
Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Director Diario El Minuto para Argentina
Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Director Diario El Minuto para Argentina
Manuel Espinoza J. (*)
Desde la independencia de las 13 colonias en 1776 hasta La guerra hispano-estadounidense en 1898 y la guerra filipino-estadounidense de 1899-1902, los Estados Unidos alcanzaron el espacio territorial que hoy conocemos. Su voracidad por el dominio de nuevas tierras y nuevos espacios están bien definidas en su corolario de doctrinas de política exterior y geopolítica.
En su afán del dominio de América Latina, la más conocida es la Doctrina Monroe promulgada en 1823. Esta tuvo dos niveles de desarrollo: primero, evitar el dominio europeo en el hemisferio occidental; segundo, la extendieron para impedir a cualquier otra potencia del mundo.
El resto de doctrinas de política exterior, desde las más antiguas como “La de las Cañoneras”, “La del Gran Garrote”, “la del Buen Vecino”, “la Diplomacia del Dollar” hasta las más recientes, se subordinan a la Doctrina Monroe; estas se aplican en tiempo y forma según su necesidad imperialista en el hemisferio.
También hay teorías y doctrinas de corte geopolítico como la teoría de “las Fronteras Móviles” y “de Ventanas y Puertas Abiertas” de Frederick Jackson Turner, la del “Imperio Norteamericano” de Brooks Adams y la del “Poder Marítimo” de Alfred Mahan, que vienen a reforzar la mal llamada Doctrina Monroe a nivel global.
En el caso de la teoría de “las Fronteras Móviles” y “de Ventanas y Puertas Abiertas”, la lógica es sencilla. “Las fronteras deben ser abiertas a los intereses de dominio USA en el globo y hay Estados que deben servirles de ventanas y puertas para la penetración a las diversas regiones y continentes en su afán de la construcción de las Balanzas de Poder”.
La Doctrina de Mahan del poder marítimo se basa en la flota militar, en la flota mercante y bases marítimas militares en todo el mundo. En función del aseguramiento de su comercio global y la rápida respuesta a cualquier levantamiento en la aldea global. Con más de 800 bases en el planeta, el Pentágono es el terrateniente más grande del mundo. Tienen extensas zonas de territorio dentro y fuera de los EEUU que han comprado o alquilan.
Prácticamente desde 1776 hasta 1959 los norteamericanos habían logrado expulsar a las principales potencias europeas que en un determinado periodo dominaron parte del continente por separado. Es el triunfo de la revolución cubana de 1959 que viene a minar todo el andamiaje doctrinario de política exterior y geopolítico norteamericano.
Con la revolución cubana entra a América Latina la Unión Soviética (URSS) y hasta 1991 se logró crear una red política e ideológica de los pueblos de América Latina en contra de la Doctrina Monroe, y entre los más destacados logros de la última etapa es la triunfante la Revolución Popular Sandinista en 1979.
Si bien es cierto que el peligro para los intereses hemisféricos de la Doctrina Monroe era la presencia de potencias foráneas, a lo que ellos vulgarmente califican como “su patio trasero”, con la revolución Bolivariana de 1998, siete años después de la caída del campo socialista, los norteamericanos con gran susto ven surgir desde la misma América del Sur un nuevo y mayor desafío. Sobre todo, por la inmensa cantidad de recursos estratégicos existentes en Venezuela.
A partir de ahí la llegada al poder de la izquierda política latinoamericana se hace con mayor frecuencia como chispas en El Salvador, Ecuador, Brasil, Argentina, Bolivia, y México. Esta es la respuesta histórica autóctona regional a la dominación política norteamericana. Es una nueva etapa en la lucha contra el mandato gringo.
Prácticamente las tres revoluciones continentales triunfantes en Cuba (1959), Nicaragua (1979) y Venezuela (1998) han enfrentado la forma más violenta del imperialismo norteamericano en el continente, pero aún sobreviven triunfantes.
Estas tres revoluciones abrazan la idea de la unidad latinoamericana de Simón Bolívar, el Libertador de América, José Martí y A.C. Sandino. Lo que las hace trabajar en función de objetivos claros y contra el dominio norteamericano en el continente. Prácticamente constituyen la base fundamental de la política exterior de estas tres revoluciones.
Si a esta fortaleza le agregamos la lógica de la teoría geopolítica de Halford Mackinder, conocida como “Heartland”, el destino manifiesto del declive norteamericano en Latinoamérica en las condiciones actuales está asegurado.
En otras palabras, Mackinder habla de zonas geopolíticas del planeta que ejercen enormes cambios en todo el sistema global. Mackinder sitúa a Heartland desde el río Volga hasta el río Yangtze y desde la Himalaya hasta el Artico, prácticamente lo que en su tiempo fue el imperio ruso y luego el imperio soviético. Fundamentalmente Heartland define que “quien domine Europa Oriental domina Heartland; Quien domina Heartland domina la Isla Mundial; quien domina la Isla Mundial domina el Mundo”.
En términos coyunturales ese dominio de Heartland (Euro-Asia) del que supone Mackinder no es más que el poderío nuclear, económico y tecnológico que posee Eurasia a la luz de la alianza estratégica entre Rusia y China por destruir al máximo el poderío global norteamericano, no hay mejor sitio indicado para esto que Latinoamérica.
Si a esta noción de Euro-Asia se la agrega la propuesta doctrinaria de Rusia de la construcción y creación de la Gran Euro-Asia que incluye a la India, más China, Rusia, Mongolia y Kazajistán u otros más de Asia Central, de nuevo podemos entender que un final no feliz en los juegos de poder de los norteamericanos en el hemisferio les espera. Solo es esa región se concentra más de la mitad de la población del planeta.
La batalla por Venezuela está planteada y en curso y le corresponde a la Latinoamérica Bolivariana enfrentar la rapacidad yanqui con la furia bolivariana, lo que desde ya proyecta toda una guerra prolongada a nivel continental.
Tanto China y Rusia han venido expresando su firme apoyo político, económico militar y comercial hacia Venezuela a través de un sinnúmero de acuerdos de carácter estratégico de asistencias recíproca, lo que hace muy complejo cualquier aventura de la administración Trump en contra de la revolución chavista, más aún cuando China acaba de ganar la Tercera Guerra Mundial sin disparar un solo tiro. Las guerras modernas ahora son mucho más complejas y sofisticadas que las que pudimos conocer hasta hace poco en Medio Oriente.
El golpe a la economía norteamericana producto de la pandemia del Covid-19 los ha metido en una de las más profundas recesiones económica que los EEUU y el mundo hayan conocido. El tal proclamado liderazgo norteamericano en el mundo y en el continente se vino abajo. Demostraron con la pandemia que los EEUU no han sabido demostrar el verdadero rol de un hegemón.
Un hegemón es aquella potencia que tiene la capacidad de asegurar y garantizar la seguridad y la supervivencia de sus aliados, y esto no se ha visto en ningún punto del planeta y hoy los norteamericanos son los grandes ausentes. De nada les ha servido tener el ejército más poderoso del mundo, dotado con el presupuesto militar más costoso y el armamento más sofisticado y moderno.
Sin embargo, la ferocidad de los EEUU y sus ambiciones de construir un sistema unipolar con sus reglas y métodos, no han acabado. Tanto Trump como el poder oculto gringo urgen de una guerra donde el botín sea el petróleo venezolano o iraní y le sirva de amortiguación a la depresión que se les viene encima.
Pero esa misma obsesión al despojo de los pueblos es parte de su ruina a la vuelta de la esquina en el tiempo de o post pandemia. La batalla continua, pero no se debe renunciar a ella pues su declive moral, político e ideológico está planteado y no es una abstracto.
Desde 1776 hasta 1959 trascurrieron 182 años de validez casi total de la Doctrina Monroe. Desde 1959 a la fecha han transcurrido 61 años donde su validez es seriamente fracturada por tres revoluciones en Cuba, Nicaragua y Venezuela y la presencia activa de Rusia y China en el hemisferio. ¿De qué validez de la Doctrina Monroe se habla entonces?
(*) Especialista en Relaciones Internacionles
| Jorge Alejandro Suárez Saponaro es Director de Diario El Minuto Argentina.
Manuel S. Espinoza Jarquín (*)
El neoliberalismo1 es una corriente económica y política capitalista que apoya la casi total liberalización de la economía, el libre comercio y sobre todo una drástica reducción del gasto público y de la intervención del Estado en la economía de la que se apropia el sector privado, que pasaría a desempeñar las competencias tradicionalmente asumidas por el Estado. Es ese sector privado, conformado principalmente por empresarios quienes luchan por controlar las arcas del Estado, que es financiado con los impuestos del contribuyente y las adquisiciones provenientes del exterior (préstamos, cooperación, inversión etc.).
El Covid-19 vino a poner en evidencia una vez más del fracaso rotundo del modelo neoliberal, sobre todo en términos de respeto a la vida y la condición humana principalmente de aquellos que no tienen acceso ni a la mínima oportunidad social.
Las escenas de horror de cientos de cadáveres enterrados en fosas comunes, las cifras más dantescas y el pánico generalizado se han observado en los países más ricos del mundo.
En los países del famoso G-7 su sistema de salud resultó sobrepasado, diezmado e inútil. Todo por el modelo de la privatización de la salud, los hospitales como empresas y los enfermos como clientes de un lucrativo negocio en función de la acumulación de riquezas. La incapacidad de los gobiernos y sus élites de poder económico, la exclusión social existente y desprecio humano demostrados hoy en EE UU, Inglaterra, España, Italia, son las causas por la que los pueblos desde hace décadas vienen luchando tenazmente.
Es que los pueblos no pueden bajar la bandera de su lucha contra el modelo neoliberal, ya que la pandemia solo demostró las obligaciones sociales ausentes hasta hoy día en el capitalismo salvaje y que con toda seguridad no cambiarán tras ser contenida la pandemia, y más aún cuando la recesión global es inminente y necesitarán otra crisis para usar de nuevo más fondos de las reservas e incrementar la deuda pública.
La lucha de los pueblos contra el neoliberalismo En el 2019 pudimos observar una serie de protestas masivas a lo largo del cono sur: Bolivia, Ecuador, Argentina y Chile, que se trasladaron hasta Europa, y el Medio Oriente (Líbano). Habría que subrayar que dichos levantamientos marcan objetivos no necesariamente desestabilizadores de regímenes o toma de los gobiernos vía la acción política violenta al estilo Gene Sharp, sino que son transformadores de la situación socioeconómico a favor de todos los sectores en cada uno de estos países.
Estas fuerzas sociales luchan contra ese modelo neo-liberal, que se encubre de falsedades como “Políticas de Austeridad Económica” “, Gobiernos Democráticos”, “Libertad, Mercado, Democracia y Crecimiento Económico” y defendido a capa y espada a la luz del proceso de globalización2 por sus supuestas “bondades y riquezas” trasladadas por el comercio y las finanzas locales y globales.
El neoliberalismo es una forma de gobierno en el que la economía supera a la política y los estados empresariales, con sus normas y reglas, sustituyen al Estado de bienestar social, su carácter democrático popular y hasta su soberanía al proponer que se deje en manos de los particulares o empresas privadas el mayor número de actividades económicas posible, limitando así al Estado en el desempeño económico, la reducción de su tamaño y la reducción del porcentaje del PIB que pueda controlar y administrar directamente.
La lucha en las calles contra el neoliberalismo, que es ya lo mismo contra las consecuencias nefastas de empobrecimiento y exclusión social proveniente de la globalización, no son ni lideradas ni conducidas por fuerzas políticas tradicionales de izquierda como los partidos políticos, sino toda una gama de movimientos y organizaciones sociales que luchan por la recuperación de la soberanía política y social ante el capital local y extranjero. Por eso, hablar del fin del neoliberalismo pasa por hablar del proceso de des-globalización en el sistema internacional.
Mucho se especula en estos días sobre el fin del modelo neoliberal y sobre la des-globalización. Sin embargo, más que augurar su fin resulta más productivo entender la trayectoria y la lógica de su debilitamiento en las últimas décadas, para que sirva de guía para la acción de las luchas populares y no ver a este modelo inhumano como un imposible a modificar y sustituir.
Si el 2001 fue el momento triunfal de la globalización, después del 11 de septiembre de ese año y sobre todo ya para el 2007 y 2008 con la crisis inmobiliaria, la euforia se acabó. La troika del Modelo Mundo Capitalista, basado ideológicamente en el neoliberalismo y su funcionamiento en la globalización y la financiación, pusieron en evidencia la inevitabilidad del conflicto en las relaciones internacionales y las crisis cíclicas del capitalismo.
No aprovecharon la ausencia del campo socialista ni el caudal de los recursos en tiempos de paz. Como aseguró el comandante Daniel Ortega Saavedra en su discurso el 15 de abril de este año, “las potencias siguen dedicando enormes sumas de dinero en guerras contra los pueblos y en costosísimo armamento atómico en vez de resolver los grandes problemas globales o los más básicos de sus pueblos, como es el de la salud para todos”. De ahí que la filosofía del neoliberalismo está agotada por no estar acorde a los intereses de paz y desarrollo del planeta.
En términos reales económicos globales, este proceso es visto con la disminución en el porcentaje de las exportaciones mundiales en relación con el Producto Interno Bruto mundial (PIB)3 , que está indicando claramente que el supuesto “peso del comercio internacional” en la riqueza mundial está disminuyendo. Un ejemplo claro es que entre el 2000 y 2006 el comercio aumentó a 2,6 veces la tasa del PIB mundial, pero el monto comercial de 2008 a 2017 aumentó de 16,1 a 17,7 billones; o sea, un aumento del 10%, inferior al del PIB mundial actual. (USD 87, 265 billones hasta el 25 de junio del 2019, según el FMI).
Desde hace más de cinco años y sobre todo en la etapa actual del Covid-19, se percibe con claridad la pérdida creciente de influencia e importancia económica y hasta la legitimidad de organizaciones como el G-7, el G-20 que los presentan aún como economías triunfantes. El G-7, por ejemplo, superó el 65% del PIB mundial a fines de los 80. Hoy día su peso económico ha caído muy por debajo del 50% en relación al PIB mundial.
Es un hecho el largo proceso del declive del modelo neoliberal vía las guerras de saqueo y despojo como en Iraq, Libia, Siria y Venezuela. También por la des-globalización en las relaciones económicas internacionales. Por mencionar algunos momentos recientes, como el claro debilitamiento de la hegemonía y supremacía USA, rechazo a los acuerdos multilaterales de la administración Trump; la aplicación de las sanciones arbitraria económicas como política de Estado en sus relaciones internacionales; el BREXIT y la guerra comercial y financiera entre los EEUU y China, que aceleran la desfragmentación y desaceleración de la economía global.
En el caso de Nicaragua, el debilitamiento del neoliberalismo nace con la llegada al poder del Frente Sandinista de Liberación Nacional en 2007 y se viene propiciando su declive en los 13 años de permanecer en el gobierno. Políticamente es demostrable al entender la recuperación de la soberanía en términos de la capacidad de decisión política que se superpone ante los criterios de la economía y las finanzas establecidas como normas, credos y mandamientos bíblicos en los gobiernos neoliberales que le antecedieron desde 1990 hasta 2007.
Desde 2007 El gobierno sandinista, continuando con el programa de lucha del FSLN en función de reducir al máximo el número de familias nicaragüenses empobrecidas por las políticas neoliberales (1990-2007), ha logrado la restitución de la dignidad del pueblo y sus derechos con la enorme cantidad de programas sociales en la salud, educación, alimentación y aseguramiento de un techo digno para los más empobrecidos.
Las razones de austeridad y eficiencia económica, así como la apuesta del comercio sobre el PIB, a la que apuesta la pareja del neoliberalismo y la globalización capitalista, han sido revertidas continuamente con la sabia y sobre todo la soberana utilización solidaria y humana del presupuesto nacional en función del desarrollo humano del nicaragüense.
Aquí poco a poco las pretensiones del Cosep y similares, con todo el tecnicismo de lo económico y financiero, se vienen subordinando a los intereses del pueblo en función de una nueva democracia y poder popular (Pueblo-Presidente) por la que luchan hoy tantos pueblos.
El fin del neoliberalismo parte de la disputa clara por el poder político-económico en cada país, y solo se logra con la lucha constante e inclaudicable para subordinar a las clases élite económicas bajo los intereses populares. Una nación sin una fuerza política organizada como el FSLN, difícilmente logrará obtener soberanía y democracia económica para las clases más excluidas. El fin del neoliberalismo debe de ir acompañado del proceso de modificación de la globalización en las relaciones económicas internacionales. De ahí muy importante nuestro actuar en la política exterior, como hasta hoy día se demuestra.
La lucha contra el neoliberalismo apenas tomará más fuerza tras el análisis post pandemia. Definitivamente el orden mundial y el modelo mismo sufrirán ciertos cambios. Las relaciones de poder entre las potencias se han visto aún más intensificadas en estos días, generando el pesimismo y la falta de un futuro de estabilidad económica y paz mundial.
Un ejemplo claro en las palabras del alto representante de la UE Josep Borrell para la política exterior, quien demandó durante la conferencia sobre seguridad de Munich (15 y 16 de febrero de este año) mayor autonomía europea ante la bipolaridad China-EEUU. “Decir que estamos preocupados no soluciona nada. Europa tiene que desarrollar el apetito de poder, el deseo de actuar y aprender el lenguaje del poder”.
Ese lenguaje debe pasar, según el Alto comisionado por “prescindir de la unanimidad cuando sea necesario”. Esa misma falta de consenso se ve desde el BREXIT y reafirmado durante este periodo de pandemia.
¿Hasta dónde llegarán los EEUU contra Venezuela, Irán y China? ¿Qué transformaciones sistémicas están a la vuelta de la esquina en una situación de redistribución del poder global en función de la posesión de un nuevo tipo de armamento tecnológicamente más sofisticado? Tras la pandemia entraremos en recesión económica global. A un capitalismo que ha sido “financiado” para sobrevivir a la pandemia.
La recesión también consumirá más recursos de los incentivos fiscales en cada país, mas no serán suficientes. La lucha de los pueblos se incentivará ya que se producirá más la desigualdad y fractura social, económica, con mucha más razón la supervivencia del Estado de Bienestar -y no el Estado empresarial o el de la mal llamada Sociedad Civildebe asegurarse.
Y subrayo lo anterior porque la denominada Sociedad Civil Global con protestas, según el método de Gene Sharp, requetefinanciada por las agencias norteamericanas como la USAID, NED, NRI, IRI, Freedom House, CIA y similares occidentales, tienen por objetivo la desestabilización a toda costa de los gobiernos opositores a la voluntad de Washington y la toma del poder de cualquier forma y por cualquier medio, no importando lo vulgar e ilegal como es el caso de Bolivia, en Venezuela, Nicaragua y los intentos en Hong Kong, por mencionar algunos en la actualidad.
En nuestro caso, los nicaragüenses alrededor del gobierno sandinista, defenderemos a un Estado fuerte, que garantice paz, seguridad, desarrollo y bienestar a todos y, sobre todo a los más desfavorecidos. Hoy más que nunca la lógica antineoliberal del GRUN, junto con el pueblo, demuestra estar preparado para enfrentar nuevos retos y desafíos como hoy se lidia con el Covid-19.
La apuesta a la inversión social en todo el tiempo ha creado un modelo capaz de proteger la vida, la salud, los derechos humanos como partes integrantes del contrato social.
Nicaragua (a diferencia de otros países por muy demócratas o ricos que se auto denominen, donde la cantidad de muertos, empleos perdidos más el desempleo ya existente antes de la pandemia y las masas de empobrecidos son enormes y que al final serán los ciudadanos los que se terminarán ajustando a las medidas neoliberales) con el Modelo Cristiano, Socialista y Solidario continuará como en los últimos 13 años de gobierno sandinista. No se cortarán los gastos sociales, se ampliarán más los programas sociales, se aumentarán los beneficios para todo el pueblo, gracias a la sabia conducción política actual.
A diferencia de esos países pseudo demócratas y opulentos defensores del modelo neoliberal, donde sus pueblos tras la pandemia demandarán por un mejor sistema de salud integral no excluyente, Nicaragua -con el gobierno sandinista y con el exitoso modelo de salud ya demostrado puede sin duda alguna darnos el lujo de lograr muchos más avances en temas de una sociedad más saludable en su estilo de vida, con mejor nutrición, actividad física, disminución de los niveles de estrés, longevidad con atención medica asegurada a un mayor nivel.
Nuestra lucha es y será permanente por superar la desigualdad económica y social. Nuestros logros y avances son bandera de lucha para los pueblos que luchan contra el neoliberalismo en cada nación. El FSLN ha más que demostrado que no solo se puede luchar por liberar al pueblo, sino gobernar con éxito económico y social para toda la nación. La lucha contra el neoliberalismo es justa y correcta.
1- El economista Joseph Stiglitz denomina al neoliberalismo “fundamentalismo del mercado”, ya que, como ideología económica, sirve a los intereses de una minoría saltándose los controles y el funcionamiento de las democracias. (Wikipedia).
2- La globalización es un proceso económico, tecnológico, político, sociocultural a escala mundial que consiste en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo uniendo sus capacidades de mercados. Es también un desafío a los proyectos de desarrollo de los países, especialmente para aquellos que están en vías de desarrollo, pues no solo considera cualquier intervención estatal como hostil a sus intereses. La globalización de la economía, de la tecnología y de los medios de comunicación lleva también a la globalización de los problemas, desde los mercados financieros y del trabajo hasta a los de la ecología y de la criminalidad organizada. La globalización afecta a todo el mundo y por tanto exige un derecho global que la controle. (Wikipedia).
3- El Producto Interior Bruto (PIB) mide el valor monetario de la producción de bienes y servicios finales de un país durante un año. El PIB también se define como el conjunto de todos los bienes y servicios finales producidos en un país durante un año. El PIB se utiliza habitualmente como medida del grado de bienestar de la población de un país. Otra forma de entender qué es el PIB es según su fórmula: PIB = C+I+G+X-M. Donde C = Consumo, I = Inversión, G = Gasto público, X = Exportaciones, M = Importaciones El PIB per cápita (o PIB por habitante), se obtiene dividiendo el PIB entre el número de habitantes. Nos permite comparar el bienestar de los habitantes de distintos países, ya que representa el valor de los bienes y servicios producidos por cada uno de ellos. PIB per capita= PIB / nº de habitantes.
(*) Especialista en Relaciones Internacionales
Manuel Espinoza J.
En la historia de la confrontación política en las relaciones entre Nicaragua y los Estados Unidos de Norteamérica está más que claro que el poder gubernamental en Nicaragua se disputa desde 1961 entre el FSLN y el gobierno gringo de turno. Sobre todo, a partir de 1979 con el triunfo de la Revolución Popular Sandinista (RPS). Olvidémonos de cualquier oposición política local. Ellos sin el apoyo injerencista yanqui no son nada. Simplemente son un producto “made in USA”.
Por mucho que la oposición quiera demostrar un origen nacional, una fortaleza popular, no son más que el cúmulo del esfuerzo del poderío económico, paramilitar y psicológico yanqui contra la maquinaria política popular del FSLN. Prácticamente las batallas electorales presidenciales, a partir de 1984 en Nicaragua, se dan entre el candidato del FSLN y el seleccionado por la Casa Blanca.
Esta dinámica en pugna tiene toda una historia de intervencionismo electoral, lo que hace fácil entender la confrontación política actual entre el FSLN y la administración de Donald Trump.
No es ni exageración ni fantasía política, Para muestra un botón. Recordemos cuando en las elecciones presidenciales del 2001, el embajador norteamericano Oliver Garza hasta se metió dentro de las instalaciones del Consejo Supremo Electoral para supervisarlas y que con su influencia los magistrados respetaran la decisión de Washington y ganara su candidato.
No es pues de extrañarse ni dudar que en las elecciones del 2021 la mano gringa participe directa o indirectamente. Sobre todo, porque las premisas de la intervención yanqui en nuestro país siguen siendo las mismas que se establecieron en 1823 con la doctrina Monroe.
1) La presencia extra continental en nuestro hemisferio por parte de otras potencias de turno. Llámense España, Inglaterra, Portugal, Francia, Alemania, la URSS, hoy Rusia o la República Popular China de estos tiempos.
2) La ruta canalera descubierta tras la fiebre del oro en 1848 y su deseo firme de no permitir la construcción de un canal interoceánico que no sea el de Panamá u otro construido, controlado y administrado exclusivamente por ellos.
Ambos puntos fundamentan el intervencionismo yanqui y el resto de dinámicas que la geografía y el territorio nicaragüense por sí mismo generan y que se pueden entender a través de la geopolítica, y las acciones de intervención de política exterior norteamericanas hacia nuestro país.
¿Pero por qué asustarse? William Walker hasta se proclamó presidente de Nicaragua después de asesinar a los liberales y conservadores a cargo de la política nacional; después que decretó el inglés como idioma oficial y querer instalar el esclavismo, el gobierno en Washington lo reconoció como el presidente de Nicaragua.
¿Y por qué dudar del intervencionismo político de los Estados Unidos en nuestros asuntos internos electorales? Otro ejemplo claro de la historia del intervencionismo gringo es que, en 1928, cuando los yanquis intervinieron por cuarta vez en Nicaragua, los norteamericanos además de organizar las elecciones fueron supervisadas por el enviado especial norteamericano Henry Stimpson.
Este personaje encabezaba la Comisión Electoral Nacional, (el Consejo Electoral, que conocemos hoy). Las urnas y centros de votación eran atendidos por infantes de la marina USA y éstos al final contaban los votos Así decidían ellos a quién instalarían en la silla presidencial del gobierno nicaragüense.
Y qué del cinismo compartido de los yanquis que instalaron a Somoza García asesinando al General de Hombres Libres Augusto C. Sandino. Posteriormente este Somoza dio un golpe de Estado en 1934 y su dinastía se pasó a manos de su hijo Anastasio Somoza y en forma de dictadura militar duró hasta ser derrocado por el FSLN en julio de 1979. Un régimen sangriento con las elecciones más viciadas de toda la historia nacional, pero nunca sancionado por Washington.
Para 1987, cuando el FSLN estratégicamente logró destruir la estrategia de guerra mercenaria y sangrienta de la administración de Ronald Reagan vía la “Contra”, no tuvieron más remedio que maquiavélicamente crear todo un frente político con operaciones abiertas y clandestinas para hacer que su candidato presidencial ganara en las elecciones del 25 de febrero de 1990. Manteniendo siempre la guerra de la “Contra” y la amenaza de intervención directa.
Lo anterior es muy importante entender porque a partir de lo anterior descrito toda retorica electoral como “elecciones democráticas”, “elecciones libres”, “elecciones transparentes” “elecciones con supervisión extranjera”, “temores de fraudes electorales”, “respeto al voto ciudadano”, es mero ejercicio exógeno desde Washington y nada democrático, mucho menos nacionalista. Es un burdo disfraz de lo que persiguen tanto los yanquis como sus títeres peleles locales.
Actualmente están interviniendo electoralmente de la misma forma que lo hicieron en los 80 para llevar al poder a la Violeta Barrios de Chamorro. Hace un mes Donald Trump declaró que Estados Unidos presupuestó más 10 millones de dólares en donación para Nicaragua para apoyar la lucha de la sociedad civil en materia de democracia para el año fiscal 2021.
En otras palabras, para que de nuevo su candidato gane en las elecciones del 2021. El uso de esta asignación será a partir del 1 de octubre del 2020 al 30 de septiembre del 2021. Este monto deberá haber sido totalmente gastado faltando un mes para las elecciones presidenciales de noviembre del 2021.
En realidad, no solo es ese el monto que el gobierno USA viene asignando para la oposición anti-sandinista para este propósito. Ese monto aun no lo tocan. El presupuesto para el año fiscal (octubre 2019 a septiembre 2020) fue de 6 millones de dólares y para el año fiscal (octubre 2018 a septiembre 2019) fue de 11. 61 millones de dólares.
O sea que en total desde octubre 2018, tras su fallida estrategia de derrocar al gobierno vía “el Golpe Suave” de Gene Sharp hasta noviembre del 2021, el gobierno norteamericano habrá invertido durante estos tres años 27.1 millones de dólares de manera abierta para procurar la derrota electoral del FSLN e instalar a su vasallo de turno.
Nicaragua ya experimentó una agresión política similar desde 1987 hasta 1990 con esa misma cantidad de financiamiento. En esos dos años y medio el gobierno norteamericano invirtió (según en su informe de octubre 16 de 1989, el Boston – based group Hemisferic Initiatives, que se inscribió como observador ante el Consejo Supremo electoral en las elecciones del 90) 26.5 millones de dólares en financiamiento abierto y clandestino en las elecciones nicaragüenses. Otras fuentes aseguran que fueron unos 30 millones de dólares.
Y no solo es el monto de los 30 millones que usaron para financiar las elecciones de 1990 lo que hace repugnante la acción de política exterior, sino la desfachatez con que el congreso durante semanas debatió sobre cuál sería la mejor estrategia para, a través de la Agencia para la Promoción de la Democracia (NED) y la Agencia internacional para el Desarrollo (AID), invirtieran 9 millones de dólares en la campaña electoral nicaragüense tras la solicitud que en septiembre de 1989 hiciera la administración Reagan.
En todo caso no es la soberanía de Nicaragua lo que valoraban, sino cómo eficazmente lograr su intervencionismo con el triunfo electoral sobre el gobierno sandinista.
Ese monto se destinó para crear todo el andamiaje electoral para la oposición antisandinista. Unos 5 millones de dólares serían administrados por el Instituto Nacional Demócrata para las relaciones internacionales (NDI) y el Instituto Nacional Republicano para las relaciones internacionales (NRI).
Unos 2.9 millones de dólares fueron utilizados a discreción por la NED y 1 millón de dólares para el pago a los grupos de observadores internacionales entre los más destacados como el Centro Carter y el Centro Allen Weinstein para la Democracia. La Freedom House con 358,000 dólares y la Delphi Internacional Group con otro tanto. Al final los EE. UU solo a través de la NED invirtieron 12.5 millones en las elecciones en Nicaragua.
La AID no se quedó atrás, le entregó 4.166.000 millones de dólares a la iglesia proveniente de un fondo que estaba destinado a los “Contras” y que ahora serían redirigidos a apoyar la elección de la Violeta con el apoyo de la iglesia.
Lo importante de esa operación lesiva a nuestra soberanía era cómo enmascarar todo el flujo de dinero que recibirían los partidos y organizaciones cívicas y políticas de la oposición. Para tal propósito, se creó el Instituto para la Promoción y la Capacitación Electoral (IPSE) con una junta de directores como Alfredo Cesar, quien era consejero del jefe de campaña de la UNO (yerno de Doña Violeta), Luis Sánchez (vocero oficial de la UNO), Guillermo Potoy, Silviano Matamoros (líder del PSD) y Adán Fletes (líder del PND), ¡todos miembros de la coalición de la UNO!
Para que su junta quedara autorizada por la Casa Blanca, fueron invitados a Washington D.C a un supuesto “Entrenamiento Internacional de Actividades Política-Electorales” donde la realidad era patentizar la firma que les convertiría en los receptores de los fondos del NDI y el NRI que tanto la NED como la AID les entregarían durante la campaña electoral. Ese viaje fue financiado por la Freedom House con un monto de 10,900 dólares.
Era tanto el afán de controlar el financiamiento por parte de la élite que estaba alrededor de doña Violeta, que las escuadras de contadores de la empresa Price Water-House que vinieron desde Washington a verificar el movimiento y la entrega de los fondos no podían comprender cuando el dinero iba al IPSE o a los directivos de la UNO. Pero se hicieron de la vista gorda con tal de alcanzar el objetivo.
Siempre hubo dinero para todos. Una vez unificada la oposición en 14 partidos que integraban la Unión Nacional Opositora (UNO) con doña Violeta Barrios de Chamorro como candidata escogida por el Departamento de Estado, su vice-presidente Virgilio Godoy tuvo que ser elegido en una reunión en la embajada norteamericana tras una serie de encuentros fallidos de los líderes de la oposición para ponerse de acuerdo si debería ser Enrique Bolaños o Godoy. Se asegura que en esa reunión cada líder de partido salió con 10 mil dólares para comprar las voluntades de aquellos que apoyaban la candidatura de Bolaños y aceptar a Godoy.
Lo escalofriante es que en esos 3 años (1987, 1988 y 1989) que antecedieron a las elecciones de 1990, el monto de 26.5 millones de dólares incluía el financiamiento abierto y el clandestino. La pregunta del millón ahora es ¿cuál es el financiamiento clandestino si el hasta ahora monto asignado de manera abierta (oficial) para el mismo propósito -desde el 2018 hasta el 2021- es de 27.1 millones de dólares, casi igual que en los 80?
Según la oprobiosa conducta histórica de los EE. UU en materia de intervencionismo electoral hacia nuestro país, solo nos quedan tres opciones para defender la soberanía nacional, sobre todo ahora que tenemos el poder político desde el gobierno.
1. Cortar de una vez por todas todo tipo de injerencia política en el proceso electoral del 2021 y los que vendrán en el futuro. Usar todas las vías legales nacionales e internacionales que les ate las manos de su financiamiento por siempre.
La principal reforma electoral en el actual contexto debe ser el impedimento, a través de sanciones legales nacionales de todo tipo, al financiamiento norteamericano y de sus aliados que tenga como objetivo intervenir e influenciar en proceso electoral nacional para instalar a un candidato USA en el poder.
2) Establecer las normas del juego en función de nuestra soberanía, en función de relaciones normales de respeto mutuo entre nuestros países. (Algo imposible)
3) Develar tanta hipocresía disfrazada en términos de democracia y libertad que utiliza el discurso de la política exterior USA.
Es mejor retarlos a que su próximo presidente electo en este año de campaña electoral USA, sea Trump o Byden o Sanders, el que compita con el candidato sandinista.
Si tan solo los nicaragüenses conociéramos bien nuestra historia, la tuviéramos tan clara y que la pudiéramos dimensionar hoy día, el intervencionismo norteamericano en nuestros asuntos seria erradicado de una vez por todas.
Claro, que sin sus vasallos nicas su intervencionismo sería más difícil. Y más cuando son éstos los que viajan hasta ese país y los invitan a entrometerse en la política interna nacional. Han sido muchos los nicaragüenses que con tal de que los norteamericanos les ayuden a acceder o mantenerse en el poder, han entregado en bandeja la soberanía nacional a los norteamericanos. Desde los que invitaron a William Walker hasta los que se arrastran hoy día no persiguen más que el beneficio propio.
Estamos en un momento histórico donde de nuevo el FSLN puede vencer a la política imperial norteamericana en las próximas elecciones presidenciales aun con todo y sus nefastas sanciones.
Ningún partido en Centroamérica puede compararse con el partido rojo y negro. Con su nivel de apoyo popular. Con su grado de organización y disciplina. Ningún partido como el FSLN ha dado la batalla anti-imperialista en la región como el partido de A. C. Sandino y de Carlos Fonseca. Ningún partido en la región lucha por décadas contra el intervencionismo gringo como el FSLN en la intensidad enfrentada por el FSLN desde 1961.
Por eso estamos más que claros que “Contra la intervención yanqui electoral, Frente Sandinista de Liberación Nacional”.