
https://www.youtube.com/watch?v=SAxBOtpzLwE


Publicado
Publicado por Dr. Suarez Saponaroel
Publicado por Dr. Suarez Saponaroel
En el mundo observamos diversos conflictos por cuestiones territoriales, tensiones separatistas, que derivan en conflictos abiertos. Hace un poco más de un siglo, por medio de la Ley de Autonomía, las Islas Aland adquirieron un estatuto especial dentro de Finlandia. Esta fue la solución que surgió en el seno de la Liga de las Naciones en 1921, poniendo fin a la disputa por las islas entre Suecia y Finlandia.
Por el Dr Jorge Alejandro Suárez Saponaro
Especial para LA POLIS. Desde Buenos Aires.
El Archipiélago de Aland (en finés: Ahvenanmaa) está compuesto por una isla principal – Fasta Aland – y 6500 islas e islotes. La capital es Mariehamn y el territorio tiene una superficie de 1580 km2 y está habitada por 30.000 habitantes, de los cuales el 86% de la población es de origen sueco. La religión mayoritaria es la fe luterana. La población tiene un alto estándar de vida, su PIB per cápita ronda los 30.000 euros. La economía está dominada especialmente por el transporte marítimo, el comercio y el turismo. La pesca y la agricultura son actividades tradicionales del territorio.
Las Islas Aland tienen un régimen especial de autonomía dentro del sistema constitucional finlandés. Los tratados internacionales establecen un régimen desmilitarizado y los habitantes del territorio están exentos de realizar el servicio militar en Finlandia. En 1994 la población votó por referéndum el ingreso del territorio a la Unión Europea, con un régimen especial en materia impositiva.
El sistema político de las islas Aland, se caracteriza por lo siguiente:
En 1922 comenzó a regir la Ley de Autonomía que estableció amplias competencias al Parlamento Local en materia educativa, cultura, salud, servicios sociales, industria, servicio de policía, comunicaciones y administración local. El poder legislativo (Lagting) nombra y controla al gobierno (Landskapsregering) siguiendo un modelo de corte parlamentario. El gobierno finlandés es representado por un gobernador, designado por el presidente de la República, prestando conformidad en ello, el parlamento local. La situación de las islas es una peculiaridad en el sistema constitucional finlandés, donde las regiones carecen de autonomía y sus autoridades son nombradas directamente por el gobierno central.
En materia de garantías y particularidades en relación a los derechos especiales a los alanders, según el régimen de 1922, podemos señalar lo siguiente:
La disolución de la Sociedad de las Naciones en 1946, extinguió el sistema de supervisión internacional del régimen de Aland, la respuesta ante esta situación por parte del gobierno finlandés fue la sanción de una nueva Ley de Autonomía en 1951, otorgando un mayor grado de autogobierno a las islas. Entre sus innovaciones encontramos que el estatus de Aland no podría ser enmendada o rechazada por el Parlamento finlandés sin consentimiento del Parlamento isleño. Asimismo, el nuevo estatuto mencionaba nuevamente la cuestión de la desmilitarización, siendo una consecuencia del Tratado de Paz de París de 1947 con la Unión Soviética, lo que llevó la demolición y desmantelamiento de las últimas baterías de costa. El amplio autogobierno otorgado abarcó aspectos tales como el uso de bandera de las islas en buques mercantes, regulación de servicios de radio y televisión, servicio postal, legislación social, legislar en materia de régimen de propiedad en aspectos no reservados expresamente al gobierno finlandés.
La Constitución finlandesa en su artículo 120, cita brevemente el régimen de autonomía de las islas Aland, constituyendo una protección legal al régimen especial de autonomía vigente desde los 20. La modificación del régimen autonómico por un lado precisa el consentimiento del parlamento local, con la aprobación de una mayoría calificada además de la ratificación del Parlamento finlandés. El único camino para cambiar los derechos de los isleños sería vía la reforma de la Constitución de Finlandia, un escenario de por sí improbable dada la estabilidad institucional del país y la existencia de un consenso nacional sobre el peculiar estatus de Aland.
En 1991, el régimen de autonomía fue ampliado y entró en vigor en 1993. Los cambios más destacables fueron
El grado de autonomía alcanzado, supera incluso al de algunas unidades territoriales en los estados federales. En particular en materia de competencias económicas, financieras y uso de pabellón de las islas en buques mercantes. También se puede apreciar la ratificación de normas que preservan la identidad cultural de los pobladores, como es el caso de facultar al consejo ejecutivo isleño competencias en materia de licencias de radio y TV, garantías del idioma sueco como única lengua oficial. Esta defensa de la cultura local, se traslada a los inmigrantes, a quienes se les exige para adquirir determinados derechos, como residentes permanentes, el conocimiento de la lengua sueca. Sin ninguna duda estamos ante un conjunto de normas destinadas a preservar la identidad de los isleños y adoptar medidas destinadas a asimilar culturalmente grupos migratorios. En materia económica, el régimen de autonomía, tuvo sus salvaguardas, donde el gobierno local tuvo el derecho a participar en las negociaciones vinculados a temas puntuales, especialmente agricultura y pesca. Incluso las islas ganaron autonomía para regular su sistema financiero y fiscal, reconocido por la propia Unión Europea.
La reforma del Ley de Autonomía delimitó claramente las esferas de competencias entre las legislaciones local y nacional, que no habían sido delimitadas en las reformas de 1951. A todo ello se agregó que en la reforma de la Constitución finlandesa que incorporó la garantía del régimen de autonomía de las islas. El régimen de autonomía ofrece un modelo valioso y no solo un ejemplo interesante, al adoptar un marco jurídico sumamente detallado sobre los alcances de la autonomía isleña y las relaciones con el Estado finlandés.
El régimen constitucional de las Aland prevé casos en los cuales el Presidente de Finlandia tiene veto sobre decisiones del parlamento isleño. Esto se realiza, llegado el caso con la asistencia de un cuerpo de juristas especializados formado por profesionales elegidos por las autoridades nacionales finlandesas y el gobierno isleño, con posibilidad de recurrir o consultar al Tribunal Superior de Justicia. Asimismo, fue creada la Delegación Aland destinada a solucionar conflictos de competencia entre las Islas y Finlandia.
Las instituciones autonómicas están formadas por el Gobierno de Aland (Ålands Landskapsregering) encabezado por un jefe de gobierno o Lantråd que surge del partido o coalición mayoritaria del Parlamento local (formado por 30 diputados). Existe un poder judicial local. La región autónoma se divide en municipios con autoridades electas por voto popular. En la década del 70 comenzó a consolidarse los partidos políticos. Hasta ese momento todo giraba en torno a liderazgos locales
El régimen de autonomía, amplio en muchos aspectos, tiene limitaciones en otros como en el caso tributario, restringido a impuestos municipales. El Estado nacional contribuye al financiamiento por medio de “compensaciones”. Las sumas transferidas, son establecidas por la Delegación Alandesa, en base a un índice fijado por este organismo. La ley de autonomía regula cuestiones vinculadas a las ayudas económicas del Estado a las islas, contribuciones extraordinarias, etc.
El funcionamiento de las instituciones de autogobierno y su éxito son consecuencia de una adaptación constante. Prueba de ello son las reformas de la Ley de Autonomía de 1951 y 1991, que fueron resultados de la evolución, consolidación de las instituciones isleñas y del compromiso del Estado finlandés en mantener este régimen especial. Este grado de autonomía, ha llegado a tal punto, que los partidos locales no son los mismos que los vigentes en Finlandia o Suecia, a pesar de tener en más de un caso principios ideológicos similares. En otras palabras, las islas tienen una vida política verdaderamente propia.
El poblamiento de las islas, datan del 8.000 a. C., pero a partir del 2.500 a. C aparecieron rastros migratorios del oeste, donde son identificados rastros de actividad agrícola, cerámica y construcciones. Las migraciones continuaron hasta la Edad de Bronce (circa 1400 a.C). En el siglo VII granjeros provenientes de Suecia se instalaron en las islas, agregándose un siglo mas tarde grupos daneses que explotaban los recursos de las islas y cobraban tributos. En el siglo XI el cristianismo hizo aparición en las islas, junto con la conquista sueca de Finlandia. En el 1300 las islas quedaron bajo la órbita del obispado de Abo (hoy la ciudad finlandesa de Turku). En 1347 con la creación del Ducado de Finlandia, las Aland quedaron bajo su órbita. Su particular posición estratégica llevó a la corona sueca a otorgar, hacia el siglo XV, un régimen especial de comercio. Las islas son suecas en idioma y cultura, pero desde el punto de vista jurídico están ligadas a Finlandia. En el siglo XVI la población local se convirtió a la fe protestante – luteranismo – como el resto de los países escandinavos. En 1528 Gustavo Vasa, fue proclamado rey, dando origen a la guerra sueco danesa, siendo las islas escenario del conflicto. En el siglo XVII las islas fueron integradas como parte del condado finlandés de Abo – Bjorneborg, y para 1639 fue creado una institución educativa modelo, la Aland pedagogi.
El siglo XVIII con el ascenso de Rusia y el desastre de la llamada “Gran Guerra del Norte” se abrieron las puertas para intervenciones militares rusas directas. El valor estratégico de las islas se incrementó, en particular para Rusia al constituir una base ideal para controlar el tráfico en el Báltico y potencialmente ofrecer una defensa avanzada para la base naval de Kronstadt (San Petersburgo). La Guerra del Norte, significó para Finlandia la ocupación rusa y la devastación del país (Gran Rabia) y la perdida de parte de los territorios orientales (istmo de Carelia) y para Suecia su repliegue de Estonia, Livonia e Ingria. En 1743, nuevamente Finlandia perdió territorios a favor de los rusos. En 1765, las islas obtuvieron el régimen de libre comercio, además de contar con una dieta o asamblea propia. El siglo XVIII fue una etapa de importante desarrollo cultural.
Las guerras napoleónicas que sacudieron a Europa afectaron a las islas. Rusia, que transitoriamente fue aliada de Francia, derrotó a Suecia, lo que llevó a la firma de un tratado de paz, que significó la pérdida del Gran Ducado de Finlandia, incluidas las islas Aland. A partir de este momento, perdieron su peculiar estatus político económico. Rusia a fin de romper lazos entre Finlandia y Suecia, estableció un régimen de autonomía, que para mediados del siglo XIX significó contar con ejército, moneda y dieta propia, siendo el zar proclamado Gran Duque de Finlandia. Las islas fueron representadas en el Senado Finlandés (corporación de carácter ejecutivo). La estabilidad política facilitó el desarrollo económico y cultural, dominado por el uso del idioma sueco.
El valor estratégico de las islas llevó a los rusos a fortificarlas, y la construcción de una nueva capital, siempre manteniendo estrechos lazos con Finlandia. La guerra de Crimen, motivó que una escuadra anglo francesa atacara las islas e infringiera una seria derrota naval a los rusos. Finalmente, como consecuencia de la guerra significó la desmilitarización permanente de las islas por el tratado de paz de 1856. Esto trajo prosperidad y libertad a los isleños, siendo creadas instituciones culturales y artísticas, con estrechos vínculos con Suecia. Rusia respetó la situación de las islas, hasta principios del siglo XX, dado la creciente tensión con Alemania, llevó a militarizar las islas nuevamente de manera subrepticia, violando el tratado de 1856. La destrucción de la flota rusa en la guerra ruso japonesa, y dado la situación vulnerable de San Petersburgo, entonces capital imperial, fueron las razones que llevaron adoptar medidas defensivas. A ello se agregó el proceso de rusificación impuesta por el zar Nicolás II, que terminó en una revolución en Finlandia, siendo consecuencia de ello, en 1906 la vigencia de un nuevo estatuto constitucional, creando un parlamento electo por sufragio universal.
El estallido de la Primera Guerra Mundial, trajo aparejado el desembarco de tropas rusas, algo que no agradó a los isleños. Esto traía malos recuerdos de la conquista rusa de Finlandia, donde los soldados de Rusia protagonizaron numerosos actos de violencia. Los habitantes de Aland fueron reclutados de manera forzosa para obras de fortificación y construcción de baterías de artillería costera. Suecia se alarmó ante esta situación. El derrumbe de Rusia tras la revolución de 1917, llevó al senado finlandés a declarar la independencia el 6 de diciembre de 1917. Los suecos enviaron una expedición militar para proteger a la población local. Los isleños buscaban su integración a Suecia. La independencia de Finlandia trajo aparejado una guerra civil entre los guardias rojos (comunistas apoyados por rusos) y blancos (nacionalistas apoyados por alemanes). En este complejo contexto, Alemania había suscripto con el gobierno bolchevique el Tratado de Brest Litovsk, que daba manos libres a Berlín en toda Europa del Este y el Báltico, lo que permitió a las fuerzas germanas intervenir en la región báltica, desembarcando en las islas Aland y el sur de Finlandia. Los suecos optaron un retirarse discretamente. Razones políticas, ante el derrumbe alemán en el frente Occidental, distanció a los finlandeses de los alemanes, quienes emprendieron su retirada al corazón del Reich. Tropas blancas finlandesas ocuparon las islas, en reemplazo de las alemanas, mientras que Suecia apoyaba la idea de autodeterminación de la población local y su integración bajo la bandera de Estocolmo. La situación llevó a una delegación de isleños estuvieran presentes en las negociaciones de paz en París, al finalizar la Gran Guerra.
En 1919 luego la breve regencia del general Carl E. Mannerheim, Finlandia se convirtió en una república parlamentaria. Su situación era delicada, la guerra civil ha dejado 30.000 muertos y una sociedad dividida. Las fronteras con Rusia soviética no estaban definidas y con Suecia estaba la tensión por las islas Aland. En 1920, el primer ministro finlandés Rafael Erich, presentó la primera acta de autonomía de las islas, rechazada por la población local. Suecia y Finlandia recurrieron a la Liga de las Naciones. En junio de 1921, este organismo reconoció los derechos finlandeses sobre las islas, pero bajo un régimen especial, bajo supervisión internacional. Las Islas Aland serían un territorio desmilitarizado, neutralizado y sin posibilidad de fortificarla en tiempos de paz, además de una serie de pautas para preservar la identidad de los isleños, además de autonomía política.
En 1922 por medio de una Ley de Garantías, fue reconocida la oficialidad de la lengua sueca. El Consejo de la Liga de las Naciones, se convirtió en supervisor del régimen de autonomía. Ese año fueron convocadas elecciones para el parlamento local y la formación de un gobierno local autónomo. Un reconocido jurista finlandés, Lauri Hannikainen, señaló que el régimen no fue bienvenido, pero el sistema adoptado proporcionó a los isleños un elevado nivel de autogobierno que les permitió decidir con un amplio margen de libertad sobre sus asuntos internos, constituyendo una herramienta para preservar el carácter sueco – alander de las islas, y sirviendo para sus particulares intereses.
La desmilitarización y neutralización de las islas, llevó a la celebración de un Convenio suscripto por diez estados interesados en ello. El acuerdo mantiene vigencia hasta el día de hoy y ha sido respetado por Finlandia. Es considerado una de las salvaguardas a la autonomía local. Esta situación fue realmente sensible en la década del 30, cuando la Unión Soviética presionó para fortificar las islas, ante el surgimiento del III Reich como potencia europea. Helsinki se negó en rotundo, pero dado las presiones, motivó a Suecia adoptar una política de asistencia, discreta, pero destinada a evitar que las islas fueran empleadas como base militar, amenazando su seguridad. En la Segunda Guerra Mundial por razones de defensa, las islas fueron ocupadas militarmente por tropas finlandesas. Terminada la guerra, las fortificaciones fueron desmanteladas y las tropas replegadas.
Algunas reflexiones
El conflicto de las islas Aland tras la Primera Guerra Mundial, es mostrado como un modelo exitoso de solución de controversias. Las islas tienen un alto valor estratégico, especialmente al controlar accesos marítimos clave, la cercanía de las capitales de dos estados ribereños del Báltico (Estocolmo y Helsinki). Su control, implica la posibilidad de proyectar fuerza sobre dichos centros neurálgicos, como también en su momento a la ciudad de San Petersburgo y su importante base naval. Esto fue percibido en distintos conflictos, especialmente en la llamada Gran Guerra. La geopolítica jugó un papel central en la rica historia isleña. A pesar del interés sueco sobre Aland, más allá por los lazos culturales y lingüísticos, estaba en juego también la viabilidad y seguridad del estado finlandés, vulnerable frente a la Rusia revolucionaria. No cabe duda que esto debe haber influenciado en la decisión de la Sociedad de las Naciones, más allá de lazos históricos y jurídicos de las islas con Finlandia.
La solución fue de carácter pragmático, creando un régimen político bajo supervisión internacional, para garantizar la autonomía de los isleños y reducir las tensiones separatistas e irredentistas. Finlandia obtuvo el reconocimiento de su soberanía sobre las islas, con una serie de restricciones, especialmente militares, subsanadas por el planeamiento de defensa, que preveía medidas de defensas eficaces y flexibles en caso de conflicto. Estas fueron aplicadas exitosamente por el Alto mando finlandés en la Segunda Guerra Mundial, que impidió tanto el desembarco de tropas soviéticas en su momento como de las alemanas.
La “Solución Aland” no significó una mejora de las relaciones sueco – finlandesas, la normalización de estas fue gradual, lo que no impidió que las partes mantuvieran un diálogo constructivo y diversos canales de cooperación, incluso en plena guerra civil finlandesa y durante la disputa en relación a las islas Aland en el seno de la Sociedad de las Naciones. Haciendo una rápida observación de la política sueca, observamos el interés de mantener relaciones pacíficas con sus vecinos y promover un clima de estabilidad en el Báltico, particularmente con el ascenso de la Unión Soviética y la Alemania del III Reich en los años 30.
El éxito del modelo Aland, como hemos visto muy someramente, radicó en una serie de factores, particularmente la situación internacional, la decisión de las partes de aceptar la solución adoptada por la Sociedad de las Naciones; la existencia de un diálogo constructivo entre las partes. Desaparecido el régimen de salvaguardas del estatuto de las islas, con la disolución de la Sociedad de las Naciones, no significó el fin de la autonomía otorgada. Finlandia envió un claro mensaje a los isleños con una nueva ley que otorgó mayores niveles de autogobierno, como mecanismo para impedir la aparición de movimientos separatistas que derivaran en situaciones de tensión tanto internas como externas. La Autonomía está garantizada por un sólido blindaje legal, los conflictos que puedan existir entre el gobierno central y el isleño, son resueltos desde el punto de vista eminentemente jurídico y no político. Otro aspecto que ha contribuido al éxito del “Modelo Aland” es su estatus de territorio desmilitarizado y neutral, lo que ha dado a los “alanders” una verdadera sensación de libertad y seguridad.
‘
Situación de mayor peligro: 1) Amenaza de guerra nuclear ? Porqué y dónde? 2) Segundo frente de guerra: Medio Oriente. Que está sucediendo? 3) Elecciones USA a la.luz de estos acontecimientos: Que papel juegan los EEUU? Habrá diferencia si gana Trump o Kamala Harris? 4)La ONU y la asamblea anual. Que van a solucionar?
Distinguido analista internacional (Argentina) colaborador del CREI
El proceso electoral estadounidense, analizado por Msc. Manuel Espinoza Jarquín, Director del Centro Regional de Estudios Internacionales, #CREI, está muy complicado por los intereses de los grupos de poder, que no son necesariamente los partidos tradicionales. ¿Qué se esconde tras estos intereses? ¿Por qué podría peligrar la integridad de los candidatos Kamala #Harris, #democrata, y Donald #Trump, #republicano, en este proceso electoral? Intentamos responder estas y otras incógnitas en esta edición de Sumando Vigores, en ExtraPlus.
Tras el segundo intento de asesinato a Donald Trump surgen serias preocupaciones por lo peligroso de las elecciones en Norteamérica. Manuel Espinoza, Direcor del Centro Regional de Estudios Internacionales (CREI), Analista Internacional y especialista en Estados Unidos y Rusia aborda el tema con el periodista Nestor Espinoza, Director de EXTRAPLUS
Revista: Visión Sandinista (Nicaragua)
https://www.visionsandinista.net/2024/09/17/la-guerra-civil-2-0-en-usa
sandinista — 17 septiembre, 2024 add comment
Manuel S. Espinoza JarquIn (*)
Donald Trump recibió un segundo atentado de asesinato el 15 de septiembre en un club de golf en West Palm Beach. El sospechoso, Ryan Routh de 58 años, oriundo de Hawai, está relacionado con el reclutamiento de mercenarios para Ucrania, para el batallón fascista “Azov”. ¿Pero, cómo sabía este tipo la información del paradero ese día del candidato a Presidente por los republicanos? ¿Quién le facilitó esa información no pública?
Si bien es cierto ambos partidos, desde las elecciones de George W. Bush jr., rompieron las reglas de engagement electoral bipartidistas. es posible que no sean necesariamente los demócratas los que estén detrás de los intentos de asesinatos a Trump.
Tal y como cerré en el último párrafo del artículo “Quién dice que son democráticas? Las elecciones más peligrosas de USA”, en el numero anterior de la revista Visión Sandinista de agosto, “hay un riesgo permanente que uno de los candidatos no llegue vivo al día de las elecciones en Estados Unidos”. (vean: https://www.visionsandinista. net/2024/08/24/las-elecciones-mas- peligrosas-de-usa/).
Estas elecciones presidenciales en los EEUU sirven y servirán de factor analítico para entender la profundidad de su división nacional. Basta con ver las diferencias pronunciadas entre los candidatos principales a ocupar la Casa Blanca a partir del próximo 20 de enero del 2025. Y la diferencia no solo se observa en la diversidad de género en los candidatos o sus profesiones, ocupaciones o experiencia política.
Los temas que cada uno de los aspirantes a presidente está impulsando, no solo demuestra diferentes plataformas de contenido político, valores y ética de la sociedad norteamericana que de una u otra manera representan el sentir y pensar del electorado. Lo anterior resulta ser muy importante para entender los EEUU del siglo XXI y su futuro cercano y a mediano plazo.
En este contexto nuevamente vuelve a surgir el tema de un enfrentamiento mayor del que se dio en las elecciones presidenciales del 2020, pues éstas dejaron muchas minas en cada Estado de la federación aun cuando el sistema electoral USA está más que claro con la existencia del colegio electoral. Se habla de hasta una Guerra Civil 2.0 (la primera fue en 1861-1865 durante la guerra de secesión)
Hay temas aun recurrentes desde ese periodo como la visión de un gobierno central robusto, bien efectivo y estructurado, versus mayor poder a los Estados miembros de la federación. Pero Donald Trump por sí solo es un factor de división no solo partidario dentro de los republicanos, sino social y sistémico en su discurso anti Deep State. ¿Y qué tan interesados pueden estar los republicanos para provocar una guerra civil?
Trump, de una u otra manera, incitó a la toma del Capitolio el 6 de enero del 2021 al denunciar el fraude y robo en las elecciones presidenciales. Sus bases partidarias evangélicas y de la extrema derecha como Proud Boys, Boogaloo Boys, The Ohio Defense Force, Patriot Keepers y los Oath Keepers demostraron su firme decisión de ir hasta en contra de la Constitución, como igual lo hizo Trump.
El hecho anterior debe ser tomado en cuenta de la manera analítica más acentuada, pues una seria línea roja histórica se cruzó ese 6 de enero; de no haber sido rechazado por varios líderes republicanos de la Cámara de Representante y del Senado como Mitch McConnell, el líder principal, que acusó a Trump de provocar tal acto irresponsable e inconstitucional, que puso en peligro la democracia del país.
Y lo que es peor para muchos es que Trump, en esas elecciones, dejó a 74.2 millones de votantes a su favor y representan un activo que todo este tiempo han estado esperando con ansias su retorno y no de otro republicano. El 63% de esa cantidad de votantes (unos 46,746 millones) aseguran hasta hoy día que las elecciones le fueron robadas por los demócratas. No podemos negar que esta cifra constituye desde ya una base sólida electoral a favor de Trump.
Pero además de obtener la mayor cantidad de votos en toda la historia del partido republicano, habría que incluir unos 36.7 millones de votos, que representan el 44% de los 81.2 millones de votos que recibió Biden en esas elecciones. Estaríamos hablando de unos 100 millones de votantes a favor de Trump o algo cercano, sí y sólo sí la ingeniería electoral republicana logra, en estos dos pocos meses que faltan, resaltar los graves problemas de los norteamericanos bajo la administración Biden-Harris.
Vale aclarar que ese 44% que arrojaron las encuestas votaron por Biden no por haber estado a favor del candidato demócrata o por su partido, sino como castigo a Trump por muchos de los errores que cometió durante la pandemia del Covid- 19 y el mal manejo de crisis raciales como la del afrodescendiente George Floyd, que disparó los sentimientos raciales de las minorías y no solo de las afrodescendientes.
Basta en recordar cómo Trump calificó de “Perros viciosos” a los protestantes de lo que ellos llaman la izquierda radical como Antifa y Black Lives Matter, lo que también define a Trump como líder de los blancos y además anti inmigrantes. Esta inclinación de superioridad racial es el caldo para la sopa de un enfrentamiento a estallar en cualquier momento.
Recordemos que Trump se ha autoproclamado no una vez como “El Elegido” y la iglesia evangélica lo califica como “El milagro divino paras salvar a los EEUU”. Y hoy el chico malo, inútil e incapaz ha sido Joe Biden y debe rastrearse (monitorear) cómo ese 44% desea ahora castigar al partido demócrata. Eso explica el cambio rápido planeado de que Kamala Harris sustituya al viejito Biden.
Estas revueltas (riots) inmediatamente no solo activan a la guardia nacional, sino también excitan a los racistas blancos y activan a sus milicias armadas. Las integran unos 200 grupos bien organizados, estructurados por todo el país y con muchos veteranos de guerra y cazadores. Se calculan unos 60,000 muy bien armadas. Altamente peligrosas e impunes en sus acciones paramilitares dentro de los EEUU.
Entre estas está el Ku Kluk Klan, fundado en 1865 ya al final de la primera guerra civil en Tennessee y hasta hoy con plena libertad de acción. Ni siquiera durante la administración de Barack Obama (un presidente afrodescendiente) se pudo abolir.
La democracia USA es tan grande y viciosa que su perfil de odio supremacista blanco WASP (White Anglosaxon Pure) racista, evangélico anti-católico, xenofóbico, antisemita en contra de los árabes, homofóbico y anticomunista, parece no importar nada.
¿Pero cuál puede ser la chispa que encienda todo un polvorín acumulado de discriminación, desigualdad económica, cultural y odio racial? ¿Será otro tiroteo en alguna escuela? ¿Un tercer y decisivo atentado a Trump u otro caso de asesinato impune de un afro-descendiente a manos de policías blancos?, que por ende han demostrado el surgimiento de acciones extremadamente violentas, de destrucción y pérdidas de vidas y económicas en las localidades donde se dan las protestas.
Pero la guerra civil no solo es la opción declarada muchas veces por los grupos armados de extrema derecha. Muchos gobernadores, congresistas, senadores republicanos lo han expresado abiertamente. Tanto milicianos como políticos opinan que, si no gana Trump, los resultados no se reconocerán y la opción armada está aún abierta desde el 6 de enero del 2020 y por los dos intentos de asesinato a Trump en julio y septiembre de este año.
En agosto del 2023 el congresista por Michigan, Matt Maddock, que muchos creíamos sería el nominado como candidato presidencial por los republicanos, aseguró que “se daría una guerra civil o algo parecido a una revolución si continuaban reprimiendo políticamente a sus partidarios, que ocuparon el Capitolio” (más de 1500 encarcelados y con sentencias severas). Ese mismo mes Colton Moore, senador por Georgia, expresó que “no quería sacar su rifle en una guerra civil”.
Este 2024, un candidato en Carolina del Norte por los republicanos dijo que hay que asesinar ya a unos cuantos y no por venganza, sino por la necesidad de salvar a la nación. Y lo mismo expresó George Lang, senador por Ohio. “Trump y su vice J. D. Vance son el ultimo chance de salvar políticamente a los EEUU. ¡Si perdemos estas elecciones habrá guerra civil para salvar al país y con seguridad la habrá!”.
La temática que facilita el choque de republicanos contra demócratas es amplia, y va más allá de los resultados electorales. La destrucción de los valores cristianos producto del progresismo y wokismo demócrata, sus políticas pro inmigración ilegal y descontrolada, proyectos y leyes pro abortos, leyes a favor de los homosexuales y todo tipo de trans, así como leyes de control de armas en mano de la población. El 42% de los propietarios de casa tienen más de un arma.
No hay duda que tras el segundo atentado de asesinar a Trump, las cosas se pueden salir de control. Los grupos extremistas de los demócratas también se preparan para lo que pueda suceder después del 4 de noviembre próximo. Desde 1989 existe la Acción Anti- Racista (Anti Racist Action) que ven a los blancos como fascistas, han crecido en cantidad y calidad en su capacidad de choque. La NFAC (Not Fucking Around) está armada hasta los dientes para defender a los de color negro.
Los más radicales como Antifa, considerada por el FBI como terrorista, y Black Lives Matter, especialistas en revueltas, saqueos y linchamiento en las calles contra la impunidad policiaca contra los afrodescendientes. Redneck Revolt, para defender con las armas a comunidades marginadas. John Brown Gun Club, una organización armada con entrenamientos y preparación militar para la defensa de las minorías. Y muchas más como The Base, con entrenamiento militar y acusada de acciones paramilitares, etc.
El tema de la posibilidad de una guerra civil se ha llevado a las encuestas y estas arrojan un 40% de posibilidades después de las elecciones, y una escasa menor cifra antes de lo que queda de resultado, a no ser que el segundo y un tercer atentado a Trump dispare la situación. Las milicias ultra derechistas también pueden hacer lo suyo contra la candidata demócrata. Esta es la otra línea roja que prosigue a la toma inconstitucional del Capitolio en el 2021.
Lo incierto de esto son terceras fuerzas económicas e ideológicas internas que, dentro de los diversos grupos extremistas alrededor de los republicanos o demócratas, estén interesados más en la guerra civil 2.0 que en quien gane las elecciones. Ya ni se diga de las fuerzas externas, interesadas en que no gane Trump y las interesadas en el rápido declive norteamericano. La lista aquí es grande también.
Factores de la ingeniería del sistema electoral basados en el colegio electoral, tendrán mucho que ver en siete de los Estados más inseguros de los 50 a participar. Y como sabemos, de los 538 votos de los electores del colegio, el candidato que reciba 270 será el ganador.
Para ese entonces ni siquiera interesará quién de los candidatos ganó qué tanto de los debates públicos, qué tanto el expertísimo demócrata, al colocar al frente a Kamala Harris, o el republicano, con su apuesta de Donald Trump, tendrá algún valor en ese momento, ni cuál de estos candidatos obtuvieron más del voto popular. Solo valdrá la voluntad del DEEP STATE (Estado Profundo) y la orden que le dé al colegio electoral para inclinar la balanza de la victoria a Harris o a Trump.
Arizona (11), Georgia (11), Michigan (15), Nevada (6), North Carolina (16), Pennsylvania (19), y Wisconsin (10), que son considerados como el campo de batalla (battleground stetes) o Swin States (Estados péndulo), arrojan una sumatoria según las cifras en paréntesis a la par de cada estado con 88 votos del colegio electoral, y son el rascar de cabeza de todos los analistas a la hora de contar votos. Suelen estos ser tan problemáticos, que el resultado en Pensilvania a menudo determina el resultado de toda la campaña electoral.
El voto latino de los inmigrantes sin (ID) documento de identidad podrá generar mayor caos que el devenir de la guerra en Ucrania, o una posible guerra entre la OTAN y Rusia, mientras el uso del arma nuclear táctico no entre en acción en la guerra en Europa. Mucho menos la situación tensante en cuanto al enfrentamiento con China por Taiwán o las Filipinas. O el voto por correo electrónico será otro causal que inclusive no espere a que terminen las votaciones, sino que podrá estallar mucho antes del 4 de noviembre. Este será el argumento angular del fraude electoral.
Esa denuncia está también ya asegurada. Ya están culpando a los iraníes como en su momento se culpó a Rusia de interferencia en las elecciones del 2016. Tres componentes de la comunidad de inteligencia USA como son la Oficina del Director de Inteligencia Nacional (ODNI), la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) y la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad (CISA), han denunciado que:
“Irán busca avivar la discordia y socavar la confianza en las instituciones democráticas estadounidenses. Irán ha demostrado, además, un interés de larga data en explotar las tensiones sociales a través de diversos medios, incluido el uso de operaciones cibernéticas para intentar obtener acceso a información sensible relacionada con las elecciones estadounidenses”.
Son operaciones de influencia cibernéticas dirigidas a la campaña electoral y específicamente contra Trump. Son efectivas, aseguran las agencias, pues sacaron del juego a Hillary Clinton en el 2016 con 20,000 correos electrónicos del servidor del Comité Nacional Demócrata, que Wikileaks publicó tan solo unos días antes de su nominación. En otras palabras, Irán debe desde ya prepararse si gana Trump, quien satisfará al lobby judío en Washington de destruir a Irán a favor de Israel en el Medio Oriente.
Hacer guerras a sabiendas que no las ganan al final, no es un tema ya ganador en las elecciones USA, al menos –repito- que se tensione a niveles extremos. Y esto solo puede ocurrir en el Medio Oriente con Israel involucrado en guerra abierta con el mundo árabe, como el que se está armando en por lo menos siete frentes de guerra contra los sionistas.
También están ocultos aquellos del Deep State que desean que continúe la guerra y su financiamiento en Ucrania, a lo que Trump ha dicho que acabará al siguiente día de su llegada a la Casa Blanca. O Aquellos que desean financiar más a Israel. O aperturar un mayor conflicto con China. Esos sí pueden generar todo un caos en estas elecciones.
Inclusive, nadie acusará a los demócratas por lo que han gastado en Ucrania o en Israel, pues ese capital no es del pueblo norteamericano. Ese capital es para que se beneficie el complejo militar industrial y los dueños privados de la Reserva Federal; y eso no es tema de debate electoral. Los norteamericanos solo deben saber que lo tienen que pagar algún día con las próximas veinte generaciones que ya nacerán endeudadas.
A menos de dos meses de las elecciones en los EEUU estamos presenciando todo un proceso que es parte del fraude electoral ocurrido en los sufragios del 2020. La coyuntura internacional ha cambiado a más grave y el enfrentamiento político interno en los EEUU a peor. Tres líneas rojas se han cruzado ya: el rompimiento de reglas electorales bipartidistas, el irrespeto a la Constitución y el respeto a la vida de los candidatos a presidente. Cuantas líneas rojas más faltan cruzar los amos de los Estados Unidos para que estalle la guerra civil 2.0, o todo es un caos controlado?
* Por: Manuel S. Espinoza Jarquín. Director del Centro Regional de Estudios Internacionales (CREI)
La-Guerra-Civil-2-y-las-Elecciones-USA-2024-articulo