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¿Qué es la doctrina del destino manifiesto?

Ene 21st, 2025 · Comentarios desactivadosen ¿Qué es la doctrina del destino manifiesto?

Progreso americano’, de John Gast (1872). Fuente: Biblioteca del Congreso de Estados Unidos (Wikimedia Commons

Felipe LlambíasTítulo del autor,BBC News Mundo

Habían pasado pocos días desde que el Congreso de la República de Texas -un país de cortísima vida, de 1836 a 1845- aprobaba unirse a Estados Unidos y O’Sullivan celebraba la incorporación de ese vasto territorio como parte de un designio divino.

“Otras naciones han emprendido una (…) interferencia hostil contra nosotros, con el objeto declarado de frustrar nuestra política y obstaculizar nuestro poder, limitando nuestra grandeza y frenando el cumplimiento de nuestro destino manifiesto de extendernos por el continente asignado por la Providencia para el libre desarrollo de nuestros millones que se multiplican anualmente”, continuó O’Sullivan.

Texas, que había sido dominio español y luego fue parte de México tras su independencia, se fue poblando cada vez más con estadounidenses que cruzaban la frontera alentados por el gobierno de su país.

Cuando México adoptó una reforma constitucional que dejaba atrás un Estado federal para pasar a ser uno centralista en 1836, los texanos decidieron independizarse por la fuerza primero y formar parte de EE.UU. después.

Esta no era la primera vez que EE.UU. crecía en superficie desde las iniciales 13 colonias británicas sobre la costa este de Norteamérica que declararon su independencia en 1776.

Pero O’Sullivan puso en palabras la idea que prevalecía en EE.UU.: tenían un destino manifiesto encomendado por Dios para expandir su territorio.

Y ese destino manifiesto se explicaba por otro concepto fundacional arraigado en esa sociedad: el denominado “excepcionalismo estadounidense”, una idea de pueblo superior a los demás, elegido por Dios.

Esta convicción continuó en el imaginario colectivo estadounidense durante décadas, y se vio reflejada en numerosas políticas impulsadas desde Washington.

Una caravana de emigrantes cruzando las llanuras en un viaje de Kentucky a California durante la expansión hacia el oeste de Estados Unidos, alrededor de 1850.

Pie de foto,El destino manifiesto fue ilustrado en diversas obras pictóricas.

Tan incorporada está esta doctrina en el pensamiento estadounidense que la actual candidata demócrata a la presidencia, Kamala Harris, la expresó en su discurso ante la Convención Nacional Demócrata en agosto.

“En nombre de todos aquellos cuya historia solo podría escribirse en la mayor nación en la Tierra, acepto su nominación para ser presidenta de los Estados Unidos de América”, dijo la candidata.

Los republicanos también así lo creen. La primera frase de la plataforma de su campaña electoral 2024 dice: “La historia de nuestra nación está llena de historias de hombres y mujeres valientes que dieron todo lo que tenían para convertir a EE.UU. en la nación más grande de la historia del mundo”.

Y el germen de este pensamiento se remonta a su nacimiento como país.

Las raíces

“Es un conjunto de ideas que empiezan a desarrollarse en el siglo XIX de manera explícita, pero tienen su origen bastante más atrás, en la época de la temprana colonización”, le cuenta a BBC Mundo la historiadora mexicana Alicia Mayer.

La conformación de las colonias británicas en América se dio en medio de un gran enfrentamiento religioso en Europa.

Cuando los primeros colonos británicos llegaron a América a comienzos del siglo XVII, menos de 100 años habían pasado desde que en Europa la reforma protestante partiera a la Iglesia católica.

En Inglaterra se formó la Iglesia anglicana y luego surgió la facción puritana, que chocaba con la religión de la Corona.

Fue por eso que muchos puritanos encontraron en las colonias británicas en América un lugar ideal donde asentarse y vivir sus creencias sin cortapisas.

Las ideas calvinistas, que son las raíces religiosas de los puritanos, incluían la predestinación -Dios ya había decidido quién sería salvado y quién condenado antes de nacer- y que ellos eran el pueblo elegido.

El desembarco de los colonos puritanos en América del Norte: los Padres Peregrinos desembarcan del Mayflower. 1864, grabado en madera de Cosson y Smeeton según la pintura de Antonio Gisbert.

Pie de foto, Los colonos puritanos desembarcaron en América del Norte desde comienzos del 1600.

“El calvinismo tiene la idea de una elección de Dios hacia unos cuantos individuos que se hace extensiva a la idea de elección de naciones enteras. Por otro lado están aquellos que Dios elige para la condenación eterna, los réprobos”, señala Mayer, doctora en historia e investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México.

“También hay naciones enteras de gente inferior y, por lo tanto, dejadas de la mano de Dios”, agrega.

Si los puritanos podían profesar su religión libremente en América, esa era la tierra elegida.

Las tierras de los pueblos indígenas

En 1763, Gran Bretaña controlaba todo el territorio norteamericano desde la costa atlántica hasta el río Misisipi.

Ese año, la corona británica les marcó a los colonos un límite en su avance: los montes Apalaches.

El rey Jorge III quería que las tierras al oeste de esa línea y hasta el río Misisipi fueran dejadas para las comunidades indígenas, pero eso generó indignación entre los recién llegados a América, que querían expandirse y sentían que debían hacerlo.

William Penn llega a Upland, Chester, provincia de Pensilvania en 1682.

Pie de foto,Los colonos británicos fueron conquistando cada vez más territorios habitados por indígenas.

Ese fue uno de los motivos por los que años más tarde, en 1776, 13 colonias declararon su independencia de la corona británica para formar EE.UU.

El tamaño de las 13 colonias era como el de la actual Colombia, 8 veces menor al territorio estadounidense hoy.

Los líderes de la revolución, conocidos como “Padres fundadores”, veían al país que estaban creando como el nuevo Reino de Israel, la tierra escogida por Dios para sus fieles.

“Los Representantes de los Estados Unidos de América, reunidos en Congreso General, apelamos al Juez Supremo del mundo por la rectitud de nuestras intenciones”, se lee en el documento fundacional.

Interior de la cabaña de una casa pionera de la década de 1640. Hombre, mujer y bebé en una cuna. Chimenea familiar. Peregrino y puritano. Nueva Inglaterra colonial.

Pie de foto, El puritanismo marcó el individualismo estadounidense.

La impronta de nación elegida por Dios se vio rápidamente reflejada en el escudo nacional, denominado Gran Sello.

Para este emblema, Thomas Jefferson -principal autor de la declaración de independencia y uno de los “Padres fundadores”- imaginó a los estadounidenses como “los hijos de Israel en el desierto”.

Benjamin Franklin, otro de los políticos que fundó EE.UU., sugirió que tuviera a “Moisés alzando su vara y dividiendo el mar Rojo, y el faraón, en su carruaje, inundado por las aguas”. Una escena que recreaba el pasaje bíblico de los israelitas perseguidos por los egipcios.

Al final se optó por otra alternativa, también cargada de simbolismo.

El escudo, o blasón, «nace en el pecho de un águila estadounidense sin ningún otro apoyo para indicar que los Estados Unidos de América deben confiar en su propia virtud», explicó Charles Thomson, quien creó el diseño final, en su informe original.

Del otro lado del sello se puede ver una pirámide. “El ojo sobre esta y el lema aluden a las muchas y señaladas interposiciones de la providencia en favor de la causa estadounidense”.

Versión original del Gran Sello de Estados Unidos.

Pie de foto,Versión original del Gran Sello de Estados Unidos.

La gran compra

La expansión siguió en 1803.

EE.UU. estaba interesado en quedarse con Nueva Orleans, ciudad controlada por Francia, porque su puerto era estratégico para el comercio, así que les ofreció a los franceses comprarles ese territorio.

El entonces primer cónsul francés, Napoleón Bonaparte, hizo una contraoferta: venderle todo Luisiana, que en esa época iba desde el río Misisipi hasta las montañas Rocosas y desde el golfo de México hasta la frontera con Canadá.

Bonaparte quería deshacerse de ese territorio y para EE.UU. implicaba duplicar el tamaño del país.

Jefferson, entonces presidente, se vio seducido por semejante oportunidad expansionista, se endeudó y compró Luisiana.

Y la intención era continuar hasta llegar al océano Pacífico.

“Era la noción de From sea to shining sea, de costa a costa”, explica Mayer.

"Hacia el oeste sigue su curso el imperio", de Emanuel Gottlieb Leutze. Simboliza el Destino Manifiesto, la creencia de que Estados Unidos estaba destinado a la exploración y expansión hacia Occidente, desde las colonias iniciales a lo largo de la costa atlántica hasta el océano Pacífico.

Pie de foto,»Hacia el oeste sigue su curso el imperio», de Emanuel Gottlieb Leutze, simboliza el destino manifiesto.

Dos décadas más tarde, la idea avanzó hacia la independencia de todo el continente del dominio europeo, cuando el presidente James Monroe dio un discurso ante el Congreso en el que advirtió a los países del viejo continente que cualquier intervención en América sería tomada como una agresión directa a EE.UU., y que actuarían en consecuencia.

Como principio en el que están en juego los derechos e intereses de EE.UU., el de que los continentes americanos, por las condiciones de libertad e independencia que han asumido y mantienen, no deben ser considerados en adelante como sujetos de futura colonización por ninguna potencia europea”, dijo Monroe.

Mayer parafrasea esta concepción de la siguiente manera: “Nuestro destino es expandirnos para para enseñarles a todos los americanos que nuestras instituciones republicanas son mejores que las monarquías de Europa”.

Es lo que se denominó la Doctrina Monroe, qué también explica la política expansionista y la posterior protección de los intereses económicos de EE.UU. en América.

La historiadora mexicana señala que además existía “una separación ideológica, religiosa y cultural entre EE.UU. y las colonias hispánicas”, donde los protestantes aborrecían al catolicismo impuesto por los españoles, y querían que su forma de ver el mundo prevaleciera.

La idea de nación

Antiguo grabado de la conquista de Nuevo México en el que se ve al general Stephen Kearny proclamando el territorio como parte de Estados Unidos.

Pie de foto,Antiguo grabado de la conquista de Nuevo México en el que se ve al general Stephen Kearny proclamando el territorio como parte de Estados Unidos.

En EE.UU., sobre todo en Nueva Inglaterra y en los estados del Atlántico Medio, el nacionalismo se acentuó entre 1820 y 1840.

“Hay un proyecto nacional que implica expansión, y cualquiera que se oponga a la expansión, por definición, no es un buen y verdadero estadounidense”, le explica a BBC Mundo el historiador sueco Anders Stephanson.

Las décadas de 1830 y 1840 fueron de resurgimiento religioso “muy poderosamente protestante, con un énfasis en la selección, en la elección de los elegidos”, señala.

“Se llevarán a cabo propósitos divinos en un sentido político y la esencia de ese proceso es la apropiación de cada vez más tierras en el continente norteamericano”, dice Stephanson, profesor de historia en la Universidad de Columbia (EE.UU.) y autor del libro “Destino manifiesto. La expansión estadounidense y el imperio del derecho”.

“No habría sucedido así si no hubiera habido ese resurgimiento religioso”, recalca.

Las elecciones de 1844

Texas fue una república independiente desde 1836, cuando se separó de México.

Ocho años más tarde, en EE.UU. se celebraron unas reñidas elecciones presidenciales entre el Partido Demócrata y el desaparecido partido Whig. Y el asunto Texas era clave.

El demócrata James Polk no era el favorito de su partido, pero gracias a sus ideas expansionistas logró el apoyo del expresidente Andrew Jackson -quien había liderado las conquistas de territorios indígenas- y con ello ganó la interna.

Al mismo tiempo, los texanos, que habían pasado a ser mayoritariamente colonos y descendientes de colonos británicos, también querían unirse a EE.UU.

Tras ganar la presidencia, Polk negoció y anexó Texas. Pero quería más.

Los defensores texanos de El Álamo luchan contra soldados mexicanos dentro de los muros de la fortaleza. Davy Crockett (1786-1836), en el centro a la derecha, con su fusil sobre la cabeza, murió en el asedio.

Pie de foto,Los primeros enfrentamientos con los mexicanos fueron en Texas.

El periodista John O’Sullivan lo describió de la siguiente manera.

“Texas ha sido absorbido por la Unión en el inevitable cumplimiento de la ley general que está desplazando nuestra población hacia el oeste; la conexión de esto con esa tasa de crecimiento de la población que está destinada dentro de cien años a aumentar nuestras cifras a la enorme población de doscientos cincuenta millones (si no más) es demasiado evidente para dejarnos en duda del designio manifiesto de la Providencia con respecto a la ocupación de este continente”.

“Imbécil y distraído, México nunca podrá ejercer ninguna autoridad gubernamental real sobre” California, agregó.

Un designio controversial

Al inicio, el destino manifiesto “no era una ideología política de consenso, sino un grito partidista de una corriente particular dentro del Partido Demócrata”, le cuenta a BBC Mundo el historiador estadounidense Jay Sexton.

“En la década de 1850 se convirtió en un término más utilizado y normalmente lo empleaban de forma peyorativa quienes se oponían a la expansión imperial de EE.UU.”, agrega.

Ya con Texas anexado, una disputa entre EE.UU. y México acerca de cuál era el límite entre ambos países fue la excusa que le dio pie a Polk a declararle la guerra al país vecino, que por entonces vivía una gran inestabilidad política.

Escena de combate cuerpo a cuerpo entre tropas estadounidenses y mexicanas durante la Batalla de Palo Alto, cerca de la actual Brownsville, Texas, el 8 de mayo de 1846.

Pie de foto,La Batalla de Palo Alto, cerca de la actual Brownsville, Texas, el 8 de mayo de 1846.

“La guerra contra México es un tema increíblemente polémico en la política estadounidense y en las elecciones intermedias de 1846”, recuerda Sexton, profesor de historia en la Universidad de Misuri y autor del libro “La Doctrina Monroe: imperio y nación en los Estados Unidos del siglo XIX”.

“Y también está el gran debate sobre qué parte de México tomar”, añade.

El presidente demócrata, señala el historiador estadounidense, creía que debían tomar California o los británicos o franceses lo harían. “Tenemos que hacerlo primero”, era su pensamiento.

La guerra (o invasión) de México

La guerra comenzó en 1846 y el avance de las tropas estadounidenses fue imparable.

“Polk iba por todo México”, dice Mayer.

México había quedado destrozado por la guerra de independencia y no tenía el poderío militar estadounidense.

Stephanson apunta que en 1824, EE.UU. y México tenían aproximadamente el mismo tamaño y la población del primero era apenas superior a la del segundo.

Pero en 1850, EE.UU. tenía 23 millones de habitantes y México solamente 7,5 millones.

Tercer día del asedio de Monterrey, el 23 de septiembre de 1846.

Pie de foto,Tercer día del asedio de Monterrey, el 23 de septiembre de 1846.

México terminó humillado con la bandera de EE.UU. ondeando en la principal plaza de la capital, el Zócalo, el 14 de septiembre de 1847.

“La negociación de las fronteras fue muy complicada y el enviado de Polk, Nicholas Trist, fue el salvador de México, porque firmó el Tratado de Guadalupe Hidalgo sin la autorización de Polk”, afirma Mayer.

De todas formas, existían presiones en EE.UU. para no quedarse con todo el territorio mexicano, donde hablaban del mestizaje de forma muy despectiva.

“Se veía a México como una nación de gente inferior -una idea discriminatoria que forma parte de las raíces ideológicas estadounidenses- y había políticos que preferían no anexar todo el país porque eso generaría problemas raciales”, recuerda la historiadora.

La entrada del general Scott al Zócalo de la Ciudad de México en la guerra entre México y Estados Unidos.

Pie de foto,La entrada del general Scott al Zócalo de la Ciudad de México, con la bandera de EE.UU. izada en el Palacio Nacional.

“Para los estadounidenses, las mezclas raciales que habían sucedido en las colonias del imperio hispánico eran aberrantes. Parte del destino manifiesto es la exaltación de la raza blanca anglosajona”, agrega.

“Dios favorecía a los protestantes angloparlantes, quitándoles tierras a la Iglesia católica, abriendo nuevos mercados y nuevos territorios para la producción agrícola y para el comercio”, explica Sexton.

“Nuevos territorios para el asentamiento, nueva expansión del protestantismo, tal como lo vemos nosotros, es imperialismo. Ellos lo ven como el pináculo del liberalismo victoriano”, sostiene el experto.

Batalla de Chapultepec, septiembre de 1847. Las fuerzas estadounidenses al mando de Winfield Scott derrotaron a las mexicanas al mando de Nicolás Bravo.

Pie de foto,La Batalla de Chapultepec, en septiembre de 1847

Una doctrina ampliada a través del tiempo

La visión expansionista de los gobiernos fue evolucionando desde los “Padres fundadores” en adelante.

“Hay una verdadera progresión del expansionismo de Jefferson a Jackson y luego a Polk. Jefferson comienza con la remoción de los indios, pero después Jackson la acelera. Y más adelante, por supuesto, Polk, al tomar el suroeste, pone todo eso a máxima velocidad”, afirma Sexton.

Stephanson agrega: “Aunque existen diferencias, la idea es que el compromiso fundamental con la expansión que EE.UU. ha encarnado es bueno por naturaleza”.

Batalla del Río San Gabriel

Pie de foto,La Batalla del Río San Gabriel, en enero de 1847.

El destino manifiesto siguió presente en el siglo XX ya no necesariamente expandiendo su territorio sino controlando -o intentando controlar- el mundo desde la política exterior y la economía.

El historiador sueco recordó que este destino manifiesto, resignificado, llegó hasta el siglo XXI con George W. Bush o Barack Obama y sus guerras e incursiones militares.

La consejera de Seguridad de Bush, por ejemplo, defendía en 2002 la guerra que le había declarado EE.UU. a Irak bajo el argumento de que el país tiene el «derecho a la legítima defensa anticipada», como se había visto «desde la crisis de los misiles cubanos en 1962 hasta la crisis en la península de Corea en 1994».

“Como dijo el presidente, tenemos la responsabilidad de construir un mundo que no solo sea más seguro, sino también mejor”, señaló.

“Siempre que hay una crisis surge la evocación de un destino manifiesto y sólido. Nada más destinarista que la idea, siempre esgrimida en las ocasiones importantes, de que EE.UU. es la nación indispensable”, dice Stephanson.

“Es la convicción histórica del mundo de que lo que EE.UU. haga o deje de hacer es decisivo para el futuro de la humanidad. Y eso es pensamiento destinarista”, concluye.

Cortesía de BBC News Mundo

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El primer genocidio del siglo XX: la tragedia del África del Sudoeste Alemán

Por Dr. Suarez Saponaro

La colonización europea de África de fines del siglo XIX, dejó muchas heridas abiertas, entre ellas el genocidio de los pueblos herero y namaqua en la actual Namibia, en tiempos de la colonización germana, conocida como África del Sudoeste Alemán.  En 2021, el gobierno alemán reconoció la existencia de un genocidio durante el período colonial, quedando en una declaración con contenido meramente político. No hubo avances en torno a una reparación histórica que reclaman los dirigentes namibios.

Por el Dr. Jorge Alejandro Suárez Saponaro

Especial para LA POLIS. Desde Buenos Aires

En el marco de un año electoral, en 2024, el presidente namibio Hage Geingob al criticar la postura de Berlín en torno al conflicto en Gaza, señaló, que Alemania “es incapaz de aprender las lecciones de su cruel historia». El gobierno namibio aprovechó el ofrecimiento del gobierno alemán, de salir en defensa de Israel, ante la presentación realizada por Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia, contra este último país al acusarlo de cometer crímenes de guerra en el marco de la guerra librada contra el grupo terrorista Hamas en Gaza. Más allá del oportunismo político del presidente Geingob para presionar a los alemanes para retomar la cuestión de la reparación prometida en su momento a los pueblos nama y herero, desató una nueva polémica política tanto en Alemania como en Namibia. Nandi Mazeingo, presidente de la Fundación del Genocidio Ovaherero, expresó al medio alemán DW, que el gobierno namibio debería ir más allá de una negociación bilateral con Alemania, y presentarse ante las Naciones Unidas y la Corte Internacional de Justicia, si esto no ocurre, los representantes de los pueblos herero y nama lo harían.  No obstante, estas declaraciones, permitió que en diversos medios internacionales trajeran de nuevo a luz una historia olvidada: el genocidio de África del Sudoeste Alemán.  Lo acontecido allí, tales como la implementación de leyes de segregación racial, trabajos obligatorios, campos de concentración, deportaciones, sin ninguna duda recuerdan a las políticas implementadas por el nazismo en la Alemania del III Reich.

Mapa de Namibia en tiempos del colonialismo alemán.

Llegan los alemanes al África del Sudoeste.

El Congreso de Berlín de 1884, dispuso el reparto de África entre las potencias europeas. El área denominada África del Sudoeste fue asignada al imperio alemán. La actual Namibia estaba poblada por diversos grupos étnicos. El norte los ovambos, pueblo bantú, estaban organizados en diversos reinos. En el centro del país los nama o namaqua, donde entraron en contacto con los oorlams – pueblos khoisan que adoptaron costumbres y el idioma de los bóeres – los herero que vivían en el centro sur del país (conocido como Damaraland), los basters (mestizos entre boeres y africanos) crearon una pequeña república en la región sureña de Rehoboth. Otras poblaciones eran los kavango, himba y bosquimanos. Desde principios del siglo XIX, los británicos mantenían una precaria presencia en Walvis Bay en la costa central del país, pero sin tener interés de controlar el interior.   La presencia europea se hizo más fuerte con la llegada de grupos de misioneros protestantes, incluyendo alemanes que llegaron hacia 1840, destacándose la Misión Alemana Renana liderada por los pastores Franz Heinrich Kleinschmidt y Carl Hugo Hahn, que tuvo una fuerte influencia en las poblaciones namibias.

En 1883, Adolfo Lüderitz, un importante comerciante alemán, compró tierras a un jefe oorlam Josef Frederiks II, en torno a la bahía Angra Pequeña. El temor que los británicos declararan un protectorado en la zona, llevó a Lüderitz a pedir al canciller Bismarck que tomara posesión formal de la región. En 1884 fue establecido el protectorado de Africa del Sudoeste Alemán (Deutsch-Südwestafrika). El Dr. Heinrich Ernst Göring (padre del tristememente Hermann Göring) fue nombrado comisionado imperial y responsable del establecimiento del protectorado. Fueron dictadas las primeras normas de carácter racista, separando a europeos de nativos, con medidas tales como iglesias separadas para blancos y africanos; la prohibición de contraer nupcias entre ambos grupos; confinamiento en reservas; trabajos forzados; expropiación de tierras y ganado, alimentando el resentimiento de los nativos.  En 1888 se incrementó el proceso de militarización, para controlar las poblaciones nativas, que mostraban un descontento creciente contra el gobierno colonial.  Fue creada una empresa colonial – South West Africa Company Ltd (SWAC) –  para al explotación de los recursos de la actual Namibia, alimentando los abusos y la coacción hacia las poblaciones locales para apoderarse de tierras de pastoreo, ya sea para establecer granjas europeas como para la construcción del ferrocarril y la exploración de minerales.

Heinrich Ernst Göring. Primer gobernador de la colonia alemana de África del Sudoeste

Entre los años 1890-1891, un brote viral, afectó al ganado bovino, base de la economía de los namas y herero, generó una importante hambruna. Las autoridades coloniales se mantuvieron indiferentes por el bienestar de los nativos. En 1897 la situación fue más grave y un nuevo brote viral acabó con la vida del 80% del ganado bovino. La hambruna costó muchas vidas de las pueblos namibios.  Esto llevó a muchos a recurrir a préstamos a los colonos a tasas usurarias. Los conflictos por ello, motivó al gobernador Leutwein anular esos préstamos, generando la ira de los germanos.

Monumento a las tropas alemanas en África del Sudoeste

Las penetración de las tropas alemanas y las leyes racistas generó una fuerte resistencia de las poblaciones locales, comenzando por la liderada por Henrik Witbooi, jefe de los namaqua. El gobernador alemán mayor Teodoro Leutwein (que reemplazó a Göring en 1890), aplicó una política de contención con un mínimo de coerción militar, recibiendo fuertes críticas de los colonos, que pedían acciones más severas. Sectores más extremistas buscaban la expulsión de los nativos y crear una suerte de “Alemania en África”. Ello no impidió incidentes como la operación militar del cerro Ghaamsberg, liderada por el general alemán von François, masacró una aldea hotentote, la mayor parte mujeres y niños. El líder Hendrik Witbooi se salvó del ataque, impulsando la rebelión armada, que duró un año (1894) terminando en un precario tratado, que pronto los alemanes violarían. La opresión alemana llevó a muchos nativos a emigrar al enclave británico de Walvis Bay como también a El Cabo, a pesar de las normas racistas britanicas, la vida era más llevadera que bajo la tutela alemana.

Las tensiones iban creciendo con mayores abusos de los colonos hacia los nativos. Las violaciones de mujeres y niñas herero por parte de ganaderos alemanes, no tenían castigo por parte de la justicia. La práctica Verkafferung, de tomar mujeres herero como concubinas ya sea por propia voluntad o por la fuerza, alimentó el rencor de los jefes hereros.  Previo a la rebelión liderada por Samuel Maharero, los hereros lograron derrotar a los alemanes en la batalla de Oviumbo. Finalmente, en 1904, los hereros atacaron granjas aisladas, asesinando a unos 150 colonos blancos en el área de Okahandja.  Estalló una tormenta política en Berlín y en el seno del parlamento, los socialdemócratas en vano buscaron mostrar a los hereros como humanos en igualdad de derechos con los blancos. 

Germany’s Colonial Army: Cavalry Contingent in South-West Africa’, 1914, (1920). German troops at the start of the First World War. From «The Great World War – A History» Volume I, edited by Frank A Mumby. [The Gresham Publishing Company Ltd, London, circa 1920]. Artist Unknown. (Photo by The Print Collector via Getty Images)

El primer genocidio del siglo XX.

La rebelión de los herero estalló en enero de 1904 y motivó a los alemanes a movilizar 14.000 efectivos para contener la crisis. En una primera etapa el gobernador Leutwein, lanzó una contraofensiva desplazando lentamente a las milicias de los hereros hacia la meseta de Waterberg. Las fuerzas coloniales lograron contrarrestar la guerra de insurgencia librada por los hereros y los acorralaron en la meseta de Waterberg. Allí los combatientes hereros se refugiaron junto a sus familias.  Las fuerzas germanas  – Schutztruppe – mejor equipadas y gracias a la movilidad dada por la red ferroviaria, permitió recuperar las regiones centrales del país. El objetivo alemán era expulsar a los hereros al desierto de Omaheke. La ofensiva perdió impulso por falta de munición. Leutwein ordenó el repliegue de las fuerzas para evitar ser derrotados. Los hereros habían logrado contactar redes de contrabando, que les permitía acceder armamento moderno, con limitaciones, pero su superioridad numérica, el conocimiento del terreno, tenían cierta superioridad frente a las tropas de seguridad alamanas (Schutztruppe). Es por ello que el gobernador alemán, optó por esperar y reforzar sus fuerzas. Esto fue visto en Berlín como señal de derrota. Esto fue el fundamento para enviar al general Lothar von Trotha, desginación realizada con oposición del canciller y del propio gobierno colonial, pero el kaiser Guillermo II hizo valer su prerrogativa para tal elección.

Prisioneras herero encadenadas.

Los hereros y namas, profundos conocedores del terreno, actuaron en modalidad de guerra de guerrillas. Entre los meses de mayo y junio, desde Alemania llegaron tropas, suministros para reforzar la guarnición germana.  En los primeros días de agosto de 1904 las fuerzas alemanas estaban desplegadas de tal manera para cercar a las fuerzas de Samuel Maharero. En la batalla de Waterberg, las fuerzas alemanas – unos 1.600 efectivos apoyados por 36 piezas de artillería – se impusieron a los 4.000/6.000 guerreros hereros. Se estima que habia unos 60.000 hereros en total.  El 11 de agosto los alemanes mejor equipados que los hereros iniciaron las operaciones, centradas en la destrucción de pozos de agua y cortar las vías de escape posible de las fuerzas de Samuel Maharero. Las primeras acciones se caracterizaron por falta de coordinación, lo que alertó a los hereros y permitió la huida de gran parte de las familias herero hacia el desierto de Omaheke. La alta tasa de bajas en los combates, llevó a Maharero, a ordenar la retirada general, sin saber que los pozos de agua estaban destruidos, envenenados o tomados por patrullas alemanas. El general von Trotha decidió ir más allá para terminar con la revuelta, persiguiendo a los herero hacia el este, en el hostil desierto de Kalahari, buscando evitar que lograran reagruparse o buscar refugio en la colonia británica del El Cabo.  El 2 de octubre de 1904 emitió la orden, que habilitó al genocidio: “Cualquier herero que se encuentre dentro de las fronteras alemanas con o sin arma, con o sin ganado, será fusilado”.

Memorial al campo de concentración de Swakopmund.

En la huida, la falta de agua, acabó con la vida de miles de hereros. Testimonios de la época relatan encontrar miles de muertos, muchos en pozos excavados a mano, en un desesperado intento de encontrar agua. Las patrullas alemanas que interceptaban supervivientes los fusilaban, sean adultos o niños. 

niños muribundos en la isla Tiburón

El gobierno imperial alemán, revocó la orden de Trotha.  La razón era la falta de mano de obra y era urgente tomar medidas para movilizar los escasos recursos humanos para impulsar la economía colonial. La manera de atraer de nuevo a los nativos fue utilizando a los misioneros para convencer a los supervivientes de la rebelión que vivían en la periferia del desierto de Kalahari para rendirse, bajo la promesa que sus vidas serían respetadas. Esta maniobra permitiría de recuperar parte de la fuerza de trabajo perdida con el genocidio.  Quienes creyeron en el mensaje del gobierno colonial, fueron enviados a campos de concentración para ser sometidos a trabajos forzados. El más siniestro fue el campo de la isla Tiburón en las costas de la actual Namibia, frente a Lüderitz. Se estima que unas 3.000 mujeres y niños herero y nama encontraron la muerte en dicho lugar en condiciones realmente horrorosas.  El diario sudafricano Cape Argus, en septiembre de 1905 relató las condiciones atroces del lugar: Las mujeres que son capturadas y no ejecutadas son puestas a trabajar para el ejército como prisioneras… vi a muchas de ellas en Angra Pequena (es decir, Lüderitz) sometidas a los trabajos más duros, y tan muertas de hambre que no eran más. que piel y huesos […] No les dan casi nada para comer, y muy a menudo las he visto recoger restos de comida tirada por los jinetes del transporte. Si las pillan haciendo eso, las azotan

Samuel Maharero. Líder del pueblo herero en la rebelión de 1904

Los deportados a la isla recibían arroz crudo como alimentación y eran expuestos a trabajos agotadores. La falta de agua, higiene, alimentación y el trato brutal, eran una sentencia segura de muerte.  La concentración creciente de prisioneros nama en torno a la capital colonial Windhoek, proocupaba a los colonos, lo que impulsó al envío en vagones de ganado hacia la isla Tiburón, también conocida como “Isla de la Muerte” . El ejército alemán “alquilaba” los prisioneros a empresas privadas responsables de la construcción de puertos, ferrocarriles, instalaciones para la industria minera.  De 1600 prisioneros nama arribados en 1905, en pocos meses solo sobrevivieron 35.  La tasa de mortalidad promedio era de 8 personas diarias.  Los muertos eran objeto de experimentos científicos. Mujeres prisioneras eran obligadas a limpiar los cráneos de compñeras muertas para luego enviar las muestras a universidades alemanas.  El objeto de muchos de estos estudios “científicos” era poner en evidencia la inferioridad racial de los africanos.  El mismo horror se repetiría en manos del III Reich durante el Holocausto, pero a mayor escala.

El régimen de campos establecido en el entonces África del Sudoeste Alemán, permitió elevar la productividad de la colonia, pero con un alto costo en vidas y sometiendo a los prisioneros a condiciones extremas.  Las familias eran separadas y las mujeres muchas veces eran violadas por las tropas coloniales. La violencia sexual estuvo presente en tiempos del dominio germano desde la llegada de las fuerzas coloniales en 1884. 

Samuel Maharero, logró sobrevivir a la batalla de Watersberg, llegó al protectorado de Bechuanalandia – hoy Botsuana – con un millar de supervivientes, luego de atravesar el terrible desierto de Kalahari. Los británicos le dieron asilo a cambio de no tomar las armas contra ellos.   Mientras tanto los nama mantuvieron viva la revuelta hasta 1908, su líder Hendrik Witbooi murió en combate en 1905. Hoy es considerado héroe nacional en Namibia junto con Samuel Maharero (moriría en el exilio en 1923).

Hendrik Witbooi. Jefe del pueblo nama

El gobierno alemán hizo un balance de su presencia en África del Sudoeste, estableciendo una rígida censura del genocidio llevado a cabo entre 1904-1908 por orden del emperador Guillermo II. Los gastos causados por los conflictos con los nativos, significarton 600 millones de marcos, cuarenta veces más que el financiamiento de la colonia en tiempos de paz, la muerte de 1500 soldados y colonos.

El resultado de las prácticas genocidas llevadas a cabo por el gobierno alemán entre 1904-1908, revelan que unos 50.000 namaquas y unos 65.000 hereros fueron asesinados, ya sea en operaciones militares, por inanición, ejecuciones sumarias o por trabajos forzados. Se estima que dicha cifras redujeron el número de estos grupos étnicos en un 80% y 50% respectivamente. La colonia quedó en bancarrota, sin mano de obra. Muchos colonos se fueron para regresar en 1908 con el descubrimiento de diamantes y otros minerales de alto valor. El general Lothar von Trotha, principal artífice del genocidio fue condecorado por el alto mando militar alemán.

Vista de la isla Tiiburón en la actualidad, donde quedan evidencias del campo de concentración de 1904 donde murieron millares de hereros y namas

En 1908 los alemanes dieron por terminado el régimen de “prisioneros” para los herero y nama. El campo de Isla Tiburón fue cerrado.  Se estima que murieron en los campos alrededor de la ciudad de Lüderitz, incluyendo el horror de la isla citada, unas 4.000 personas. Cifras que surgen de los registros de la época y por ende pueden ser superiores.  Los hereros y nama mayores de siete años que fueron liberados, eran obligados a llevar un disco de metal, que los identificaba y enviados a trabajar reducidos a nivel de esclavitud en propiedades alemanas.  Las normas coloniales prohibieron a los herereos tener ganado – era una cultura que basaba su existencia en la ganadería – con sus consecuencias en el plano cultural y económicos, reduciéndolos a la servidumbre. En otras palabras se impuso un régimen de castigo colectivo, como en tiempos del III Reich a las poblaciones ocupadas, cuando había algún atisbo de oposición, y considerado por el derecho internacional, un crimen de guerra.

El general Lothar von Trotha, un genocida.

La larga espera por una reparación histórica

Los alemanes disfrutaron poco de la bonanza del descubrimiento de diamantes. En 1914, la Unión Sudafricana invadió el territorio de África del Sudoeste en el marco de la Primera Guerra Mundial. Los funcionarios británicos que colocaron los sudafricanos, en base a los archivos coloniales alemanes y los testimonios de los supervivientes, elaboraron el Blue Book, realizada con fines políticos para justificar la anexión del territorio al Imperio británico (finalmente quedó en manos sudafricanas, una manera indirecta de Londres de controlar el territorio namibio).  Los sudafricanos, vieron en los colonos alemanes que optaron por quedarse en la actual Namibia, como aliados frente a la mayoría africana. Pronto británicos, boéres y alemanes hicieron causa común en el nuevo esquema de dominio de África del Sudoeste, manteniendo la legislación racista, los controles, toques de queda y un estado policial para las poblaciones negras.  Esto llevó a un acuerdo tácito y la cuestión del genocidio fue olvidado intencionadamente.  La minoría alemana en África del Sudoeste mantuvo una importante cuota de poder económico y desde 1949 tuvo lazos con la República Federal Alemana, cuyo gobierno asumió una postura laxa frente al apartheid, dado que poderosos intereses económicos germanos se expandieron en Namibia durante la ocupación sudafricana.

Informe británico sobre la represión alemana en África del Sudoeste

Serán los archivos en Botsuana, la antigua Bechuanalandia británica, donde los hereros se refugiaron de las matanzas de von Trotha, donde sobrevivió una copia de la orden de exterminio o Vernichtungsbefehl. Dictada por el citado general alemán, junto a valiosos testimonios de la época y otros documentos que ponen en evidencia sobre la existencia de un plan de limpieza étnica en la antigua África del Sudoeste Alemán.

El mundo académico puso atención en las atrocidades cometidas por las fuerzas alemanas en África del Sudoeste (hoy Namibia), dado que tiene puntos de conexión con los horrores cometidos por el nazismo en Europa. En 1966, en la tesis del Dr. Horst Drechler, historiador alemán, planteó por primera vez el término genocidio para la campaña de «pacificación» llevada a cabo por fuerzas germanas contra los herero y nama.

El general Franz Ritter von Epp, que participó en el genocidio del pueblo herero, fue un miembro activo del partido nazi, estuvo detrás del financiamiento de la carrera política de Adolf Hitler y fue diputado del Reichtag hasta el final de la guerra. Eugen Fischer, científico alemán estuvo en África del Sudoeste en tiempos del dominio alemán, para “estudiar” la inferioridad racial de las poblaciones africanas. Su obra, fue fuente para Mi Lucha, el siniestro libro escrito por Adolf Hitler para expresar sus ideología. Cabe recordar que los trabajos de Fischer, sirvieron para justificar las políticas racistas y deportaciones de judíos, como también apoyó al diabólico Dr. Mengele en sus experimentos con seres humanos en el campos de concentración.

En tiempos del nazismo, en la pequeña colonia germana que vivía en África del Sudoeste – ahora bajo mandato sudafricano – el partido nazi tuvo muchos simpatizantes, a tal punto que el gobierno sudafricano, que luchó del lado de los Aliados, internó por un tiempo a simpatizantes de la facción nazi local. Un hecho que ha sido olvidado, junto con la llegada de refugiados del III Reich a la actual Namibia en la posguerra.

El peligroso virus del racismo se mantuvo latente junto con la idea transnochada de la superioridad racial, para luego eclosionar nuevamente en el embrionario movimiento nazi en los años 20. La negación del “otro” para convertirlo en una “cosa” abriendo el camino para el horror, es una constante del racismo. Un ejemplo reciente de ello, era la actividad de un presentador del programa de radio pública de Ruanda, durante el genocidio ocurrido en 1994, Georges Henri Yvon Joseph Ruggiu, donde hablaba abiertamente que los tutsis y hutus moderados, eran “cucarachas” y por ende debían ser tratados como tales. Este personaje fue condenado a 12 años por el tribunal internacional sobre los crímenes en Ruanda por incitación al genocidio.  Este es un claro ejemplo de restar entidad al «diferente» y las consecuencias que puede acarrear. En el África del Sudoeste Alemán, los nativos eran denominados despectivamente “simios” y expediciones pseudo científicas motraban justificar la inferoridad racial de los africanos, elemento para justificar todo tipo de abusos. La misma “receta” aplicaría el nazismo para todos aquellos considerados “diferentes” o “inferiores” llevando a la muerte a millones de personas por ser judío, gitano o todo aquella persona considerada inferior/indeseable para el III Reich.

Foto de hereros internados en un campo, en estado de desnutrición. Entre ellos menores de edad.

Namibia alcanzó la independencia en 1990 abriendo paso para reclamos por el perdón y la reparación económica a los pueblos herero y namaqua.  El jefe de los herero Kuaima Isaac Riruako inició una larga batalla política y judicial, cuyo éxito fue el primer pedido de perdón por parte del gobierno alemán de la mano en enero de 2004, al cumplirse un siglo del genocidio: ministra alemana de Desarrollo, Heidemarie Wieczorek-Zeul, señaló: “aceptamos nuestra responsabilidad moral e histórica y la culpabilidad de los alemanes de entonces. Yo presento mis respetos ante vuestros ancestros masacrados. En el nombre de Dios os pido vuestro perdón”.  En 2007 fue inaugurado el Memorial de las víctimas del campo de concentración de Swakopmund (ciudad costera de Namibia), llevándose a cabo todos los años una marcha conmemorativa de las víctimas.

Entre los años 2011, 2014 y 2018 el gobierno alemán devolvió restos (cráneos de prisioneros muertos durante el genocidio) que estaban en las universidades y centros de científicos germanos.  En 2019 el presidente del Consejo Federal Alemán, Daniel Gunther, habló de genocidio y el Ministro de Cooperación y Desarrollo alemán Gerd Mueller, hizo promesas de reparación económica.  Los representantes de los hereros y namas, mostraron su desconformidad sobre el ofrecimiento alemán de compensación en modalidad de programas de ayuda al desarrollo, generando también polémicas en la política interna de Namibia.

El creciente distanciamiento de los estados africanos de Occidente, especialmente de las antiguas metrópolis europeas, está vinculado con el revisionismo del pasado colonial y ante la falta de una respuesta adecuada para sanar heridas, cuyas secuelas se proyectan en el presente.

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Lec #64: «TESTIMONIOS DE GUERRA Y ESPERANZA DESDE EL DONBASS»

JUEVES 26 DE ENERO 2025 ESPAÑA 19:00 / FRANCIA 19:00 / ITALIA 19:00 / WASHINGTON 13:00 / BRASILIA 15:00 / PERÚ 13:00 / VENEZUELA 14:00 / ARGENTINA 15:00 / COLOMBIA 13:00 / NICARAGUA 12:00 / MÉXICO 12:00 /MOSCÚ 21:00 / PEKÍN: 02:00 ENTREVISTADA: Anna Soroka (Rusia); Relevante Criminalista; Graduada de la Academia de Asuntos Internos de Lugansks (LAVD), ex Catedrática en el Departamento de Derecho Internacional y Asuntos Diplomáticos en la Universidad Estatal de Lugansks (LGU). Ha ocupado diversos cargos relevantes en la República Popular de Lugansks (RPL); Teniente Coronel de la Polícia de Lugansks, Viceministra de Exteriores, actual Comisaria de la Oficina de Derechos Humanos (DDHH), Consejera de la Administración Presidencial de la RPL, Jefa del “Grupo de Trabajo Intergubernamental para la busqueda de Enterramiento de Víctimas de la Agresión Ucraniana”. Ha dirigido diversos proyectos sociales de carácter filantrópico, entre los que destacan: “La Paz de Lugansks”, y “No olvidaremos, No Perdonaremos”.

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Tregua en Gaza, el sionismo no logró su objetivo contra la Resistencia | Detrás de la Razón

Con Cristian Lamesa Destacado Analista Internacional ( Argentina) Colaborador del CREI

¿Qué consecuencias pueden tener para Netanyahu y el sionismo las fricciones dentro del gabinete para la aprobación de la tregua con HAMAS? El sionismo se aproxima a aceptar una tregua con la resistencia Palestina, es la segunda que aceptaría en menos de un mes, la primera fue con la Resistencia de Hezbolá en el Líbano, aunque en condiciones diferentes, sea cual sea la circunstancia, es un revés para los objetivos israelíes en la región, que es la eliminación de los Movimientos del Eje de la Resistencia. Qatar, el recurrente negociador, lo confirmó y el presidente electo de EEUU, Donald Trump, se atribuyó buena parte del “logro”, lo propio hizo la administración saliente, la de Joe Biden, que en sus manos tuvo la oportunidad de cortar la ayuda de Washington a Tel Aviv en los más de 15 meses, pero guardar silencio y seguir con el envío de pata y armas era su mejor opción. Hamás y la Yihad Islámica ya aceptaron el acuerdo, mediado también por EEUU y Egipto, sin embargo, se espera que en las próximas horas el gabinete del sionismo lo apruebe con 9 de los 11 ministros, pues Benjamín Netanyahu no necesita la totalidad de los representantes de las carteras para la aceptación y posterior entrada en vigor del cese. Lo cumbre para Netanyahu es lo que pudo haber logrado negociar dentro de su gabinete para la aceptación, pues el permanente rechazo de Bezalel Smotrich e Itamar Ben Gvir, los titulares de finanzas y seguridad nacional, respectivamente, podría hacer tambalear su coalición de gobierno, imponiendo desafíos judiciales para el Premier. El foco queda ahora en el más que seguro recrudecimiento los ataques sionistas contra los civiles en la Franja de Gaza, antes de la aprobación, pues Israel no escatimaría hasta el último minuto para mantener los bombardeos contra zonas civiles. Lo poco que ha dejado ver la mediación sobre los puntos de las conversaciones deja una hermética tregua de la que no se sabe la duración, o los alcances políticos que pueda tener; militarmente se centra sólo en la Franja de Gaza, porque en la Cisjordania ocupada, el sionismo ha recrudecido los ataques, tanto de militares como de colonos, contra los palestinos. En esta edición de Detrás de la Razón analizamos el hermetismo del sionismo para aceptar la tregua y las negociaciones de último minuto que debió hacer el Premier Benjamín Netanyahu, para lograr que la mayoría de sus ministros aceptaran la propuesta.