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¿Qué es la doctrina del destino manifiesto?

Ene 21st, 2025 · Comentarios desactivadosen ¿Qué es la doctrina del destino manifiesto?

Progreso americano’, de John Gast (1872). Fuente: Biblioteca del Congreso de Estados Unidos (Wikimedia Commons

Felipe LlambíasTítulo del autor,BBC News Mundo

Habían pasado pocos días desde que el Congreso de la República de Texas -un país de cortísima vida, de 1836 a 1845- aprobaba unirse a Estados Unidos y O’Sullivan celebraba la incorporación de ese vasto territorio como parte de un designio divino.

“Otras naciones han emprendido una (…) interferencia hostil contra nosotros, con el objeto declarado de frustrar nuestra política y obstaculizar nuestro poder, limitando nuestra grandeza y frenando el cumplimiento de nuestro destino manifiesto de extendernos por el continente asignado por la Providencia para el libre desarrollo de nuestros millones que se multiplican anualmente”, continuó O’Sullivan.

Texas, que había sido dominio español y luego fue parte de México tras su independencia, se fue poblando cada vez más con estadounidenses que cruzaban la frontera alentados por el gobierno de su país.

Cuando México adoptó una reforma constitucional que dejaba atrás un Estado federal para pasar a ser uno centralista en 1836, los texanos decidieron independizarse por la fuerza primero y formar parte de EE.UU. después.

Esta no era la primera vez que EE.UU. crecía en superficie desde las iniciales 13 colonias británicas sobre la costa este de Norteamérica que declararon su independencia en 1776.

Pero O’Sullivan puso en palabras la idea que prevalecía en EE.UU.: tenían un destino manifiesto encomendado por Dios para expandir su territorio.

Y ese destino manifiesto se explicaba por otro concepto fundacional arraigado en esa sociedad: el denominado “excepcionalismo estadounidense”, una idea de pueblo superior a los demás, elegido por Dios.

Esta convicción continuó en el imaginario colectivo estadounidense durante décadas, y se vio reflejada en numerosas políticas impulsadas desde Washington.

Una caravana de emigrantes cruzando las llanuras en un viaje de Kentucky a California durante la expansión hacia el oeste de Estados Unidos, alrededor de 1850.

Pie de foto,El destino manifiesto fue ilustrado en diversas obras pictóricas.

Tan incorporada está esta doctrina en el pensamiento estadounidense que la actual candidata demócrata a la presidencia, Kamala Harris, la expresó en su discurso ante la Convención Nacional Demócrata en agosto.

“En nombre de todos aquellos cuya historia solo podría escribirse en la mayor nación en la Tierra, acepto su nominación para ser presidenta de los Estados Unidos de América”, dijo la candidata.

Los republicanos también así lo creen. La primera frase de la plataforma de su campaña electoral 2024 dice: “La historia de nuestra nación está llena de historias de hombres y mujeres valientes que dieron todo lo que tenían para convertir a EE.UU. en la nación más grande de la historia del mundo”.

Y el germen de este pensamiento se remonta a su nacimiento como país.

Las raíces

“Es un conjunto de ideas que empiezan a desarrollarse en el siglo XIX de manera explícita, pero tienen su origen bastante más atrás, en la época de la temprana colonización”, le cuenta a BBC Mundo la historiadora mexicana Alicia Mayer.

La conformación de las colonias británicas en América se dio en medio de un gran enfrentamiento religioso en Europa.

Cuando los primeros colonos británicos llegaron a América a comienzos del siglo XVII, menos de 100 años habían pasado desde que en Europa la reforma protestante partiera a la Iglesia católica.

En Inglaterra se formó la Iglesia anglicana y luego surgió la facción puritana, que chocaba con la religión de la Corona.

Fue por eso que muchos puritanos encontraron en las colonias británicas en América un lugar ideal donde asentarse y vivir sus creencias sin cortapisas.

Las ideas calvinistas, que son las raíces religiosas de los puritanos, incluían la predestinación -Dios ya había decidido quién sería salvado y quién condenado antes de nacer- y que ellos eran el pueblo elegido.

El desembarco de los colonos puritanos en América del Norte: los Padres Peregrinos desembarcan del Mayflower. 1864, grabado en madera de Cosson y Smeeton según la pintura de Antonio Gisbert.

Pie de foto, Los colonos puritanos desembarcaron en América del Norte desde comienzos del 1600.

“El calvinismo tiene la idea de una elección de Dios hacia unos cuantos individuos que se hace extensiva a la idea de elección de naciones enteras. Por otro lado están aquellos que Dios elige para la condenación eterna, los réprobos”, señala Mayer, doctora en historia e investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México.

“También hay naciones enteras de gente inferior y, por lo tanto, dejadas de la mano de Dios”, agrega.

Si los puritanos podían profesar su religión libremente en América, esa era la tierra elegida.

Las tierras de los pueblos indígenas

En 1763, Gran Bretaña controlaba todo el territorio norteamericano desde la costa atlántica hasta el río Misisipi.

Ese año, la corona británica les marcó a los colonos un límite en su avance: los montes Apalaches.

El rey Jorge III quería que las tierras al oeste de esa línea y hasta el río Misisipi fueran dejadas para las comunidades indígenas, pero eso generó indignación entre los recién llegados a América, que querían expandirse y sentían que debían hacerlo.

William Penn llega a Upland, Chester, provincia de Pensilvania en 1682.

Pie de foto,Los colonos británicos fueron conquistando cada vez más territorios habitados por indígenas.

Ese fue uno de los motivos por los que años más tarde, en 1776, 13 colonias declararon su independencia de la corona británica para formar EE.UU.

El tamaño de las 13 colonias era como el de la actual Colombia, 8 veces menor al territorio estadounidense hoy.

Los líderes de la revolución, conocidos como “Padres fundadores”, veían al país que estaban creando como el nuevo Reino de Israel, la tierra escogida por Dios para sus fieles.

“Los Representantes de los Estados Unidos de América, reunidos en Congreso General, apelamos al Juez Supremo del mundo por la rectitud de nuestras intenciones”, se lee en el documento fundacional.

Interior de la cabaña de una casa pionera de la década de 1640. Hombre, mujer y bebé en una cuna. Chimenea familiar. Peregrino y puritano. Nueva Inglaterra colonial.

Pie de foto, El puritanismo marcó el individualismo estadounidense.

La impronta de nación elegida por Dios se vio rápidamente reflejada en el escudo nacional, denominado Gran Sello.

Para este emblema, Thomas Jefferson -principal autor de la declaración de independencia y uno de los “Padres fundadores”- imaginó a los estadounidenses como “los hijos de Israel en el desierto”.

Benjamin Franklin, otro de los políticos que fundó EE.UU., sugirió que tuviera a “Moisés alzando su vara y dividiendo el mar Rojo, y el faraón, en su carruaje, inundado por las aguas”. Una escena que recreaba el pasaje bíblico de los israelitas perseguidos por los egipcios.

Al final se optó por otra alternativa, también cargada de simbolismo.

El escudo, o blasón, «nace en el pecho de un águila estadounidense sin ningún otro apoyo para indicar que los Estados Unidos de América deben confiar en su propia virtud», explicó Charles Thomson, quien creó el diseño final, en su informe original.

Del otro lado del sello se puede ver una pirámide. “El ojo sobre esta y el lema aluden a las muchas y señaladas interposiciones de la providencia en favor de la causa estadounidense”.

Versión original del Gran Sello de Estados Unidos.

Pie de foto,Versión original del Gran Sello de Estados Unidos.

La gran compra

La expansión siguió en 1803.

EE.UU. estaba interesado en quedarse con Nueva Orleans, ciudad controlada por Francia, porque su puerto era estratégico para el comercio, así que les ofreció a los franceses comprarles ese territorio.

El entonces primer cónsul francés, Napoleón Bonaparte, hizo una contraoferta: venderle todo Luisiana, que en esa época iba desde el río Misisipi hasta las montañas Rocosas y desde el golfo de México hasta la frontera con Canadá.

Bonaparte quería deshacerse de ese territorio y para EE.UU. implicaba duplicar el tamaño del país.

Jefferson, entonces presidente, se vio seducido por semejante oportunidad expansionista, se endeudó y compró Luisiana.

Y la intención era continuar hasta llegar al océano Pacífico.

“Era la noción de From sea to shining sea, de costa a costa”, explica Mayer.

"Hacia el oeste sigue su curso el imperio", de Emanuel Gottlieb Leutze. Simboliza el Destino Manifiesto, la creencia de que Estados Unidos estaba destinado a la exploración y expansión hacia Occidente, desde las colonias iniciales a lo largo de la costa atlántica hasta el océano Pacífico.

Pie de foto,»Hacia el oeste sigue su curso el imperio», de Emanuel Gottlieb Leutze, simboliza el destino manifiesto.

Dos décadas más tarde, la idea avanzó hacia la independencia de todo el continente del dominio europeo, cuando el presidente James Monroe dio un discurso ante el Congreso en el que advirtió a los países del viejo continente que cualquier intervención en América sería tomada como una agresión directa a EE.UU., y que actuarían en consecuencia.

Como principio en el que están en juego los derechos e intereses de EE.UU., el de que los continentes americanos, por las condiciones de libertad e independencia que han asumido y mantienen, no deben ser considerados en adelante como sujetos de futura colonización por ninguna potencia europea”, dijo Monroe.

Mayer parafrasea esta concepción de la siguiente manera: “Nuestro destino es expandirnos para para enseñarles a todos los americanos que nuestras instituciones republicanas son mejores que las monarquías de Europa”.

Es lo que se denominó la Doctrina Monroe, qué también explica la política expansionista y la posterior protección de los intereses económicos de EE.UU. en América.

La historiadora mexicana señala que además existía “una separación ideológica, religiosa y cultural entre EE.UU. y las colonias hispánicas”, donde los protestantes aborrecían al catolicismo impuesto por los españoles, y querían que su forma de ver el mundo prevaleciera.

La idea de nación

Antiguo grabado de la conquista de Nuevo México en el que se ve al general Stephen Kearny proclamando el territorio como parte de Estados Unidos.

Pie de foto,Antiguo grabado de la conquista de Nuevo México en el que se ve al general Stephen Kearny proclamando el territorio como parte de Estados Unidos.

En EE.UU., sobre todo en Nueva Inglaterra y en los estados del Atlántico Medio, el nacionalismo se acentuó entre 1820 y 1840.

“Hay un proyecto nacional que implica expansión, y cualquiera que se oponga a la expansión, por definición, no es un buen y verdadero estadounidense”, le explica a BBC Mundo el historiador sueco Anders Stephanson.

Las décadas de 1830 y 1840 fueron de resurgimiento religioso “muy poderosamente protestante, con un énfasis en la selección, en la elección de los elegidos”, señala.

“Se llevarán a cabo propósitos divinos en un sentido político y la esencia de ese proceso es la apropiación de cada vez más tierras en el continente norteamericano”, dice Stephanson, profesor de historia en la Universidad de Columbia (EE.UU.) y autor del libro “Destino manifiesto. La expansión estadounidense y el imperio del derecho”.

“No habría sucedido así si no hubiera habido ese resurgimiento religioso”, recalca.

Las elecciones de 1844

Texas fue una república independiente desde 1836, cuando se separó de México.

Ocho años más tarde, en EE.UU. se celebraron unas reñidas elecciones presidenciales entre el Partido Demócrata y el desaparecido partido Whig. Y el asunto Texas era clave.

El demócrata James Polk no era el favorito de su partido, pero gracias a sus ideas expansionistas logró el apoyo del expresidente Andrew Jackson -quien había liderado las conquistas de territorios indígenas- y con ello ganó la interna.

Al mismo tiempo, los texanos, que habían pasado a ser mayoritariamente colonos y descendientes de colonos británicos, también querían unirse a EE.UU.

Tras ganar la presidencia, Polk negoció y anexó Texas. Pero quería más.

Los defensores texanos de El Álamo luchan contra soldados mexicanos dentro de los muros de la fortaleza. Davy Crockett (1786-1836), en el centro a la derecha, con su fusil sobre la cabeza, murió en el asedio.

Pie de foto,Los primeros enfrentamientos con los mexicanos fueron en Texas.

El periodista John O’Sullivan lo describió de la siguiente manera.

“Texas ha sido absorbido por la Unión en el inevitable cumplimiento de la ley general que está desplazando nuestra población hacia el oeste; la conexión de esto con esa tasa de crecimiento de la población que está destinada dentro de cien años a aumentar nuestras cifras a la enorme población de doscientos cincuenta millones (si no más) es demasiado evidente para dejarnos en duda del designio manifiesto de la Providencia con respecto a la ocupación de este continente”.

“Imbécil y distraído, México nunca podrá ejercer ninguna autoridad gubernamental real sobre” California, agregó.

Un designio controversial

Al inicio, el destino manifiesto “no era una ideología política de consenso, sino un grito partidista de una corriente particular dentro del Partido Demócrata”, le cuenta a BBC Mundo el historiador estadounidense Jay Sexton.

“En la década de 1850 se convirtió en un término más utilizado y normalmente lo empleaban de forma peyorativa quienes se oponían a la expansión imperial de EE.UU.”, agrega.

Ya con Texas anexado, una disputa entre EE.UU. y México acerca de cuál era el límite entre ambos países fue la excusa que le dio pie a Polk a declararle la guerra al país vecino, que por entonces vivía una gran inestabilidad política.

Escena de combate cuerpo a cuerpo entre tropas estadounidenses y mexicanas durante la Batalla de Palo Alto, cerca de la actual Brownsville, Texas, el 8 de mayo de 1846.

Pie de foto,La Batalla de Palo Alto, cerca de la actual Brownsville, Texas, el 8 de mayo de 1846.

“La guerra contra México es un tema increíblemente polémico en la política estadounidense y en las elecciones intermedias de 1846”, recuerda Sexton, profesor de historia en la Universidad de Misuri y autor del libro “La Doctrina Monroe: imperio y nación en los Estados Unidos del siglo XIX”.

“Y también está el gran debate sobre qué parte de México tomar”, añade.

El presidente demócrata, señala el historiador estadounidense, creía que debían tomar California o los británicos o franceses lo harían. “Tenemos que hacerlo primero”, era su pensamiento.

La guerra (o invasión) de México

La guerra comenzó en 1846 y el avance de las tropas estadounidenses fue imparable.

“Polk iba por todo México”, dice Mayer.

México había quedado destrozado por la guerra de independencia y no tenía el poderío militar estadounidense.

Stephanson apunta que en 1824, EE.UU. y México tenían aproximadamente el mismo tamaño y la población del primero era apenas superior a la del segundo.

Pero en 1850, EE.UU. tenía 23 millones de habitantes y México solamente 7,5 millones.

Tercer día del asedio de Monterrey, el 23 de septiembre de 1846.

Pie de foto,Tercer día del asedio de Monterrey, el 23 de septiembre de 1846.

México terminó humillado con la bandera de EE.UU. ondeando en la principal plaza de la capital, el Zócalo, el 14 de septiembre de 1847.

“La negociación de las fronteras fue muy complicada y el enviado de Polk, Nicholas Trist, fue el salvador de México, porque firmó el Tratado de Guadalupe Hidalgo sin la autorización de Polk”, afirma Mayer.

De todas formas, existían presiones en EE.UU. para no quedarse con todo el territorio mexicano, donde hablaban del mestizaje de forma muy despectiva.

“Se veía a México como una nación de gente inferior -una idea discriminatoria que forma parte de las raíces ideológicas estadounidenses- y había políticos que preferían no anexar todo el país porque eso generaría problemas raciales”, recuerda la historiadora.

La entrada del general Scott al Zócalo de la Ciudad de México en la guerra entre México y Estados Unidos.

Pie de foto,La entrada del general Scott al Zócalo de la Ciudad de México, con la bandera de EE.UU. izada en el Palacio Nacional.

“Para los estadounidenses, las mezclas raciales que habían sucedido en las colonias del imperio hispánico eran aberrantes. Parte del destino manifiesto es la exaltación de la raza blanca anglosajona”, agrega.

“Dios favorecía a los protestantes angloparlantes, quitándoles tierras a la Iglesia católica, abriendo nuevos mercados y nuevos territorios para la producción agrícola y para el comercio”, explica Sexton.

“Nuevos territorios para el asentamiento, nueva expansión del protestantismo, tal como lo vemos nosotros, es imperialismo. Ellos lo ven como el pináculo del liberalismo victoriano”, sostiene el experto.

Batalla de Chapultepec, septiembre de 1847. Las fuerzas estadounidenses al mando de Winfield Scott derrotaron a las mexicanas al mando de Nicolás Bravo.

Pie de foto,La Batalla de Chapultepec, en septiembre de 1847

Una doctrina ampliada a través del tiempo

La visión expansionista de los gobiernos fue evolucionando desde los “Padres fundadores” en adelante.

“Hay una verdadera progresión del expansionismo de Jefferson a Jackson y luego a Polk. Jefferson comienza con la remoción de los indios, pero después Jackson la acelera. Y más adelante, por supuesto, Polk, al tomar el suroeste, pone todo eso a máxima velocidad”, afirma Sexton.

Stephanson agrega: “Aunque existen diferencias, la idea es que el compromiso fundamental con la expansión que EE.UU. ha encarnado es bueno por naturaleza”.

Batalla del Río San Gabriel

Pie de foto,La Batalla del Río San Gabriel, en enero de 1847.

El destino manifiesto siguió presente en el siglo XX ya no necesariamente expandiendo su territorio sino controlando -o intentando controlar- el mundo desde la política exterior y la economía.

El historiador sueco recordó que este destino manifiesto, resignificado, llegó hasta el siglo XXI con George W. Bush o Barack Obama y sus guerras e incursiones militares.

La consejera de Seguridad de Bush, por ejemplo, defendía en 2002 la guerra que le había declarado EE.UU. a Irak bajo el argumento de que el país tiene el «derecho a la legítima defensa anticipada», como se había visto «desde la crisis de los misiles cubanos en 1962 hasta la crisis en la península de Corea en 1994».

“Como dijo el presidente, tenemos la responsabilidad de construir un mundo que no solo sea más seguro, sino también mejor”, señaló.

“Siempre que hay una crisis surge la evocación de un destino manifiesto y sólido. Nada más destinarista que la idea, siempre esgrimida en las ocasiones importantes, de que EE.UU. es la nación indispensable”, dice Stephanson.

“Es la convicción histórica del mundo de que lo que EE.UU. haga o deje de hacer es decisivo para el futuro de la humanidad. Y eso es pensamiento destinarista”, concluye.

Cortesía de BBC News Mundo

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“Multipolaridad rugiente” Por: Leonid Savin (Rusia)

El equilibrio de poder en el tablero geopolítico mundial comenzó a cambiar rápidamente tras el inicio de la Operación Militar Especial

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27.11.2024

Leonid Savin

El equilibrio de poder en el tablero geopolítico mundial comenzó a cambiar rápidamente tras el inicio de la Operación Militar Especial

No es el primer año que se habla del declive de la hegemonía unipolar de Estados Unidos y del establecimiento de un orden mundial multipolar. En 2003, cuando Estados Unidos inició su ocupación de Irak, la negativa de los socios europeos de Washington a apoyar esta aventura suscitó opiniones radicalmente opuestas. Mientras los críticos de la política estadounidense hablaban de la formación de nuevos lazos y del desacuerdo con las acciones de la Casa Blanca, los apologistas de la dominación mundial bajo la bandera de las barras y estrellas sostenían lo contrario.

Charles Krauthammer, autor del concepto del «momento unipolar» esbozado en un artículo del mismo nombre en 1990, está produciendo una secuela titulada «El momento unipolar de nuevo», donde afirma que todo va bien con el poder estadounidense, y la expedición a Irak es una prueba directa de esa postura.

“El nuevo unilateralismo está explícita y descaradamente dirigido a preservar la unipolaridad para mantener un dominio sin rival en el futuro previsible… El futuro de la era unipolar depende de quienes gobiernen América y deseen preservar, mejorar y utilizar la unipolaridad para avanzar no sólo en los objetivos americanos sino también en los globales, o de si América será gobernada por quienes deseen abandonarla, ya sea condenando la unipolaridad a la desintegración en la retirada a la Fortaleza América o tomando el camino del cambio gradual de poder hacia la multisectorialidad».

Sin embargo, a pesar de esta retórica de la comunidad politológica al servicio de los intereses estadounidenses, 2003 sirvió como claro detonante de una transición progresiva hacia la multipolaridad[2]. En primer lugar, del proceso de denuncia de la propia unipolaridad. Unos años más tarde, en febrero de 2007, el presidente ruso Vladimir Putin, en un discurso pronunciado en Múnich en una conferencia sobre seguridad, afirmó que «para el mundo moderno, el modelo unipolar no sólo es inaceptable, sino imposible en absoluto». En ello se vislumbraba un futuro enfrentamiento abierto entre Rusia, por un lado, y Estados Unidos y sus satélites de la OTAN, por otro.

En agosto de 2008, durante la operación para forzar a Georgia a la paz, Moscú demostró que no iba a estar a la defensiva cuando otros Estados trataran de desestabilizar sus fronteras y desencadenar conflictos. Este gesto y la posterior declaración del presidente ruso, Dmitri Medvédev, sobre la zona de intereses geopolíticos especiales de Rusia tuvieron lugar en el contexto de una serie de revoluciones de colores que Estados Unidos ha escenificado en el espacio postsoviético. Aunque el golpe de Estado en Ucrania en 2014 demostró la victoria del atlantismo en las históricas tierras rusas, la reacción subsiguiente se tradujo en la devolución de Crimea a Rusia.

Sin embargo, los propios Estados Unidos son los culpables de la pérdida de su poder. Justin Logan en su artículo «Unipolarity at Twilight» en 2021 señaló que EEUU ha utilizado su inmenso poder de forma imprudente, a pesar de que entró en el tercer milenio como una de las naciones más poderosas de la historia mundial.

“Entre 2001 y 2021, Estados Unidos destruyó órdenes políticos en Irak y Libia, prolongó guerras civiles en Afganistán y Siria, y se tambaleó al borde de la guerra con Irán. Durante el mismo período, según sus propios cálculos, sus políticas comerciales crearon un monstruo en la forma de la mucho más poderosa República Popular China… Las guerras han envenenado a Estados Unidos, desde sus políticas hasta su vigilancia policial, pasando por la forma en que el gobierno vigila a los estadounidenses. Nadie ha rendido cuentas por los fracasos de la época», resume desesperadamente el autor[3].

En mayo de 2022, el Instituto Canadiense de Asuntos Mundiales publicó un análisis en el que esbozaba una serie de acontecimientos que han provocado cambios tectónicos en los asuntos mundiales[4].

En primer lugar, en la primera década del siglo XXI se produjo el ascenso económico de los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), que crearon un nuevo contrapunto al poder estadounidense. Así lo predijo Vladimir Putin en su discurso de 2007 en la Cumbre de Múnich, donde señaló: »…el PIB de los países BRIC -Brasil, Rusia, India y China- supera el PIB combinado de la UE.

Y, según los expertos, esta diferencia no hará sino aumentar en el futuro. No hay razón para dudar de que el potencial económico de los nuevos centros de crecimiento económico mundial se transformará inevitablemente en influencia política y reforzará la multipolaridad». Cabe destacar que todos los países BRICS se abstuvieron de condenar las acciones de Rusia en Ucrania.

En segundo lugar, la entrada de China tanto en una economía basada en el conocimiento (unos 30 años por detrás de Estados Unidos) como en una economía basada en los datos (al mismo tiempo que Estados Unidos) en la segunda década del siglo XXI permitió a China competir de tú a tú en la carrera armamentística tecnológica por el dominio mundial. Aunque las tensiones geoeconómicas se intensificaron gradualmente a lo largo de la década de 2010, el «momento satélite» de Estados Unidos llegó con la constatación, a principios de 2018, de que la china Huawei había asumido una posición dominante en la tecnología de telecomunicaciones de quinta generación (5G).

Esto desencadenó una ofensiva a gran escala por parte de la administración Trump para socavar el progreso tecnológico de China utilizando un conjunto de herramientas unilaterales no utilizadas anteriormente en la era de la OMC.

En tercer lugar, Estados Unidos ha dilapidado las enormes ventajas de que disfrutaba cuando alcanzó su posición unipolar mediante una mala gestión económica (en particular, la crisis crediticia de baja calidad) y el uso gratuito de su poderío militar en guerras interminables, al tiempo que descuidaba su infraestructura económica en ruinas y su cohesión interna. Esto ha socavado su poder blando o, como dijo con delicadeza The Economist , «al violar y destruir [los principios del orden internacional basado en normas] durante 20 años, Estados Unidos ha socavado su credibilidad, así como la suya propia». Su falta de disciplina también la ha llevado a la bancarrota, con enormes déficits externos y presupuestarios… Ha socavado su capacidad para sostener el nuevo orden económico -e incluso para sostener el antiguo, como demuestra su retirada de varias instituciones multilaterales bajo la administración Trump (y su regreso más bien tibio, de hecho casi nominal, bajo la administración Biden).

En cuarto lugar, la división de Occidente en torno al Brexit y las crecientes divisiones internas en Estados Unidos, agudizadas tras el asalto al Capitolio el 6 de enero, han debilitado su cohesión.

El investigador español Federico Aznar Fernández-Montesinos añade que «el desarrollo del Sur Global, que por cierto forma parte de la narrativa rusa, comenzó en el nuevo milenio y se materializó en el surgimiento de grupos de Estados como los BRICS (Brasil, Rusia, India, (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y el IBSA (India, Brasil y Sudáfrica), que buscan la cooperación económica y desarrollan el comercio entre sí, y representan un orden internacional alternativo o «posamericano», así como un modo de cooperación Sur-Sur”[5].

La economía mundial es cada vez más multipolar y, en consecuencia, el dominio y la capacidad de influencia de Occidente han disminuido.

En Occidente también se cree que la cada vez menor dependencia del dólar estadounidense se debe a las diversas aspiraciones de la RPC como gran potencia económica y financiera, cuyos dirigentes consideran el momento histórico actual como uno en el que Estados Unidos se encuentra en una posición crítica de declive. Por ello, Pekín asume con naturalidad que el dólar tiene los días contados y que el yuan será su sucesor natural. No es de extrañar, por tanto, que a la RPC le gustaría que el yuan se utilizara más ampliamente en las finanzas internacionales y en las transacciones comerciales, aunque ciertamente no parece tener prisa en hacerlo, y por buenas razones[6].

Al mismo tiempo, la postura occidental sobre la transformación global es más articulada. Así, se dice que “la invasión rusa de Ucrania sugiere una cosa en particular: el orden liberal global está amenazado y los múltiples centros de poder han creado interdependencias vulnerables. Esto plantea la cuestión de si la multipolaridad está intrínsecamente ligada a la capacidad de generar conflictos, y si el multilateralismo ha conducido en última instancia a su creciente prevalencia”[7].

De estos múltiples centros de poder, EEUU identifica grandes potencias que considera hostiles a EEUU. Se trata de Rusia y China.

Y si antes se le negaba este estatus a Rusia, después de febrero de 2022 no hay nada que discutirle, porque, como escribió Kenneth Waltz, autor del libro «Teoría de la política internacional» y fundador del neorrealismo en la teoría de las relaciones internacionales : «Las grandes potencias deben ser capaces no sólo de garantizar su seguridad, sino también de mantener esta capacidad de defensa a lo largo del tiempo. Esto requiere un territorio que pueda defenderse, una economía capaz de cubrir los gastos militares y otros gastos públicos importantes, una población que dote de personal al sector privado y se ocupe de la defensa nacional, y la estabilidad política y la competencia para que todo funcione”[8]. Rusia lo ha demostrado en los dos últimos años.

Por supuesto, existen otros criterios. Jack Levy ha señalado que las grandes potencias «definen sus intereses nacionales para incluir los intereses sistémicos y, por tanto, se preocupan por mantener el orden en el sistema internacional». El estatus de gran potencia, argumenta, también depende de cómo perciben a un Estado sus pares y de si es tratado como «relativamente igual en términos de atención común, respeto, protocolo, negociación, acuerdos de alianza, etc.». Por ejemplo, la entrada de países de alto estatus como el Reino Unido en el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras liderado por China en 2015 confirma la percepción de China como gran potencia. Una gran potencia debe tener capacidad de acción internacional, pero también debe verse a sí misma como un Estado influyente con intereses globales, y este papel e influencia deben verse reflejados por sus pares.

Washington ha sido capaz de forjar una coalición antirrusa, pero no de hacer tambalear el papel y el prestigio de Rusia. Incluso al contrario, la confrontación actual ha provocado la aprobación directa, indirecta o encubierta de las acciones de Moscú y el rechazo de la estrategia de Washington y sus satélites.

Aunque Estados Unidos sienta pánico ante los riesgos asociados a la competencia entre grandes potencias, el actual cambio en el equilibrio de poder está llevando a un nuevo nivel a las potencias medianas e incluso pequeñas, a las que se atribuyen nuevos papeles y no quieren renunciar a su participación en los asuntos mundiales. Las mismas acciones de los hutíes en Yemen demuestran claramente cómo un actor pequeño (en comparación con las grandes alianzas militares) puede influir en la política y la economía de los Estados industrializados. En este caso, la situación geoestratégica de Yemen juega a favor de los hutíes. Pero muchos otros países del mundo tienen las mismas bazas.

En general, “en la literatura sobre relaciones internacionales, el concepto de potencias medias es bastante vago. Suele referirse a países que no son lo bastante fuertes como para ser considerados «grandes» potencias, pero que tienen una influencia y una importancia estratégica considerables. Por regla general, las potencias medias se caracterizan por un cierto grado de peso -económico, geográfico, demográfico o militar-, pero algunos Estados relativamente pequeños pueden entrar en esta categoría en función de su actividad e influencia internacional”[9].

Por ello, muchos países etiquetados arrogantemente como subdesarrollados o tercermundistas en Occidente desempeñan un papel a veces mayor en la dimensión global que Estados como Alemania, Canadá y Australia, que pertenecen al Occidente colectivo.

Y hay numerosos factores que apuntan a la importancia de estas potencias intermedias. Vietnam, por ejemplo, posee la segunda reserva mundial de metales probados de tierras raras, con 22 millones de toneladas métricas (frente a sólo 1,5 millones de Estados Unidos).

Y ahora estas potencias intermedias siguen a Rusia (aunque no abiertamente) en su desafío a Estados Unidos y al Occidente colectivo. Arabia Saudí no ha secundado a la administración Biden negándose a bajar los precios del petróleo, Turquía ha retrasado la candidatura sueca a la OTAN, Indonesia se ha negado a prohibir la entrada de delegados rusos en la cumbre del G20 de 2022, India sigue desarrollando la cooperación económica y técnico-militar con Rusia, y los EAU y Tailandia prohíben a los opositores rusos fugitivos celebrar actos públicos, aunque sean espectáculos musicales.

Para Occidente, esto plantea el riesgo de que los Estados se retiren del «sistema basado en normas», ya que las ambiciones y los nuevos papeles de estos países se enfrentarán al sistema neoliberal alineado que incluye los acuerdos de Bretton Woods y otras actitudes occidentales. La jerarquía mundial ya no está centrada en Occidente, y el Sur Global trata de llenar este vacío. En consecuencia, el creciente activismo de las potencias medias y pequeñas puede contribuir a la estabilidad proporcionando fuentes adicionales de equilibrio y diplomacia.

Aunque en Occidente esto se retratará como un aumento de las crisis y una propagación de los conflictos en las esferas política, económica e ideológica en medio de una falta de consenso entre las grandes potencias. La constatación de que dicho consenso ya no existirá, al menos entre Occidente y los restantes grandes actores como Rusia y China, está obligando a las potencias medianas y pequeñas a actuar en nuevos escenarios, evitando compromisos duros o entrar en grandes alianzas. Aunque el ejemplo de Burkina Faso, Malí y Níger demuestra que se siguen creando agrupaciones regionales. Y ya no son creaciones occidentales.

En el Sudeste Asiático, en pleno auge económico y donde numerosos Estados están interesados en preservar su propia identidad, se favorece una estrategia diversificada de aseguramiento de los riesgos, lo que implica una reevaluación de la teoría de la elección racional y del papel de los factores externos, como las amenazas a la seguridad y los beneficios económicos, en la configuración de las opciones de los Estados[10]. Anteriormente, Estados Unidos solía utilizar esta estrategia, ofreciendo algunos programas económicos y un paraguas militar a cambio de lealtad geopolítica. Ahora, los Estados intentan adoptar una postura más neutral y se niegan a ver a China como una amenaza, tal y como intentan imponer desde Washington.

El hecho es que la creciente competencia entre Estados Unidos y China está obligando a los países más pequeños a buscar oportunidades de maniobra. Nadie quiere atarse con compromisos unilaterales e ir de frente a pesar de los posibles incentivos económicos. Probablemente también porque Estados Unidos se presenta cada vez más como un socio poco fiable, y hay muchas más oportunidades de cooperación económica abierta que en el sistema occidental.

Existe la opinión de que “todos los Estados asiáticos, incluida China, son conscientes de que algunos Estados son más poderosos que otros, de que las grandes potencias tienen una influencia desproporcionada en las normas e instituciones internacionales y de que estas potencias pueden ser peligrosas. En consecuencia, hay que temer a los poderosos (y a veces utilizarlos como protectores), pero no hay que obedecerles siempre. Dado que la mayoría de los Estados asiáticos han sufrido el colonialismo, no es sorprendente que no busquen la jerarquía”[11]. Y los intentos occidentales de restablecer su influencia serán percibidos (incluso en otras partes del mundo) nada menos que como neocolonialismo

Asistimos, pues, al tránsito del poder a escala mundial.

Mientras tanto, en la ciencia política occidental, la teoría del tránsito (o transición) de poder es una teoría de las causas de las grandes guerras interestatales. Hace hincapié en los cambios de poder relativo entre los Estados dominantes como principal catalizador de los conflictos. La guerra hegemónica y las teorías del equilibrio de poder están directamente relacionadas con ella. Esto explica las afirmaciones que escuchamos de los politólogos occidentales de que la multipolaridad es peligrosa, impredecible y está plagada de diversos riesgos para todos los Estados. Pero, ¿es esto cierto? Aparte del hecho de que Occidente simplemente tiene miedo de perder su posición dominante, ¿quizás las directrices científicas originales estaban equivocadas?

Los autores estadounidenses de los años sesenta fueron los primeros en introducir el término «multipolaridad» en la ciencia política. Richard Rosekrantz dijo en 1963 de forma simplista que un polo es un determinado bloque o actor político. Puede haber uno, dos o muchos.

Karl Deutsch y David Stinger expresaron un año después la opinión de que más actores que en un sistema bipolar conducirían a una mayor estabilidad y sostenibilidad. Por consiguiente, no todos en Occidente asociaban la multipolaridad con mayores riesgos y caos. Surgieron entonces las teorías de la multipolaridad nuclear (tantas potencias nucleares como polos), la multipolaridad en racimo (cuando el poder de los Estados en un determinado espacio geográfico se reparte uniformemente) y la multipolaridad equilibrada y desequilibrada. El autor de estos dos últimos conceptos es el ahora profesor John Mearsheimer, caído en desgracia en Estados Unidos por sus críticas a las acciones contra Rusia. En su opinión, la multipolaridad desequilibrada es una configuración de poder que genera miedo y en la que persiste un hegemón potencial.

Aparentemente, con la actual posición de EE.UU. y la propagación de fobias sobre China, Rusia, Irán, Corea del Norte (y la búsqueda de otros enemigos), nos encontramos en un modelo de este tipo. Pero la multipolaridad se equilibrará cuando haya asimetría de poder entre los polos del sistema y no haya un único hegemón[12].

Parece que Rusia, China y muchos otros países se esfuerzan por conseguir precisamente esa forma de multipolaridad, en la que no habrá dictadura de nadie. En respuesta, el hegemón debilitado afirma que Rusia es una potencia revisionista y que China está desafiando a Estados Unidos y a la estabilidad en la región Indo-Pacífica y más allá en todo el mundo.

Sin embargo, hay otro matiz importante. Se trata de la interpretación del propio polo. Inicialmente, Occidente adoptó una versión positivista ligada a la ciencia física. Es decir, se trata de dos polos opuestos entre sí. De ahí el antagonismo inherente – más y menos – que enfatizaba el enfrentamiento geopolítico entre los bloques socialista y capitalista de la época de la Guerra Fría. Desgraciadamente, siguiendo a los politólogos occidentales, este enfoque también fue compartido por los nacionales, especialmente entre los internacionalistas del MGIMO y la RIAC. Pero, ¿por qué seguir el camino de los autores occidentales con sus actitudes de racismo epistemológico cuando es posible replantearse radicalmente este concepto?

A este respecto, Martin Heidegger en su libro «Parménides» hizo una interesante observación sobre el término griego «polis», que está directamente relacionado con el polo.

“Pero, ¿qué es πόλις? Si logramos adoptar la perspectiva esencial correcta, que todo lo explica, de la esencia del ser y de la verdad entendida en griego, esta palabra indica directamente su significado. Πόλις es πόλος, es decir, un polo: el lugar en torno al cual gira en un círculo peculiar todo lo que a los griegos les parece ser. El polo es el lugar en torno al cual gira todo ser, y de tal manera que en este lugar se descubre cuál es el caso de este girar y cuál es su carácter.

Siendo tal lugar, el polo permite al ser manifestarse en su ser en la plenitud del «giro» correspondiente. El polo no crea, no crea al ser en su ser, sino que, siendo polo, aparece como centro de la inconcreción del ser en su totalidad. Πόλις es la esencia del lugar o localidad para la estancia histórica de los griegos. Puesto que πόλις hace posible que la totalidad del ser se manifieste de un modo u otro y que entre en la inconcreción de su «momento de rotación», ella, es decir, πόλις, está esencialmente conectada con el ser del ser del ser. Entre πόλις y «ser» reina una relación originaria“[13].

Así pues, es posible una interpretación alternativa del polo, así como versiones alternativas del sistema de relaciones internacionales y de la política mundial en general. Y en esto debemos apresurarnos a establecer una estructura de relaciones internacionales que no pueda ser destruida ni revertida por el Occidente colectivo.

La presión para elegir bando puede ser ejercida por Occidente tanto a través de contactos políticos y diplomáticos como a través del sector financiero. La subida de los tipos de interés en Estados Unidos y la eurozona podría desencadenar una nueva ronda de crisis de la deuda soberana, empujando a algunos países muy endeudados al impago. Sin embargo, la ayuda del FMI, dominado por Occidente, viene acompañada de condiciones políticas vinculantes. Además, como demuestra el régimen de sanciones contra Rusia, Occidente ha usurpado el derecho a expulsar a los Estados que considera hostiles de los mercados financieros, del acceso al crédito o a los sistemas de pago (SWIFT) e incluso a congelar las reservas de divisas[14].

Las sanciones estadounidenses contra Irán y Rusia también obligan a terceros países a cooperar o arriesgarse a perder el acceso al mercado estadounidense. Esto está impulsando los esfuerzos de China y otros países por desdolarizarse. Aunque hasta ahora el comercio en divisas locales, el mantenimiento de reservas de una cesta de divisas, la internacionalización del renminbi y los sistemas de pagos financieros como el Sistema de Mensajería Financiera de Rusia (SPFS) o el Sistema de Pagos Interbancarios Transfronterizos de China (CIPS) no ofrecen una alternativa real al dólar estadounidense. Pero las economías en dificultades pueden verse obligadas a elegir entre sistemas financieros competidores en el futuro.

El ejemplo australiano muestra cómo Estados Unidos puede atrapar a un país en su órbita a través de un conjunto de alianzas como ANZUS, Quad y Quad Plus, pero también a través de la asociación estratégica ampliada AUKUS, que complementa la red de relaciones que Washington ha construido para contener el creciente crecimiento económico de China.

De ahí los intentos de Occidente de controlar el Sur Global, que también avanza hacia la multipolaridad. En particular, este vector se reafirmó en la última cumbre del Movimiento de Países No Alineados, celebrada en enero de 2024 en Kampala (Uganda). La declaración final reflejaba puntos como la construcción de un mundo multipolar con una ONU reformada como piedra angular, haciendo hincapié en la solidaridad Sur-Sur y luchando por un orden mundial más justo. De hecho, inmediatamente después de la cumbre del Movimiento de Países No Alineados, el mayor Grupo de los 77 del mundo (a pesar del nombre, en realidad está formado por 134 Estados) se reunió allí para continuar la línea estratégica de años anteriores de condena de las acciones de Occidente.

El Sur Global es nuestro aliado y socio potencial. Amitav Acharya, uno de los defensores de una nueva teoría de las relaciones internacionales más allá de los modelos centrados en Occidente, señala que “la mayoría de los países del Sur Global cree que el actual orden mundial, creado por Occidente y aún gobernado por Estados Unidos, es poco pacífico, injusto, antidemocrático y poco favorable a sus intereses económicos y medioambientales. Y está fracasando”[15].

Acharya llegó a proponer su propio concepto para el Sur Global, denominado orden mundial multidimensional o multiplex. Como comparación, utilizó la metáfora de una sala de cine (sistema político mundial) donde se proyectan diferentes películas en múltiples salas de cine.

El ideal de un orden así:

  • no tiene hegemonía por parte de una sola potencia o bloque;
     
  • es desarrollado por una multitud de actores, no sólo grandes potencias o corporaciones, sino también organizaciones no gubernamentales y movimientos sociales
     
  • respeta la diversidad cultural, el multiculturalismo y rechaza la idea de un choque de civilizaciones
     
  • está vinculada por intercambios económicos y de otro tipo que no son de Occidente sino del resto del mundo; y
     
  • tiene un sistema de gobernanza multinivel en el que el regionalismo desempeña un papel central.

Discrepemos sobre el multiculturalismo, ya que es un concepto neoliberal que ha sido un completo fracaso. Tampoco sobre las organizaciones sociales y las empresas, que pueden ser caballos de Troya de fuerzas externas dedicadas a la destrucción de la soberanía. Como mínimo, los movimientos sociales deberían ser creíbles tanto interna como externamente, y no ser agentes de empresas multinacionales u oligarcas como Bill Gates y George Soros.

En todos los demás aspectos, la propuesta de Acharya está en consonancia con las aspiraciones estratégicas de Rusia y se adapta bien al futuro orden mundial tal y como lo vemos.

Notas:

Traducción al español para Geopolitika.ru

por el Dr. Enrique Refoyo

Fuente: https://izborsk-club.ru

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Tras el triunfo de Trump, Daniel orienta¡ A mantenernos alertas y unidos!

https://www.visionsandinista.net/2024/11/20/a-mantenernos-alertas-y-unidos

sandinista — 20 noviembre, 2024 

Tras el triunfo de Trump, Daniel orienta¡A mantenernos alertas y unidos!

Mạnuel S. Espinozạ 2. (*)

En sus discursos mas recientes desde julio a noviembre de este año, el comandante Daniel Ortega ha mantenido una postura correcta de fuerte crítica hacia la política exterior de Estados Unidos, especialmente en torno a su influencia y participación directa en los conflictos internacionales actuales, lo que nos dice que debemos de estar siempre atentos a su conducta internacional.

El 19 de julio de 2024, el presidente Ortega acusó a EEUU de continuar con prácticas imperialistas, condenando tanto su apoyo militar en Ucrania como su respaldo a Israel en su guerra de exterminio contra el pueblo palestino. Daniel aclaró que estas intervenciones son ejemplos de cómo EEUU y sus aliados europeos usan recursos públicos para fomentar guerras en lugar de apoyar las necesidades de sus propios pueblos.

En esa ocasión, denunció a Estados Unidos de actuar como “imperialista” al intentar desestabilizar gobiernos en la región que no se alinean con sus intereses. Destacó que Nicaragua y otros países como Cuba y Venezuela continúan resistiendo las presiones de Washington, y afirmó que “la verdadera libertad y soberanía de los pueblos latinoamericanos están siendo atacadas” debido a la intromisión de EEUU en sus políticas internas y el uso de sanciones para influir en sus decisiones.

El 26 de agosto de 2024, durante la 11ava reunión extraordinaria del ALBA-TCP, el presidente Ortega reiteró que Nicolás Maduro es el presidente legítimo de Venezuela, haciendo un llamado a respetar los resultados de las elecciones de julio. En este evento también subrayó la unidad de los países de la ALBA en su rechazo a las “imposiciones de intereses extranjeros”, destacando la importancia de la defensa de la soberanía y estabilidad de la región frente a lo que denominó una reaparición del fascismo en América Latina.

El 2 de septiembre de 2024, durante la conmemoración del aniversario de fundación del Ejército nicaragüense, criticó nuevamente a Washington, subrayando cómo sus políticas de “doble estándar” apoyan a supuestas democracias solo cuando favorecen a sus intereses geopolíticos. Mencionó que el tráfico de drogas en América Latina es una consecuencia directa del consumo del mercado estadounidense, sugiriendo que la demanda de drogas en EEUU es una causa central de los problemas en la región.

El 3 de septiembre 2024, de igual manera en un evento en apoyo a Venezuela, el comandante Ortega reforzó su postura al condenar lo que considera una “política de dominación” por parte de la Casa Blanca en América Latina. Destacó cómo el gobierno de EEUU, en su opinión, busca manipular y sancionar a países soberanos que no se pliegan a sus intereses, y reconoció los esfuerzos de resistencia de gobiernos como el de Venezuela frente a lo que describió como una “guerra económica”.

Permanentemente Daniel comparte su visión global enfatizando que los esfuerzos de EEUU por contrarrestar a potencias emergentes, como China, son un intento de pretender mantener un dominio global. Contrapuso el rol de China en el desarrollo pacífico y económico de regiones como América Latina y África con la política de amenazas y bases militares que EEUU ha desplegado en todo hemisferio.

El Presidente de la República explicó que esta expansión militar amenaza la paz regional y mundial, y demuestra un intento de “bloquear” a países que desafían su hegemonía. Estas declaraciones destacan la siempre preocupación del comandante Ortega, sobre las acciones peligrosas de EEUU en zonas de conflicto y por todo el planeta en general.

Con esta visión global, Daniel busca fortalecer nuestra capacidad de resistencia frente a todo tipo de amenazas y acciones de presión internacional. Los últimos 8 años de política exterior USA hacia Nicaragua (2017-2021) y (2021- 2024) explican por si solo qué tipo de política exterior seguirá Donald Trump después del su triunfo en las elecciones presidenciales recién pasadas.

Administración Trump (2017- 2021)

En base a su tradicional política de intromisión en los asuntos internos del país, amparados por la Doctrina Monroe y con la excusa intervencionista de doble moral, la política exterior de Donald Trump hacia Nicaragua durante su administración estuvo marcada por una postura agresiva en contra del gobierno nicaragüense que preside el comandante Daniel Ortega. Esta política se enfocó en: sanciones económicas, restricciones diplomáticas y condenas públicas.

1. Sanciones financieras

Esta administración aplicó una serie de sanciones económicas contra altos funcionarios nicaragüenses, incluida miembros de la familia del presidente Ortega como la vice presidente de la República, compañera Rosario Murillo. Estas sanciones se implementaron en base de la Ley USA “Global Magnitsky”, que permite a Estados Unidos sancionar a personas que a ellos se les antoje en acusar de estar involucradas en corrupción y abusos contra los derechos humanos en cualquier parte del planeta.

Las sanciones incluyeron el congelamiento de ac t ivos y la p rohibic ión de realizar transacciones con entidades estadounidenses. Una serie de medidas económicas y restricciones sobre altos funcionarios del gobierno de Nicaragua buscaban presionar al gobierno sandinista para que no respondiera al intento de golpe de Estado del 2018, y buscara y tomara medidas hacia el reforzamiento de la democracia popular. Entre las sanciones claves aplicadas podemos destacar las siguientes:

*   Noviembre de 2018: Trump firmó la Orden Ejecutiva 13851, que bloqueaba los activos en EEUU de nicaragüenses. Esto incluyó a funcionarios de alto rango del gobierno.

*    Diciembre de 2018: Se aprobó en el congreso yanqui la “Ley NICA Act” (Nicaragua Human Rights and Anticorruption Act), la cual limitó el acceso de Nicaragua a financiamiento de instituciones internacionales, como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo.

*    Marzo de 2019: Nuevas sanciones se em itieron contra miem bros clave del gobierno, congelando en EEUU y prohibiendo a ciudadanos estadounidenses realizar transacciones con ellos.

*   Noviembre de 2019: El Departamento del Tesoro designó a varias entidades financieras de Nicaragua bajo la Orden Ejecutiva 13851, bloqueando sus fondos y limitando su acceso a los mercados financieros internacionales, lo que afectó a importantes instituciones financieras nicaragüenses.

*    Diciembre de 2020: Sanciones adicionales se dirigieron hacia el círculo cercano del presidente Ortega, incluyendo a familiares directos y asesores políticos, como respuesta a un mayor proceso de reordenamiento juridico en Nicaragua, que le cortaba el accionar intervencionista a la Casa Blanca, a lo que la política USA deliberadamente califica como continua represión y falta de reformas democráticas en el país.

La política exterior de Estados Unidos hacia Nicaragua en este periodo, se centró en aplicar una “estrategia de presión máxima” orientada a debilitar el rendimiento del gobierno que preside el comandante Ortega Saavedra. Sobre todo, ante la respuesta gubernamental gradual y creciente después del intento fallido de golpe de Estado del 2018, que fue dirigido y financiado por agencias de asistencia gubernamentales norteamericanas un año después de la llegada de Trump a la Casa Blanca.

Bajo esta “estrategia de presión máxima”, el gobierno de Trump adoptó una serie de sanciones económicas dirigidas a altos funcionarios y entidades del gobierno nicaragüense. Estas sanciones, respaldadas por la Ley NICA-Act y ejecutadas por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), buscaban aislar económicamente al gobierno nicaragüense, restringir el acceso al financiamiento internacional y dificultar las operaciones financieras.

Con dichas sanciones, el objetivo final era que se le permitiera a su quinta y sexta columna mantenerse intactas en la política nacional para procurar al final la desestabilización y derrocamiento del gobierno sandinista, y así poner al gobernante que la administración Trump quisiera.

Administración Biden (2021- 2025)

Para presionar al gobierno nicaragüense, a través de medidas conjuntas y declaraciones diplomáticas, la administración Biden también impulsó la Ley imperial RENACER en 2021, que endureció las restricciones económicas contra el país. Ambas administraciones compartieron el objetivo de, como paladines de la libertad global, restaurar la democracia en el país, aunque con enfoques diferentes en la implementación y alcance de su política agresiva.

La Ley RENACER también exige una mayor cooperación del Departamento de Estado y el Departamento del Tesoro con instituciones financieras internacionales, para restringir el acceso de Nicaragua a préstamos y financiamiento. Aprobada en noviembre de 2021 (Ley Pública No. 117-54), esta ley autoriza al presidente a imponer, imperialmente y fuera del derecho internacional, sanciones sobre sectores específicos de la economía nicaragüense.

Durante este periodo Washington ha mantenido un curso de postura agresiva crítica hacia el gobierno de Nicaragua, con una estrategia de presión más coordinada con sus aliados internacionales. Biden continuó aplicando sanciones económicas, poniendo mayor énfasis en acciones de ataque en la diplomacia multilateral, trabajando en conjunto con la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea (UE).

La política exterior de la administración de Joe Biden hacia Nicaragua se ha enfocado hasta hoy en intensificar las sanciones y medidas restrictivas, a través de órdenes ejecutivas y acciones del Departamento del Tesoro. Con estas los Estados Unidos han implementado sanciones sobre sectores claves de la economía nicaragüense, como el oro, y ha ampliado la posibilidad de sanciones adicionales en otros sectores si ellos consideran imperialmente que fuera necesario.

Además, arbitrariamente se han impuesto restricciones de visado a cientos de funcionarios del gobierno nicaragüense, incluyendo personal militar, judicial y universitarios.

Otra área importante del accionar de la administración Biden, ha sido la presión sobre la cooperación entre Nicaragua y Rusia. En el contexto de la guerra en Ucrania, Estados Unidos ha expresado su preocupación por presencia militar rusa en Nicaragua y las votaciones a favor de Rusia en la ONU. A nivel migratorio, el gobierno de Biden también ha tratado de vincular al gobierno en el tráfico de migrantes.

Un desglose detallado de las principales acciones de política exterior de la administración Biden hacia Nicaragua integra:

1. Órdenes ejecutivas y leyes específicas

La Orden Ejecutiva 13851, emitida por primera vez en 2018 con Trump, fue reforzada en 2021 con Biden. Esta orden se utilizó para bloquear los activos de nicaragüenses y entidades del gobierno nicaraguense. Bajo esta orden, el Departamento del Tesoro expandió las sanciones para incluir a los más altos funcionarios del gobierno.

2. Sanciones del Departamento del Tesoro

Octubre 2022. Sancionó a empresas claves en el sector del oro, como la “Empresa Nicaragüense de Minas” (Eniminas). Estas sanciones buscan limitar los ingresos del gobierno sandinista provenientes del oro, uno de los productos de exportación más lucrativos del país.

Mayo 2023. Centro de entrenamiento militar ruso en Managua. El Tesoro designó este centro como una entidad sancionada, debido a su papel en el entrenamiento de la Policía Nacional de Nicaragua. Este centro es considerado un instrumento que también afecta la seguridad regional.

3. Medidas migratorias

Restricciones de visado. En un esfuerzo continuo desde 2021, el Departamento de Estado ha restringido visados para más de 1,400 personas relacionadas con el gobierno nicaragüense, incluyendo jueces, militares, policías y familiares de altos funcionarios.

Estas acciones descritas anteriormente reflejan la intención de la administración Biden de limitar tanto el poder económico como la capacidad operativa del gobierno nicaraguense mediante sanciones, presión diplomática y restricciones en los sectores económicos y de seguridad. A través de estas medidas, EEUU busca respaldar a su base de apoyo de la oposición política en Nicaragua que promueve sus intereses de política exterior y que, eufemísticamente, la denomina “la sociedad civil” que debe derrocar al gobierno.

Si Kamala Harris habría triunfado, veríamos un continuismo en la política implementada por Joe Biden, pues le sirvió como vice presidente. Desde luego, habrán nuevas acciones agresivas según la coyuntura internacional y electoral en Nicaragua en el 2025.

Con Donald Trump tras las elecciones de 2024, es mas que probable que su política exterior hacia Nicaragua siga una línea de dureza similar a la que implementó durante su primera administración, y manteniendo y haciendo mas duras las acciones que queden en vigencia de la administración Biden.

Las proyecciones para una política exterior de Trump hacia Nicaragua podrían incluir los siguientes elementos clave:

1. Incremento de sanciones económicas

Sanciones más amplias en sectores económicos estratégicos. Trump podría endurecer las sanciones económicas, especialmente en sectores como la minería (oro y otros recursos), el petróleo y los servicios financieros. Durante su administración previa, Trump ya había impuesto sanciones contra altos funcionarios y entidades vinculadas al gobierno nica, y su política en 2025 podría extender esas sanciones para bloquear cualquier apoyo económico internacional.

Reducción del financiamiento externo. Trump también podría buscar presionar aún más a las instituciones financieras in t ernacionales, par a c ortar el financiamiento a Nicaragua. Esto podría significar esfuerzos adicionales para que el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y otros organismos suspendan préstamos a Nicaragua.

2. Fortalecimiento de la alianza en seguridad regional

Despliegue de una postura más agresiva contra las relaciones con Rusia y China. En el contexto de la cooperación militar entre Nicaragua y Rusia y que ésta pueda ampliarse con China, Trump probablemente consideraría estas alianzas como una amenaza para la estabilidad regional y un punto de presión en su política exterior. Trump podría a presionar a otros países en América Latina para que reduzcan sus lazos con Nicaragua, especialmente en asuntos de seguridad.

Aumento de restricciones a funcionarios nicaragüenses. Trump, al igual que Biden, podría expandir las restricciones de visado y sanciones personales, ampliando la lista de funcionarios del Estado. Esto incluiría a jueces, militares, oficiales de policía y otros, en un esfuerzo por aislar y bloquear el acceso a recursos fuera de Nicaragua.

3. Apoyo directo a la oposición

Financiamiento y apoyo diplomático a la oposición. Trump podría restablecer e incrementar programas de ayuda a la oposición, quinta y sexta columna nicaragüense, bajo la premisa de promover la democracia y los derechos humanos. Esto podría traducirse en más recursos destinados a ONGs que monitorean los derechos humanos, y medios de desinformacion masiva en las redes sociales con bases fuera del país y dentro de los EEUU.

Visibilidad y condena a nivel internacional. Con un enfoque más directo en el tema sobre los derechos humanos, Trump podría intensificar las críticas al gobierno en foros internacionales, buscando formar alianzas con otros gobiernos de América Latina y Europa, para coordinar medidas agresivas intervensionistas en conjunto.

Restricciones migratorias

Enfoque en la migración y seguridad fronteriza. La Casa Blanca con Trump probablemente intensificaría las medidas migratorias y de control fronterizo, más estrictos para los ciudadanos nicaragüenses, así como la amenaza o expulsion masiva de nicas desde los EEUU.

En general, la nueva administración de Trump será probablemente aún más dura con Nicaragua, priorizando una política de aislamiento económico, político y fortalecer mediante sanciones y alianzas estratégicas con otros países en la región.

El comandante Daniel Ortega nos advierte siempre sobre una realidad cruda que gane uno u otro la Casa Blanca, ¡la amenaza imperial siempre estará latente!

(*) Director del Centro Regional de Estudios Internacionales CREI.