
Publicado por Dr. Suarez Saponaro – Distinguido Analista Internacional (Argentina) Colaborador del CREI

El Reino de Suazilandia, conocida por su nuevo nombre Esuatini, fue protagonistas de protestas y un verdadero clima de rebelión en 2021. Su rey Msuati III, personaje corrupto, se exilió por breve tiempo en Mozambique junto a su séquito de esposas. Coleccionistas de autos de lujo, dilapida millones de dólares en palacios, casas para sus esposas y concubinas. Además de comprar un avión para sus viajes personales, es el jefe de estado de un país, carente de libertades, pobreza, desempleo del 30%, el 25% de la población con HIV. Ha colmado la paciencia de la población que exige reformas, que han impulsado la intervención del gobierno sudafricano para una salida pacífica a la crisis.
Por el Dr. Jorge Alejandro Suárez Saponaro
Especial para LA POLIS. Desde Buenos Aires
El Reino de Esuatini, como se denomina actualmente la antigua Suazilandia, es un país de 17,360 km² con 1.26 millones de habitantes, sus fronteras lindan con Sudáfrica y Mozambique. Los antepasados de los suazis, fueron los ngonis, que habitaban en Mozambique. Las tribus swazi huyeron de su hogar original al valle del río Pongola en la actual provincia sudafricana de KwaZulu Natal en el siglo XIX como resultado de la presión interna. Los ataques de Ndwandwe luego obligaron a los swazi, gobernados por Sobhuza I de Dlamini, a trasladarse al valle de Ezulwini en el área que conocemos hoy como Swazilandia. Sobhuza era hijo de Ngwane III (1745-1780), a quien los swazi reconocen como su primer rey. La presencia suazi en el país está registrada desde el siglo XVII. La ocupación fue paulatina derivado de los conflictos con pueblos vecinos. En la etapa de evolución del sistema político, se estableció el peculiar sistema por el cual la madre del rey, sería la regente, en caso de minoridad del heredero. Este sistema rige hasta el día de hoy.

Los primeros tiempos del siglo XIX, fueron de lucha contra pueblos vecinos y el ascenso del reino zulú de la mano del legendario Shaka Zulu. El rey Sobuza I mantuvo una política de apaciguamiento con su belicoso vecino. Su sucesor Msuati II, en 1839, es reconocido como el monarca más importante. El reino suazi era mucho más grande que los actuales límites. Msuati II, llevó a cabo una reforma militar, mejoró sus tropas, expandió el reino y entró en contacto con los Boers, recién llegados a la zona de Transvaal, firmando una serie de concesiones en materia de tierras. A fines delo siglo XIX el país estuvo envuelto en las presiones ejercidas por los Boers y los británicos. En algún momento sobre la base de venta de tierras, el gobierno de Transvaal intentó anexar Suazilandia, sin resultado, dado que durante un tiempo cayó en manos británicas. El apoyo suazi en las guerras contra los zulúes garantizó la independencia del reino frente a las ambiciones británicas. La república de Transvaal impuso en 1894 un protectorado, que fue reemplazado por el británico en 1906. Las fronteras suazis habían sido reducidas al tamaño actual, por medio de la Convención de Pretoria.

Los británicos respetaron la existencia de la monarquía suazi, pero la población fue relegada a reservas, quedando gran parte de la tierra en manos de europeos. Los intereses británicos estaban en manos de un comisionado, asistido con un consejo local electo por la población europea. En 1921 asumió, Sobhuza II como rey. Los suazis participaron en el frente del norte de África en unidades de las fuerzas británicas. El ascenso del régimen del apartheid en Sudáfrica, llevó a Londres a desechar la idea de anexar Suazilandia al poderoso vecino racista. En los años 60, en áreas urbanas aparecieron partidos políticos, mientras que Sobhuza II junto a jefes tradicionales en áreas rurales impulsaron el Movimiento Nacional Imbokodvo. Este ganó las elecciones parlamentarias de 1964. Los días de la presencia británica en Suazilandia estaban contados. En 1966 por medio de una conferencia constitucional fue aprobada una Constitución estableciendo un gobierno de corte parlamentario. En 1968 el país se independizó y el partido Imbokodvo, de base rural, se impuso con el 75% de los votos. Esto permitió al autoritario Sobhuza II derogar la constitución en 1973, e imponer un régimen autoritario. Los partidos políticos y sindicatos fueron prohibidos. Este personaje, mantuvo costumbres tribales, llegando a tener 70 esposas, 210 hijos entre 1920 y 1970. Alrededor de 180 niños sobrevivieron a la infancia, y se informó que 97 hijos e hijas vivían hasta el año 2000. A su muerte, tenía más de 1.000 nietos. Muerto Sobhuza II, lo sucedió el actual rey Msuati III, declarado mayor de edad, y en 1986 fue proclamado rey.

El régimen de Sobhuza permitió crear una elite que monopoliza el poder y es altamente corrupta. A pesar de todo, su liderazgo paternalista, le permitió que mantenga prestigio en gran parte de la población. Su sucesor el rey Msuati III a pesar de algunas concesiones, sigue viviendo a espaldas de su país. El crecimiento económico de los años 80, no beneficiaron a la población. Los años 90 hubo una profunda crisis, que, por la sequía, colocó al reino al borde de vivir una hambruna. Las exigencias de reformas degeneraron en violencia. El régimen se mantuvo firme en mantener instituciones anacrónicas, manteniendo el poder de los jefes tribales y el clan gobernante. En 2002 y 2004 hubo nuevas sequías, que demando la asistencia internacional bajo auspicios de Naciones Unidas. Ello no ha impedido que el pintoresco y corrupto rey suazi, mantuviera un estilo de vida con grandes lujos y siguiendo la tradición de su padre, manteniendo la costumbre de la poligamia. En mayo de 2021 en el medio de caos, las fuerzas del ejército y la policía dispararon a los manifestantes, causando muertos. El grueso de los manifestantes, son jóvenes, dado que estos padecen la pobreza y la falta de oportunidades. El diario español El PAIS, en su edición de 2021 señalaba 8 de mayo Thabani Nkomonye, de 25 años, un estudiante de Derecho, murió en condiciones extrañas y su cuerpo no apareció hasta cinco días después, con el argumento por parte de la policía de que había sufrido un accidente de coche. Lo que provocó importantes movilizaciones. El rey ordenó en el marco de esta crisis, el arresto de dos diputados pro democracia.

Esuatini es una monarquía, donde el rey conserva amplias atribuciones, apoyado por una serie de instituciones de carácter tribal. Designa al gobierno, jueces, altos mandos militares y de policía, parte de los diputados y senadores. Los partidos políticos están prohibidos, y la oposición política está dividida, lo que impide una estrategia común para presionar al régimen para un cambio. El principal grupo opositor es el Partido Comunista, seguido por el Comité Nacional de Liberación, que lidera una coalición opositora. Sus liderazgos están en el exilio.

El rey que gobierna un país con más del 60% de la población en la pobreza, el 40% está desempleado, agregándose el drama del VIH que afecta a más del 25% de la población y la esperanza de vida es de 58 años, ha gastado millones para una colección privada de 15 coches Rolls Royce, decenas de autos BMW para su extensa familia – tiene quince esposas y una treintena de hijos – además de un jet privado para sus traslados. En 2013, ante la llegada del DC9, el primer ministro del país primer ministro, Barnabas Dlamini, dio un peculiar argumento ante la llegada de dicha aeronave. «El avión lo usará la Reina Madre y nuestro monarca para ir a otros países a pedir fondos para nuestros súbditos«. Un verdadero insulto, en un país con las necesidades que tiene y como curiosidad, que el componente aéreo de las fuerzas armadas, precisa aeronaves para cometidos de transporte, búsqueda y rescate, etc.

En cuanto a las consortes reales, cada una de ellas viven con todo lujo a costa del presupuesto nacional. Se estima que este reyezuelo tiene más de US$ 100 millones en su fortuna personal. El clima de rebelión parece no importarle, a fuerza de represión, intenta mantener sus prerrogativas, como de la familia gobernante y sus allegados. En el aniversario 40 de la independencia, el país gastó US$ 2.5 millones en los festejos, lo que generó airadas críticas de los acreedores internacionales. En 2013, el país recurrió a los préstamos, para pagar a funcionarios y empleados del estado, lo que pone en evidencia como el gobierno despilfarra recursos. Sostener al rey, su familia y todo su séquito insume el 8% del presupuesto nacional.

Las denuncias contra el rey no solo abarcan escándalos de corrupción y su régimen autoritario, sino maltrato hacia sus esposas, como indicaba en su momento en una nota de diario Clarín: Una de las esposas del rey, Putsoana Huala, se vio obligada a valerse de pasaportes falsos para poder escapar del país en 2004. La séptima mujer, Septemi Masango, se suicidó en abril de 2018, una semana después de haber asistido al funeral de su hermana sin permiso del monarca. Zena Mahlangu –la décima esposa- tenía 18 años en 2002, cuando fue secuestrada en la escuela donde estudiaba. Pocos días después, la madre de la adolescente fue informada de que su hija estaba alojada en la residencia del rey y cumplía funciones oficiales. Otro caso llamativo vinculado con Mswati III es el de la ex Miss Teen Swaziland, Nothando Dube, que en 2005 fue forzada a casarse a sus 16 años con el rey.
https://www.youtube.com/watch?v=BPQtdPQ_fAM
Estamos ante un país que tiene una economía basada en la agricultura, especialmente la caña de azúcar, donde los trabajadores de las plantaciones, en manos de poderosa corporaciones privadas, carecen de derechos y hay denuncias de trabajo infantil. La explotación forestal también es importante, junto con la producción de cítricos para la exportación. La Confederación Internacional Sindical, ha señalado sobre las duras condiciones de los trabajadores rurales trabajos arduos e insalubres condiciones, salarios miserables y represión violenta de cualquier intento de sindicalización. La mano de obra barata, la falta de sindicatos legales, ha permitido que industrias como la textil prosperaran, favorecido por cuotas de exportación fijadas por Estados Unidos y la Unión Europea. Las tierras en manos de plantadores locales, se dedican a una actividad de subsistencia y no tienen acceso a los grandes mercados. La economía está estrechamente vinculada a Sudáfrica, país que además genera empleo para miles de expatriados suazis, que envían millones de dólares en remesas a sus familias, constituyendo otra fuente de ingresos para la economía del reino. La minería parece prometedora, especialmente en materia de carbón, hierro y asbesto, pero no existe una política de fomento, agregándose las limitaciones en materia de infraestructura.

El país vive ataques con armas incendiarias a puestos de policía, manifestaciones, desapariciones forzadas, detenciones arbitrarias. Sudáfrica actuó de manera limitada ante la crisis, al fin de cuentas no constituye un problema para su seguridad y los acontecimientos en Suazilandia o Esuatini como se denomina el país por decisión de Msuati III en 2018, no toca ningún interés poderoso, por ende, poco y nada ha hecho la comunidad internacional para impulsar algún tipo de cambio político en el reino de los suazis. Todavía la población no siente rechazo hacia la figura del rey, pero los cambios generacionales, están generando una revisión sobre la legitimidad del régimen monárquico y las exigencias de apertura política son cada vez mayores, en el reino, donde el negocio que prospera, es la corrupción.