
https://www.vozdeamerica.com/a/que-busca-nicaragua-al-cambiar-a-taiwan-por-china/6348945.html
Manuel S. Espinoza Jarquín (*)
Por muy extraño, que parezca, nuestro país, libra todo un conjunto de acciones a lo interno y en el plano exterior, para insertarse en un sistema internacional, cada vez más complejo y harto – difícil.
Por un lado, en el frente principal, libra una batalla político-económica con los EE.UU de Norteamérica y sus aliados principales como Canadá, la Unión Europea y un sin número de países vasallos de nuestro continente. Ya ni se diga con instrumentos multilaterales como la OEA y todo el enjambre de medios masivos de información de alcance global a su servicio. Nosotros sabemos, que el adversario no es nuevo y su forma de actuar tampoco.
Por otro lado en un segundo frente, libra todo una batalla, repleta de acciones diplomáticas, económicas, financieras y comerciales en función de procurar a futuro la supervivencia y la posibilidad de desarrollo nacional en un mundo inseguro e inestable, tras dos años de pandemia del Covid-19.
Hasta ahora la batalla en el frente nicaragüense-usa, sin temor alguno está siendo librada con éxito y excelentes resultados. Prácticamente fue desarticulada su estrategia de impedir la victoria del FSLN en las pasadas elecciones presidenciales. Ningún país ha logrado tal triunfo contra los EEUU y eso, aun manteniendo “relaciones bilaterales cuasi normales” ante la vista de muchos.
Y aunque también en el segundo frente nuestros pasos han sido acertados, un Nuevo Orden Internacional (NOI) se apresura día a día, a tomar forma y a estructurarse para un periodo de enfrentamiento mayor entre las potencias, que disputan la supremacía global y regional para dominar en la segunda mitad del siglo XXI.
Aunque conocemos, que fue la guerra comercial de Trump contra China y la aplicación de la estrategia de sanciones, lo que terminó de marcar el reinicio de una Guerra Fría ahora entre ambos países, muchos desconocemos las causas reales del inicio de tal fisura entre China y los EE.UU.
De igual manera ha surgido una nueva dinámica de difíciles relaciones entre Rusia y los Estados Unidos. Por eso los EE.UU, han reenfocado toda su estrategia y accionar por todo el planeta en función de detener el ímpetu tanto demostrado de estas dos potencias a la vez. El rápido y contundente accionar de cada uno de estos tres actores potenciales del sistema internacional, hace más complejo el análisis sobre las ventajas tácticas y estratégicas, que cada uno de estos logran a diario.
Otro elemento de complejidad analítica es que, Nicaragua en sus relaciones internacionales, tiene diversos tipos de relaciones con ambos países, que adversan con claridad el poderío norteamericano, lo que nos ubica en el blanco de la agresión USA en términos de desestabilización y control hegemónico.
No es que nos asusten los yanquis, sino, que un mejor entendimiento de las líneas de proyección en la gestación NOI, nos ayudaría a evitar el hecho, que a diez años de la revolución sandinista, la URSS y el campo socialista se desintegró y nos agarró por sorpresa en medio de una batalla sangrienta contra la administración de Ronald Reagan.
Lo anterior es válido, inclusive para aquellos que piensan que el declive norteamericano es pura fantasía y este resultará vencedor ante China y Rusia. De ahí a todos nos es necesario comprender, donde estamos y con qué actor potencial caminamos hoy y mañana, cuando producto del deterioro del sistema de seguridad y decisiones colectivas internacional se debiliten aún más.
El poderío económico, militar y tecnológico está entrando en niveles de seria competitividad sin precedentes entre los tres principales contendientes geopolíticos. Ya ni se diga en el campo de novedosas guerras como la híbrida, que integren cisnes negros como el COVID-19, el fin de la globalización, la caída del dólar, el cambio climático y el deterioro ambiental.
No hay duda, que las potencias se preparan para una etapa de mayor calentamiento y no necesariamente tiene que ver con el medio ambiente o el clima. Desde el mar negro hasta Ucrania. Desde el mar Sur de China hasta el estrecho de Ormuz, o entre la frontera de Colombia y Venezuela los flash points parecen marcar el pulso del enfrentamiento geopolítico actual.
Esta quíntupla está representada por EE.UU, China, Rusia, la Unión Europea y la India. Un primer análisis es las relaciones de hostilidad entre ellas y las posibilidades de alianzas existentes y a futuro. Sobre todo con otros actores de medio y menor potencial internacional.
Los norteamericanos tratan de aparentar, que por ahora el “Adversario Principal”, de los EE.UU es China y no Rusia. Los EE.UU se acercan a Rusia con presión en el flanco europeo, sobre todo con el impulso de la OTAN en Ucrania, con sanciones económicas y se retiran de Afganistán para poder incendiar el Cáucaso y el Mar negro, para obligarla a negociar y así crear una fisura en sus relaciones estratégicas con el país del Dragón.
Con igual propósito anti chino, los EE.UU aumentan la alianza “Indo-Pacífico”, crean el AUKUS (la OTAN en Oceanía), mantiene personal militar en Taiwán en plena provocación a China continental y se retiran de Afganistán para interrumpir con guerras de terror y proxis, la ruta de seda y digital euroasiática. El propósito es negociar sus relaciones con Rusia y desacelerar su capacidad económica, comercial y financiera global.
Pero para China los adversarios no son solo los yanquis y los rusos, sino también la India, Japón y Corea del Sur. No atacará Taiwán. Simplemente la absorberá de forma pacífica como ya es Hong Kong. Solo es cuestión de tiempo. Ahora hasta ha entrado en la lista de mayores adversarios. Australia. China también está usando el término de “Línea Roja” con Japón, quien se ha expresado recientemente a favor de Taiwán. China advirtió que no permitirá el retorno del militarismo (japonés como en la IIGM) en la región y que no crucen la línea roja en sus relaciones con Taiwán.
Para Rusia los únicos aliados son su ejército, flota y fuerza aérea y misilística nuclear. Sin embargo hay más relación estratégica ahora entre China y Rusia que tiene más que preocupada a la Casa Blanca. Las naciones de Euro-Asia y la Gran Euro-Asia, resume las ambiciones de India, Rusia y China ante el resto de zonas de influencia geopolítica.
Rusia jamás permitirá, que la OTAN se acerque más a sus fronteras y absorba a Ucrania. El Servicio de Inteligencia Rusa (SVR) ha estado anunciando el serio aumento de tropas de la OTAN a lo largo de la “Línea Roja” que va desde Kaliningrado, hasta el Mar Negro. Solo en la zona aledaña a Ucrania se encuentra más de 120 mil tropas de la OTAN. Y suplirle armamento a Ucrania, significa cruzar esa línea advirtió el presidente Putin esta semana.
La India, utiliza a Rusia y a los EE. UU como socios de pantalla en sus relaciones con China. Las relaciones con Rusia son de vieja data y sobre todo en el aspecto militar y ahora de buenos oficios en la propuesta rusa de que la India sea parte de la Gran Euro-Asia. La unificación de poder, bajo ese concepto, representaría una estocada al poderío norteamericano global, que definirá al NOI en un futuro no tan lejano en el 2030.
También está interesada en que Rusia no sea el aliado estratégico por excelencia de China. Ofrece a Rusia grandes perspectivas de involucramiento en la reactivación de la AAGC tanto en los vectores de África-Asia, como en el Ártico, para alejar un tanto del proyecto de la ruta de seda y digital chino.
Los EE.UU luchan por impedir esta gran estrategia geopolítica rusa y ofrecen a la India desde un tratado exclusivo de libre comercio, activar el corredor comercial Indo-Japonés para Asia y África (AAGC) que le permita competir económicamente con China. También otra asociación similar con la OTAN, (“QUAD”), de la que la India sea parte. En caso contrario Los EE.UU amenazan a la India con el mejoramiento de las relaciones con Pakistán adversario de la India y hasta sanciones por la compra de armamento estratégico como los sistemas tierra –aire S-400, submarinos y aviones modernos de combate.
Hay un grupo de actores de menor calibre regional en Medio Oriente, como Turquía, Irán e Israel, pero, que sí pueden ocasionar mayores tensiones en la franja del Magreb y en toda la región en sí, que atraigan a el quíntuplo potencial y los estanque en la situación de inestabilidad prolongada regional.
Turquía por ejemplo es el aliado ideal para, que desestabilice el Cáucaso y Asia Central creando serias amenazas a Rusia y a China. Desde las revoluciones de color hasta utilización del ejército turco como en los casos de Siria, Iraq y el Kurdistán. Turquía aspira a un nivel de potencialidad continental y juega a varias bandas tratando de obtener la mayor ventaja posible para su estrategia.
Como el lector puede observar hay muchos intereses encontrados en las potencias de turno, en un mundo de alta competitividad y conectividad. Estas contradicciones son parte integral de la estructura del Nuevo Orden Internacional (NOI) y en gran medida, la pandemia del COVID-19 ha generado mayores posibilidades que la I y la II GM de redistribución global del poder.
Otra realidad coyuntural del NOI, son los procesos de cambio profundo que atraviesa el planeta post Covid-19, mas no post- pandemia con la aparición de una mutación del virus más letal, conocida como “ÓMICRON”. Esta situación mantiene a todos los estados en la incertidumbre de que dirección tomar. Cuál es la ruta mejor a seguir y donde se confunde la decisión táctica y la estratégica.
En el mundo actual, la relación centro –periferia ha sufrido enormes cambios vertiginosos. Si durante el ímpetu de la globalización, el debate giraba sobre la mitigación de sus efectos a nivel mundial, y como la periferia podría adaptarse a tal sometimiento de carga, hoy la pregunta en cuestión integra al centro sin duda alguna. Sobre todo, por la carga, que desde la periferia se está generando.
Las potencias demostraron impotencias de enfrentar unidas a la pandemia y de ser hegemones al salvar a sus aliados en lo más duro de ésta. Hoy en el periodo de “inicio de la recuperación” Su influencia no solo es mínima, sino que es ninguna en muchos casos. Más bien persisten en un sistema de conflicto entre sí, olvidando el descalabro económico – estructural en que la periferia sobrevive.
De ahí, que se está gestando una especie de transición política-económica estructural global. El Neoliberalismo bien atrincherado de normas cuasi bíblicas se ha ido al traste por lo menos en este periodo de “Reinicio” de las economías. Se hace y se valida hoy, todo lo contrario, a los mandamientos del capitalismo, pues no pueden contener la demanda de los pueblos.
El Estado y su papel en la organización de la sociedad global, como noción centro del poder local, se ha reposicionado como nunca. Este ahora está en libertad de ir contra la corriente del capital financiero si es necesario para poder sobrevivir esta etapa. Desde el proteccionismo a el aumento de impuestos y la carga fiscal y la búsqueda de aseguramiento social son medidas, que a diario se toman en función de contener la toma de las calles, plazas y hasta gobiernos con el triunfo de la izquierda global.
En América Latina, el potencial de cambio ya existía incluso antes de la pandemia. Las revoluciones vivas del Siglo XXI en nuestro continente, que han venido creciendo a luz intermitente en varios países de la región como: Cuba, Venezuela, conquistados y generados, en detrimento de la condición de lastre neoliberal, han podido poco a poco revertir en el consiente colectivo latinoamericano no solo el impacto de la mentira y la difamación anti-comunista o izquierdista de la ideología neoliberal capitalista financiera, sino en la incapacidad de la organización y la movilidad social.
Hoy el espectro amenazante de una pandemia sin fin, los repuntes posibles, que amenazan a la economía mundial y la incapacidad de los gobiernos demostrada, han generado una movilización de conciencia a todo el nivel del tejido social del continente, donde la búsqueda de las mejores opciones de gobierno y la alianza internacional son de urgencia. De ahí que la aglutinación de diversas fuerzas políticas se una, para lograr el aparato administrativo más coherente para la toma de decisiones estratégicas.
La determinación demostrada por romper con las cadenas locales y extranjeras que nos han atado a la pobreza y el subdesarrollo, así como para enfrentar las adversidades de los diversos y adversos escenarios a futuros es la senda a continuar en unidad de nación y con aliados estratégicos verdaderos.
Nicaragua se posicionó bien con el triunfo electoral de noviembre pasado del FSLN y a su cabeza con el comandante Daniel Ortega y la Compañera Rosario Murillo.
Esto sin duda alguna es una premisa básica para enfrentar las realidades reales de la estructura coyuntural del proceso de gestación difícil y compleja de un nuevo orden Internacional.
*Especialista en Relaciones Internacionales
Publicado en Revista Visión Sandinista
http://www.visionsandinista.net/2021/12/04/nicaragua-hacia-el-2022-un-escenario-multi-centrico-global-mas-complejo/
Estados Unidos se dirige con dureza hacia Rusia y China. ¿Qué busca con su política exterior Joe Biden? En una entrevista afirmó que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, es un asesino. ¿Un exabrupto?
Lo discutimos en A Fondo con: Burkhard Birke, periodista de Deutschlandradio, Ezequiel Bistoletti, profesor de la Universidad Alice Salomon y conductor del canal de YouTube “Demoliendo mitos de la política” y el escritor y periodista Amir Valle.
Burkhard Birke dice: “Biden quiere que Estados Unidos sea fuerte de nuevo en el contexto internacional, defendiendo también los principios éticos y de derechos humanos”.
Ezequiel Bistoletti afirma: “Biden quiere restablecer el orden internacional anterior a Trump. No podrá porque ese orden ya caducó”.
Según Amir Valle: “Las estrategias actuales de Rusia y China obligarán a Biden a seguir algunas de las huellas de Trump”.
Por Jorge Alejandro Suárez Saponaro
Director de Diario EL Minuto para Argentina
Distinguido Analista Internacional (Argentina) Colaborador CREI
En noviembre de 1975, fueron firmados los tristemente célebres Acuerdos de Madrid. España potencia administradora del Sahara, que hasta ese momento lo consideraba una provincia más, cedía la administración, a los gobiernos de Marruecos y Mauritana, contrariando a la voluntad del pueblo saharaui y el Derecho Internacional, incluyendo el dictamen de la Corte Internacional de Justicia de 1975. Todo ello a cambio de presuntas ventajas económicas. Horas antes de que expirara el plazo de la presencia española en el Sahara, en Bir Lelhú, el Frente Polisario, proclamó la República Árabe Saharaui Democrática, el 27 de febrero de 1975. Eran tiempos dramáticos. Por un lado España evacuaba la población civil y sus fuerzas militares, y por otro lado, las guerrillas del Frente POLISARIO libraban duros combates ante la invasión mauritano marroquí. La población civil saharaui, que huía en el desierto de la violenta ocupación de Rabat, sufrió ataques aéreos, ocasionando numerosas víctimas en los campos de refugiados de Tifariti y Um Draiga.
Naciones Unidas se pronunció contra la ocupación, en diversas resoluciones, a partir de 1976, destacándose las resoluciones. 34/37 RES/34/396 de 21 de noviembre de 1979 y la 35/19 de 11 de diciembre de 1980 que nos dice: Deplora profundamente la persistente ocupación del Sahara Occidental por Marruecos. Y por ello pide encarecidamente a Marruecos que ponga fin a la ocupación del Territorio del Sahara Occidental.
La Comunidad internacional nunca reconoció las fronteras que quiso hacer valer Marruecos y Mauritania (hasta su derrota en 1979). El Acuerdo de Paz entre el Frente POLISARIO y este último país, pone en evidencia que estamos ante una situación de conflicto armado internacional, donde un territorio jurídicamente distinto al de los países que intentan hacer valer sus presuntos derechos, estaba – y lo sigue estando – bajo el régimen de ocupación militar., con sus consecuencias jurídicas.
La complejidad del conflicto, no solo es político, sino jurídico. Dado que desde el 27 de febrero de 1975, el Sahara Occidental, es una república, que gradualmente logró el reconocimiento de más de medio centenar de Estados, incluyendo en más de un caso, la presencia de legaciones diplomáticas saharauis (Cuba, México, Argelia, Panamá, por citar algunos ejemplos). Estamos ante un Estado, que está en conflicto con otro, Marruecos, que detenta en gran parte su territorio nacional. En los años 80, la República Saharaui, fue integrada a la Organización de la Unidad Africana. Pero por otro lado, para Naciones Unidas y gran parte de la Comunidad Internacional, es un proceso de descolonización incompleto, donde el legítimo representante es el Frente POLISARIO, movimiento de liberación nacional, que a su vez es el partido gobernante en el Estado Saharaui. Estamos frente a un actor, que actúa por medio dos figuras jurídica, ello no impide, que la realidad, es una: la ocupación ilegal del Sahara, donde dicho actor Frente POLISARIO/ República Saharaui, reclama su soberanía.
En 1991, vino el Plan de Paz, donde las partes, Marruecos – Frente POLISARIO, acordaron una hoja de ruta, para poner fin al conflicto. El tan esperado referéndum de autodeterminación, que desde el principio estaba condenado a morir. Las partes nunca aceptarían un resultado contrario a sus intereses o pretensiones. Rabat fue el que puso más obstáculos, especialmente al intentar incorporar a miles de presuntos saharauis en el padrón electoral. Esto pone en evidencia que desde el primer momento sabía, que la idea de independencia, o mejor dicho de unificación del territorio ocupado con la República Saharaui, era un hecho.
El plan de 1991, paralizado por décadas, especialmente por la postura irreductible de Marruecos, incluso de partición del territorio, a instancias de Naciones Unidas en 2002, de la mano del secretario general Kofi Annan, que también naufragó. Que para más de un observador especializado, e incluso el mismo POLISARIO, lo consideraban como una salida “salomónica”. Pero Rabat siempre sube la apuesta, y lo que busca a largo plazo, es sin ninguna duda borrar cualquier rastro de cultura saharaui en la zona ocupada y convertir al POLISARIO en un actor marginal, sin voz, y ante el estancamiento del conflicto, impulsar su disolución. Todo ello con el aval de Francia.
La ocupación militar marroquí, significó la sistemática violación de los Derechos Humanos y del Derecho Internacional Humanitario. En lo que respecta a este último, tomando los Reglamentos de La Haya sobre guerra terrestre como los Convenios de Ginebra, la potencia ocupante, ha implantado su legislación, reemplazado las instituciones locales, por las propias (la Asamblea General del Sahara fue disuelta en 1976), agregándose el traslado de colonos, algo expresamente prohibido por los Convenios de Ginebra. Estos son graves infracciones y crímenes de guerra. En cuanto a los prisioneros de guerra, Marruecos, solo dio cuenta de un puñado, quedando por saber el destino de 151 soldados. La República Saharaui, liberó en su momento los prisioneros que tenía en su poder como gesto de buena voluntad, mientras que su contraparte, guardó silencio, poniendo en evidencia que se han cometido crímenes de guerra. Incluso los sobrevivientes del sistema carcelario marroquí, que eran combatientes del Ejército saharaui, fuero víctimas de todo tipo de vejaciones y atropellos. Esto pone en evidencia, el comportamiento de uno de los actores en el conflicto, y porque es tan difícil alcanzar la paz.
El ingreso de Marruecos a la Unión Africana o UA, implica la aceptación de la Carta Fundacional de este organismo internacional, del cual forma parte de la República Saharaui. En dicha Carta, señala que los estados – parte, al ingresar a la UA, aceptan el respeto de las fronteras heredadas en tiempos de la colonización europea. Por ende, Marruecos está obligado a reconocer que el Sahara Occidental, no forma parte de su territorio, además de tomar nota de la existencia de la República Saharaui. Algo que por cierto no lo hace, por razones políticas.
El proceso de Paz está muerto, gracias al apoyo que ha recibido de alguna manera Marruecos, por parte de Estados Unidos y especialmente Francia. Estos actores con una visión de realpolitk, se han decantado por el que consideran el actor más relevante del conflicto, agregándose los beneficios derivados del expolio de recursos naturales, especialmente los fosfatos, y en el futuro, quizás hidrocarburos. No en vano Marruecos apuesta a incrementar su poder naval, con miras a extender sus espacios marítimos, proyectándose hacia Canarias.
La única salida hacia un proceso de paz, es poner fin a la ocupación militar y que el territorio disputado, quede en manos de una Autoridad Internacional, como actor imparcial. Este modelo fue empleado con éxito en procesos de paz, sumamente complejos, como Camboya y Timor Oriental, y que gracias a consensos internacionales, llegaron a buen puerto.
En este contexto tan complicado, los saharauis, deben replantear a fondo su estrategia. El proceso de descolonización, se llevó a cabo el 27 de febrero de 1975, cuando el legítimo representante del pueblo saharaui, proclamó la creación de la RASD. Resta saber la voluntad de los saharauis que viven en la zona ocupada, de querer integrarse a la República Saharaui o no. A todas luces es altamente probable que si, sino la oposición de Marruecos, a cualquier salida negociada, no seria tan terminante e irreductible. Es por ello que a nuestro entender, debemos hablar, ya no de poner fin a un proceso que se inició en la década del 70, trunco, por el abandono español y la invasión militar mauritano marroquí, sino de terminar con la ocupación militar marroquí, condición indispensable para alcanzar una paz duradera y el respeto a los derechos humanos, deuda pendiente con los saharauis desde hace décadas