Posted on Leave a comment

La partición del Sahara Occidental ¿solución realista del conflicto?

– 

Por: Jorge Saponaro (Argentina) Distinguido analista Internacional colaborador del CREI

https://estrategiaydefensadelsigloxxi.blogspot.com/2024/11/la-particion-del-sahara-occidental.html?spref=fb&fbclid=IwY2xjawGeDsRleHRuA2FlbQIxMQABHUUDA_VAoirP06tNzZSHintgH6YodSy63IglLYinbQzGHSNV23xpfocgNA_aem_sqs9VuRJOJq4aaIpo4xyJw&m=1

El Enviado del Secretario General de las Naciones Unidas para el Sahara, Staffan de Mistura, en una sesión a puerta cerrada en el Consejo de Seguridad, planteó la idea de la partición del Sahara Occidental como propuesta de solución del conflicto. Rápidamente el Frente Polisario mostró su oposición a la idea. Esto no es algo nuevo, en 2002, durante la gestión de Koffi Annan como Secretario General de Naciones Unidas.

Por Jorge Alejandro Suárez Saponaro

Director de Diario El Minuto para Argentina

Las Naciones Unidas intentaron aplicar la “receta” de la partición, en el caso del Mandato de Palestina. La resolución 181 de 1947, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, dio paso al denominado “Plan de Partición con Unión Económica”.  En su momento fue creada la UNSCOP, el Comité Especial para Palestina, compuesto por once países, donde las grandes potencias no estaban representadas, con el objetivo de dar el mayor marco de neutralidad.  El resultado fue la propuesta de crear en el territorio del Mandato Británico de Palestina, dos estados (árabe y judío) y un territorio bajo administración internacional (Jerusalén).  El plan fracasó por la oposición de la Liga Árabe y del propio Reino Unido que por razones políticas no quería asumir el costo de implementar el plan. Sin entrar en debate, el proyecto naufragó por la falta de consenso entre los actores involucrados.

El proceso de paz del Sahara Occidental murió formalmente luego de los incidentes de Guerguerat en 2020, cuando Marruecos violó abiertamente el denominado Acuerdo Militar Nro. 1 en el marco del Plan de Arreglo de 1991. El desalojo violento de manifestantes saharauis por parte de fuerzas marroquíes, sepultaron definitivamente un plan de paz que solo existe en el papel. Rabat se ha negado sistemáticamente a cumplir con lo acordado en materia de realizar el censo para el referéndum de autodeterminación; la reducción de la presencia militar en las zonas ocupadas; la posibilidad que los saharauis puedan visitar sus familiares en los territorios ocupados; el silencio ante el reclamo por los prisioneros de guerra saharauis desaparecidos en manos marroquíes. Este comportamiento ha sido tolerado por Francia, principal aliado de Rabat; Estados Unidos; y España, que para Naciones Unidas es la potencia administradora de iure.  El conflicto quedó congelado por décadas, a pesar de las flagrantes violaciones a los derechos humanos por parte de la potencia ocupante, el veto francés ha impedido que la misión de las Naciones Unidas en el terreno – MINURSO – tuviera facultades en materia de derechos humanos, un hecho excepcional si lo comparamos con otras misiones de paz.

De Mistura. Enviado personal del SG de la ONU para el Sahara Occidental 

La farsa del Plan de Autonomía

En 2003 el gobierno marroquí presentó el Plan de Autonomía como única salida al conflicto. Tanto España como Francia fueron funcionales a un proyecto, ilegal, desde el punto de vista del derecho internacional. El fundamento que negaba a los saharauis elegir su propio destino y “legalizar” la anexión del Sahara Occidental.

Marruecos es potencia ocupante en los términos del Derecho Internacional Humanitario y por ende tiene la obligación de aplicar el derecho previo a la invasión (art. 43 del Reglamento de La Haya y 64 de la IV Convención de Ginebra). Las únicas normas que puede dictar es a los efectos de mantener el orden e impedir abusos hacia la población civil. Desde la invasión marroquí al Sahara Occidental, las instituciones y legislación existente, fueron reemplazadas por normas impuestas por Rabat. Asimismo, la llegada de colonos, es una flagrante violación al artículo 49 de la IV de los Convenios de Ginebra

La anexión marroquí del territorio saharaui, está en contravención art. 43 del Reglamento de La Haya de 1907, y 64 del IV Convenio de Ginebra. Por lo tanto, es abiertamente ilegal aceptar el Plan de Autonomía en los términos fijados por Rabat, no es más que legitimar o avalar la violación del derecho internacional, además de los derechos humanos de los saharauis.

La vaguedad de la propuesta marroquí sobre el “plan de autonomía” llevó al propio De Mistura a cuestionarlo al señalar: “ya es hora de que Marruecos explique su plan de autonomía”. Esto pone en evidencia que estamos ante una de las tantas maniobras dilatorias del régimen marroquí para vulnerar el derecho internacional y llevar a cabo su proceso de asimilación de las zonas ocupadas.

España rehén de la política del majzén, no hace más que ceder a las presiones, posiblemente para evitar un conflicto de mayores proporciones que pongan en riesgo las ciudades españolas de Ceuta, Melilla y las plazas de soberanía. Esta política de contención, desde la perspectiva de Madrid, no es más que una claudicación, donde se ve comprometidos sus intereses nacionales.

De Mistura (ONU), Bourita (Marruecos) y Bechraya al Bashir (Polisario)

El derecho está del lado de los saharauis.

La Corte Internacional de Justicia, en noviembre de 1975, fue contundente al señalar en su dictamen – pedido por Marruecos y Mauritania – que el Sahara Occidental, nunca fue parte de dichos países.

El dictamen del Secretario General Adjunto para Asuntos Jurídicos de las Naciones Unidas, en 2001, Hans Correll, fue clave en materia de la cuestión de los recursos naturales, donde señaló que la titularidad de estos, es el pueblo saharaui.  El Tribunal Superior de Justicia de la Unión Europea en una serie de fallos que podemos denominar “históricos” fue claro al señalar que el Sahara Occidental es una entidad distinta de Marruecos, y por ende no le pertenece. Ratificando que el pueblo saharaui es el titular de los derechos sobre los recursos naturales existentes en su territorio como el espacio marítimo circundante.

La realpolitik se impone y los fallos judiciales, como las resoluciones de las Naciones Unidas donde claramente dejan en claro el estatus del Sahara Occidental. No obstante, la Unión Europea mira hacia otro lado ante las violaciones de derechos humanos contra el pueblo saharaui; Estados Unidos sigue siendo un proveedor de armamento avanzado junto a Francia; España avala el plan de autonomía que busca imponer Rabat.

En este contexto encontramos a la República Árabe Saharaui Democrática, proclamada en febrero de 1976. Tiene todos los elementos para ser considerado un estado: gobierno, territorio y población (más allá que gran parte vive exiliada); es reconocida por ochenta países y es miembro fundador de la Unión Africana.  Esto nos lleva a reflexionar que estamos ante la realidad de un estado que tiene gran parte de su territorio ocupado por otro actor.

Las contradicciones en el plano jurídico de Marruecos en lo atinente al Sahara Occidental, no se agota solo en el tratado con Mauritania de 1976, desconocer el dictamen de la Corte Internacional de Justicia de 1975, sino al incorporarse a la Unión Africana en 2017, Rabat aceptó las condiciones de ingreso, entre otras cosas de aceptar la integridad territorial de los estados miembros (entre ellos la República Saharaui).

Desde diferentes perspectivas, sea el Sahara Occidental como Territorio No Autónomo o como Estado, estamos ante una ocupación ilegal. La falta de consensos por parte de determinados actores de la escena internacional, impide lo que dice claramente el derecho, sea respetado.

La partición del Sahara ¿ficción o realidad?

La propuesta de la partición del territorio, no es nueva, debemos remontarnos durante la gestión de Koffi Annan como Secretario General de las Naciones Unidas en 2002.  Marruecos se opuso de plano y por medio de una política de intransigencia absoluta, busca desgastar políticamente al Frente Polisario, bloquearlo a través de maniobras diplomáticas, todo ello acompañado por una campaña de represión en las zonas ocupadas y una asimilación acelerada a través de la llegada de colonos.

Marruecos aceptó la partición del territorio en su momento, cuando firmó el Tratado de Delimitación de las Fronteras Estatales en abril de 1976, con Mauritania dividiéndose el Sahara Occidental. La derrota mauritana frente a las fuerzas saharauis y la evacuación del Río de Oro, los marroquíes, ocuparon la región y el tratado suscripto se transformó en letra muerta.  Este hecho fue condenado por las Naciones Unidas, por medio de la resolución 34/37 de 1979.

Adherimos a la opinión dada en su momento por el reconocido académico experto en el conflicto del Sahara Occidental, Dr. Carlos Ruiz Miguel, que la partición podría ser una solución, donde ambas partes tienen que hacer concesiones recíprocas. Nadie sale ganando. Políticamente para Marruecos puede seguir con su “relato” sobre la “marroquinidad” del Sahara para su frente interno, para el caso saharaui dar por finalizado el conflicto y recuperar parte del territorio ocupado.  España se vería beneficiaria, al haber dos actores con frente marítimo frente a Canarias, lo que facilitaría la cuestión de la delimitación de la plataforma continental, acuerdos pesqueros, control de migraciones. Cabe destacar en el caso de la República Saharaui, Madrid tendrá un vecino sin aspiraciones expansionistas. En el ámbito regional, generaría mayor nivel de seguridad para Mauritania y Argelia, al existir un estado “tapón”, el estado saharaui.

La propuesta de partición, en el marco de nueva edición impulsada por De Mistura, obliga a la Moncloa, aceptarla, en atención que el titular español de exteriores, Albares y el mismo jefe de gobierno español, Pedro Sánchez, manifestaron públicamente que apoyaban los esfuerzos del Enviado Personal. Vale la pena recordar, que España apoya abiertamente la solución de dos estados para el conflicto palestino israelí (por lo tanto, aceptar la partición del territorio en disputa), no apoyar una solución de este tipo para el caso del Sahara Occidental, es una verdadera incongruencia.

Estados Unidos, a través del Departamento de Estado, señaló que respalda la labor del Enviado Personal del Secretario General de la ONU, De Mistura. Por lo tanto, dicho país no puede permanecer ajeno a la propuesta de partición y es una suerte de “seguro” ante una posible reedición de la propuesta de Trump de reconocer la ocupación marroquí. 

El camino para alcanzar un acuerdo, que implique la división de las zonas ocupadas entre Marruecos y la República Saharaui, solo es factible, si Rabat reconoce como actor al Frente Polisario/República Saharaui, y con participación activa de actores regionales (Argelia y Mauritania) como fuera de ella (España y los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU). Alcanzar este tipo de consensos, dado el panorama internacional, es poco probable en el corto plazo.

El creciente enfrentamiento de Estados Unidos y sus aliados frente a Rusia y China, paraliza al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, institución clave para hacer cumplir las resoluciones aplicables al Sahara Occidental. Creemos que el camino a seguir en este panorama tan complejo, es avanzar en el reconocimiento de la República Saharaui como estado observador de la ONU, movilizando la opinión del Sur Global. Desde el punto de vista político, la opinión pública internacional, tomaría nota que la situación del Sahara Occidental, es la de un estado ocupado y por ende, cualquier proceso de negociación y/o propuesta de solución de la conflicto, debe tener al gobierno saharaui como parte de ella y garantizando la existencia de la República Saharaui como estado.  

Posted on Leave a comment

Estados Unidos: un abismo en el centro. Por: Atilio Boron (Argentina)

https://www.pagina12.com.ar/781513-estados-unidos-un-abismo-en-el-centro


La rotunda derrota de Kamala Harris (foto) en la reciente elección presidencial de Estados Unidos certifica, por enésima vez, que cuando una sociedad ha sido ganada por una generalizada crispación las propuestas tibias, moderadas, evasivas como las planteadas por la candidata demócrata son el seguro camino para sufrir un aplastante revés electoral. El malhumor social producido por frustraciones de tipo económico o político; o por el temor perversamente infundido por la clase dominante; o por el odio direccionado en contra de categorías sociales estigmatizadas, los inmigrantes de origen latino en el caso norteamericano, hace que la ciudadanía sea atraída por quienes mejor sintonizan con su enojo y su frustración. Y Trump apareció ante los ojos de millones como alguien dispuesto a poner fin a ese estado de cosas. Conclusión: cuando las circunstancias sociales están signadas por la inmoderación. la moderación se convierte en un pecado. Y la candidata demócrata lo cometió.

Harris ciertamente corrió con desventaja. Entró muy tarde en la campaña, producto del inesperado derrumbe de la candidatura del presidente Joe Biden después del fatídico debate con Donald Trump. Para colmo de males, su gestión como vicepresidenta tuvo un tono grisáceo que poco o nada colaboró para construir una imagen presidenciable y atractiva ante los ojos de la opinión pública. Y una sociedad bombardeada por la continua prédica catastrofista de la ultraderecha, azuzados sus peores instintos tribales por el demencial conspiracionismo de Trump y sus voceros hablando de un país “invadido” por indeseables extranjeros, mal podía prestar su apoyo a quien era vista como corresponsable de tan infausta situación, habida cuenta de su condición de vicepresidenta de Estados Unidos.

Los demócratas y sus partidarios en el establishment académico y en el corrupto ecosistema mediático confiaban que dado que “los números de la macro” eran positivos la población recompensaría a sus gobernantes ratificando la continuidad del liderazgo demócrata. Pero tal como lo sabemos muy bien en la Argentina, el hecho que ciertos “números de la macro” luzcan como muy favorables poco o nada tienen que ver con las condiciones concretas de vida imperantes en una sociedad. Esto es especialmente cierto en Estados Unidos, el país con la peor distribución del ingreso entre los capitalismos desarrollados y caracterizado por un persistente aumento de la desigualdad. Ejemplo: el CEO que en 1965 ganaba veinte veces lo que un trabajador promedio de su empresa en 2018 había logrado que sus ingresos fuesen 278 veces superiores al de sus operarios, y la cifra siguió aumentando después de la pandemia. Los hogares de clase media que en 1970 captaban el 62 % del ingreso nacional, para el 2018 su participación se había desplomado al 43 %. Con estos guarismos a la vista Bernie Sanders, reelecto senador por Vermont, dijo que nada de sorpresivo tuvo esta derrota porque el partido Democrático abandonó a la clase trabajadora, y ésta hizo lo propio con ese partido y en gran medida pasó a conformar las huestes plebeyas de Trump.

La suicida corrida hacia la derecha de los Demócratas facilitó la aplastante victoria del magnate. En varios temas claves era muy difícil discernir cuál era la diferencia entre éste y su adversaria. Harris y el magnate neoyorquino competían a ver quién respaldaba con más énfasis el genocidio perpetrado por el régimen sionista en Gaza, el Líbano y Siria. Harris inclusive era más guerrerista que Trump a la hora de hablar sobre la situación en Ucrania. Ambos consideraban a China como una enemiga de Estados Unidos. Sus diferencias en el tema inmigratorio se reducían a algunos matices y ninguno hacía la menor alusión a la fenomenal concentración de la riqueza experimentada en los últimos años y mucho menos sugería las reformas tributarias capaces de atenuarla. Las diferencias entre ambos candidatos eran discernibles en un tema sensible como el aborto -sensible, digámoslo, para un sector del electorado femenino, no para todos- en donde mientras Harris aparecía como muy asertiva Trump hacía gala de sus grandes dotes de demagogo para eludir a tiempo cualquier pregunta al respecto.

En conclusión: Trump llega a la Casa Blanca dotado de poderes casi omnímodos. Gana la presidencia en los colegios electorales, donde cosechó 295 votos contra 226 de Harris. Y también la elección en el voto popular, donde obtuvo poco más de 72 millones de votos, el 50.9 % del total (y casi cinco millones más que su contrincante). Además cuenta con mayoría en el Senado, casi la mayoría en la Cámara de Representantes, y seis de los nueve votos de la Corte Suprema, que ya ha puesto manos a la obra para cerrar las 34 causas pendientes que pesaban sobre el hoy presidente electo.

¿Cuál es el significado de este resultado para los países latinoamericanos? En principio se suponía que Harris seguiría las huellas de Barack Obama y tendría una actitud un poco más dialoguista y respetuosa con los países de la región. Pero el saldo de Obama es complejo: reanudación de las relaciones diplomáticas con Cuba pero también una infame orden ejecutiva declarando a Venezuela una “amenaza excepcional e inminente” a la seguridad nacional de Estados Unidos. Trump no ocultó su desprecio a los países de la región, insultándolos como lo ha hecho de forma aún más acentuada en esta campaña y cumpliendo su mandato sin haber visitado ni un país del área. Fue a la Argentina en 2018 por la reunión del G20 y a Puerto Rico cuando el Huracán María en 2017. Pero poco antes de finalizar su mandato ordenó incluir a Cuba entre los países promotores del terrorismo, una decisión que implica un tremendo golpe en el terreno económico y financiero. Se quejó, además, de la estupidez (según sus palabras) de los demócratas porque cuando estaba a punto de apoderarse del petróleo venezolano aquellos lo dejaron escapar y, dijo: “¡ahora tenemos que pagárselo a Maduro!”. Es decir, nada bueno se puede esperar de Trump, y tampoco de Harris, entre otras cosas porque la política hacia Latinoamérica y el Caribe la decide el “estado profundo” y en muy poco grado los presidentes de turno. Para Washington Nuestra América es una región de acceso exclusivo y excluyente para Estados Unidos, que debe ahuyentar por todos los medios posibles a los forasteros malignos, Laura Richardson dixit, como Rusia, China e Irán. Pero creo muy poco probable que Trump decida aplicar la “carta militar” contra Cuba o Venezuela, porque tal medida podría re-editar el fiasco sufrido en Afganistán o en Vietnam y, además, tendría gravísimas resonancias en todo el sistema internacional porque indirectamente afectaría a China y, en menor medida, a Rusia e Irán. Lo más probable es que Trump endurezca aún más el bloqueo a Cuba y aumente la parafernalia de medidas coercitivas unilaterales aplicadas en contra de Venezuela, ambas en abierta violación de la legalidad internacional. Por eso hoy es preciso reforzar la solidaridad con estos países, blancos privilegiados de las ambiciones imperiales en el ámbito geopolítico del Gran Caribe. Y por eso mismo resulta incomprensible el veto brasileño al ingreso de Venezuela a los BRICS así como es digno de todo elogio el fundamental apoyo que México le ha venido brindando a la Revolución Cubana.

Posted on Leave a comment

¿”Tentaciones en Kazán”? Sí, ‘tentaciones’ de paz, igualdad, prosperidad y oportunidades

Con Cristian LAmeza. Analista Internacional (Argentina) colaborador distinguido del CREI

La visita del secretario general de la ONU a Rusia en el marco de la reciente XVI Cumbre del BRICS en Kazán, donde mantuvo una reunión con el presidente de Rusia, Vladímir Putin, despertó la ira de Volodímir Zelenski, quien le acusó de sucumbir ante “tentaciones”. En todo caso, una parte mayoritaria del planeta se dio cita en dicho evento. Tentaciones, y ‘tentaciones’ “En el Día de la ONU [que se celebra el 24 de octubre], es importante que el mundo no se olvide de los objetivos y principios de la Carta de la ONU, del propósito de la creación de esta organización, aunque algunos de sus funcionarios dan preferencia a las tentaciones en Kazán más que al contenido de la Carta de la ONU”, se despachó con despecho Zelenski contra el secretario general de Naciones Unidas. Al incidir en que Zelenski es el expresidente de Ucrania, y no actual mandatario constitucional, el analista internacional Christian Lamesa apunta que “si tiene asesores cercanos este individuo, tendrían que aconsejarle que (…) deje de decir este tipo de pavadas como lo de ‘tentaciones en Kazán'”. “Como si fuese posible, independientemente de la fecha de fundación de las Naciones Unidas, que el secretario general de esta organización desairase una invitación formal de un grupo como los BRICS, que congrega prácticamente a la mitad de la población mundial, si se toma en cuenta a los países que la componen en lo que son los BRICS+, que genera el 40% del PIB mundial, que ha sobrepasado en 10 puntos al G7, que otrora eran los países más industrializados y ricos de la tierra: por supuesto eso ya es tiempo pasado”, sentencia el experto. Esas ‘tentaciones’, según Zelenski, son las que llevaron a Guterres a reunirse con el presidente de Rusia, Vladímir Putin, para recalcar que la ONU apoya a la concepción de la paz en el mundo, sobre la necesidad de resolver los conflictos de Gaza, Líbano, Ucrania y Sudán. En tanto, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, también ‘cayó en la tentación’ para pedir a los Estados participantes en la XVI Cumbre del BRICS que apoyen una propuesta de Ankara en las Naciones Unidas para detener las ventas de armas a Israel”, según la agencia Anadolu. Otro de los ‘tentados’ fue el primer ministro de Vietnam, Pham Minh Chinh, quien también mantuvo un encuentro con Putin, a quien le manifestó que Rusia sigue desarrollándose a pesar de los obstáculos, lo que sirve de ejemplo para su país, y agradeció la invitación a la cumbre. El líder vietnamita aprovechó la ocasión para obsequiarle a Putin dos dragones, uno grande y otro pequeño. “En Vietnam y en Asia, el dragón se considera el poder supremo. El dragón pequeño representa el poder dentro de Rusia, y el dragón grande representa su poder fuera de Rusia y en todo el mundo”, declaró Pham Minh Chinh. Añadió que en el horóscopo asiático hay 12 animales y el signo del dragón, bajo del cual nació Putin, también simboliza entre ellos el poder más importante. “El reconocimiento de Putin como un dragón dentro de Rusia, y un gran dragón fuera de Rusia, o sea, un gran líder no solo nacional, sino también a nivel mundial. Ese lugar que tiene dado justamente el mandatario ruso está más que rubricado en esta cumbre de los BRICS, en esta enorme cantidad de países que concurrieron con un reconocimiento al liderazgo de Rusia a nivel mundial”, concluye Lamesa.