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Hay posibilidad de una Guerra Nuclear? C/ Manuel Espinoza J. Dir. del CREI A partir del 24′:24

Situación de mayor peligro: 1) Amenaza de guerra nuclear ? Porqué y dónde? 2) Segundo frente de guerra: Medio Oriente. Que está sucediendo? 3) Elecciones USA a la.luz de estos acontecimientos: Que papel juegan los EEUU? Habrá diferencia si gana Trump o Kamala Harris? 4)La ONU y la asamblea anual. Que van a solucionar?

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¿Llegarán a Noviembre? Elecciones USA 2024. C/ Manuel Espinoza, Director del CREI

El proceso electoral estadounidense, analizado por Msc. Manuel Espinoza Jarquín, Director del Centro Regional de Estudios Internacionales, #CREI, está muy complicado por los intereses de los grupos de poder, que no son necesariamente los partidos tradicionales. ¿Qué se esconde tras estos intereses? ¿Por qué podría peligrar la integridad de los candidatos Kamala #Harris, #democrata, y Donald #Trump, #republicano, en este proceso electoral? Intentamos responder estas y otras incógnitas en esta edición de Sumando Vigores, en ExtraPlus.

Tras el segundo intento de asesinato a Donald Trump surgen serias preocupaciones por lo peligroso de las elecciones en Norteamérica. Manuel Espinoza, Direcor del Centro Regional de Estudios Internacionales (CREI), Analista Internacional y especialista en Estados Unidos y Rusia aborda el tema con el periodista Nestor Espinoza, Director de EXTRAPLUS

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“La guerra civil 2.0 en USA como resultado de las elecciones presidenciales 2024” Por: Manuel S. Espinoza J. -Director CREI

Revista: Visión Sandinista (Nicaragua)

https://www.visionsandinista.net/2024/09/17/la-guerra-civil-2-0-en-usa

Como resultado de las elecciones presidenciales 2024
La guerra civil 2.0 en USA

sandinista — 17 septiembre, 2024 add comment

La guerra civil 2.0 en USA

Manuel S. Espinoza JarquIn (*)

Donald Trump recibió un segundo atentado de asesinato el 15 de septiembre en un club de golf en West Palm Beach. El sospechoso, Ryan Routh de 58 años, oriundo de Hawai, está relacionado con el reclutamiento de mercenarios para Ucrania, para el batallón fascista “Azov”. ¿Pero, cómo sabía este tipo la información del paradero ese día del candidato a Presidente por los republicanos? ¿Quién le facilitó esa información no pública?

Si bien es cierto ambos partidos, desde las elecciones de George W. Bush jr., rompieron las reglas de engagement electoral bipartidistas. es posible que no sean necesariamente los demócratas los que estén detrás de los intentos de asesinatos a Trump.

Tal y como cerré en el último párrafo del artículo “Quién dice que son democráticas? Las elecciones más peligrosas de USA”, en el numero anterior de la revista Visión Sandinista de agosto, “hay un riesgo permanente que uno de los candidatos no llegue vivo al día de las elecciones en Estados Unidos”. (vean: https://www.visionsandinista. net/2024/08/24/las-elecciones-mas- peligrosas-de-usa/).

Estas elecciones presidenciales en los EEUU sirven y servirán de factor analítico para entender la profundidad de su división nacional. Basta con ver las diferencias pronunciadas entre los candidatos principales a ocupar la Casa Blanca a partir del próximo 20 de enero del 2025. Y la diferencia no solo se observa en la diversidad de género en los candidatos o sus profesiones, ocupaciones o experiencia política.

Los temas que cada uno de los aspirantes a presidente está impulsando, no solo demuestra diferentes plataformas de contenido político, valores y ética de la sociedad norteamericana que de una u otra manera representan el sentir y pensar del electorado. Lo anterior resulta ser muy importante para entender los EEUU del siglo XXI y su futuro cercano y a mediano plazo.

En este contexto nuevamente vuelve a surgir el tema de un enfrentamiento mayor del que se dio en las elecciones presidenciales del 2020, pues éstas dejaron muchas minas en cada Estado de la federación aun cuando el sistema electoral USA está más que claro con la existencia del colegio electoral. Se habla de hasta una Guerra Civil 2.0 (la primera fue en 1861-1865 durante la guerra de secesión)

Hay temas aun recurrentes desde ese periodo como la visión de un gobierno central robusto, bien efectivo y estructurado, versus mayor poder a los Estados miembros de la federación. Pero Donald Trump por sí solo es un factor de división no solo partidario dentro de los republicanos, sino social y sistémico en su discurso anti Deep State. ¿Y qué tan interesados pueden estar los republicanos para provocar una guerra civil?

Las bases sólidas de Trump

Trump, de una u otra manera, incitó a la toma del Capitolio el 6 de enero del 2021 al denunciar el fraude y robo en las elecciones presidenciales. Sus bases partidarias evangélicas y de la extrema derecha como Proud Boys, Boogaloo Boys, The Ohio Defense Force, Patriot Keepers y los Oath Keepers demostraron su firme decisión de ir hasta en contra de la Constitución, como igual lo hizo Trump.

El hecho anterior debe ser tomado en cuenta de la manera analítica más acentuada, pues una seria línea roja histórica se cruzó ese 6 de enero; de no haber sido rechazado por varios líderes republicanos de la Cámara de Representante y del Senado como Mitch McConnell, el líder principal, que acusó a Trump de provocar tal acto irresponsable e inconstitucional, que puso en peligro la democracia del país.

Y lo que es peor para muchos es que Trump, en esas elecciones, dejó a 74.2 millones de votantes a su favor y representan un activo que todo este tiempo han estado esperando con ansias su retorno y no de otro republicano. El 63% de esa cantidad de votantes (unos 46,746 millones) aseguran hasta hoy día que las elecciones le fueron robadas por los demócratas. No podemos negar que esta cifra constituye desde ya una base sólida electoral a favor de Trump.

Pero además de obtener la mayor cantidad de votos en toda la historia del partido republicano, habría que incluir unos 36.7 millones de votos, que representan el 44% de los 81.2 millones de votos que recibió Biden en esas elecciones. Estaríamos hablando de unos 100 millones de votantes a favor de Trump o algo cercano, sí y sólo sí la ingeniería electoral republicana logra, en estos dos pocos meses que faltan, resaltar los graves problemas de los norteamericanos bajo la administración Biden-Harris.

Vale aclarar que ese 44% que arrojaron las encuestas votaron por Biden no por haber estado a favor del candidato demócrata o por su partido, sino como castigo a Trump por muchos de los errores que cometió durante la pandemia del Covid- 19 y el mal manejo de crisis raciales como la del afrodescendiente George Floyd, que disparó los sentimientos raciales de las minorías y no solo de las afrodescendientes.

Basta en recordar cómo Trump calificó de “Perros viciosos” a los protestantes de lo que ellos llaman la izquierda radical como Antifa y Black Lives Matter, lo que también define a Trump como líder de los blancos y además anti inmigrantes. Esta inclinación de superioridad racial es el caldo para la sopa de un enfrentamiento a estallar en cualquier momento.

Recordemos que Trump se ha autoproclamado no una vez como “El Elegido” y la iglesia evangélica lo califica como “El milagro divino paras salvar a los EEUU”. Y hoy el chico malo, inútil e incapaz ha sido Joe Biden y debe rastrearse (monitorear) cómo ese 44% desea ahora castigar al partido demócrata. Eso explica el cambio rápido planeado de que Kamala Harris sustituya al viejito Biden.

Estas revueltas (riots) inmediatamente no solo activan a la guardia nacional, sino también excitan a los racistas blancos y activan a sus milicias armadas. Las integran unos 200 grupos bien organizados, estructurados por todo el país y con muchos veteranos de guerra y cazadores. Se calculan unos 60,000 muy bien armadas. Altamente peligrosas e impunes en sus acciones paramilitares dentro de los EEUU.

Entre estas está el Ku Kluk Klan, fundado en 1865 ya al final de la primera guerra civil en Tennessee y hasta hoy con plena libertad de acción. Ni siquiera durante la administración de Barack Obama (un presidente afrodescendiente) se pudo abolir.

Terrible perfil de la democracia USA

La democracia USA es tan grande y viciosa que su perfil de odio supremacista blanco WASP (White Anglosaxon Pure) racista, evangélico anti-católico, xenofóbico, antisemita en contra de los árabes, homofóbico y anticomunista, parece no importar nada.

¿Pero cuál puede ser la chispa que encienda todo un polvorín acumulado de discriminación, desigualdad económica, cultural y odio racial? ¿Será otro tiroteo en alguna escuela? ¿Un tercer y decisivo atentado a Trump u otro caso de asesinato impune de un afro-descendiente a manos de policías blancos?, que por ende han demostrado el surgimiento de acciones extremadamente violentas, de destrucción y pérdidas de vidas y económicas en las localidades donde se dan las protestas.

Pero la guerra civil no solo es la opción declarada muchas veces por los grupos armados de extrema derecha. Muchos gobernadores, congresistas, senadores republicanos lo han expresado abiertamente. Tanto milicianos como políticos opinan que, si no gana Trump, los resultados no se reconocerán y la opción armada está aún abierta desde el 6 de enero del 2020 y por los dos intentos de asesinato a Trump en julio y septiembre de este año.

En agosto del 2023 el congresista por Michigan, Matt Maddock, que muchos creíamos sería el nominado como candidato presidencial por los republicanos, aseguró que “se daría una guerra civil o algo parecido a una revolución si continuaban reprimiendo políticamente a sus partidarios, que ocuparon el Capitolio” (más de 1500 encarcelados y con sentencias severas). Ese mismo mes Colton Moore, senador por Georgia, expresó que “no quería sacar su rifle en una guerra civil”.

Este 2024, un candidato en Carolina del Norte por los republicanos dijo que hay que asesinar ya a unos cuantos y no por venganza, sino por la necesidad de salvar a la nación. Y lo mismo expresó George Lang, senador por Ohio. “Trump y su vice J. D. Vance son el ultimo chance de salvar políticamente a los EEUU. ¡Si perdemos estas elecciones habrá guerra civil para salvar al país y con seguridad la habrá!”.

La temática que facilita el choque de republicanos contra demócratas es amplia, y va más allá de los resultados electorales. La destrucción de los valores cristianos producto del progresismo y wokismo demócrata, sus políticas pro inmigración ilegal y descontrolada, proyectos y leyes pro abortos, leyes a favor de los homosexuales y todo tipo de trans, así como leyes de control de armas en mano de la población. El 42% de los propietarios de casa tienen más de un arma.

No hay duda que tras el segundo atentado de asesinar a Trump, las cosas se pueden salir de control. Los grupos extremistas de los demócratas también se preparan para lo que pueda suceder después del 4 de noviembre próximo. Desde 1989 existe la Acción Anti- Racista (Anti Racist Action) que ven a los blancos como fascistas, han crecido en cantidad y calidad en su capacidad de choque. La NFAC (Not Fucking Around) está armada hasta los dientes para defender a los de color negro.

Las milicias ultraderechistas

Los más radicales como Antifa, considerada por el FBI como terrorista, y Black Lives Matter, especialistas en revueltas, saqueos y linchamiento en las calles contra la impunidad policiaca contra los afrodescendientes. Redneck Revolt, para defender con las armas a comunidades marginadas. John Brown Gun Club, una organización armada con entrenamientos y preparación militar para la defensa de las minorías. Y muchas más como The Base, con entrenamiento militar y acusada de acciones paramilitares, etc.

El tema de la posibilidad de una guerra civil se ha llevado a las encuestas y estas arrojan un 40% de posibilidades después de las elecciones, y una escasa menor cifra antes de lo que queda de resultado, a no ser que el segundo y un tercer atentado a Trump dispare la situación. Las milicias ultra derechistas también pueden hacer lo suyo contra la candidata demócrata. Esta es la otra línea roja que prosigue a la toma inconstitucional del Capitolio en el 2021.

Lo incierto de esto son terceras fuerzas económicas e ideológicas internas que, dentro de los diversos grupos extremistas alrededor de los republicanos o demócratas, estén interesados más en la guerra civil 2.0 que en quien gane las elecciones. Ya ni se diga de las fuerzas externas, interesadas en que no gane Trump y las interesadas en el rápido declive norteamericano. La lista aquí es grande también.

Factores de la ingeniería del sistema electoral basados en el colegio electoral, tendrán mucho que ver en siete de los Estados más inseguros de los 50 a participar. Y como sabemos, de los 538 votos de los electores del colegio, el candidato que reciba 270 será el ganador.

Para ese entonces ni siquiera interesará quién de los candidatos ganó qué tanto de los debates públicos, qué tanto el expertísimo demócrata, al colocar al frente a Kamala Harris, o el republicano, con su apuesta de Donald Trump, tendrá algún valor en ese momento, ni cuál de estos candidatos obtuvieron más del voto popular. Solo valdrá la voluntad del DEEP STATE (Estado Profundo) y la orden que le dé al colegio electoral para inclinar la balanza de la victoria a Harris o a Trump.

Arizona (11), Georgia (11), Michigan (15), Nevada (6), North Carolina (16), Pennsylvania (19), y Wisconsin (10), que son considerados como el campo de batalla (battleground stetes) o Swin States (Estados péndulo), arrojan una sumatoria según las cifras en paréntesis a la par de cada estado con 88 votos del colegio electoral, y son el rascar de cabeza de todos los analistas a la hora de contar votos. Suelen estos ser tan problemáticos, que el resultado en Pensilvania a menudo determina el resultado de toda la campaña electoral.

El voto latino de los inmigrantes sin (ID) documento de identidad podrá generar mayor caos que el devenir de la guerra en Ucrania, o una posible guerra entre la OTAN y Rusia, mientras el uso del arma nuclear táctico no entre en acción en la guerra en Europa. Mucho menos la situación tensante en cuanto al enfrentamiento con China por Taiwán o las Filipinas. O el voto por correo electrónico será otro causal que inclusive no espere a que terminen las votaciones, sino que podrá estallar mucho antes del 4 de noviembre. Este será el argumento angular del fraude electoral.

Tres líneas rojas se han cruzado

Esa denuncia está también ya asegurada. Ya están culpando a los iraníes como en su momento se culpó a Rusia de interferencia en las elecciones del 2016. Tres componentes de la comunidad de inteligencia USA como son la Oficina del Director de Inteligencia Nacional (ODNI), la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) y la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad (CISA), han denunciado que:

“Irán busca avivar la discordia y socavar la confianza en las instituciones democráticas estadounidenses. Irán ha demostrado, además, un interés de larga data en explotar las tensiones sociales a través de diversos medios, incluido el uso de operaciones cibernéticas para intentar obtener acceso a información sensible relacionada con las elecciones estadounidenses”.

Son operaciones de influencia cibernéticas dirigidas a la campaña electoral y específicamente contra Trump. Son efectivas, aseguran las agencias, pues sacaron del juego a Hillary Clinton en el 2016 con 20,000 correos electrónicos del servidor del Comité Nacional Demócrata, que Wikileaks publicó tan solo unos días antes de su nominación. En otras palabras, Irán debe desde ya prepararse si gana Trump, quien satisfará al lobby judío en Washington de destruir a Irán a favor de Israel en el Medio Oriente.

Hacer guerras a sabiendas que no las ganan al final, no es un tema ya ganador en las elecciones USA, al menos –repito- que se tensione a niveles extremos. Y esto solo puede ocurrir en el Medio Oriente con Israel involucrado en guerra abierta con el mundo árabe, como el que se está armando en por lo menos siete frentes de guerra contra los sionistas.

También están ocultos aquellos del Deep State que desean que continúe la guerra y su financiamiento en Ucrania, a lo que Trump ha dicho que acabará al siguiente día de su llegada a la Casa Blanca. O Aquellos que desean financiar más a Israel. O aperturar un mayor conflicto con China. Esos sí pueden generar todo un caos en estas elecciones.

Inclusive, nadie acusará a los demócratas por lo que han gastado en Ucrania o en Israel, pues ese capital no es del pueblo norteamericano. Ese capital es para que se beneficie el complejo militar industrial y los dueños privados de la Reserva Federal; y eso no es tema de debate electoral. Los norteamericanos solo deben saber que lo tienen que pagar algún día con las próximas veinte generaciones que ya nacerán endeudadas.

A menos de dos meses de las elecciones en los EEUU estamos presenciando todo un proceso que es parte del fraude electoral ocurrido en los sufragios del 2020. La coyuntura internacional ha cambiado a más grave y el enfrentamiento político interno en los EEUU a peor. Tres líneas rojas se han cruzado ya: el rompimiento de reglas electorales bipartidistas, el irrespeto a la Constitución y el respeto a la vida de los candidatos a presidente. Cuantas líneas rojas más faltan cruzar los amos de los Estados Unidos para que estalle la guerra civil 2.0, o todo es un caos controlado?

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¿Quién dice que son democráticas?, Las elecciones más peligrosas de USA

Por> Manuel S. Espinoza J., Director del CREI

sandinista — 24 agosto, 2024 

https://www.visionsandinista.net/category/analisi/

Manuel Salvador Espinoza J. (*)

Como lo hemos declarado muchas veces ya, el gobierno de los Estados Unidos es el que critica los procesos electorales en nuestro continente y hasta se permite intervenir durante todo el proceso electoral desde antes de su inicio, seleccionando al candidato de su preferencia; durante la fase de campaña, financia y con el apoyo de los medios de comunicación promueve al candidato, y al final en desconocer o reconocer los resultados de los comicios independientemente donde éstos se realicen.

Y aunque ellos no se ven en un espejo, todos vemos cómo más de una centena de razones de acciones antidemocráticas electorales, se han venido percibiendo en las elecciones de Estados Unidos de Norteamérica en este primer cuarto del siglo XXI. Por lo menos unas veinte razones marcan claramente el declive moral y de la democracia USA, que desde ya ponen en riesgo las próximas elecciones presidenciales en noviembre de este año.

En la lucha por el poder y el triunfo electoral presidencial, tanto el Partido Republicano como el Partido Demócrata implementan diversas estrategias para consolidarse como el partido dominante o partido único, lo que vendría a no solo debilitar el sistema electoral y la democracia bipartidista USA, ya viciada por sí mismo, sino que a la constitución misma y todo derecho del electorado norteamericano.

Las elecciones, fuera de ser una fiesta cívica y democrática, es una acción de guerra política que al final tiene por lógica colocar a un grupo político de poder económico sobre el resto a nivel nacional o, en todo caso, lograr una mejor distribución del poder económico, militar a través de una victoria política electoral.

Estrategias de los republicanos

En este sentido, las estrategias del Partido Republicano han estado dirigidas a:

La masiva restricción al voto. Esto implementa leyes   de   identificación de votantes, reducción de lugares de votación y limitación del voto por correo en estados controlados por republicanos, y lo que desalienta e/o impide el voto en grupos que tienden a apoyar a los demócratas, como la minorías y jóvenes.

El Sitema Gerrymandering, que lo explicamos de manera extensa en la entrega de noviembre del 2020 en Visión Sandinista titulado “El Mega Fraude Electoral en las Elecciones USA” https://www.visionsandinista. net/2020/11/23/el-mega-fraude-electoral-en-las-elecciones-usa-y-el-nexo-con-el-estado-profundo-deep-state/. Bajo este sistema dibujan y redibujan los distritos electorales en estados claves para favorecer la representación republicana en el Congreso, asegurando que las áreas con mayoría republicana tengan más poder y se diluya el voto demócrata.

Movilización del electorado simpatizante, como los cristianos evangélicos y los conservadores rurales, a través de políticas y discursos retóricos que compaginen con sus valores, como la oposición al aborto y la defensa de la Segunda Enmienda, que facilita el derecho de los ciudadanos estadounidenses a poseer y portar armas, ratificada el 15 de diciembre de 1791 con la lógica de: “Siendo necesaria una Milicia bien regulada para la seguridad de un Estado libre, no se violará el derecho del pueblo a poseer y portar armas”.

Una enmienda dañina y peligrosa a la seguridad ciudadana ante tantos tiroteos en las escuelas y lugares públicos que, a menudo con horror, vemos que ocurren en ese país. Demás está decir que esta enmienda ha sido objeto de amplios debates y controversias en el contexto de la legislación sobre el control de armas en los Estados Unidos y con poco éxito, ya que las empresas vendedoras de armas realizan todo tipo de lobby y sobornos a los congresistas para su no modificación.

Bloqueo de nombramientos judiciales, como ocurrió con la confirmación de la juez Amy Coney Barrett en 2020. Una jugada que les garantiza influencia a largo plazo con jueces en la Corte Suprema y tribunales federales, tanto que hoy esa acción aún facilita el posible retorno de Donald Trump a la presidencia.

Estrategias de los demócratas

Entre las estrategias del Partido Demócrata podemos distinguir varias acciones electorales como:

La expansión del voto, promoviendo leyes que amplíen el acceso al voto como la votación anticipada, el registro automático de votantes y la eliminación de restricciones de identificación, con el objetivo de aumentar la participación de grupos demográficos que tienden a apoyar a los demócratas.

Diversidad de alianzas con minorías étnicas, comunidades LGBTQ+, mujeres y jóvenes, ofreciendo políticas supuestas progresistas y globalista, que defienden necesidades y preocupaciones como los derechos civiles y la igualdad de género que con esa fachada de inclusivas son destructivas a la sociedad, el núcleo familiar, los valores ciudadanos y del individuo.

El control de los medios de comunicación, en manos, sobre todo, de judíos anglosajones que bien han aprovechado la influencia en los medios tradicionales y digitales de comunicación, promoviendo una narrativa y cobertura mediática sesgada para influir en la percepción pública contra los republicanos.

Presión y movilización social con el uso de movimientos y organizaciones sociales como Black Lives Matter o March for Our Lives, para presionar por cambios políticos y movilizar votantes en temas clave como la justicia racial y el control de armas, creando una base activista fuerte, pero sin llegar a las transformaciones necesarias que los afronorteamericanos, latinos y asiáticos realmente necesitan.

Estrategias similares de ambos

Ambos partidos conducen estrategias similares como:

Campañas de demonización y de desinformación. Enmarcan a los candidatos republicanos y sus políticas como extremistas o antidemocráticas, racistas y xenofóbicas, anti migratorias y dictatoriales para alienar a votantes moderados e indecisos. Por ejemplo, en la campaña del 2016 se anunciaba a Donald Trump como agente del Kremlin y en estas elecciones 2024 podemos ver la imagen que se está vendiendo como un psicópata, que se realizó un auto atentado y quien representa una seria amenaza para la democracia.

Mientras tanto los republicanos realizan campañas iguales hacia Kamala Harris, quien ya Trump la ha acusado de mentirosa e incapaz de gobernar. También desinforman con teorías de conspiración, de fraudes y noticias falsas para sembrar dudas sobre la legitimidad de los candidatos demócratas y el buen curso de las elecciones en general.

Control del financiamiento de campañas, para asegurarse el apoyo de grandes donantes y grupos de interés, lo que les permite financiar costosas campañas publicitarias y superar al rival en presencia mediática. El hecho más reciente: la recolección multimillonaria en cuestión de días de Kamala Harris como candidata demócrata.

Litigios electorales en tribunales para impugnar leyes electorales o resultados que consideran desfavorables, buscando anular o modificar elecciones a su favor.

Narrativa de miedo como herramienta política, advirtiendo que la victoria del adversario llevaría al país a la ruina económica, la pérdida de derechos fundamentales o la destrucción del orden social existente y logrado durante la administración en función.

Manipulación del sistema electoral. Ambos partidos son acusados de intentar influir en el diseño del sistema electoral, como la discusión sobre la abolición del Colegio Electoral por parte de algunos demócratas, lo que podría alterar significativamente la dinámica de las elecciones presidenciales.

Deslegitimación del adversario, desprestigiando a la administración o las elecciones ganadas por el adversario ya sea mediante investigaciones, audiencias o campañas de relaciones públicas que siembran dudas sobre la legitimidad del oponente.

Problemas específicos del país

Estas acciones tácticas electorales apenas reflejan una parte de la intensa competitividad entre ambos partidos norteamericanos, en su objetivo de consolidar el poder a largo plazo en el escenario político estadounidense. Pero existen problemas específicos que están transformando fundamentalmente a los Estados Unidos al reducir las libertades individuales, y poniendo en riesgo la seguridad del país a un plazo muy cercano.

Defensa de la Segunda Enmienda como la vista en el 2013, tras el tiroteo en la escuela primaria Sandy Hook, en Connecticut, que obligó a proponer leyes para limitar la venta de armas de asalto y que no fueron aprobadas a nivel federal porque perjudicaba el comercio de armas a lo interno y los jugosos bonos que muchos miembros del congreso reciben para que nunca prosperen.

El Estado de vigilancia evidente en las revelaciones de Edward Snowden en 2013, que mostraron que la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estaba realizando vigilancia masiva sobre ciudadanos   estadounidenses y extranjeros sin su conocimiento, incluyendo el monitoreo de llamadas telefónicas y correos electrónicos no solo de ciudadanos norteamericanos, sino hasta de mandatarios extranjeros.

Erosión de la libertad religiosa cuando en el 2014 la Corte Suprema de Estados Unidos falló a favor de Hobby Lobby, una empresa cristiana que se oponía a proporcionar ciertos tipos de control de natalidad a sus empleados bajo la Ley de Cuidado de Salud Asequible (Obamacare). Este caso reflejó las crecientes tensiones entre la libertad religiosa y las políticas de salud pública.

El abusivo activismo judicial. En 2015 la Corte Suprema de EEUU, en el caso Obergefell vs. Hodges, legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo en todo el país. Los críticos argumentaron que la Corte estaba imponiendo su ideología al país, en lugar de dejar que los estados decidieran este tema a nivel local.

La agenda globalista, promovida por los demócratas y vista en el acuerdo de París sobre el cambio climático, firmado en 2015, que obligó a los países a cumplir con ciertos objetivos de   reducción de emisiones bajo la estrategia de destrucción de las capacidades de comercialización internacional de sus recursos energéticos estratégicos como gas, petróleo y carbón. Críticos, como Donald Trump, argumentaron que el acuerdo ponía a Estados Unidos en desventaja económica en comparación con países como China e India.

Corrupción política, como se notó en el escándalo de los “Papeles de Panamá” en 2016 y que reveló cómo políticos y empresarios en todo el mundo, incluidos varios de América Latina, escondían dinero en paraísos fiscales para evadir impuestos. Este caso subrayó la corrupción y falta de transparencia en las altas esferas del poder.

La inmigración descontrolada que, desde el 2018 hasta todo lo que va del 2024, caravanas inmensas de migrantes que viajaban desde Centroamérica hacia Estados Unidos, ha provocado serios debates sobre la crisis en la frontera sur, especialmente en ciudades fronterizas republicanas como Tijuana, México y El Paso, Texas.

Estas, al ver sobrecargados sus sistemas de asilo y recursos locales, optaron por enviarlos a otros estados demócratas, inclusive a la capital. Con gran decepción se puede ver gigantescos asentamientos en calles y avenidas principales de Los Ángeles, San Francisco, New York, Washington D.C, etc.

La política de ambientalismo radical ampliada en 2019, cuando era claro que las políticas radicales propuestas, como el Green New Deal en Estados Unidos, dañarían la economía y las libertades personales con el aumento de la impresión del dólar en cantidades exorbitantes para este propósito.

La expansión del poder gubernamental expuesto durante el ejercicio de control global conocido ya como la pandemia del Covid-19 (2020); muchos gobiernos, incluyendo el de California bajo el gobernador Gavin Newsom, impusieron restricciones estrictas como   cierres de negocios y toques de queda. Esta demostración fue un claro ejemplo de cómo el gobierno puede ejercer demasiado control sobre la vida diaria de las personas.

Falsas políticas de identidad como fue el caso del movimiento Black Lives Matter, que ganó prominencia tras la muerte de George Floyd en 2020. Si bien muchos apoyan su lucha contra la injusticia racial, otros critican que el enfoque en la raza puede dividir a la sociedad y aumentar las tensiones raciales, sobre todo cuando su uso es meramente por cantidad de votos para llevar a los demócratas al poder y no por verdaderas reivindicaciones de los derechos de las minorías raciales.

Declive de los estándares educativos que a menudo se ve en claros ejemplos como en el 2020 en el Distrito Escolar Unificado de San Francisco, que decidió renombrar 44 escuelas que llevaban el nombre de figuras históricas como George Washington y Abraham Lincoln, alegando que eran símbolos de opresión. Está claro que solo se trata de una agenda política y no centrado en la educación y enseñanza de hechos históricos y habilidades esenciales.

Corrupción en los medios. Durante las elecciones presidenciales de 2020, el escándalo sobre la laptop de Hunter Biden, hijo del presidente Joe Biden, fue cubierto de manera muy diferente por distintos medios como The New York Post, que publicó la historia ampliamente, mientras que otros como The New York Times fue acusado de minimizar o ignorar la historia, lo que llevó a acusaciones de parcialidad.

La falta de integridad electoral en las elecciones presidenciales de 2020, con serias acusaciones de fraude electoral, especialmente en estados claves como Georgia y Pennsylvania. Aunque los tribunales rechazaron la mayoría de las demandas, la controversia alimentó una profunda desconfianza en el proceso electoral entre muchos votantes que hasta hoy persisten en la discusión electoral actual.

La erosión de la libertad de expresión, se pudo ver en 2021  cuando Twitter y Facebook suspendieron permanentemente la cuenta del expresidente Donald Trump, obligándolo a abrir su propia red social. Lo anterior demuestra del poderío anglo-sionista de las grandes plataformas tecnológicas que están controlando todas aquellas voces anti sistémicas.

Los gastos militares en aumento década tras décadas en guerras proxy, sin fin y sin victorias más que el repudio y rechazo internacional. Desde Afganistán (desde el 2001) e Irán (2003), pasando por Libia, Siria (2011) hasta el financiamiento de más de 200 mil millones de dólares en financiamiento del régimen de Zelensky en Ucrania (2022-2024) han generado una conciencia anti bélica en el electorado en general.

Sistema de rechazo, malestar e implosión

Con elementos antes mencionados como la permisión de la inmigración ilegal, la represión racial y la impunidad policiaca contra las minorías afrodescendientes, la falta de asistencia social ante el desgaste por los gastos astronómicos militares viene generando un sistema de rechazo, malestar e implosión paulatina en la sociedad norteamericana, generando el rechazo al liderazgo político gubernamental.

Lo anterior se ejemplifica en la Militarización de las Disputas Políticas, vistas en las protestas tras la muerte de George Floyd en 2020, se convirtieron en disturbios en ciudades como Portland y Kenosha, donde se produjeron incendios, saqueos y enfrentamientos violentos destructivos a la moral y a la pérdida de la identidad nacional producto de la oleada migratoria no regulada. Otro claro ejemplo fue la toma del capitolio por parte de los simpatizantes de Trump en el 2020, después que declarara fraude electoral.

Técnicamente, tanto el perverso Colegio Electoral como los estados indecisos, hacen de la elecciones nada justas o democráticas. Si bien es cierto es hasta posible llegar a eliminar al Colegio Electoral, pero es harto difícil acertar la inclinación en cada elección de los estados indecisos, que son seis estados los que marcarán la victoria del próximo presidente USA.

Por ejemplo, los votos de Nueva York pueden no decidir nada. Ni la de los que viven y votan en California, que es el estado más grande del país. Es por la forma en que se elige al presidente, ya que hay estados que no marcan la diferencia. Pero Arizona, Georgia, Michigan, Wisconsin, Nevada y, especialmente, Pensilvania, la marcan. Es en estos seis estados donde se desarrolla esencialmente la campaña electoral presidencial.

Es que los votantes en estos estados están divididos casi por igual entre republicanos y demócratas. Cuando alguien gana una elección aquí, normalmente lo hace con un margen de unos pocos puntos porcentuales, ¡o incluso hasta una fracción de porcentaje! Eso es lo que sucedió en el 2016 a favor de Trump, o todo lo contrario como lo fue en el 2020 a favor de Biden.

En ambas elecciones los seis estados pasaron de un partido a otro. Nada raro. Hay estados rojos declarados (republicanos) y azules (demócratas). Pero es que estos seis estados son indecisos como Pensilvania, que ha generado la convicción de que quien gane en él, gana las elecciones a nivel nacional.

Con el atentado o auto atentado a Donald Trump, donde por milímetros casi pierde la vida, las elecciones en Estados Unidos se han tornado muy peligrosas y sobre todo en un periodo de su historia política donde el escenario de una segunda guerra civil no deja de salir en los medios informativos y analíticos. ¿Es este el último atentado a los candidatos a la Casa Blanca en estas elecciones?

Desde luego que ninguno de los partidos podrá alcanzar el nivel de partido único, pero sí se está claro que ésta será la única elección presidencial que pueda desatar una enorme fractura no solo política, sino hasta territorial, que hagan que posiblemente lleguen a ser las últimas elecciones en Norteamérica. Y esto sin incluir el declive generado por el accionar de factores externos que emanan de su enfrentamiento contra China, Rusia, Irán y Corea del Norte o por la consolidación de los BRICS.

Por lo tanto, no solo se trata de entender una serie de enormes problemas que la sociedad norteamericana padece y adolece por el formato antidemocrático de la política interna norteamericana. Se trata de entender antiguos y nuevos factores que integran una nueva realidad interna y externa de los EEUU, en una coyuntura internacional que permanentemente está socavando y amenazando los pilares principales de la estructura del poder nacional y global yanqui.

El candidato que escoja no el pueblo USA, sino el Deep State (estado profundo) a salir victorioso en las elecciones presidenciales de noviembre 2024, primero deberá llegar vivo al final de la contienda y en una sociedad que no entre a una nueva guerra civil para poder lidiar con una potencia en declive y en la ya iniciada tercera guerra mundial.

Director del Centro Regional de Estudios Internacionales CREI