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“Alba. Propuesta de futuro para América Latina y el Caribe”. Por: Sergio Rodríguez Gelfenstein (Venezuela)

24-05-08.

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9 de Mayo – Día de la Victoria sobre el Fascismo

Martes 07 de Mayo de 2024 | Alexander Khokhólikov, Embajador de la Federación de Rusia en Nicaragua

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9 de Mayo – Día de la Victoria sobre el Fascismo

Martes 07 de Mayo de 2024 | Alexander Khokhólikov, Embajador de la Federación de Rusia en Nicaragua

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9 de Mayo - Día de la Victoria sobre el Fascismo
Foto: Cortesía.

En este día de 1945 (a las 00:43 hora de Moscú), en el suburbio de Berlín – Karlshorst en presencia de representantes del mando soviético se firmó el Acta de Rendición Incondicional de la Alemania nazi y sus fuerzas armadas. Terminó la Gran Guerra Patria que trajo a nuestra tierra tanto dolor, sufrimiento, destrucción y 27 millones de víctimas humanas. Nuestro pueblo aplastó la máquina militar occidental más poderosa y perfecta de la época.

Pero resultó que la guerra no ha terminado. Pronto, olvidándose de sus obligaciones aliadas y viendo a la URSS, que proclamaba el principio de igualdad de los pueblos, como una amenaza para sus dominios coloniales, el Occidente la llevó a otro estado – “frío”. Simultáneamente con la reconstrucción del país, tuvimos que involucrarnos inmediatamente en una carrera armamentista a gran escala, principalmente nuclear. Y no se trataba de las ambiciones del gobierno de Iósif Stalin – nuestro pueblo había sufrido tan terriblemente y había perdido tanto que simplemente no podía permitir que se repitiera la tragedia, esta vez atómica, que amenazaba a Rusia, y de hecho a toda la humanidad, con la extinción.

Era difícil imaginar que nuestros antiguos aliados de la Coalición Antihitleriana albergarían a criminales nazis y gastarían enormes cantidades de dinero y esfuerzos para incitar al nacionalismo étnico en las afueras de la Unión Soviética, en primer lugar en los Estados bálticos y Ucrania. Como resultado de las actividades subversivas de los agentes occidentales, en menos de medio siglo nuestro país común se ha desintegrado prácticamente según los planes que Hitler quiso realizar en su día, y los daños económicos y demográficos de los rusos por la transición al capitalismo liberal son comparables a las pérdidas de la Gran Guerra Patria.

Mientras tanto, en Ucrania, que se independizó en 1991, con el apoyo directo de los gobiernos occidentales encabezados por Estados Unidos, los ex mercenarios nazis del llamado Ejército Insurgente Ucraniano (UPA) fueron declarados héroes a nivel estatal. El actual presidente de Ucrania, de etnia judía, Volodymyr Zelensky, apoya plenamente esta política, traicionando así la memoria de sus antepasados (su abuelo luchó contra los nazis) y de numerosas víctimas del Holocausto, y se ha convertido de hecho en un colaborador neonazi.

¿A qué se dedicaba el UPA? Durante los años de la ocupación alemana, colaboró principalmente con los invasores contra los partisanos. Contrariamente a lo que afirman los ideólogos ucranianos modernos, el UPA nunca llevó a cabo operaciones de combate clásicas contra el Ejército Rojo.

Su práctica era la guerra terrorista: ataques a las unidades de retaguardia o a las autoridades locales, así como masacres de civiles desarmados, incluidos polacos, judíos y ucranianos que apoyaban la amistad con nuestro país y el poder soviético. Fue en la primavera de 1945, cuando las tropas soviéticas, con la ayuda de los aliados, estaban acabando con los nazis en Europa Occidental, cuando el UPA lanzó una guerra de sabotaje a gran escala en las regiones occidentales de Ucrania, asesinando a familias enteras de autoridades locales, intelectuales que vinieron a reconstruir el país y lugareños por cooperar con los “soviéticos”. En otras palabras, el Ejército Insurgente Ucraniano, del que se proclama oficialmente sucesor el actual gobierno de Kiev, era en realidad un aliado de la Alemania nazi. Y su líder ideológico Stepan Bandera se ha convertido en un héroe nacional en la Ucrania moderna. Es precisamente a ese Estado antirruso al que el “Occidente colectivo” apoya ahora con todas sus fuerzas.

Por lo tanto, los actuales gobernantes de Ucrania, apoyados por los “demócratas” occidentales, son descendientes ideológicos directos de Bandera, secuaces y colaboradores nazis. Por eso, para ellos, el 9 de mayo es un día de luto, porque sus antepasados perdieron aquella guerra. Ahora, las autoridades de Kiev luchan ferozmente contra la memoria histórica de su propio pueblo y contra los monumentos a los soldados libertadores. Por desgracia, lograron imponer su voluntad a una parte de los ucranianos cuyos antepasados lucharon heroicamente contra los invasores fascistas.

Estados Unidos y Europa Occidental quieren que Rusia y otros países de la antigua URSS, y más ampliamente, todos los países del mundo que alguna vez gimieron bajo su talón colonial, permanezcan en la condición de subordinados para siempre. Los “occidentales” tratan por todos los medios de imponer esta percepción del orden mundial basado en las reglas establecidas por ellos. Con algunos, como los Estados bálticos y Ucrania, lo consiguen. Pero los pueblos de Rusia, Bielorrusia y algunos otros países del mundo, como Nicaragua, no quieren aceptarlo. Declaran su aspiración a la verdadera independencia, a la liberación de la opresión neocolonial, y trabajan para desdolarizar sus economías, crear sus propios sistemas de pago, bancarios, financieros, económicos, logísticos, energéticos y administrativos.

Rusia no pretende convertirse en una nueva hegemonía mundial, esto es evidente. Quiere preservar su soberanía nacional y fortalecer su seguridad, proteger a los ciudadanos rusoparlantes de las políticas agresivas de Kiev. Y nuestro país también desea ser amigo y cooperar con todos aquellos que están abiertos y dispuestos a hacerlo, por ejemplo, con los Estados miembros de los BRICS – la organización encabezada por Rusia en 2024.

El Día de la Victoria, el 9 de mayo, es nuestra celebración común de la Vida y la Libertad.

Recordando las hazañas de los héroes de la Gran Guerra Patria no puedo dejar de mencionar con orgullo y profundo reconocimiento la lucha heróica de sus dignos herederos contra el neonacismo en Ucrania actual. Hemos vencido en el lejano 1945, lo haremos hoy!

*A.N.Khokhólikov, Embajador Extraordinario y  Plenipotenciario de la Federación de Rusia en la  República de Nicaragua, concurrente en la República  de El Salvador y la República de Honduras

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“Cuba, Nicaragua y Venezuela; Naciones Libres y Soberanas”. Entrevista en Radio Miami Today.

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El Análisis de la Coyuntura Internacional. Entrevista en Canal 23 al Director del CREI Manuel Espinoza

“Programa Temas y Debates” Con el Periodista Eliazar Mora

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“El Ejército de Nicaragua y su linaje revolucionario”. Por: Jorge Alejandro Suárez Saponaro. (Argentina) Distinguido Analista colaborador del CREI

| Director El Minuto para Argentina

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Nicaragua solicita a la CIJ participar en proceso de denuncia de Sud África contra Israel por genocidio contra los palestinos en Gaza.

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FELIZ NAVIDAD LES DESEA EL CENTRO REGIONAL DE ESTUDIOS INTERNACIONALES (CREI) PAZ Y PROSPERIDAD PARA LOS PUEBLOS Y NACIONES!

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Acerca del 10º aniversario del golpe de Estado en Ucrania

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A.N.Khokhólikov, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la Federación de Rusia en la República de Nicaragua, concurrente en la República de El Salvador y la República de Honduras

Viernes 24 de Noviembre de 2023 | Alexander Khokhólikov

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Acerca del 10º aniversario del golpe de Estado en Ucrania
Foto: Tomada de RT.

Al final de 2013 comenzaron en Kiev las protestas espontáneas que desembocaron en un golpe de Estado armado auspiciado desde el exterior, financiado por los Estados Unidos y apoyado por países de la Unión Europea. Llevó al poder a aquellos que nunca pudieron ganar elecciones justas en Ucrania (antes del golpe el rating del oligarca Petro Poroshenko no superaba el 4%). El régimen títere de Kiev establecido ilegal y violentamente, empezó a actuar en interés de sus patrones occidentales, convirtiendo a Ucrania en una colonia y un proyecto descaradamente antirruso.

Han pasado diez años desde aquellos trágicos sucesos en el centro de Kiev que sumieron a Ucrania en un caos sangriento del cual aún no ha podido salir. La evaluación diametralmente opuesta de aquellos acontecimientos ha provocado profundas divisiones entre Rusia y Occidente.

Para el Occidente colectivo, el conflicto en Ucrania comenzó con la reunificación de Crimea con Rusia. Mientras tanto, este acontecimiento debe ser considerado como el resultado de un impulso, destructivo por parte de los Estados occidentales a los nacionalistas radicales ucranianos, que eran una minoría agresiva en el país, primero hacia un golpe armado y luego hacia la supresión de la disidencia de la mayoría de la población del país. En Ucrania se utilizó la tecnología típica de las “revoluciones de colores”. Como admitió posteriormente la Subsecretaria de Estado estadounidense Victoria Nuland, quién apoyó activamente el “Maidan”, su país gastó alrededor de 5 mil millones de dólares para cambiar la orientación geopolítica de una parte importante de la sociedad ucraniana.

Los europeos también han invertido mucho dinero y esfuerzo en el proyecto rusófobo. Basta recordar la historia de comó obligaban a Kiev a firmar el Acuerdo de Asociación (AA) con la Unión Europea. Bruselas era muy consciente de que al crear una zona de libre comercio con la UE, Ucrania perdería automáticamente todas las preferencias comerciales y económicas en las relaciones con sus principales socios: Rusia y los países de la CEI. Esto es exactamente lo que buscaban los europeos.

En todos los medios de comunicación comenzó una masiva campaña antirusa y de propaganda por un acercamiento a la UE. Al mismo tiempo, se silenciaron sus aspectos negativos (el inminente cierre de la mayoría de las empresas y el desempleo masivo, la reducción de las exportaciones y de los programas sociales, la alta inflación, etc.) y por el contrario se elogiaron los beneficios inexistentes. A los ciudadanos desinformados se les dio deliberadamente la falsa impresión de que a Ucrania se le concedería inmediatamente la membresía plena en la UE. Ni siquiera en Kiev se imaginaban las consecuencias de la aplicación del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea. Sólo después de que los dirigentes ucranianos estudiaron este documento de 900 páginas, traducido y analizado para ellos por los expertos rusos, llegaron a conclusiones decepcionantes. Según Nikolai Azarov, Primer Ministro de Ucrania en aquel entonces, para cumplir los términos del AA se necesitarían 160 mil millones de dólares en 10 años. El Gabinete de Ministros del país suspendió los preparativos para la firma del documento y propuso volver a discutir los aspectos económicos y aduaneros. Sin embargo, la provocadora maniobra de los europeos se convirtió en el punto de partida del sangriento conflicto ucraniano. El 21 de noviembre de 2013 comenzó el “Euromaidán”.

Ni en noviembre de 2013, cuando el Presidente ucraniano Víktor Yanukóvich aplazó la firma del AA, ni en febrero de 2014, después de que los radicales prooccidentales ucranianos decidieran tomar el poder por la fuerza, el “Maidán” reflejó la opinión de la mayoría del pueblo ucraniano. Este es un punto fundamental.

Mientras tanto, en enero de 2014, en el centro de la capital ucraniana una organización neonazi encabezada por el ciudadano británico Oleksandr Danyliuk tomó instalaciones estratégicas gubernamentales con armas en las manos. La operación se coordinó desde la Embajada estadounidense por teléfono (hay publicaciones del contenido de las conversaciones). Ni los medios de comunicación occidentales, ni el cuerpo diplomático condenaron a los terroristas. Además, la UE responsabilizó a las autoridades legítimas de Ucrania de los sucesos en Kiev y las amenazó con las consecuencias. Después de esto, sintiendo su impunidad, los nacionalistas radicales comenzaron a dominar el movimiento de protesta.

Según los participantes en las acciones, el “Maidan” no habría durado tanto si no fuera por el apoyo del exterior. En violación de las normas del Derecho Internacional universalmente reconocidas sobre la no injerencia en los asuntos internos de los Estados, varios “invitados” extranjeros no solo visitaron el “Euromaidán”, sino que también hablaron allí (altos funcionarios de la UE – Catherine Ashton, Štefan Füle; de los EE.UU. – Victoria Nuland, el embajador Geoffrey R. Pyatt, los senadores John McCain y Chris Murphy, así como los provocadores de otros países – Carl Bildt, Jarosław Kaczyński, Mijeíl Saakashvili, etc.). Después de que el “Maidan” se convirtiera en acciones armadas, el presidente legítimo de Ucrania, Víktor Yanukóvich, se inclinó por declarar el estado de excepción para recurrir al ejército. Tal medida habría frustrado todas las esperanzas de Occidente de un cambio radical de poder y habría anulado muchos años de sus esfuerzos. Por ello, los ministros de Exteriores de la UE se apresuraron a proponer la conclusión de “acuerdos de paz”, aunque, como demostraron los acontecimientos posteriores, no estaba en sus planes contener la agresión del “Euromaidán”.

El 21 de febrero se firmó un acuerdo entre el Presidente Yanukóvich y la oposición con la participación de Alemania, Polonia y Francia como garantes. Sin embargo, en cuanto la policía se retiró de la ciudad, los radicales ucranianos, en lugar de entregar las armas, retomaron el barrio gubernamental. Víktor Yanukóvich abandonó Kiev bajo la amenaza de muerte. Un día después de su partida, los radicales que tomaron el poder anunciaron la “autodestitución de Yanukovich” precisamente en el momento en que éste reafirmaba su mandato en un mensaje por vídeo desde Jarkov y llamaba a la sociedad al diálogo. Pero el Occidente no estaba interesado en la paz ni en el aspecto legal de la cuestión; apoyó incondicionalmente el golpe inconstitucional.

Cuando los garantes europeos del Acuerdo violaron cínicamente sus obligaciones, todo el sistema de acuerdos colapsó. Inmediatamente después del golpe, las nuevas “autoridades” ucranianas enviaron trenes con sicarios armados del Sector Derecho a las regiones del sudeste. No se les permitió entrar en Crimea. Allí los residentes locales y las fuerzas del orden lograron establecer un destacamento. El referéndum popular en Crimea y su reunificación con Rusia permitieron evitar una guerra en la península.

Los acontecimientos en otras regiones de Ucrania se han desarrollado de manera diferente. La quema por nacionalistas ucranianos de más de 40 manifestantes prorrusos vivos en Odessa el 2 de mayo de 2014, la prohibición del idioma ruso, la represión masiva de los disidentes y los intentos de reprimir las protestas en Donbass con armas pesadas desembocaron en la guerra civil en Ucrania, que aún continúa.

Al darse cuenta de que el golpe de Estado que se produjo en el país era nazi de facto, las dos regiones de Donbass – Lugansk y Donetsk – declararon su independencia y comenzaron a defenderse de la operación antiterrorista de Kiev, que desde el principio era ilegítima porque la Constitución ucraniana prohíbe el uso del ejército contra la población civil del país. En aquel momento Rusia no reconocía a las dos repúblicas, pero participó en la resolución del conflicto mediante negociaciones, que culminaron con la firma de los Acuerdos de Paz de Minsk. Por el mero hecho de firmar el documento, Ucrania reconoció a las Repúblicas Populares de Lugansk y Donetsk como sujetos de derecho internacional. Sin embargo, durante los siguientes 8 años los Acuerdos no se implementaron y los ataques de artillería contra Donbass se intensificaron. Durante este tiempo, murieron allí más 14 mil personas, incluidos civiles, ancianos y niños.

El principal objetivo de los acuerdos de Minsk era el alto al fuego. Esto dio a Rusia el derecho, como garante de su implementación, a utilizar la fuerza contra las Fuerzas Armadas de Ucrania. Dadas las circunstancias, nuestro país reconoció la independencia de las Repúblicas Populares de Lugansk y Donetsk y firmó acuerdos con ellos, que permitieron brindarles cualquier tipo de ayuda, incluida la militar. De conformidad con la legislación rusa y las normas internacionales (el derecho a la defensa colectiva), Rusia se vio obligada a enviar tropas al territorio de Ucrania para poner fin a la agresión ucraniana en Donbass, donde viven unos 4 millones de ciudadanos rusoparlantes.

Por lo tanto, Rusia cumple consistentemente con sus responsabilidades como garante de la paz en Ucrania y protege a sus compatriotas allí. No es casualidad que el Presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin, dijera que nuestras tropas llegaron a Ucrania para poner fin a la guerra.

Además, al luchar contra un régimen neonazi, rusófobo y agresivo en un país vecino, que cuenta con un irresponsable apoyo de los países de la OTAN liderados por Estados Unidos, Rusia no sólo está defendiendo su seguridad nacional y su futuro, sino también librando la batalla por un nuevo orden mundial multipolar más justo, basado en la igualdad de los Estados y el respeto mutuo, y no en algunos principios dudosos.

La flagrante injerencia del Occidente colectivo en los asuntos internos de Ucrania provocó una tragedia a gran escala. En lugar de un “paraíso europeo”, los ucranianos recibieron un país destruido que había perdido por completo la independencia nacional y está sumido en la corrupción, la anarquía y el caos legal.

Me gustaría creer que la paz y la tranquilidad, contrariamente a los deseos de la Unión Europea y de los Estados Unidos, pronto llegarán a todo el territorio de Ucrania desnazificada y desmilitarizada, y que los autores del sangriento conflicto, radicados en Washington, Londres, Bruselas y Berlín, serán llevados ante la justicia internacional por sus crímenes contra la humanidad.

* A.N.Khokhólikov, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la Federación de Rusia en la República de Nicaragua, concurrente en la República de El Salvador y la República de Honduras