que uno de sus “brujos” le había sugerido llevar a un niño como protección contra atentados. Su vida personal fue tan terrible como su vida pública. Tuvo cinco esposas, cuarenta hijos y decenas de amantes ocasionales. Sus tres primeras esposas fueron repudiadas, aparentemente por adultero. Malyamu, Kay y Nora, sufrieron el rigor del régimen, en el caso de Kay, apareció descuartizada en un baúl de un automóvil.
Las otras lograron huir del país. Las esposas que las reemplazaron aparecían siempre con moretones y rastros de violencia, que el dictador decía se debía a “accidentes domésticos”. Ay de aquel muchacho que tuviera una novia, por la cual Amin estaba interesado. Era una sentencia de muerte. Mientras para la desafortunada elegida, debía mantener relaciones consentidas o ser violada brutalmente. Los secuaces del presidente siguieron su ejemplo. En el verano de 1976, el estudiante universitario, Paul Sewanga fue asesinado al intentar impedir que un agente de policía violara a su pareja. Esto ocasionó la protesta de los estudiantes del campus, una situación rara, dado el terror imperante. Amin llamó al rector y se comprometió a investigar y castigar a los responsables. Nada ello pasó, muchos estudiantes fueron torturados, como también desaparecidos.
En junio de 1976, el país estuvo en las portadas de los principales diarios del mundo, por el secuestro de un avión de Air France en manos de un comando palestino, llevándose consigo como rehenes un grupo de pasajeros israelíes. El destino fue Entebbe, gracias a la complicidad del siniestro Amin con los terroristas. El gobierno israelí montó una célebre operación de rescate, que terminó con la captura del aeropuerto, la evacuación de la mayoría de los rehenes y la muerte de decenas de ugandeses, la destrucción de parte de su fuerza aérea, además de ultimar a los terroristas, con el saldo de un rehén muerto y el jefe de la operación también muerto. Idi Amin estalló en cólera y al saber que una turista israelí, Dora Bloch, permanecía en un hospital del país, fue sacada a la rastra – era adulto mayor y con limitaciones de movilidad – y asesinada. El fotógrafo que difundió las fotos de la desdichada mujer, apareció días después, calcinado en una cuneta.
Un documental filmado en esos años, por el citado cineasta francés Barbet Schroeder, mostró el régimen delirante de Amin, donde bailaba en una canoa para espantar cocodrilos, lanzaba diatribas contra el sionismo. La prensa inglesa lo mostró como un simple mamarracho, ignorando sus aberraciones. Recién en 1977 la Comunidad Británica de Naciones o Commonwealth, le envió una nota deplorando los abusos del régimen. Idi Amin no le importó y continuó con sus delirios. Por ejemplo, con la crisis del Watergate, Idi Amin envió un cable deseándole una “pronta recuperación del Watergate”. Al presidente Gerald Ford, le escribió un cable con un “Te Amo y sugiriendo que colocara a un negro en su lugar”. En el citado año, Amin se declaró “vencedor de los británicos” y por ende “Conquistador del Imperio Británico” además de distintos títulos delirantes, como ser el señor de todas las bestias, etc. Sus payasadas, delirios, eran una maniobra para encubrir sus crímenes aberrantes, siendo consecuencia de ello, un inusual crecimiento de la población de cocodrilos, gracias a los cadáveres que arrojaban de a cientos en las aguas del Lago Victoria.
El militarismo de Uganda alarmó a sus vecinos, particularmente a Kenia, que retuvo armamento con destino a Kampala. Amin amenazó con el empleo de la fuerza, pero luego se retractó ante una concentración de fuerzas militares keniatas en la frontera. En 1978 la situación de Amin era precaria, el vicepresidente Adrisi sufrió un accidente, instigado por el dictador, lo que ocasionó el motín de tropas del ejército adictos al vicepresidente. Nuevamente la brutalidad y crueldad se hizo presente y muchos se exiliaron a Tanzania. Amin acusó al presidente Julius Nyerere de comportamiento hostil y de incitar a una guerra entre ambos países. Incluso como era su costumbre, lo desafío a pelear en un ring de box para dirimir las diferencias de ambos países. No hubo respuesta.
La guerra con Tanzania. Caída y exilio
Las fuerzas ugandesas habían sido entrenadas por israelíes en los 60, incluso Amin había recibido formación como paracaidista. La negativa israelí de apoyar sus delirios, lo llevó a tomar una posición contraria. Las fuerzas ugandesas estaban armadas con fusiles FAL, aviones tácticos Fouga Magíster ex israelíes, además de transportes C 47 y Noratlas. Los medios blindados eran de la Segunda Guerra Mundial, incluía material británico y de Estados Unidos. La fuerza aérea, fue bien equipada gracias a la ayuda libia y soviética, con aviones Mig 17 y 21, parte de ellos destruidos por los israelíes en la Operación de rescate de Entebbe. El ejército se benefició con lanzacohetes, cañones y blindados, además de un puñado de tanques T 55. Las Fuerzas Populares de Defensa de Tanzania, contaba con un ejército de 30.000 efectivos, reducido, pero bien entrenado y motivado, apoyado por una modesta fuerza aérea.
El régimen de Amin, decidió tomar la iniciativa e invadió Tanzania en octubre de 1978, donde las tropas ugandesas, que hacía tiempo que no recibían su paga, se dedicaron a saquear y asesinar. Unos 8.000 civiles murieron en la invasión. La respuesta de Tanzania no se hizo esperar y consistió en una primera instancia en contener y desgastar a los atacantes. A fines de diciembre, los ugandeses habían sido expulsados de Tanzania. A instancias de Occidente, el régimen de Nyrere recibió luz verde para invadir Uganda, apoyado por el Frente de Liberación Nacional. Tropas tanzanias, formadas por unos 10.000 efectivos, apoyados por una escuadrilla de aviones de combate Mig 21 lanzaron una ofensiva a escala. Hacia febrero de 1979. el avance era imparable y las tropas ugandesas se repliegan con fuertes pérdidas. Entebbe, se convierte en un bastión defendido por varios miles de soldados libios y mercenarios somalíes, que serían responsables de resistir el grueso de la invasión, mientras el ejército de Uganda se desmoronaba. El comandante libio de Entebbe pidió ayuda a Gadafi, este envió aviones C 130 cargados de armas y lanzó una operación de bombardeo estratégico con aviones Tu 22, contra Mwanza, un nudo de comunicaciones tanzanio de vital importancia. La operación fue un fiasco. Idi Amin estaba derrotado. Su ejército ya no existía y los libios estaban siendo desbordados por las tropas tanzanias.
En abril de 1979, Gadafi le sugirió al “mariscal” Idi Amin que se retire de escena. El dictador opta por huir el 11 de abril, primero a Libia y luego hacia Arabia Saudita. Las tropas tanzanias y fuerzas opositoras ugandesas tomaron Kampala, terminando con una pesadilla de ocho años. Los partidarios de Amin sufrieron serias represalias. Crónicas de la época relataban, como lo hizo el periodista Riccardo Orizio, quien entrevistó a Amín en su libro Talk of the Devil, dijo en su oportunidad “junto a una de sus mansiones se halló un campo de exterminio donde prisioneros escuálidos sobrevivían royendo los huesos de los que iban muriendo”.
En 1983, Amin, intentó volver a Uganda, a través del Zaire, pero su antiguo aliado, el dictador de aquel país, Mobutu Sese Seko, lo persuadió para que volviera a su exilio en Yeddah, Arabia Saudita.
En julio de 2003, una de sus esposas solicitó al gobierno de Uganda que permitiera a un moribundo Amin morir en su país. Pedido que fue rechazado, dado que el presidente de ese entonces, Museveni, indicó que apenas estuviera en el país, debería dar cuenta por sus crímenes. Finalmente, el dictador murió en Arabia Saudita, impune y jamás rindió cuentas de sus atrocidades. Incluso algunos de sus decenas de hijos han intentado reivindicar su siniestra figura, especialmente cuando se estrenó hace varios años atrás la película “El último rey de Escocia” que retrata en parte su oscuro régimen.
Entre el mito o posible realidad, fue la práctica de canibalismo, sobre los cadáveres de sus enemigos políticos. Una vieja tradición guerrera de la región, era devorar el hígado de los guerreros muertos en batalla, de esta manera se trasladaba a quién lo comía, su fuerza y valor. Se decía que Amin, tenía dicha “tradición”. Esta costumbre puede corresponder a las tradiciones de guerreros que comían vísceras para apropiarse del valor de sus enemigos”, explicó a la revista española SEMANA, Samuel Decalo, autor del libro Coups and Army Rule in Africa.
La caída de Amin, no impidió que la violencia continuara por décadas en Uganda. El ex presidente Obote regresó para ser derrocado en 1985. La actividad guerrillera y la violencia siguió durante años, siendo manifestación de ello el siniestro Ejército de Resistencia del Señor, célebre por reclutar niños soldados y sus crímenes contra civiles. La perla de África, como lo definió Churchill en tiempos del Imperio británico, intenta salir adelante en la convulsa región en donde se inserta Uganda, luego de años de brutalidad y saqueo, siendo su principal exponente de aquellos años aciagos, el genocida Idi Amin, verdadero acólito del diablo.
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Boletín Informativo (18 Oct 2024) de la Embajada Rusa en Nicaragua
El Gran Reinicio – Un Plan Oscuro y Terror para la Humanidad de las Elites de Poder Global. Por: Manuel S. Espinoza J.
Las Fuerzas Aéreas de Irán

Jorge Alejandro Suárez Saponaro
Análisis Militar
24/01/2023
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Las Fuerzas Aéreas de Irán
Jorge Alejandro Suárez Saponaro
Irán cuenta con un sistema de defensa que lo hace único por diversos motivos. En lo que respecta al espacio aéreo, su protección recae en tres fuerzas, que cuentan con una amplia gama de medios, la mayoría, son anticuados, pero modernizados con tecnología local. Pero existe una capacidad, en materia de misiles de teatro, que es fuente de preocupación, dado el programa nuclear iraní, y más de un experto como agencia de inteligencia, saben que esta formidable capacidad será empleada para ser usada para el desarrollo de un programa nuclear militar mucho más amplio.
La Fuerza Aérea iraní fue creada en 1920, por el Sha Reza Pahlevi. Equipada con material alemán, ruso, francés, italiano y británico, con la declaración de neutralidad de Irán, la Unión Soviética y Gran Bretaña, temerosos que esta situación fuera favorable al III Reich, invadieron el país y destruyeron la fuerza aérea iraní, que había alcanzado a operar 400 aeronaves. En 1946 con ayuda de Estados Unidos comenzó la reconstrucción, llegando los cazas P 47D Thunderbolt. Entre los años 60 y 70, el país adquirió una enorme cantidad de material, especialmente de origen estadounidense, y en menor medida británico, holandés, francés e italiano. La Fuerza Aérea Imperial, como se denominó en tiempos del último Sha Mohamed Reza, llegó a operar 177 F4 Phantom, 32 F-4D, 16 RF-4, 150 F-5E Freedom Fighter, y la joya de la corona, 79 F-14Tomcat. La aviación de transporte incluía Boeing 707, Fokker F 27, C-130H y aviones de patrulla marítima P-3 Orión, además de una importante flota de helicópteros, incluyendo Augusta Boeing Chinook, Bell 212, construidos bajo licencia en Irán. En 1970, la Fuerza Aérea fue empleada en combate en apoyo al gobierno de Omán contra las guerrillas marxistas del área del Dhofar. En 1977, Irán contrató la compra de 150 F-16, que no se concretó por la Revolución de 1979. En ese año, el poder aéreo iraní contaba con 450 aeronaves, todas ellas muy modernas, con un alto nivel de mantenimiento y operatividad, 5.000 pilotos que habían sido en gran parte entrenados en Estados Unidos y cien mil efectivos que daban apoyo a esta poderosa fuerza en catorce bases aéreas.
Hurricane de la vieja Fuerza Aérea Imperial Iraní.
La Fuerza Aérea se vio afectada por la Revolución, por un lado por el retiro de los asesores de Estados Unidos, lo que impactó en el mantenimiento y operación de sistemas de radares, armas y reparación de determinados componentes avanzados, y por otro, la purga que le costó la vida a mandos altos e intermedios, además de que muchos fueron enviados a sus casas. La Fuerza Aérea Imperial dio paso a la Fuerza Aérea de la República Islámica de Irán o IRIAF. Afectada por las purgas y sanciones, en septiembre de 1980, se vio sorprendida por el ataque sorpresivo de la Fuerza Aérea iraquí. Los cuadros retirados forzosamente fueron convocados rápidamente, y los poderosos medios de la IRIAF fueron empleados contra objetivos estratégicos iraquíes, especialmente vinculados a la industria petrolera. Observadores extranjeros se sorprendieron con el empleo eficiente de medios aéreos en los duros combates en la provincia de Juzestán. Pero la pérdida de pilotos fue sumamente grave, agregándose la decisión del régimen de crear una rama aérea del Cuerpo de Guardianes, la nueva fuerza armada defensora de la Revolución. Las sanciones obligaron adoptar medidas destinadas a mantener con el ingenio local, la importante flota de aeronaves, creando una infraestructura industrial y logística. La disponibilidad de repuestos, armas y la pérdida de personal en combate, difícil de reponer, limitó a la IRIAF a operaciones de carácter defensivo. Durante el llamado affaire de Irán–Contras, el régimen de Teherán pudo triangular valiosos repuestos para su flota de combate, especialmente los poderosos F-14, que fueron empleados para la defensa de Teherán, infraestructuras clave de la industria petrolera, como la isla Kharg. En cuanto a las victorias obtenidas con este avión, es objeto de controversias entre las versiones iraníes, que le atribuyen 35 victorias, mientras que Estados Unidos habla de cinco victorias contra cuatro derribos, algo que habla bastante mal del entonces mejor interceptor en servicio del mundo. Aunque según parece, los Tomcats, más que como interceptores fueron empleados generalmente como “mini AWACS” para alerta temprana gracias a su poderoso radar Hughes AWG 9. Entre 1980-1988, la fuerza aérea libró nada menos que 300 encuentros aire–aire con los iraquíes, que tenían la ventaja de obtener armamento sin las limitaciones que le eran impuestos a Teherán. Este rico historial de combate, ha permitido forjar generaciones de cuadros con un elevado nivel de experiencia operacional, comparable con la Fuerza Aérea israelí.
La llamada Guerra de los Petroleros, enfrentó a los medios aéreos iraníes con la aviación de la US Navy, llevando al límite de sus exigencias a la IRIAF. Por medio de la Dirección de la Jihad Autosuficiente, fueron organizados almacenes, talleres y centros de producción de repuestos, para hacer frente a la crisis logística. La IRIAF se puso en contacto con instituciones técnicas y universidades para poder producir componentes aeronáuticos. China brindó apoyo eficaz para formar ingenieros y técnicos expertos en “ingeniería inversa” que permitiera establecer líneas de producción. Pekín, obtuvo valiosa información sobre sistemas de armas avanzados occidentales, que impactó sin ninguna duda en desarrollos posteriores de la industria china.
Se estima que entre el 40/60 % del material se perdió en combates y problemas de mantenimiento por las exigencias de la guerra y las sanciones. Las pérdidas fueron compensadas por la venta de aviones por parte de una Unión Soviética en crisis, que incluyó los modernos aviones de combate Mig-29, Mig-23, Su-22, Su-24, y bombarderos Tu-14 (sobre estos hay informaciones contradictorias). También se vendieron aviones tácticos Su-25, operados por la rama aérea del Cuerpo de Guardianes, aviones de transporte IL-76 y una importante flota de helicópteros Mi-17. Desde China, arribaron cazas F-7, bombarderos HU-16, de transporte Y-7. Brasil y Suiza vendieron aviones de entrenamiento PC-7 y T-27 Súper Tucano (operados por la rama aérea del Cuerpo de Guardianes), como Francia, aviones de entrenamiento básico.
Las Fuerzas Aéreas iraníes: IRIAF, IRGCASF, IADF
El fin de la Guerra con Irak, dejó al país con pesadas deudas y una urgente necesidad de reconstrucción. Es por eso que no hubo grandes inversiones en defensa, más allá de la compra de un importante lote de aviones de la Unión Soviética. Los responsables de la defensa, apostaron a desarrollar una industria local, que permitiera mantener el material disponible en un grado aceptable de operatividad, llevar a cabo programas de modernización, con mejoras en los sistemas de armas, radares, nuevos motores de factura local, comunicaciones y aviónica. Esto ha permitido mantener capacidades aceptables de defensa aérea, interceptación, reabastecimiento en vuelo, transporte táctico, operaciones de apoyo a fuerzas terrestres y navales. Los medios aéreos están desplegados en once bases, siendo la 1ª Base, en Teherán, la más importante, donde están desplegados los aviones de combate más modernos, los Mig-29, que fueron mejorados con sondas de reabastecimiento en vuelo, ampliando su radio de acción y otras mejoras en la aviónica y sistemas de armas.
Se estima que la flota aérea está compuesta por 220 aviones de combate Mig-29 SMT (unos 25), F-14 Tomcat, F-4D/E, F-5E/F, Su-24 SMK, y F-7N (de origen chino). Existen todavía unos 15 aviones de reconocimiento RF-4 y RF-5, medio centenar de aviones de entrenamiento TB-21 (de instrucción básica), PC-7, F-33 Bonanza y entrenadores de combate como el F-5B y F7-7. La flota de transporte está compuesta por 45 aviones, Boeing 707 y 747, con capacidad de reabastecimiento en vuelo; C-130H/E, Fokker F 27, Iran 140, Falcon 20, Y-7. La industria nacional desarrolló cazas ligeros derivados del F-5, como aviones de entrenamiento básico, transportes tácticos Iran 140. El parque de alas rotarias incluye unas ochenta aeronaves, Augusta Boeing CH-47, AB-212, Bell 214, y Mi-17 (unas cincuenta unidades). La IRIAF cuenta con unos 37.000 efectivos.
La rama aérea del Cuerpo de Guardianes, creada en 1986 conocida por sus siglas en ingles IRGCASF o Fuerza Aeroespacial del Cuerpo de Guardianes. Cuenta con 15.000 efectivos, opera una flota de aviones tácticos y de transporte, además de helicópteros. Los medios incluyen aviones de ataque liviano T-27 Súper Tucano, de ataque Su-25, de transporte IL-76, y helicópteros Mi-17. Asimismo, cuenta con aviones de entrenamiento básico de construcción local. Sus misiones se centran en apoyo aéreo cercano, ataque liviano, enlace, transporte táctico, y reconocimiento. En este último caso, el IRGCASF, opera una importante flota de UAV o vehículos aéreos no tripulados, que han sido empleados exitosamente en los teatros sirio e iraquí, donde señalaron objetivos para posteriores ataques con misiles de teatro, contra objetivos del ISIS. El IRGCAF tiene una peculiaridad, la operación del sistema de armas balísticas, la Fuerza de Misiles, con ingenios con radios de acción desde los 500 Km. hasta 2.000 Km., con los misiles Shahab 3. El alcance de estos últimos le permite golpear objetivos en Europa o la Península Arábiga. Este misil sirvió para el desarrollo del vehículo lanzador de satélites, Emad 1, que en 2015, hizo su primer lanzamiento exitoso. El alto desarrollo alcanzado en esta materia es objeto de preocupación mundial, especialmente por la posibilidad que estos sistemas puedan ser empleados como vectores para el transporte de munición nuclear. El comando responsable de estos sistemas de armas, se caracteriza por su alto nivel de alistamiento, con ejercitaciones periódicas. Entre 2017-2018, los iraníes emplearon sus misiles contra objetivos de grupos terroristas sirios, especialmente contra el ISIS, como también kurdos. La proliferación de misiles de teatro, por parte de Irán, le permite contar con un enorme arsenal de estos ingenios, operados por bases móviles o fijas, ocultas en las montañas. A pesar de llevar cargas convencionales, su empleo masivo, puede generar serios daños, especialmente contra la infraestructura petrolera en los países del Golfo, como también golpear centros de mando y comunicaciones, bases y el impacto psicológico adverso, si se emplean contra objetivos civiles. Las restricciones para conseguir materiales para el desarrollo de estas armas, han sido en vano. Incluso desde la misma Agencia de Inteligencia del Departamento de Defensa de Estados Unidos, se sostiene que tarde o temprano, Irán podrá contar con misiles intercontinentales.
Las relaciones entre la IRIAF y el IRGCASF no han sido buenas. Durante la guerra con Irak, la cooperación ha sido más bien escasa, dado el apoyo político brindado por el régimen al Cuerpo de Guardianes o Pasdarán, por la desconfianza de los clérigos chiítas en las fuerzas heredadas de tiempos del Sha. Incluso los cazas chinos F-7, fueron destinados en una primera instancia al cuerpo, pero dado que carecía de cuadros formados para operar estos aviones, fueron transferidos a la IRIAF. La experiencia de guerra, impulsó a que el IRGCASF cuente con su propia estructura de mantenimiento, en manos de una empresa de su propiedad Pars Aviation Service Company, que no solo brinda este tipo de servicios logísticos, sino también gestiona una línea aérea con 17 Tupolev Tu-154.
En 2009 la Defensa Aérea dependiente de la IRIAF, se convirtió en rama separada de las fuerzas regulares o Artesh. Esta nueva rama de las fuerzas armadas, conocida como Fuerza de Defensa Aérea – conocida por sus siglas en inglés como IADF -cuenta con 12.000 efectivos, que gestiona una serie de sistemas avanzados de corto, medio y largo alcance. La creación de esta nueva rama militar, responde a la necesidad de homogeneizar personal, sistemas de armas, información, doctrina, un sistema logístico, que se encontraban dispersos entre las dos “fuerzas aéreas” iraníes. El uso racional de los recursos, tiene como objetivo brindar una adecuada protección de objetivos estratégicos, especialmente los centros de investigación nucleares como las plantas de energía nuclear. Esta rama militar opera radares, centros de mando, sistemas de vigilancia, baterías con una amplia gama de misiles que van desde los de corto alcance SA-6, SA-7, Rapier, como los de alcance medio, Tor M1 o de largo alcance S-300, como desarrollos locales de dichos ingenios, como el Bavar-373 también de largo alcance. China ha sido proveedor tanto de misiles como de radares de largo alcance. Las fuerzas terrestres, conservan unidades de defensa antiaérea de baja cota, con más de un millar de cañones y misiles de corto alcance sobre plataformas móviles.
En tiempos de paz el IADF, es responsable de la gestión centralizada de los medios asignados, en caso de crisis, la conducción de las operaciones recaen los comandos regionales de defensa aérea, gracias a una organización flexible, que permite asignar los medios que sean suficientes para la defensa del área de responsabilidad de dichos comandos. Las principales bases donde se concentran los medios de mayor alance, son Teherán, Ispahán, Bandar Abbas (base naval, puerta de entrada del Estrecho de Ormuz) y Bandar Bushehr (importante puerto petrolero). El país carece de una estructura de comando y control, que le permita gestionar un sistema nacional integrado de seguimiento, alerta a nivel nacional. Esta vulnerabilidad, ha llevado a los responsables de la defensa aérea, a priorizar la protección de determinados objetivos, considerados de alta prioridad.
Irán ha desarrollado una industria aeroespacial, como consecuencia de los embargos y las necesidades de la guerra en los 80. La industria local tiene capacidad de producir aviónica, comunicaciones, diversos tipos de motores, fuselajes, armamento, simuladores, radares. Entre los desarrollos en materia de sistemas de armas se destacan misiles aire aire Fatter de corto alcance, basado en el AIM-9 Sidewinder; una versión aire–aire del misil antiaéreo Hawk de mediano alcance, misiles aire–superficie, y bombas guiadas por láser. Sobre la base del avión F-5E, fue desarrollado el caza ligero Saegheh, operativo en la base cercana a la frontera con Turquía. El gran esfuerzo, ha permitido mantener en vuelo una flota aérea envejecida, que no tiene el apoyo de los fabricantes, lo que no ha impedido que exista una tasa de fallos más elevada de lo habitual, si tuvieran el apoyo del fabricante. No obstante ello, la IRIAF, ha centrado su esfuerzo en la defensa del espacio aéreo, específicamente en áreas donde se encuentran los principales objetivos estratégicos, un nivel de operatividad aceptable, como pudo apreciarse en las operaciones desarrolladas en Siria e Irak contra el ISIS/Daesh, de la mano con veteranos F-4 modernizados, agregándose un importante esfuerzo para dotar a sus aviones de sensores para operar tanto de día como de noche, vehículos aéreos no tripulados (existiendo importantes desarrollos en la materia) y disponer de satélites de reconocimiento, gracias al programa espacial que tiene el país (incluso con capacidad de lanzamiento de cargas útiles).
A pesar de todo. Una disuasión creíble
Los dirigentes iraníes, son conscientes de las limitaciones de sus fuerzas militares, por las sanciones internacionales y por las necesidades económicas, que impiden mayores inversiones. Esto dio origen a una peculiar doctrina de defensa, donde prevalece el concepto de “guerra asimétrica” o “conflictos híbridos”. En el ámbito del espacio aéreo, dado las limitaciones en materia de contar con sistemas de comando y control, las serias dificultades políticas para adquirir aviones de combate de altas prestaciones, llevaron a priorizar en determinadas capacidades y medios. La IRIAF, es una fuerza que tiene una limitada capacidad de defensa del espacio aéreo, para proteger determinados puntos clave y llegado el caso, en la medida de las posibilidades obtener cierta superioridad local, aprovechando la profundidad estratégica. La IRIAF ha potenciado capacidades de ataque, transporte táctico, y reconocimiento mediante el empleo de UAV. Los aviones tácticos Su-24 Fencer, fueron equipados con misiles aire-superficie con alcances superiores a 150 Km., destinados a golpear objetivos especialmente en el área del Estrecho de Ormuz, en el marco de la estrategia de denegación de área/anti–acceso.
En el caso del IRGCASF, sus medios aéreos están orientados a apoyar fuerzas de respuesta rápida, transporte, apoyo aéreo cercano, reconocimiento e inteligencia, gracias a la variada gama de UAV que opera el cuerpo. La selecta Fuerza de Misiles de dicho cuerpo, con su alto nivel de alistamiento, compensa las limitaciones del poder aéreo iraní, con la posibilidad de golpear con precisión objetivos en la profundidad del dispositivo enemigo, tanto militar como económico, que afecten al potencial nacional del adversario, como en el aspecto psicológico del frente interno. Incluso gracias al control de proxies o agentes desestabilizadores, pueden realizar este tipo de operaciones, a través de las llamadas guerras por delegación. En su momento los insurgentes yemeníes, huzíes, lanzaron ataques con misiles a plantas petroleras sauditas generando graves daños, especulándose que detrás de la precisión de esos ataque sestaba Irán. Llegado el caso de una agresión a Irán, la respuesta de este será el empleo del enorme arsenal de misiles para destruir, especialmente la infraestructura de la industria petrolera en la región, golpear bases claves y quebrar la voluntad de lucha del enemigo, por medio del uso de estos misiles contra objetivos civiles llegado el caso. Irán cuenta con medios de reconocimiento, inteligencia, que han demostrado ser eficaces a la hora de identificar objetivos.
El programa nuclear iraní, una respuesta ante el embargo de armas, constituye el problema más complejo para la seguridad internacional. El alto desarrollo alcanzado en materia de misiles de largo alcance, abre la posibilidad para que puedan ser empleados, llegado el caso para el transporte de armas nucleares, ante objetivos como Israel, Arabia Saudita, o la misma Europa, o bases de Estados Unidos en el área de alcance de estas temibles armas. Sin ninguna duda, el no haber impedido la proliferación del desarrollo de estos sistemas, es el gran fracaso de la comunidad internacional.
La IADF, la rama más moderna de las fuerzas iraníes, creada en 2008, es el primer intento, de racionalizar capacidades y el empleo conjunto de recursos antes dispersos entre la IRGCASF y la IRIAF. Aprovechando de manera inteligente la geografía iraní, permite crear una barrera eficaz, para proteger centros de mando y control, las estratégicas instalaciones del plan nuclear, como de la industria petrolera. Esto generaría serios contratiempos para amenazas regionales, pero en menor medida para adversarios como Israel y Estados Unidos, pero ello no impide que los responsables de la defensa de dichos países, no subestimen para nada la capacidad iraní, considerando que un ataque directo, implica un alto costo, a pesar de la notable superioridad tecnológica y cualitativa frente a los medios aéreos persas.
Las relaciones, tensas, por la competencia en materia de obtención de recursos entre el Cuerpo de Guardianes y las Fuerzas Regulares, constituyen a juicio de los expertos, uno de los grandes obstáculos para la conducción conjunta de las operaciones en caso de una crisis de mayores proporciones. Esto es palpable, con la existencia de tres ramas militares responsables de la defensa del espacio aéreo. No obstante ello, Irán ha logrado con sus medios y una inteligente estrategia, mantener una disuasión creíble, en la defensa de sus cielos.
Thomas Sankara: “El Che Guevara” de África.

Por: Jorge Saponaro (Argentina)
Thomas Sankara: “El Che Guevara” de África.
Publicado por Dr. Suarez Saponaroel
Yo, Sankara, estoy de paso, lo que debe quedar es el pueblo
Hace cuarenta años, en 1984, la entonces República de Alto Volta, cambió de nombre por el de Burkina Faso, en el marco de un interesante proceso revolucionario, liderado por capitán Thomas Sankara. Tuvo un final trágico, cuando las fuerzas del neocolonialismo, estrechamente ligados a intereses franceses, acabaron con su experiencia progresista. Sankara, por sus reformas radicales, pasó a la historia como el “Che Guevara” africano.
Por el Dr. Jorge Alejandro Suárez Saponaro
Especial para LA POLIS. Desde Buenos Aires.
Burkina Faso es uno de los países más pobres que se encuentra en la empobrecida África. Hasta 1984 era conocida como Alto Volta, nombre heredado desde los tiempos de la colonización francesa. El país tiene una larga historia y estuvo en conflicto con los legendarios imperios de la región del Sahel, como el Imperio de Malí o el Imperio Songhay. Los mossi que son la etnia mayoritaria de las tierras del antiguo Alto Volta, crearon también un estado centralizado en pugna con sus vecinos. La independencia de los principados mossi perduró hasta las expediciones francesas de fines del siglo XIX. El proceso de islamización fue tardío y llegó a principios del siglo XIX con los peules. Hasta el día de hoy, la población musulmana es del 50% aproximadamente. La resistencia a la presencia francesa fue superada y los príncipes mossi, suscribieron acuerdos de protectorado, dando origen a la colonia del Alto Volta. En determinados momentos, el protectorado fue disuelto y su territorio dividido en colonias francesas vecinas. Solo por presión de gobernantes tradicionales, especialmente por la cuota de sangre pagada por soldados burkineses en la Segunda Guerra Mundial – y también en la Primera – el gobierno francés reconoció el derecho a restablecer el antiguo gobierno colonial, restableciendo los límites de lo que hoy conocemos como Burkina.

El Alto Volta siguió el mismo camino que la mayoría de las posesiones del África Francesa, en el marco de un proceso concesión de autonomía hasta llegar a 1958. En dicho año fue creada república de Alto Volta dentro de la Comunidad Francesa y para noviembre de 1960, el Alto Volta declaró su independencia, teniendo a Maurice Yameogo, como primer presidente. El flamante jefe de estado fue derribado por un golpe de estado. Desde 1966 hasta los 80 el país fue sacudido por diversos golpes y un constante clima de inestabilidad política. Destacándose en dicho período la figura del coronel Lamizana. Su régimen militar perduró por varios años, con una política de cierto corte nacionalista y una reforma constitucional para legitimar su poder. La crisis económica y la agitación social, llevó a su caída por otro golpe militar. El nuevo presidente, el coronel Saye Zerbo, gobernó hasta 1982, cuando perdió apoyo popular y especialmente de los sindicatos. Derrocado por su ministro de defensa, Jean-Baptiste Ouédraogo, médico militar, de tendencia moderada, designó como primer ministro Thomas Sankara. La postura moderada del primero y la radicalizada del segundo, llevó a la caída en 1983 de Ouédraogo.

En 1983 cuando Sankara llegó al poder, el país tenía una población de siete millones donde el 80% eran campesinos y el 98% de analfabetos y una esperanza de vida de 40 años. El Consejo Nacional de la Revolución se hizo cargo del país, estaba formado por los capitanes Blaise Compaoré, Thomas Sankara y Henri Zongo. Al cumplirse un año de estar en el poder, el país cambió el nombre de Alto Volta, por Burkina Faso, que en idioma mossi, significa “país de los hombres honestos”. Comenzaba una etapa de cambios único en el país.

Sankara y las reformas
Thomas Sankara, de origen modesto, hijo de un matrimonio entre un mossi y una mujer fulani, ambos católicos, de una casta menos favorecida. A los 19 años ingresó a la carrera militar. Fue formado en la Escuela de oficiales del ejército de Madagascar Allí presenció revueltas populares y se puso en contacto con los escritos de Marx y Lenin. En 1974, como oficial luchó en la corta guerra por la franja de Agacher contra el vecino Mali, donde se destacó por su valor. Era un personaje popular, dado que en sus tiempos libres era músico. En 1976 junto a sus compañeros del golpe de 1983, habían creado una asociación de oficiales comunistas.

En 1983 el gobierno de Ouédraogo había puesto bajo arresto a los futuros líderes de la Revolución. La visita del hijo del presidente Mitterand y asesor en temas africanos, generó mayor malestar en el país, donde existía una fuerte tensión como resultado del arresto de Sankara y sus camaradas. Finalmente, en 1983, Sankara con 33 años derribó al gobierno y asumió la jefatura del estado. Pronto lanzó un programa de reformas radicales. Las primeras medidas, fueron contra los jefes tribales, terminando con el pago de tributos y trabajo obligatorio que estos exigían en las aldeas. Siguiendo el modelo de otros países socialistas, creó comités de defensa de la revolución y un servicio nacional popular, instaurando el servicio militar universal. El “Che Guevara del África” como era conocido el joven presidente, puso especial énfasis en reformas sociales, destacándose mejoras para la mujer, cuya situación era sumamente precaria y sin derechos. La poligamia, la ablación de genitales femeninos, matrimonios forzados fueron prohibidos por la Revolución. El capitán Sankara dijo al respecto cuando lanzó las reformas: La revolución y la liberación de la mujer van unidas. No hablamos de la emancipación de la mujer como un acto de caridad o por una oleada de compasión humana, es una necesidad básica para el triunfo de la revolución. Las mujeres ocupan la otra mitad del cielo. En el marco de los cambios, el gobierno tuvo funcionarios mujeres, algo inusual en África Occidental.

Las reformas económicas buscaron la autosuficiencia alimentaria, imponiendo una reforma agraria, terminando con los viejos privilegios feudales de los jefes tribales. Promovió la forestación con la plantación de millones de árboles, desarollo de miles de huertas comunitarias, para combatir la desertificación de la región del Sahel, anticipando el cambio climático. Los programas de riego mejoraron la productividad agrícola. En 1984, expertos de Naciones Unidas señalaron que Burkina había logrado ser autosuficiente en materia alimentaria. En este proceso de cambios, fueron lanzados programas de viviendas y un peculiar plan de construcción de 400 km de vías férreas llevadas a cabo por obreros locales, sin ayuda externa. El plan de alfabetización fue considerado un éxito. Luego de la caída de Sankara, más de 2.000 maestros que participaron del programa educativo del régimen revolucionario fueron despedidos.
En el marco de un programa socialista, fueron nacionalizadas tierras y explotaciones mineras. En materia sanitaria también lanzó programas de mejora y fue el primer país de África que reconoció el drama del SIDA. Una medida realmente trascendente fue la vacunación de dos millones de niños. La mortalidad infantil que era del 20.8% fue reducida al 14.5%.
La popularidad, no solo en el país, sino fuera fue dada no solo por su carisma, sino por una serie de gestos que incluyó la venta de la flota de automóviles Mercedes Benz de uso oficial, reemplazado por el modesto y barato Renault 5 para todos los ministros y altos funcionarios. Fue prohibido el uso de chóferes, viajar en primera clase en vuelos al exterior y fueron reducidos sustancialmente los salarios de los altos funcionarios. Intentó crear un frente de países con deuda externa. Obligó a funcionarios a destinar un mes de salario a obras de interés público. Se negó a instalar aire acondicionado en su despacho como otros despachos oficiales, alegando que los hogares del país no disponían de ese lujo, por lo tanto, los altos funcionarios debían seguir el ejemplo.

Sankara, por su formación marxista, era admirador entre otros revolucionarios del líder argentino cubano, Ernesto “Che” Guevara. Intentó trasladar el modelo cubano a la realidad africana, así observamos la creación de comités de defensa de la revolución – que fueron protagonistas de bastantes abusos – tribunales revolucionarios (objeto de cuestionamientos por su arbitrariedad), y los “pioneros” donde los niños recibieron formación similar al régimen cubano. La prensa también fue censurada y el régimen buscó “encuadrar” a la población detrás del programa revolucionario. En un país con elevados niveles de analfabetismo, tradiciones tribales muy arraigadas y con un apoyo restringido por parte de los militares, los cambios tuvieron un alcance limitado. Para que estos rindieran sus frutos, especialmente en los programas de educación y salud, Sankara precisaba tiempo, además de respaldo internacional de mayor peso. Libia apoyó el proceso político burkinés por un tiempo, pero la apuesta de Sankara por la “autosuficiencia”, le privó de aliados internacionales para hacer frente a sectores internos y actores regionales ligados a Francia.
A pesar de los cuestionamientos sobre determinados aspectos del régimen revolucionario, la popularidad de Sankara estaba fuera de discusión y tuvo una importante base social.

Las políticas de Sankara eran abiertamente contrarias a los intereses franceses y de sus aliados en la región, especialmente del presidente de Costa de Marfil. Houphouët-Boigny, donde la juventud de su país veía con mayor simpatía al joven presidente revolucionario de Burkina. El coronel Compaoré, sería el aliado del presidente de Costa de Marfil y de los intereses franceses, y el traidor que llevaría a cabo el golpe que derribaría a Sankara. El temor de los franceses era que el ejemplo de Burkina se contagiara a países de su influencia, a pesar que el proceso de cambios en dicho país, recién empezaban. Antes que el régimen se consolidara, era necesario eliminarlo.

Caída y muerte de Sankara.
En 1987, los abusos de los comités de defensa de la revolución, llevaron a Sankara a pedir perdón públicamente y a buscar enmendar los errores. La tensión con Costa de Marfil y Togo era creciente. En 1986 un comando mercenario proveniente de Ghana intentó derrocar al presidente togolés, Eyadema. Este acusó al régimen de Sankara estar detrás del intento golpista y comenzó una campaña para mostrar al régimen de Burkina como un factor de desestabilización. El coronel Compaoré, fue nombrado en dicho año, primer ministro por Sankara. El nuevo jefe de gobierno le gustaba la buena vida y era intrigante, a diferencia de Sankara que adoptaba la “autocrítica” al mejor estilo marxista y al debate ideológico frontal. Incluso en la tentativa de golpe de 1984, se negó a fusilar a los conspiradores, mientras que su “amigo” Campaoré que era partidario del uso abierto de la violencia.
El 15 de octubre de 1987, Sankara y otros doce oficiales fueron asesinados en el cruento golpe que lideró su “amigo” Campaoré, con apoyo de Costa de Marfil y Togo (dos regímenes cercanos a Francia). La excusa del golpe era el deterioro de las relaciones entre Burkina Faso y Francia, además de sus dos aliados regionales, situación que afectaba la seguridad nacional. Los comités de defensa montaron una resistencia contra el ejército, sin gran éxito. Esto duró unos días. El cuerpo de Sankara, fue desmembrado y enterrado en una tumba anónima.

El nuevo gobierno que sucedió a la revolución de Sankara, dio por terminado el proceso de transformación social y económica, adoptó recetas del FMI, la influencia francesa se hizo presente en la política y economía. De la revolución solo quedó el nombre del país, Burkina. El gobierno de Campaoré, siguió el modelo de muchos países de la región: subordinación a la antigua potencia colonial, políticas neoliberales, corrupción, nepotismo. El régimen de Campaoré, se había legitimado por medio de una Constitución hecha a “la medida”. Finalmente, tras 27 años de abusos, hubo una revuelta civil en 2014 que terminaron con su gobierno. Los militares quisieron volver al viejo orden, pero la comunidad internacional no lo toleró, abriendo paso a un nuevo proceso político. La Justicia en 2015, sobre la base una docena de cuerpos hallados – en base a testimonio de un testigo que salvó su vida en las ejecuciones llevadas durante el golpe contra Sankara – determinó que uno de ellos era el del capitán Thomas Sankara. Habían sido acribillados a balazos por orden de Campaoré, siendo su ejecutor el que luego sería el jefe de los servicios de seguridad de la presidencia. El ex presidente Campaoré, refugiado en la vecina Costa de Marfil y por ende no rindió cuentas sobre el cruento golpe de 1987.

En 2007 al cumplirse treinta años de la desaparición de Sankara, en toda África fue recordada su figura, como un ejemplo de coherencia ideológica y ante todo honestidad. Mas allá de sus errores políticos, el capitán Sankara, fue un hombre honesto y vivió acorde a sus principios ideológicos. Mostró un camino original para mejora la calidad de vida del pueblo, sin necesidad de depender de la ayuda extranjera, la lucha contra la corrupción, la reformas económicas y sociales, que tenían como objetivo romper con abusos. Su política agraria, sumamente original, le permitió al país ser autosuficiente e iniciar un tímido cambio a través del desarrollo de cultivos comerciales, como el algodón. Las deficiencias en materia de cuadros técnicos, no impidió lanzar programas de obras públicas, con recursos nacionales. En materia de medio ambiente tomó conciencia de la gravedad de la desertificación de la región del Sahel con un original programa de forestación (hoy muy grave y que expulsa a millares de personas hacia grandes ciudades de África Occidental y también a buscar suerte en Europa, en un camino que a muchos les cuesta la vida). Reconoció el drama del SIDA (verdadero flagelo en África, donde hay países con casi de la mitad de la población infectada) y el valor de la educación. Sankara buscó sacar a su país de las garras del neocolonialismo y el atraso, intentando buscar desmantelar las estructuras que impedían un cambio social, político y económico profundo. En ese camino, tocó intereses poderosos y le costó la vida.

El régimen político resultante del golpe de 1987, finalmente tuvo su final con un golpe militar en enero de 2022, ante la incapacidad del gobierno y su aliado francés de lidiar con el drama del terrorismo. En septiembre de dicho año, un nuevo golpe reorientó la política exterior del país, acercándose a sus vecinos africanos y tomando una clara distancia de Francia. De alguna manera, el legado de Sankara no ha muerto.
La leyenda de aquel joven capitán, se mantuvo viva, no por sus ideas políticas, sino más bien por su coherencia, honestidad y patriotismo, trascendiendo las fronteras de su país, donde claramente las sociedades africanas exigen un cambio de rumbo para romper las pesadas cadenas del subdesarrollo.
Medio Oriente. A las Puertas de la 3ra Guerra Mundial? C/ Manuel Espinoza Dir – CREI (Desde 24’20”)

Rusia y America Latina en el Siglo XXI”







Auschwitz como la perfección del mal”. Por Christian Lamesa (Argentina)

Distinguido Analista Internacional (Argentina) Colaborador CREI

*Por Christian Lamesa
El próximo año se cumplirá el octogésimo aniversario del triunfo de los Aliados sobre el nazismo alemán, con el invaluable protagonismo y sacrificio del Ejército Rojo. Ésta conmemoración será sin duda muy importante para los pueblos que, junto al ruso, formaban parte de la Unión Soviética, ya que se celebrará con alegría la Gran Victoria del pueblo soviético sobre el fascismo y el terror desatado por Alemania, pero al mismo tiempo, con la profunda emoción y lágrimas en los ojos por recordar a los más de veintisiete millones de soviéticos muertos durante la guerra; y del mismo modo se homenajeará y recordará con gratitud a los veteranos y héroes de la URSS que lucharon con valentía para liberar a su Patria y a media Europa de las garras de Hitler.
Adhiriéndome a las conmemoraciones que ya se han comenzado a organizar y a realizar en diferentes lugares que formaban parte de la Unión Soviética, quiero compartir algunos pasajes de mi libro “La paternidad del mal”, en el cual hago una crónica de varios hechos poco conocidos en occidente y la complicidad de las potencias europeas que le permitieron a Hitler llevar a cabo sus planes, como una respuesta a aquellos que hoy pretenden reescribir la historia para ocultar su pasado.
En el fragmento que podrán leer a continuación, verán cómo hay mucho más de lo que en occidente creemos saber sobre el tristemente célebre campo de concentración de Auschwitz y como existe una faceta especialmente oscura del mismo, que se ha ocultado sistemáticamente para proteger y garantizar la impunidad de los cómplices industriales del nazismo, lo cual merece ser conocido por todos aquellos que deseamos que nunca más se repitan las atrocidades ejecutadas por Alemania durante la Segunda Guerra Mundial.
Auschwitz III – Monowitz era la tercera parte de este complejo, el cual fue puesto en servicio en octubre de 1942 y consistía en un inmenso campo de trabajo forzado, donde murieron varias decenas de miles de trabajadores esclavos. En el momento de mayor producción, en 1944, llegaron a trabajar más de ochenta mil personas, muchos de ellos prisioneros de guerra. Pero la extraordinaria particularidad de este campo radica en el hecho de que era dirigido y explotado directamente por uno de los consorcios empresariales más importantes de la industria alemana.
Como es sabido, una importante cantidad de empresas alemanas, como las automotrices Daimler-Benz, BMW, Volkswagen, Ford-Werke (filial alemana de Ford Motor Company) y Auto Union (Audi), la compañía siderúrgica ThyssenKrupp y la firma Siemens, entre muchas otras, se beneficiaron con ganancias millonarias gracias a la esclavización de prisioneros procedentes de los campos de trabajo forzado instalados por los nazis. Pero el gigantesco consorcio industrial alemán, IG Farben, iba a ser el único que se permitiría el macabro lujo de tener su campo de concentración propio.
Este conglomerado de la industria química y farmacéutica de Alemania era posiblemente uno de los más grandes y poderosos del mundo y mantenía una estrecha colaboración con el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán desde antes de la llegada de Hitler al poder y fue el mayor aportante económico a la campaña política del líder nazi en 1933, contribuyendo con más de tres millones de marcos de la época.
Una vez que Adolf Hitler se convirtió en el canciller alemán, la IG Farben iba a tomar cada oportunidad disponible para hacer valer su inversión y así llevar a cabo todo tipo de negocios con el régimen. Esto les iba a generar fabulosas ganancias a las empresas integrantes del consorcio.
Los directivos del consorcio industrial conocían las implicancias morales de su asociación con los nazis y el costo en sufrimiento humano que esto podría tener, pero eso nunca les pareció relevante.
Aprovechando sus cercanos vínculos con la jerarquía nazi, la IG Farben construyó la planta química Buna para la fabricación de caucho y combustible sintéticos, dentro de las instalaciones de Auschwitz – Monowitz.
Esta megafábrica de explotación y exterminio se abastecía de un constante flujo de prisioneros de guerra y judíos deportados, que a su llegada al campo de concentración eran seleccionados para el trabajo. Los directivos de IG Farben se ocupaban de que los médicos de la SS frecuentemente chequearan las condiciones físicas de los esclavos, así cuando comenzaban a mostrar deterioro en su salud, debido a las terribles condiciones a las que eran sometidos, los hacían trasladar al campo Auschwitz – Birkenau para su exterminio y eran reemplazados por nuevos prisioneros, esto en los casos en que no morían de agotamiento en la misma fábrica. Este consorcio de empresas y sus directivos siempre estuvieron al tanto de esta actividad criminal y a sabiendas de ella se enriquecieron.

Este conglomerado industrial había sido fundado en diciembre de 1925, tras la fusión de las siguientes compañías: Agfa, la cual fabricaba materiales para fotografía y rayos X; Cassella y Basf, elaboraban productos químicos, colorantes y tintes; Bayer y Farbwerke Hoechst, elaboraban productos químico-farmacéuticos; Chemische Werke Huls, fabricaba combustibles artificiales y materiales energéticos y por último Chemische Fabrik Kalle, cuya especialidad era la fabricación de materiales plásticos y productos textiles avanzados.
Esta composición empresaria convertía a IG Farben en un monopolio de la industria química y en uno de los grupos industriales más poderosos a nivel mundial. Desde el primer momento, los directivos del consorcio pusieron a disposición de Hitler y su aparato político y de propaganda todo este poderío económico con el objetivo de ubicarlo al frente del gobierno alemán. Una vez conseguido esto, en primer lugar apoyaron fuertemente las finanzas del régimen, para que de este modo el gobierno pudiera superar la mala situación económica que Alemania arrastraba desde la crisis de 1929 y así mostrar estabilidad al pueblo alemán y consolidar su popularidad.
Sabiendo todo esto, resulta difícil imaginar el ascenso y la consolidación del poder de Adolf Hitler y del nacionalsocialismo sin la complicidad y el respaldo económico de los magnates de la industria de Alemania.
Como era de esperar, la IG Farben ocupó un lugar de privilegio entre aquellas empresas y proveedores elegidos por la jerarquía nazi para el otorgamiento de contratos relacionados con la construcción de obras públicas y el abastecimiento de insumos para la industria bélica, durante el período de la remilitarización de Alemania y la posterior guerra.
Los postulados racistas de la ideología nazi eran compartidos por una enorme porción de la oligarquía empresaria alemana, sin embargo las políticas del régimen eran para dicho sector económico, sobre todo, una gran oportunidad de negocios. Y esto fue así especialmente para la IG Farben y todas las empresas y filiales del consorcio, las que prácticamente planeaban en conjunto con los altos mandos de la Wehrmacht, cómo sería la apropiación, en beneficio del conglomerado alemán, de las industrias químicas y farmacéuticas de los países que iban ocupando.
Un inmenso saqueo planificado, cuyas primeras víctimas fueron las fábricas relacionadas con la producción petroquímica y de medicamentos situadas en Checoslovaquia y posteriormente en Polonia. Más tarde correrían la misma suerte las empresas ubicadas en todos los territorios y países que iban siendo invadidos por los nazis.
El conglomerado industrial llegó incluso a obtener millonarias ganancias derivadas directamente de los asesinatos masivos ejecutados en los campos de exterminio, debido a que la empresa Degesch, una filial de IG Farben, era el fabricante del veneno Zyklon B, usado en las cámaras de gas. También producía la casi totalidad de los explosivos y combustibles usados por la Wehrmacht, además de otros insumos vitales para la maquinaria de guerra fascista.
Sin embargo, las atrocidades cometidas por estos empresarios, no se limitaban a los negocios relacionados con la venta de insumos bélicos, la explotación de esclavos en su fábrica de Auschwitz – Monowitz o el saqueo de las empresas en los territorios invadidos por Alemania.
El grupo IG Farben, a través de sus empresas farmacéuticas Bayer y Farbwerke Hoechst, compraban prisioneros de Auschwitz, mayoritariamente mujeres, para la experimentación con nuevos medicamentos y vacunas. Estos procedimientos se realizaban en las instalaciones del campo y muchas veces lo hacían con la colaboración del médico Josef Mengele. Casi siempre el resultado final era una muerte horrible para los prisioneros sometidos a estos experimentos.
Cualquiera podría suponer que los autores de todos estos terribles crímenes contra la humanidad, los cuales no solo fueron impulsados por un irracional odio racial, sino que también habían estado motivados por la más vil y obscena avaricia, recibirían un castigo proporcional a sus delitos. Pero no fue así.

Tiempo después de haber finalizado la guerra, el 27 de agosto de 1947 se inició un juicio en Núremberg, en el cual fueron juzgados veinticuatro altos directivos del consorcio IG Farben, en relación con la participación y responsabilidad de estos en las atrocidades cometidas durante la guerra, e incluso en el período previo, debido a la apropiación y el saqueo de plantas industriales en Checoslovaquia, después de la invasión nazi, de cuya preparación participó activamente el grupo empresario alemán, a través del financiamiento de los grupos paramilitares alemanes que desestabilizaban al gobierno checoslovaco con actos terroristas.
El tribunal estaba compuesto por el juez Curtis Grover Shake como presidente del cuerpo y lo acompañaban los jueces James Morris y Paul M. Hebert, el juez suplente Clarence F. Merrell y el fiscal Telford Taylor, todos ellos norteamericanos.
Los cargos que se les imputaron a los acusados fueron los siguientes:
1.º Planificación, preparación, iniciación y ejecución de guerras de agresión y las invasiones de otros países.
2.º Crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad a través del saqueo y la expoliación de los territorios ocupados, y la incautación de plantas en Austria, Checoslovaquia, Polonia, Noruega, Francia y Rusia.
3.º Crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad a través de la participación en la esclavitud y la deportación para realizar trabajos forzados en una escala gigantesca de prisioneros del campo de concentración y civiles en los países ocupados, y los prisioneros de guerra, y el maltrato, el terror, la tortura y asesinato de personas esclavizadas.
4.º La pertenencia a una organización criminal, la SS.
5.º Actuando como líderes en una conspiración para cometer los delitos mencionados en los cargos 1.º, 2.º y 3.º.
Dentro del texto de la acusación, el fiscal Telford Taylor afirmó que “IG Farben marchó con la Wehrmacht, concibió, inició y preparó un detallado plan para hacerse, al amparo de esta, con la industria química de Austria, Checoslovaquia, Polonia, Noruega, Francia, Rusia y otros países”.
Como antecedente, un año antes había concluido el primer juicio de Núremberg a los veinticuatro más altos jerarcas nazis, los que fueron encontrados culpables de haber cometido crímenes contra la humanidad similares a aquellos por los que se estaba enjuiciando a los empresarios. En el mencionado primer juicio, nueve de los acusados fueron sentenciados a severas penas de prisión, otros doce de ellos fueron condenados a muerte por ahorcamiento y tan solo tres fueron absueltos. Teniendo en cuenta esto, se podría haber esperado la misma severidad para con los industriales alemanes, en caso de haber sido hallados culpables.
Sin embargo, solo trece de los acusados fueron condenados por el tribunal, a pesar de las abundantes pruebas de los crímenes cometidos y el hecho de que los altos cargos que ocupaban en la estructura del conglomerado industrial hacía imposible el hecho de que pudieran no formar parte de esta trama criminal o desconocer lo que sucedía. Los plazos de las sentencias de los condenados fueron sorprendentemente benévolos, yendo desde los dieciocho meses hasta los ocho años de prisión.
Esta es la lista de los directivos y ejecutivos de IG Farben, condenados por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad y las respectivas sentencias y los cargos por los que fueron encontrados culpables:
Carl Krauch. Presidente del Consejo de Vigilancia y miembro de la Oficina de Goering para el Plan Cuatrienal. Declarado culpable del 3.º cargo. Sentenciado a seis años de prisión.
Ernst Bürgin. Jefe de planta. Declarado culpable del 2.º cargo. Sentenciado a dos años de prisión.
Friedrich Jahne. Ingeniero jefe. Declarado culpable del 2.º cargo. Sentenciado a dieciocho meses de prisión.
Fritz Ter Meer. Jefe de departamento. Estuvo a cargo de la planta química en Buna (Auschwitz – Monowitz). Declarado culpable del 2.º y 3.º cargo. Sentenciado a siete años de prisión.
Georg von Schnitzler. Jefe de Economía Militar y capitán de la SA. Declarado culpable del 2.º cargo. Sentenciado a dos años y medio de prisión.
Hans Kugler. Jefe de ventas de colorantes para el sudeste de Europa. Declarado culpable del 2.º cargo. Sentenciado a dieciocho meses de prisión.
Heinrich Bütefisch. Jefe de Producción en Auschwitz – Monowitz y teniente coronel de la SS. Declarado culpable del 3.º cargo. Sentenciado a seis años de prisión.
Heinrich Oster. Gerente de la planta de nitrógeno. Declarado culpable del 2.º cargo. Sentenciado a dos años de prisión.
Hermann Schmitz. Presidente de la Junta Directiva de IG Farben y miembro del Reichstag. Declarado culpable del 2.º cargo. Sentenciado a cuatro años de prisión.
Max Ilgner. Jefe de Inteligencia y Propaganda. Declarado culpable del 2.º cargo. Sentenciado a tres años de prisión.
Paul Häfliger. Jefe del departamento de metales. Declarado culpable del 2.º cargo. Sentenciado a dos años de prisión.
Walter Dürrfeld. Jefe de la construcción en la planta de Auschwitz – Monowitz. Declarado culpable del 3.º cargo. Sentenciado a ocho años de prisión.
Otto Ambros. Jefe del Comité de la Guerra Química en el Ministerio de Guerra y jefe de producción de Buna en Auschwitz – Monowitz. Declarado culpable del 3.º cargo. Sentenciado a ocho años de prisión.

Ninguno de los condenados cumplió la totalidad de la sentencia y la mayor parte de ellos fueron liberados por las autoridades habiendo transcurrido tan solo la mitad o incluso menos de la mitad del tiempo que debían permanecer en prisión por sus crímenes.
Resulta indignante ver la indulgencia con la que fueron tratados estos criminales, y si bien todos los cargos por los que se los condenó a quienes fueron hallados culpables eran sumamente graves, aquellos por los que fueron sentenciados Carl Krauch, Fritz Ter Meer, Heinrich Bütefisch, Walter Dürrfeld y Otto Ambros eran particularmente aberrantes. Estos eran cargos por esclavizar, torturar y asesinar a miles de prisioneros en las fábricas de IG Farben.
Para ejemplificar el grado de crueldad ejecutado por estos empresarios alemanes, cabe mencionar que Otto Ambros, además de tener un papel destacado en Auschwitz – Monowitz, también administraba la fábrica de IG Farben en Dyhernfurth, Polonia, donde se producían los gases nerviosos tabún y sarín, en cuyo desarrollo participó Ambros. Esta planta química tenía un campo de concentración con unos tres mil prisioneros que eran utilizados para las tareas más peligrosas y a los cuales se usaba como cobayos, para probar los efectos mortales de los gases que desarrollaban.
Sin embargo y a pesar de sus horribles crímenes contra la humanidad, Otto Ambros salió de prisión en 1951 después de purgar apenas tres años de condena por tantas muertes y sufrimiento infligido a sus decenas de miles de víctimas, cuando le concedió el indulto John McCloy, primer alto comisionado de los Estados Unidos para Alemania, quien antes de la guerra, casualmente, había sido consejero legal de la IG Farben.
Luego de su salida de prisión, lejos de vivir una vida de vergüenza y desprecio social debido a sus crímenes, Ambros se convirtió en asesor de las compañías químicas norteamericanas WR Grace y Dow Chemical. Sus servicios también fueron requeridos por el Cuerpo de Químicos del Ejército de los Estados Unidos de América y sirvió como asesor del primer canciller de la República Federal Alemana, Konrad Adenauer. Evidentemente su pasado criminal no era un obstáculo para el éxito profesional.
Cabe mencionar que Ambros no fue el único criminal de guerra nazi al cual McCloy le otorgó el indulto.
Entonces una pregunta interesante podría ser, ¿quién era John McCloy? Este funcionario norteamericano, hombre de Wall Street, era abogado y banquero, fue miembro del consejo de la Fundación Rockefeller, presidente del Chase Manhattan Bank y de la Fundación Ford. Todas estas empresas o las fundaciones pertenecientes a estas tuvieron vínculos comerciales con la IG Farben, como por ejemplo la norteamericana Standard Oil, perteneciente a la familia Rockefeller. El Chase Bank (cuyo accionista mayoritario era John D. Rockefeller) colaboró con el gobierno nazi y se benefició del movimiento de los activos que habían sido robados a los judíos alemanes emigrados y más tarde volvió a operar en favor de Hitler, al bloquear cuentas bancarias de judíos franceses, durante el régimen de Vichy, incluso desde antes de que se dictaran las disposiciones oficiales restrictivas contra la propiedad judía en Francia. Posiblemente haya sido por esta relación privilegiada con el régimen nazi que los únicos bancos extranjeros que pudieron permanecer operando, durante la ocupación de Francia, fueron el Chase Bank y el JP Morgan & Co.
Es conocida la simpatía y admiración que se profesaban mutuamente Henry Ford y Adolf Hitler; además de que la Ford Motor Company se hallaba implicada colateralmente en el trabajo forzado de los prisioneros, debido a que la filial alemana de la automotriz norteamericana había utilizado mano de obra esclava, y era todo esto parte de las posibles motivaciones de la benevolencia del funcionario norteamericano para con los nazis convictos.
También hay quienes conjeturan que John McCloy actuó de esta manera, indultando a criminales de guerra, debido a presiones del gobierno de la República Federal Alemana, lo cual no parece muy probable. Sin embargo, es cierto que algunas autoridades alemanas tendían a proteger a determinados nazis, tal como lo hicieron con el líder de la Organización de Nacionalistas Ucranianos, el genocida Stepán Bandera, responsable junto a su cómplice Yaroslav Stetsko, de la organización y ejecución por parte de sus seguidores del pogromo de Lviv de finales de junio de 1941, donde fueron asesinados de una manera brutal unos nueve mil judíos.
Además, la organización de Bandera cometió muchos otros crímenes contra civiles judíos, polacos y rusos, en colaboración con el nazismo. Estos dos criminales, una vez finalizada la guerra, eludieron rendir cuentas ante la justicia por las matanzas ejecutadas junto a sus partidarios y se refugiaron en Múnich, al amparo de las autoridades y fueron reclutados por agencias de inteligencia del Reino Unido y de Alemania Federal para organizar operaciones de sabotaje y terrorismo en territorio soviético.

Volviendo al caso de Otto Ambros y los demás directivos de la IG Farben que fueron condenados, y los que tuvieron la suerte de ser absueltos, todos ellos gozaron de destinos similares; se reinsertaron en sus exitosas carreras profesionales, ocupando altos cargos directivos en empresas, no solo alemanas, sino también británicas y norteamericanas, lo cual podría explicar lo indulgente de sus condenas. Pero lo más terrible es el hecho de que estos individuos no tuvieron ningún problema para volver a la vida social, como si su paso por prisión tan solo se hubiera debido a un desafortunado incidente de tránsito.
Sin duda esconde un alto grado de hipocresía el hecho de que luego de la guerra se prohibiese la exhibición de cualquier clase de simbología nazi o la apología del régimen de Adolf Hitler en la nueva Alemania Federal; pero que, al mismo tiempo, tantos cómplices e instigadores de la barbarie nazi pudieran caminar libremente por las calles y liderar importantes empresas, como si de gente respetable se tratase; del mismo modo que muchos exmiembros de la SS o exintegrantes de la maquinaria estatal nazi se convirtieron en altos funcionarios del gobierno e incluso formaron parte de las fuerzas armadas y de agencias de inteligencia del país germano.
Y como si todo esto fuera poco para ofender la memoria de tantas víctimas, dos de los empresarios convictos fueron distinguidos y homenajeados por las autoridades alemanas. A Heinrich Bütefisch le otorgaron la Gran Cruz del Mérito de la República Federal de Alemania y a Friedrich Jahne le dieron la Medalla de Servicios Distinguidos de Baviera y la Cruz de Servicios Distinguidos de la República Federal de Alemania.
Auschwitz bien podría ser considerado la cúspide del mal y la perversión humana, y del mismo modo que estos crímenes nunca podrán ser olvidados, los perpetradores de estos deberían haber recibido un castigo adecuado por sus actos y que sus nombres quedasen para siempre manchados por la vergüenza. Pero en Alemania, para los poderosos directivos de la IG Farben, como para tantos otros empresarios nazis, se prefirió la impunidad y el olvido cómplice.
*Analista geopolítico, fotógrafo y escritor. Autor del libro “La paternidad del mal – Los cómplices de Hitler”. Nominado al premio de la Sociedad Rusa “Znanie” (Российское общество «Знание») como “Educador extranjero del año 2023” Embajador en la República Argentina de la Sociedad Rusa “Znanie” (Российское общество «Знание»).
Fragmento del Capítulo VIII “1940”, del libro “La paternidad del mal – Los cómplices de Hitler”.