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Propuesta de creación del COMPLEJO INDUSTRIAL NAVAL “BUENOS AIRES”

ESTRATEGIA Y DEFENSA Reflexiones y Análisis

Blog de Artículos, trabajos de investigación, dedicados a temas de Defensa Nacional, Seguridad Internacional, Conflictos, Historia Militar, Geopolítica, Intereses Nacionales

Propuesta de creación del COMPLEJO INDUSTRIAL NAVAL “BUENOS AIRES”

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El decreto 336/1978 aprobó los contratos celebrados entre la Armada Argentina con las firmas germanas THYSSEN RHEINSTAHL TECHNIK G.m.b.H.” y “THYSSEN NORDSEEWERKE G.m.b.H.” para la provisión de servicios y bienes para la construcción de submarinos TR 1700 en un astillero especializado en Argentina. Se constituyó una empresa destinada a ejecutar el proyecto: Astilleros Ministro Domecq García SA en Dársena Sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Sus instalaciones fueron construidas entre los años 1978-1981. Por razones políticas y de presupuesto, el proyecto quedó paralizado. La citada firma fue liquidada, las herramientas y maquinarias transferidas a la Armada y las instalaciones quedaron cerradas, hasta ser parcialmente utilizadas por el astillero TANDANOR.

Por el Dr. Jorge Alejandro Suárez Saponaro

Las instalaciones constan de un edificio de construcción de 35.000 m2, con una nave central de 200 metros de longitud, con dos líneas horizontales y paralelas de construcción. Gracias a un transbordador sobre una playa de transferencia se comunica con el Syncrolift, posibilitando la botadura de submarinos o su ingreso al taller para reparaciones.  La obra contempla edificios administrativos y hasta la para fabricación de torpedos en un área de 12 hectáreas.  Existen tres naves, dos de 206 metros y otra de 110 metros de largo, más otras once naves auxiliares que van desde los 500 a 2.500 m2. Estas instalaciones pueden procesar 15.000 toneladas de acero por año. Junto a estas capacidades está la empresa TANDANOR, especializada en reparaciones, con una importante capacidad instalada y mano de obra altamente calificada.

Estamos frente un valioso patrimonio, con un gran potencial. La Industria Naval se caracteriza por ser una “industria concurrente”, dado el gran número de relaciones interindustriales que moviliza como consecuencia de demandar numerosos componentes como insumos, equipos e instalaciones. En Argentina este sector es provisto por unos 62 sectores diferentes.[1] Asimismo requiere mano de obra altamente calificada y con diferentes niveles de calificación.

Las instalaciones conforman el Complejo Industrial Naval Argentino o CINAR, creado por la Resolución 1103/2008. Más allá que no crea una persona jurídica, sino que promueve aprovechar capacidades de las instalaciones de TANDANOR y el Astillero Almirante Storni, nueva denominación de las instalaciones que pertenecieron a la empresa desaparecida, Astilleros Ministro Manuel Domecq García SA.

El CINAR está en un área donde se ubica la denominada “Isla Demarchi” donde funcionan la ex Dirección de Vías Navegables (hoy en la Agencia Nacional de Puertos y Navegación), la Escuela Nacional Fluvial, Observatorio Naval, Museo de los Calcos, helipuerto de la Policía Federal, talleres de la Prefectura Naval, la Central Termoeléctrica Costanera, y un muelle de Hidrovía SA.  En dicha “isla” existen una serie de edificaciones fuera de uso, que podrían ser de utilidad para actividades productivas vinculadas con el sector naval.

En los últimos años el área de Isla Demarchi ha sido objeto de intereses inmobiliarios. Creemos que las capacidades existentes, desde el punto de vista del interés nacional, lo más conveniente es su transformación en un polo industrial y tecnológico vinculado a la industria naval.

Descripción General. La creación de un complejo industrial naval en el marco de un régimen de compensaciones industriales.

En el marco del posible régimen de compensaciones industriales – off set – resultado del contrato de adquisición de submarinos destinados a la Armada Argentina, consideramos de valor estratégico, adoptar previsiones para la transferencia de tecnología y el impulso a la industria naval y sectores asociados con ella. En primer lugar, definiremos como off set como un sistema asociado a compras de gran volumen en el exterior, especialmente sistemas de armas, que busca compensar al país que hace la compra, con beneficios tales como inversión extranjera, compra de bienes y transferencia tecnológica.

Los acuerdos de compensaciones industriales en el sector industrial de defensa, se han convertido en un aspecto clave de en los grandes contratos de adquisiciones de sistemas de armas. Estos acuerdos están diseñados para extraer valor económico, tecnológico o industrial adicional de las grandes compras de defensa y van mucho más allá del simple suministro de equipos.

Ampliando lo señalado en el primer párrafo, un programa de programa de participación o cooperación industrial (también conocido como acuerdo de compensación) es un compromiso del gobierno extranjero proveedor de reinvertir en el país comprador. Es cada vez más frecuente, la obligatoriedad de los contratos de defensa de alto valor, ofreciendo beneficios que van más allá de los sistemas de armas entregados. Los países están avanzando en legislaciones nacionales que regulan este aspecto.  Existen dos categorías principales:

Ø  Compensaciones Directas: Actividades directamente relacionadas con el valor del contrato (fabricación local, montaje, coproducción o mantenimiento de la propia plataforma de defensa).

Ø  Compensaciones indirectas: Las iniciativas más amplias incluyen transferencia de tecnología, inversiones locales en industrias no relacionadas, asociaciones de Investigación y Desarrollo, capacitación de habilidades o desarrollo de infraestructura.

La importancia de las compensaciones industriales, impactan en los objetivos estratégicos para el Estado comprador:

Ø  Desarrollo económico: Las compensaciones promueven la creación de empleo nacional, aumentan las contribuciones al PIB y estimulan nuevos sectores industriales.

Ø  Adquisición de tecnología: Las naciones se ven obligadas a adquirir las últimas tecnologías que de otro modo no podrían desarrollar.

Ø  Desarrollar capacidad soberana: Al promover la diversificación y la localización de la cadena de suministro de defensa, los requisitos de compensación ayudan a mitigar los riesgos asociados con la dependencia excesiva de proveedores extranjeros para componentes y materiales críticos. Esto mejora la resiliencia de la cadena de suministro y reduce la vulnerabilidad a las interrupciones.

Ø  Crecimiento de las exportaciones y el comercio: Las compensaciones indirectas a menudo conducen a una diversificación económica más amplia, lo que a su vez impulsa el crecimiento de las exportaciones y el comercio.

Ø  Mantenimiento de la Base Industrial Estratégica: Las estrategias de compensación contribuyen a mantener y expandir la base industrial estratégica de un país, garantizando la disponibilidad de capacidades e infraestructura esenciales para la defensa. Esto es crucial para preservar la soberanía y la resiliencia nacionales en medio de la incertidumbre geopolítica.

Ø  Difusión tecnológica e innovación: La colaboración con las industrias nacionales mediante programas de compensación puede facilitar la difusión tecnológica y promover la innovación en diferentes sectores de la economía. La colaboración entre contratistas de defensa y empresas locales suele conducir al desarrollo de nuevos productos, procesos y tecnologías con aplicaciones civiles, lo que genera beneficios económicos más amplios más allá del sector de defensa.

Las empresas de defensa pueden abordar los acuerdos de compensación de manera estratégica para insertarse más profundamente en nuevos mercados, desarrollar empresas conjuntas duraderas y aumentar los flujos de ingresos futuros.

La India es un ejemplo de empleo exitoso del régimen de compensaciones para fortalecer capacidades industriales e impulsar alianzas estratégicas. Por ejemplo, las normas indias prevén que un 30% del valor de los contratos, sean destinados en el desarrollo de sectores tales como el aeroespacial y de defensa. Un ejemplo gráfico fue el acuerdo entre Francia e Indiapara la adquisición del avión de combate Rafale. El gigante aeroespacial francés Dassault Aviation acordó invertir en la industria aeroespacial y de defensa de India como parte de los requisitos de compensación del contrato. Esto incluye proyectos como la creación de empresas conjuntas para fabricar componentes en India, la transferencia de tecnología a empresas indias y la financiación de proyectos nacionales de I+D en defensa.

Los acuerdos de compensación se pueden transformar en una ventaja estratégica para las partes involucradas. En el caso argentino, a nuestro entender significará la modernización de la industria naval, impulso a la innovación y la inserción del sector en cadenas de valor global, de la empresa o grupo de empresas responsables de llevar a cabo el offset, impulsando la creación de empresas conjuntas, generando valor agregado a la economía local.

Las empresas líderes del sector de producción para la defensa, consideran como una ventaja competitiva ofrecer acuerdos de compensación. Esto abre un abanico de oportunidades para la Argentina y lograr que un contrato de la magnitud por los montos y el nivel de complejidad industrial y tecnológico, para concretar un acuerdo de compensación, que impacte en el desarrollo de capacidades industriales estratégicas, beneficiando tanto al campo militar como civil.

A los fines de poder implementar un acuerdo de compensación industrial, derivada de la adquisición de nuevos submarinos para la Armada (hablamos de una cifra de más de US$ 2000 millones), consideramos pertinente las siguientes líneas de acción:

Ø  Creación del Ente Autárquico “Complejo Industrial Naval Buenos Aires” (CINBAIRES) responsable de la administración y gestión del polo tecnológico naval que incluya a TANDANOR – Astilleros Almirante Storni y la isla Demarchi.

Ø  El Astillero Almirante Storni, dependerá del CINBAIRES y operará como “astillero de segundo piso”. Limitándose el Ente al mantenimiento y administración de las instalaciones del Storni. Esto facilitará celebrar contratos asociativos, como la modalidad “joint venture” que permita un uso flexible de las capacidades existentes.

Ø  Organización de una instancia técnica responsable a cargo de la evaluación de los proyectos de compensación industrial ofrecidos por los potenciales proveedores. Asimismo, deberá desarrollarse un banco de proyectos.[2]

Ø  Establecer como condición que TANDANOR – Almirante Storni sea subcontratista en el proyecto de construcción de los nuevos submarinos.

Ø  Alcanzar un acuerdo con la Ciudad Autónoma de Buenos Aires para la puesta en valor de instalaciones y espacios de la isla Demarchi y facilitar la radicación de empresas en el marco de la creación de un clúster marítimo – fluvial, agrupando además asociaciones profesionales, sindicatos, instituciones educativas vinculadas con la economía marítima.

Ø  Estudio de las instalaciones y espacios de la Isla Demarchi para facilitar la radicación de empresas vinculadas al polo industrial propuesto.

Ø  La creación en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires de una Zona Franca, a los fines de facilitar la importación de insumos y bienes para el Complejo Industrial Naval propuesto. Esto derivará de acuerdos entre Nación y la Ciudad, que demandará un decreto que reglamente el vacío dejado por la ley 24331, respecto al gobierno de la Ciudad.

Ø  Promover la adhesión de la Ciudad Autónoma al régimen de Grandes Inversiones previsto por la ley 27.742.

El CINBAIRES tendrá como objeto la radicación de establecimientos industriales y productivos dentro del “Complejo” sus competencias abarcarán:

Ø  Administrar los servicios de infraestructura existentes en el predio y los que en el futuro puedan construirse, instalarse o contratarse.

Ø  Celebrar convenios con organismo locales, nacionales e internacionales, como entidades privadas.

Ø  Concesión, arrendar con opción a compra, ceder en comodato u otra modalidad contractual destinado a otorgar a terceros la tenencia y/o posesión de bienes, con el objetivo de impulsar la radicación industrial.

Ø  Gestionar, administrar y mantener las instalaciones del Astillero Almirante Storni.

Ø  Realizar operaciones de crédito con el objetivo de mejorar las instalaciones y servicios del polo industrial.

Ø  Brindar servicios de Outsoursing.[3]

Ø  Servicios de Project Managment [4] y actuar como incubadora de empresas en cooperación con entidades privadas, universidades, etc.

La creación del CINBAIRES, permitirá contar con una estructura que permitirá implementar/supervisar las inversiones resultantes de los acuerdos de compensación, además de ser un organismo con amplias facultades para desarrollar infraestructuras, brindar servicios e impulsar el uso racional de las capacidades instaladas y coordinar los organismos presentes en el espacio administrado por el Complejo.

El Astillero Almirante Storni y el concepto “astillero de segundo piso”

El Astillero mencionado, operará como señalamos anteriormente como “astillero de segundo piso” bajo el concepto “PIFLO” (Paquetes Importados con Financiamiento Local).  Esto le permitirá operar junto a TANDANOR o no, según el tipo de proyecto. Recordemos que en su momento Astilleros Domecq García funcionó como una empresa separada de TANDANOR.

Nos dicen los ingenieros Podetti sobre un nuevo concepto productivo de las instalaciones de TANDANOR y Astilleros Almirante Storni: Usando un ejemplo del sistema financiero, la idea es que CINAR se posicione como un “astillero de segundo piso” asociándose “proyecto a proyecto” con los astilleros privados, que deben ser los principales gestores efectivos de las operaciones industriales navalesLos privados tendrán a cargo el proyecto, la planificación y la producción en sí, contratando personal, talleres y los navalpartistas necesarios para cumplir en calidad, plazo y presupuesto acordados con sus clientes. CINAR aportará el uso de instalaciones necesarias durante el plazo acordado y eventualmente podría ejercer de apoyo en las gestiones ante los organismos estatales en relación al comercio exterior, la obtención de garantías y de financiamiento. Su dotación de personal, fija y contratada, no deberá crecer y podrá ser reorientada a tareas de mejoras, mantenimiento y operación de la infraestructura, al apoyo administrativo de las UTE y, en tercer lugar, a tareas productivas puntuales que el privado le contrate.[5]

La ley 27.328 de Contratos de Participación Público – Privada, contiene las regulaciones que permitirían la modalidad propuesta. Esto habilitaría tanto a grupos privados locales como extranjeros para llevar a cabo proyectos tanto de construcción como también reparaciones importantes.

El concepto señalado fue brillantemente expuesto por los ingenieros Podetti en su obra Industria Naval Argentina.[6] Las instalaciones del Almirante Storni serán empleadas bajo las siguientes modalidades, aplicando un régimen contractual basado en el concepto Unión Transitoria de Empresas. Sobre su propuesta podemos definir lo siguiente:[7]

Ø  Opción 1: Se conforma por “Storni+ Astillero 1”, al que se suma un grupo externo en el esquema PIFLO, aportando los equipos importados más el financiamiento total incluido el que la UTE debe comprar en el mercado interno. En este caso, la UTE tiene un contrato con un ente oficial nacional (por ej., patrulleras para la Prefectura Naval o submarinos para la Armada) generando una venta interna al Estado.

Ø  Opción 2: Se conforma una UTE formada por “Storni + Astillero 2” y adquieren insumos en el mercado nacional y exterior. La venta sería una exportación financiado por un organismo internacional para una agencia oficial u organismo estatal de un tercer país. 

Ø  Opción 3:  Una UTE formada por “Storni + Astillero 3” y adquiere los insumos tanto en el mercado nacional como internacional. La venta es para un armador privado.

En el caso de llevarse a cabo la adquisición de submarinos, podría implementarse los mecanismos previstos por la Opción 1.

La aplicación del modelo “UTE” es un cambio en la gobernanza de los astilleros Tandanor – Storni, significará el acceso a nuevos mercados, la oportunidad de compartir costos y riesgos, la posibilidad de aprovechar recursos y conocimientos complementarios, la mejora de la competitividad a través de sinergias y economías de escala y una estructura flexible que permite la colaboración en proyectos específicos.

En el modelo propuesto, los costos operativos del Estado en la gestión del astillero Storni se verán reducidos drásticamente, asimismo se abre la posibilidad que las PYMES puedan participar en proyectos de envergadura bajo las modalidades propuestas.

La necesidad de incentivos a la industria naval

La Argentina precisa revisar la legislación en materia de marina mercante e industria naval. El veto parcial impuesto de la ley 27.418, sin ninguna convirtió un régimen de fomento a un sector de alto valor estratégico en letra muerta.  El sector tiene unas 300 empresas que dan trabajo a 10.000 personas.  El daño por la competencia de Paraguay en la Hidrovía, y en menor medida por Bolivia y Uruguay, genera pérdidas de US$ 600 millones en flete para Argentina, mientras que en fletes marítimos nuestro país gasta US$ 3.000 millones aproximadamente.

El potencial en materia de producción de petróleo y gas natural en la cuenca de Vaca Muerta, ofrece una oportunidad para el desarrollo de la industria naval. En los años 70, Noruega ante el boom petrolero, la estatal Statoil, promovió el desarrollo de una cadena de valor, fomentando el uso de bienes producidos en el país. Esto se extendió a operadores extranjeros, priorizando en la concesión de licencias de explotación de hidrocarburos, aquellas empresas que contrataran bienes y servicios de instituciones noruegas. En treinta años el régimen de fomento noruego, creó una importante industria naval y navalpartista vinculada con la explotación offshore, generando más de 100.000 empleos directos e indirectos.  Nuestro vecino brasileño aplicó un régimen de fomento similar, permitiendo que casi dos mil empleados que había en astilleros brasileños en el año 2.000, en quince años, el sector empleaba a más de 80.000. [8]

En 2019 un relevamiento del gobierno nacional puso en evidencia que la mitad de la flota pesquera posee una antigüedad superior a los 40 años. En dicho año era necesario reemplazar el 40% de la flota pesquera (unos 240 buques) por un volumen de US$ 1595 millones. Un mercado más que prometedor para la industria naval, que puede también beneficiar el Complejo Industrial propuesto en este trabajo. [9] La empresa o grupo contratista del proyecto de submarinos y que deba cumplir con los acuerdos de compensación, podría verse beneficiado ampliamente por la existencia de un régimen de fomento de la industria naval, como proveedor para el mercado local, como también en materia de exportación.

El régimen de fomento deberá contemplar un régimen especial impositivo, similar al aplicado en la región para impulsar la construcción nacional y la expansión de la flota mercante nacional:

Ø  Deducción en el impuesto de ganancias por inversiones y programas de investigación.

Ø  Fondo fiduciario para financiar la compra de insumos y de buques construidos en el país.

Ø  Reducción de gravámenes para la importación de bienes e insumos para la producción de buques en el país.

Ø  Créditos fiscales para la generación de nuevos empleos en el sector.

Ø  Reintegro del IVA, exención del pago de impuestos por ingresos brutos y municipales.

Ø  Empleo del Fondo Nacional de Defensa y del Fondo Nacional de Pesca para financiar la compra de buques construidos en el país.

El programa de renovación de la Fuerza de Submarinos como herramienta para el impulso de industrias de valor estratégico.

En julio de 2025, Indonesia alcanzó un acuerdo con los astilleros franceses Naval Group para la construcción en los astilleros PT PAL de dicho país, de dos submarinos Scorpène Envolved, tiene como resultado la capacitación de 400 ingenieros y técnicos indonesios y la transferencia de tecnología para la fabricar los citados buques en astilleros indonesios, en el marco de una alianza estratégica entre Francia e Indonesia. Naval Group abrió una filial en el país asiático.  La India, con su programa de seis submarinos para su Marina, alcanzó un acuerdo con Thyssen para la transferencia de tecnología necesaria para que los buques fueran construidos en astilleros indios, con su impacto en la mejora de las capacidades productivas del astillero seleccionado, ya sea para el desarrollo de submarinos de diseño nacional como también mejoras para las construcciones navales civiles.  Un ejemplo, ha sido Turquía, que gracias a programas de transferencia de tecnología en la construcción de los submarinos U209, hoy el país tiene la posibilidad de producir buques de este tipo de diseño propio, además de tener de una competitiva industria naval, que se vio beneficiada por acuerdos de compensación suscriptos en su momento.

En el caso argentino, debemos retomar el camino perdido, que se intentó con los TR 1700. En una primera instancia la presente propuesta prevé crear un complejo industrial, en manos de un ente autárquico, agregándose la necesidad de adecuar la legislación, un régimen de incentivos fiscales. Dicho organismo responsable de gestionar el Complejo, tendrá la participación de la Ciudad (por la ubicación de los terrenos) además de la Nación (propietaria de los astilleros TANDANOR, Almirante Storni y de los edificios de organismos nacionales ubicados en isla Demarchi). 

La situación del actual CINAR (TANDANOR – Astillero Almirante Storni) plantean la necesidad de un nuevo modelo de gestión, utilizando las herramientas legales existentes en materia de creación de Uniones Transitorias de Empresas y del régimen de contratos público – privados. En una primera instancia, la transferencia de tecnología residirá en la capacidad de montaje de submarinos, para abrir una segunda etapa, donde la industria nacional pueda proveer de insumos y componentes de mayor grado de complejidad tecnológica, con el objetivo de alcanzar cierto nivel de nacionalización de los componentes de los submarinos que sean operados por la Armada Argentina.

La capacitación de profesionales y técnicos, la innovación en métodos productivos, la incorporación de herramientas, bienes de capital y nuevas tecnologías en la construcción naval, permitirán que las capacidades industriales del CINBAIRES tengan un perfil competitivo que impacte no solo en la defensa nacional, sino en el ámbito civil.

El esfuerzo realizado por el país, en la adquisición de los nuevos submarinos para la Armada, deberá volver en inversiones, transferencia de tecnología y en el fortalecimiento de la base industrial de defensa, con su beneficio para la industria civil, generando miles de empleos calificados y un entramado de proveedores, impulsando el desarrollo de un sector de alto valor estratégico, como es la industria naval.

Nota del AutorEn atención que muchos de mis trabajos han sido copiados textualmente en proyectos de ley, trabajos académicos, artículos. Solicito, por lo menos citen la fuente. Estos trabajos tienen como objeto plantear que hay posibilidades de sacar a la Argentina del subdesarrollo, dependencia y subordinación.


[1]Lucía Mauro y Fernando Graña:“Clusters navales argentinos: situación actual y lineamientos de política para su desarrollo” Disponible: https://nulan.mdp.edu.ar/id/eprint/2501/1/mauro.grana.2011.pdf. Consultado el 29 de septiembre de 2025.

[2] Un banco de proyectos es un sistema o registro donde se documentan, analizan y organizan iniciativas de inversión, tanto públicas como privadas, para su posterior evaluación de viabilidad y financiamiento. Estos instrumentos de planificación son fundamentales para la toma de decisiones, permitiendo a las entidades públicas y empresas identificar, seleccionar y ejecutar proyectos que alinean con sus objetivos de desarrollo y crecimiento económico, asegurando un uso eficiente de los recursos disponibles. En el caso de Chile, en el marco del Proyecto Tridente (construcción de nuevas fragatas) el organismo responsable de la evaluación de proyectos fue creada una Gerencia especializada para desarrollar un banco de proyecto. Nota del Autor.

[3] El outsourcing, también conocido como subcontratación, se utiliza en diversas situaciones en las que una empresa decide externalizar ciertas funciones, procesos o servicios a terceros especializados. Nota del Autor.

[4] “Gestión de Proyectos” o “Gerenciamiento de Proyectos”, y es una disciplina que se encarga de mejorar los procesos para llegar a resultados exitosos. Entonces, la Gestión de Proyectos o Project Management es toda metodología tendiente a ordenar procesos para maximizar los beneficios en los resultados obtenidos. Asimismo, dicha disciplina incluye el planeamiento, la organización, la estrategia, y el control de los recursos disponibles, con el propósito de conseguir uno o varios objetivos. Consultado en: https://www.capacitarte.org/blog/nota/que-es-el-project-management.

[5] PODETTI, Raúl Rafael y Raúl Eugenio. Industria Naval Argentina – 100 años. Edición del Autor. Buenos Aires, 2018, páginas 302-303.

[6] Ídem.

[7] En las diferentes opciones podría integrarse TANDANOR. Nota del Autor.

[8] LUGARINI, Fabián: “EXPLOTACIÓN PETROLERA OFFSHORE: ¿CON O SIN LA INDUSTRIA NACIONAL?” Disponible en https://cesarlerena.com.ar/2023/09/01/explotacion-petrolera-offshore-con-o-sin-la-industria-nacional-fabian-lugarini/. Consultado el 21 de septiembre de 2025

[9] LERENA, César: “EL GOBIERNO FEDERAL DEBE AVALAR LOS CREDITOS PARA RENOVAR LA FLOTA PESQUERA NACIONAL.” Disponible en https://cesarlerena.com.ar/2019/05/09/el-gobierno-federal-debe-avalar-los-creditos-para-renovar-la-flota-pesquera-nacional/. Consultado el 21 de septiembre de 2025. 



Armada Argentina defensa nacional desarrollo industria de defensa intereses nacionales

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La creación de una Flota Auxiliar para la Armada Argentina

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La liquidación en los 90 de la Empresa Líneas Marítimas Argentinas (ELMA), la desaparición de la Flota Naval Fluvial y los cambios legales y económicos que se tradujeron en la reducción de la flota mercante argentina – limitada hoy día a 40 buques – afectando también a otro sector estratégico: la industria naval. Aspectos que impactaron en la Defensa Nacional, donde los medios y recursos del Comando de Transportes Navales se redujeron a la mínima expresión. 

Por el Dr. Jorge Alejandro Suárez Saponaro

En la década del 90, vino una oleada de reformas, destacándose el decreto 1772/91, que impactaron negativamente en los intereses marítimos nacionales.  La eliminación del Fondo Nacional de la Marina Mercante, afectó seriamente al sector de transporte marítimo como a la industria asociada.  La desaparición de la empresa estatal ELMA respondió más a un criterio político, que una necesidad. En el momento de su liquidación operaba una flota de ultramar de 60 buques y era una empresa competitiva generando importantes márgenes de ganancia.  En este proceso de “cambios” se perdieron más de 30.000 puestos de trabajo y se redujo en un 90% el número de astilleros y talleres navales.  El impacto económico no solo fue la pérdida de mano de obra altamente calificada, capacidades industriales y tecnológicas únicas, sino en el costo que tiene para el país. Unos US$ 5.000 millones se gastan en fletes marítimos, que si hubiera una política de apoyo a la marina mercante, parte de esos recursos podrían quedar en el país, generando empleo e inversión.

La crisis de la Marina Mercante y la industria naval, impacta también en la defensa nacional. La experiencia de Malvinas, puso en valor el contar con una flota mercante, tanto del lado argentino como británico (de 118 buques desplegados, 30 eran de la Flota Auxiliar, 28 mercantes requisados y 22 fletados).  En el caso de nuestro país, durante dicho conflicto, los medios movilizados de la marina mercante cumplieron misiones de inteligencia, abastecimiento, transporte.  Barcos de la estatal ELMA, cumplieron tareas de inteligencia, en áreas cercanas a la isla Ascensión como el caso del ELMA Río de la Plata, en su ruta Bilbao – Buenos Aires.  El Tierra del Fuego II, cumplió también con misiones de inteligencia desde el límite exterior del Río de la Plata, hasta la altura de la ciudad de Río de Janeiro.  Se formó un grupo de tareas formado por buques pesqueros de diversos operadores privados, destacándose el caso del Narwal, atacado por los británicos, siendo la tripulación tomada prisionera, perdiendo la vida en dicha acción el contramaestre Rupp. 

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La flota de YPF (liquidada durante su privatización) fue movilizada en apoyo a los despliegues de la Flota de Mar, con sus petroleros.  Embarcaciones de operadores privados, como de las estatales ELMA, YPF y YCF (Yacimientos Carboníferos Fiscales) cumpliendo misiones de abastecimiento y transporte en los puertos patagónicos.  En el Río de la Plata, el buque Piloto Alsina de la Escuela Nacional de Náutica, cumplió misiones de patrulla y transporte.  Los mercantes también tuvieron su rol logístico en las Islas Malvinas, como también en el sembrado de minas marinas como llevó a cabo el Isla de los Estados.  El buque fue perdido con gran parte de su tripulación, por el fuego naval británico en el Estrecho San Carlos. Estos son ejemplos del valor que tuvo la Marina Mercante en apoyo al esfuerzo de guerra de la Nación.

Los medios de la Marina Mercante, en caso de conflicto pueden cumplir un amplio abanico de funciones, complementando los medios orgánicos de una Fuerza Naval:

Ø  Petroleros auxiliares para reemplazar a los petroleros de flota.

Ø  Petroleros abastecedores de grupos logísticos.

Ø  Buques para transporte de munición y armamento diverso para las fuerzas armadas.

Ø  Buques taller para reparaciones de emergencia en el área de operaciones, con capacidad de mantenimiento de unidades de superficie y aeronavales.

Ø  Buques de transporte de abastecimiento de repuestos y carga general.

Ø  Buque hospital.

Ø  Buques de transporte de aeronaves de reemplazo para la fuerza propia y apoyo a los medios aeronavales embarcados.

Ø  Buques de apoyo de submarinos.

Ø  Buques de rescate y salvamento para remolque de unidades averiadas.

La aparición de los contenedores, sin ninguna duda facilitó la rápida transformación de buques mercantes, en medios de apoyo con fines específicos en cortos períodos de tiempo.

Los buques mercantes, en caso de conflicto, pueden cumplir funciones de control del mar, existen ejemplos durante la Segunda Guerra Mundial, donde fueron armados buques civiles como cruceros auxiliares, pero también los buques mercantes pueden cumplir funciones de aviso para vigilancia de áreas de interés, barreminas, apoyo logístico a medios de combate empeñados en ataques a líneas de comunicaciones enemigas, como en defensa de las propias.

En las operaciones de proyección del poder naval, siendo un ejemplo la conquista de un objetivo determinado, los mercantes con capacidad de transporte tipo roll on – roll off, petroleros como también de buques convertidos en hospital, barreminas, talleres flotantes, contribuyen a las capacidades de una fuerza naval para llevar a cabo una operación anfibia.

La guerra del Golfo Pérsico, fue otro ejemplo de movilización de buques mercantes para el apoyo de una operación militar.  En el caso de Estados Unidos, la reducción de su marina mercante, por cambios en el mercado como de la legislación, obligó al Departamento de Defensa realizar fuertes inversiones para compensar dicha situación.  La drástica caída de los buques que usan la bandera estadounidense, impulsó a adoptar medidas de fomento, especialmente para apoyar el esfuerzo en materia de Defensa Nacional, por medio del Programa de Seguridad Marítima o MSP. El Departamento Federal de Transporte, describe a este como: El Programa de Seguridad Marítima (PSM) mantiene una flota de buques mercantes comercialmente viables y de utilidad militar, activos en el comercio internacional. La flota del PSM está disponible para apoyar las necesidades de transporte marítimo de mantenimiento del Departamento de Defensa de los Estados Unidos (DoD) en tiempos de conflicto u otras emergencias nacionales. El programa también proporciona al DoD acceso a la red global de transporte intermodal de los participantes del PSM, compuesta por terminales, instalaciones, servicios de gestión logística y marineros mercantes estadounidenses. El presidente Clinton estableció por primera vez el Programa de Seguridad Marítima (MSP) el 8 de octubre de 1996 como parte de la Ley de Seguridad Marítima de 1996. La Ley de Autorización de Defensa Nacional (NDAA) para el año fiscal 2020 (S. 1790) autorizó al Secretario de Transporte a extender los acuerdos operativos existentes del Programa de Seguridad Marítima hasta el 30 de septiembre de 2035.

Petrolero de 8.000 toneladas diseñado por Astilleros Río Santiago. 

El programa MSP bajo un régimen de incentivos financieros, está formado por una flota de unos 60 buques de bandera estadounidense y tripulaciones del mismo origen, en manos de operadores privados, pero deben estar disponibles bajo una serie de acuerdos con el Departamento de Defensa, en caso de una crisis.  Los mecanismos de apoyo, permiten generar empleos y promover la construcción de buques mercantes, con ciertas características de interés para la Defensa Nacional.

El Reino Unido cuenta con la Royal Auxiliary Fleet  (RFA) componente de la Marina Real, está tripulada por personal civil, cumpliendo funciones de abastecimiento, transporte, asistencia sanitaria, sostén logístico, seguridad marítima y ayuda humanitaria. Esta dependencia cuenta con una flota de unos diez buques, formado por barcos de reabastecimiento, anfibios, apoyo multifunción, y de transporte.  Las tripulaciones de los buques de la RFA generalmente son civiles, pero incorporan llegado el caso personal militar en actividad como de la reserva naval, para operar medios aéreos, plataformas de armas y servicios sanitarios.  La escasez de medios de la RFA impulsó a recurrir a contratistas privados, arrendando buques de determinadas características, pero con tripulaciones de la reserva naval. El programa Transporte Marítimo Estratégico – Futuro (SSL-F), prevé la construcción de nuevos buques de transporte, fletados por el Ministerio de Defensa del Reino Unido a operadores privados.

RFA Proteus. Buque de la Flota Auxiliar británica, transformado para una amplia gama de cometidos. 

China se transformó en los últimos años, en la principal potencia en materia de construcciones navales, esto permitió introducir un concepto novedoso para la defensa de los intereses marítimos nacionales: “la milicia marítima” entidad que existe desde 1965, en el marco de la “Guerra Popular” de Mao.  En 1974 protagonizaron la batalla de las Islas Paracelso contra las fuerzas de Vietnam del Norte. Curiosamente la milicia marítima tenía mayor capacidad de acciones anfibias que la Armada china. Desde 2005, Pekín ha preferido emplear a la Armada en funciones de retaguardia, confiando en cambio en las agencias de aplicación de la ley marítima (Guardia Costera) y la milicia marítima como sus respuestas de primera línea ante disputas y contingencias marítimas.  Esta peculiar organización, es independiente de las fuerzas armadas como de la Guardia Costera, formada por ciudadanos vinculados a la economía marítima, pero reciben formación en el ámbito militar como la Guardia Costera, para realizar tareas que incluyen, entre otras, patrullaje fronterizo, vigilancia y reconocimiento, transporte marítimo, búsqueda y rescate, y tareas auxiliares en apoyo de las operaciones navales en tiempos de guerra.  Las “milicias marítimas” dependen de la Comisión Nacional de Movilización de la Defensa, que tiene distintos niveles que van desde el nacional hasta el local, que coopera con la Comisión Estatal de Defensa Fronteriza y Costera, comparte responsabilidades de movilización de las milicias en zonas fronterizas.  Estas fuerzas participaron en el hostigamiento de medios navales de países vecinos en zonas disputadas o el acoso a buques de guerra de Estados Unidos. En mayo de 2024, en un área disputada con Filipinas, en el Banco Scarborough, un enorme grupo de pesqueros chinos impidieron que medios de la marina del citado país, cumpliera con las tareas de abastecimiento a pescadores filipinos.  Aunque no siempre es reconocido por el gobierno chino, se considera que existe un centenar de buques con apariencia de barcos pesqueros con personal militar, además de medios civiles, cuyo número no se conoce con exactitud.  Esta peculiar herramienta, estuvo detrás de la ocupación temporaria de islotes disputados entre Japón, Taiwán y China, además de irrumpir en aguas disputadas con Tokio o el “enjambre” de embarcaciones en 1978 en las aguas de las islas Senkaku/Diaoyu, también objeto de un conflicto de soberanía entre Tokio y Pekín.

Milicia Naval china 

Las flotas “en las sombras” realizan viajes con la finalidad de realizar actos de presencia en zonas marítimas disputadas, bloquear arrecifes e islas. En los incidentes que protagonizan emplean cañones de agua, embisten a otras embarcaciones en maniobras peligrosas. Generalmente los buques de la milicia navegan juntas para crear riesgos de colisión e impedir el acceso, o se instalan en un arrecife por tiempos prolongados, materializando la presencia de China en área donde tengan intereses. También cumplen funciones de inteligencia, lo que permite a las fuerzas armadas, contar con una poderosa herramienta que provee valiosa información en áreas, donde la presencia militar por razones políticas no sea conveniente.

La mayor parte de los buques de la milicia pertenecen a particulares o empresas, que reciben subsidios del estado. El control de estos medios es bastante difuso y la mayor parte de los barcos no tienen armamento, aunque se sabe que existen embarcaciones armadas con armas de pequeño calibre, defensas antiaéreas de corto alcance, minas navales. Vietnam, desde 2009, como respuesta a este tipo de organización por parte de China, creó su propia milicia marítima con mayores capacidades y recursos, pero no al nivel de Pekín y con un carácter defensivo.

En el caso vietnamita, la ley prevé la existencia de los dân quân en tiempos de paz se dedican generalmente a la pesca, pero que cuentan con entrenamiento militar. Estos forman parte de las Fuerzas de Milicia y Autodefensa de Vietnam, una de las ramas de las fuerzas armadas de dicho país.  En caso de conflicto conformarían unidades para la defensa de la comuna donde viven (organizados en secciones de 30 efectivos o escuadrones de 9-10 tripulantes y un barco de pesca). Las misiones serían propias de guerra no convencional, vigilancia costera y apoyo logístico.  Por otro lado están las “milicias marítimas” propiamente dichas, organizadas por la ley de Fuerzas de Defensa Civil de 2019, formada por barcos y tripulaciones de empresas públicas como privadas. Un ejemplo es la compañía 128 Co. Ltd, del Ministerio de Defensa, dedicada actividades que van desde transporte marítimo, pesca, construcciones navales, apoyo a plataformas off shore, hasta la acuicultura. Cuenta con una flota con pesqueros blindados de unas 400 toneladas, operan junto a embarcaciones de menor tonelaje y han protagonizado diversos incidentes con barcos chinos en áreas marítimas disputadas y en las islas Spartley, además de contribuir la seguridad fronteriza, combatir la pesca ilegal y contribuir a la defensa de los derechos de Vietnam en sus espacios marítimos sujetos a su jurisdicción. Se estima de los más de 100.000 barcos / embarcaciones vinculadas a la pesca y otras actividades económicas en el mar, solo unos 8.000 con sus tripulaciones forman parte de la milicia marítima y organizaciones de defensa costera local.  Asimismo, se diferencia de su contraparte china, dado que los vietnamitas emplean sus milicias navales con tácticas reactivas y defensivas, ante incidentes con barcos chinos tanto de la milicia como de la Guardia Costera.

En los ejemplos citados, el disponer de una marina mercante permite, disponer con medios y personal, en caso de crisis, pueden ser movilizados y permite reforzar/complementar los medios existentes de las marinas militares de una manera flexible. Los ejemplos de China y Vietnam, ponen de relieve el empleo de buques civiles como herramienta para materializar los intereses nacionales en los espacios marítimos, además de implementar estrategias de zona gris, en áreas sujetas a disputa de soberanía, a una escala manejable, evitando conflictos de mayor magnitud y a un costo moderado.

En base a las experiencias descriptas, Argentina, no solo debe reconstruir su marina mercante, que impacta en el desarrollo del país, sino que contribuirá a la defensa de sus intereses marítimos, sino que precisa capacidades en materia de transporte marítimo en el ámbito de las Fuerzas Armadas. El Comando de Transportes Navales e Instrucción (COTN) está en una situación crítica, contando como unidad de transporte el rompehielos ARA Almirante Irízar, reduciendo a la mínima expresión las capacidades de sostén logístico del Instrumento Militar, ni cumplir su misión secundaria, emplear los medios que tenía para el transporte marítimo en áreas de interés nacional.   

rompehielos ARA Almirante Irízar 

La Flota Auxiliar de la Armada Argentina. Propuesta. Concepto.

El Comando de Transportes Navales – creado por el decreto 6340/52 – a instancias del entonces ministro de Marina, almirante Olivieri, donde señala las misiones de dicho organismo: “satisfacer los requerimientos de transporte marítimo para el sostén logístico y operaciones de la marina de Guerra y de las otras Fuerzas Armadas de la Nación”, además de cumplir “la función supletoria de abastecer el tráfico marítimo de interés nacional. De este modo se configuraba un modelo operativo basado en capacidades militares de uso dual: civil y militar.”

En primer lugar, urge la recuperación de capacidades del COTN. A lo largo de su historia, llevó a cabo diversas actividades relevantes tales como el sostén logístico de las bases y puertos ubicados en la Patagonia, de las campañas antárticas de verano, operaciones militares propiamente dichas, transporte comercial, reabastecimiento en el mar, disponiendo de medios adecuados para llevarlas a cabo. La falta de inversiones, trajo aparejado que los medios disponibles al ser dados de baja por la finalización de su vida útil no fueran reemplazados en tiempo y forma, con la pérdida de valiosas capacidades, no solo para las Fuerzas Armadas, sino para el mantenimiento de la presencia del Estado en áreas de valor estratégico.

Nuestra propuesta se inspira en el modelo de la Real Flota Auxiliar de la Marina británica, por el cual el COTN – Flota Auxiliar tenga una amplia gama de misiones, con medios propios como arrendados, compuesto especialmente por tripulaciones civiles, reservistas navales y del cuadro permanente.  Los costos de su mantenimiento, serán compensados por la función supletoria de abastecer el tráfico marítimo de interés nacional, que permitirá no solo apoyar el desarrollo de áreas de importancia estratégica, sino capacitar tripulaciones.

Posible futuro buque polar argentino. 

En cuanto a las capacidades – sobre la base de la Directiva de Defensa de 2021 – se requieren los siguientes tipos de unidades:

Ø  Buque polar.  Existe una propuesta publicitada en diversos medios especializados de Aker Artic. Esta empresa finlandesa presentó su propuesta del Buque Logístico Antártico ARC 133 de unas 5.000 toneladas. Estaba previsto su construcción en Tandanor – CINAR.[1] Creemos conveniente aplicar, llegado el caso que se construya en dicho astillero, se lleve a cabo aplicando el concepto PIFLO, propuesto por el ingeniero Raúl Podetti. [2]

Ø  Buque petrolero. La baja del Ingeniero Krause, como surge del decreto 2041/2015, llevó al Astillero Río Santiago a presentar una propuesta de un barco, el ARS 8000 de 8.000 toneladas.[3]

Ø  Buque de carga general: del tipo ARS RO – LO 7000, propuesto por Astilleros Río Santiago de 7.000 toneladas y 131 metros de eslora. Su configuración permitiría cumplir funciones tanto militares como civiles. Estamos hablando de un buque portacontenedores con capacidad roll on roll off. [4]

Ø  Buque de transporte de contendores tipo feeder entre 5.000 a 10.000 toneladas. Estos son medios que conectas puertos de menor tamaño con otros más grandes, o hub, donde se transbordan contenedores a buques de mayor tamaño.

Ø  Buques tipo LCU (buque de desembarco utilitario) Es ideal para el transporte de personal, equipos, cargas secas, que pueden descargarse mediante Ro -Ro o con una grúa de cubierta. El cuanto a los desplazamientos, surgirá de requerimientos derivados del planeamiento. Estos medios pueden brindar apoyo a pequeñas comunidades costeras (marítimas y fluviales). En caso de conflicto/crisis, son medios aptos para el transporte de tropas, blindados, artillería, medios motorizados, etc.

Ø  Buques tipo Supply (buque de suministro/apoyo): son buques especializados diseñados para operar en el océano y cumplen múltiples funciones. Pueden servir como apoyo a plataformas, manejo de anclas, construcción, mantenimiento, etc.  La Flota Auxiliar británica convirtió un buque de este tipo de 6.000 toneladas en un barco de vigilancia oceánica multifunción o MROSS, convertido para albergar submarinos no tripulados. Entre sus misiones está la vigilancia y seguridad de cables y oleoductos/gasoductos submarinos. Esto es un ejemplo de la versatilidad de este tipo de buques.

Este tipo de buques por sus prestaciones, otorgarían a Transportes Navales un alto grado de flexibilidad en el empleo de los medios, tanto para la defensa nacional, como para acciones de fomento. Esto último permitirá obtener recursos para el sostenimiento de la Flota Auxiliar propuesta, además de contribuir al adiestramiento y capacitación de las tripulaciones, tanto civiles como militares, sumando horas de navegación.  En su momento barcos del COTN llevaron cargas comerciales, entre diversos puertos argentinos como también a países limítrofes. En este contexto, consideramos pertinente que la Armada tenga participación en el desarrollo del Corredor Marítimo Austral, donde buques de la Flota Auxiliar- COTN, del tipo roll on – roll off podrían ser empleados.  El fundamento reside en la posibilidad que las provincias involucradas podrían contribuir a financiar tanto la adquisición de los barcos o su operación. En caso de conflicto o crisis, uno de los buques adquiridos podría ser desplegado en apoyo a las Fuerzas Armadas. Cabe destacar que dicho proyecto fue declarado de interés nacional, por la Ley 26.776 de 2012. Por razones políticas y de presupuesto, no fue puesto en marcha. La reducción de la dependencia de la conexión entre el continente y la provincia de Tierra del Fuego, de utilizar la ruta a través de Chile, tiene su impacto, evitando la posibilidad de interrupciones, además de afectar la libre circulación de mercaderías y personas por los controles aduaneros.  Asimismo, la construcción de terminales y obras portuarias para el citado Corredor, pueden ser también de interés de la defensa nacional.

portacontenedores diseñado por Astilleros Río Santiago. 

El anuncio del establecimiento de una ruta marítima entre Ushuaia y La Plata, por medio de la empresa Patagonia Shipping Lines, es un ejemplo de la necesidad de una ruta de cabotaje entre los puertos del sur y la región del Plata. 

El potencial minero y energético de la Patagonia, sin ninguna duda demandará, inversiones en infraestructura portuaria y una flota de cabotaje para el transporte de minerales, petróleo y otros productos hacia los grandes centros de consumo. Esto puede beneficiar a la Flota Auxiliar – COTN propuesta, dado que sus buques podrán ser contratados por operadores privados o los estados provinciales para cubrir diferentes rutas marítimas nacionales como regionales. Los recursos generados contribuirán a financiar el mantenimiento y operación de las unidades de dicho componente militar.  En cuanto al desarrollo portuario, esto se vincula con la “preparación territorial” un aspecto olvidado en la Defensa Nacional en Argentina, permitiendo la existencia de instalaciones para apoyar el despliegue de medios navales, como también en tiempos de emergencia/crisis, disponer de estructuras aptas para el apoyo logístico de elementos militares de mayor magnitud a los existentes en el teatro de operaciones austral. Ello no impide la necesidad de llevar a cabo la construcción de la base naval Caleta Paula. La legislatura de la Provincia de Santa Cruz aprobó una ley 3939 declaró de interés público provincial la obra y puesta en funcionamiento del astillero de reparaciones y construcciones de Caleta Paula.[5]  La empresa SPI, que opera en dicho puerto, aspira a operar un syncrolift con capacidad de 10.000 toneladas de levante. Estamos frente una obra de impacto estratégico, que por sus prestaciones podrá apoyar los despliegues de los buques de la Armada. Las instalaciones portuarias son aptas para buques de 140 metros de eslora. Por ende, es apto para los buques logísticos propuestos en este trabajo.

Caleta Paula. 

Los Transportes Navales solo operaría en el ámbito marítimo, sino también fluvial, donde la presencia naval es muy limitada. Los medios son exiguos y anticuados. La Armada desarrolla históricamente en localidades ribereñas, la campaña sanitaria, donde intervienen diversas agencias, dado que los beneficiarios, recién apoyos de otras agencias del estado (documentos de identidad, asistencia social, etc.). El incrementar los medios, especialmente con capacidad de transporte, permitirá el incremento de los medios destinados a dichas Campañas, facilitar el despliegue de las fuerzas armadas en casos de emergencias y también brindar apoyo a las fuerzas de seguridad, además de satisfacer requerimientos de transporte civil, con su impacto para el desarrollo de poblaciones ribereñas y en el entrenamiento de tripulaciones.

La Flota Auxiliar – COTN, podrá ser una herramienta para el entrenamiento de reservistas.  Los egresados de la Escuela de Náutica, son oficiales de la reserva naval. Esto facilitará en caso de conflicto, ser movilizados y quedar bajo jurisdicción militar. El marco legal vigente, habilita también, con un curso correspondiente que egresados de las escuelas Nacional Fluvial y Nacional de Pesca, puedan ser reservistas navales. Los beneficios de ser parte de la Flota Auxiliar, no solo será percibir la remuneración que otorgue la Armada, sino en los casos que los buques y tripulaciones sean contratados para actividades comerciales, deben percibir una compensación que los equipare con las tripulaciones de operadores privados.

El desafío de financiar la construcción de la Flota Auxiliar.

El área de Defensa tiene un presupuesto fagocitado por costos de personal, agregándose el clima de austeridad fiscal, que impide plantear incrementar el gasto público para adquirir nuevos medios. El Fondo Nacional de Defensa, constituiría una herramienta ideal para financiar la adquisición de nuevos buques. Consideramos pertinente crear un fondo fiduciario, con aportes del Tesoro Nacional y recursos provenientes de la venta de bienes estatales, destinado exclusivamente a financiar la construcción de los barcos para la Flota Auxiliar.

Los estados provinciales interesados en impulsar líneas de cabotaje marítimo/fluvial, podrían ser fuente de financiamiento en la construcción de buques para la Flota citada. En otras palabras, el ahorro se canaliza en el impulso a la industria, generando empleo, unido al desarrollo de capacidades de interés tanto para el desarrollo de áreas de valor estratégico como la defensa nacional.

Las líneas marítimas/fluviales donde operen medios de la Armada, tendrán como finalidad el fomento, por ende, estará destinada a complementar al sector privado, no a competir con este.  El abrir la posibilidad que armadores privados contraten buques de la Flota Auxiliar, permitirá obtener recursos para su mantenimiento, además de incentivos económicos para sus tripulaciones.

En base al modelo MSP de Estados Unidos, proponemos crear algo similar en Argentina, lo que requerirá algunos cambios en la legislación. El programa de buques de reserva naval (BRN) consistiría en:

Ø  Incentivos fiscales y líneas de crédito para la construcción de buques de ciertas características y capacidades por parte de operadores privados. Aspectos que podrán incluir deducciones en ganancias e IVA por inversión en la adquisición de nuevas embarcaciones.

Ø  Incentivos en materia de seguridad social, con deducciones/créditos fiscales para la contratación de personal para tripular buques adquiridos en el marco del Programa BRN.

Ø  Los buques, pabellón y tripulación deben ser argentinos.

Ø  La adhesión al programa significará disponibilidad de los buques para necesidades de la Flota Auxiliar en emergencias y/o crisis. El Estado Nacional pagará el gasto que corresponda el fletamiento/charteo de los buques movilizados.

Ø  El número de buques sujetos al programa dependerá del planeamiento correspondiente.


LCU 40 ofrecido por Swiftships al mercado internacional. Una opción para la Argentina y factible de construirse en el país 

La Nueva Flota Auxiliar de la Armada Argentina

La Directiva de Defensa de 2021, sostiene la necesidad de incrementar las capacidades de transporte táctico y estratégico, en el marco de las misiones principales y complementarias, destacándose la importancia del apoyo logístico a la presencia en el Sector Antártico Argentino.  El “Escenario Sur” la citada Directiva la considera un área de carácter autónomo en el marco de la Misión Principal del INSTRUMENTO MILITAR y cooperativa en cuanto al apoyo a otras agencias del Estado en el marco de las Misiones Complementarias. Tal como fue descrito en el Capítulo II de la presente Directiva, este último escenario constituye un sistema geoestratégico que comprende a la PATAGONIA ARGENTINA, al SECTOR ANTÁRTICO NACIONAL, al ATLÁNTICO SUR y a las ISLAS MALVINAS, GEORGIAS DEL SUR y SÁNDWICH DEL SUR Y LOS ESPACIOS MARITÍMOS E INSULARES correspondientes. Ello tiene una serie de desafíos, especialmente en materia de infraestructura, donde cobra relevancia el transporte marítimo. La situación actual es crítica, donde prácticamente el Comando de Transportes Navales solo existe en el papel.

Las políticas en nombre de la “reforma del Estado” y la “desregulación” en un sector de valor estratégico, terminó con la marina mercante reducida a la mínima expresión – unos 40 buques de diversos tipos – impactando en el desarrollo del país, como también en la defensa nacional. Una crisis de magnitud, sería imposible movilizar los recursos de la marina mercante como lo fue en 1982.  Hemos llegado a una situación donde no solo está afectado el sostén logístico de las bases en el sur del país, sino las campañas antárticas, esfuerzo que recae mayoritariamente en el rompehielos ARA Almirante Irízar.

En este trabajo proponemos reconstruir el Comando de Transportes Navales, como una Flota Auxiliar, con mayores capacidades, destinadas a no solo a satisfacer aspectos logísticos de las Fuerzas Armadas, sino incrementar la presencia del Estado en áreas de valor estratégico desarrollando una serie de actividades, que irán desde participar en la conexión entre el continente y la provincia de Tierra del Fuego, líneas marítimas y fluviales de fomento, campañas de apoyo a la comunidad, junto con el desarrollo de una nueva base naval (Caleta Paula), que contribuirá a extender el radio de acción de la Flota de Mar (FLOMAR).  Ello demandará una serie de medios con ciertas capacidades, que van desde un buque polar para las campañas de verano; un buque tanque, vinculado a brindar apoyo a los medios de la FLOMAR; buques de carga general, aptos para cubrir la línea Buenos Aires – Ushuaia; buques tipo Supply, medios aptos para el empleo de submarinos autónomos, apoyo a buzos, operar como buque taller, etc; barcos LCU (embarcación de desembarco utilitaria), aptos para operaciones anfibias, como también poder ser empleados en apoyo a poblaciones ribereñas; Buque de transporte de contendores tipo feeder.  Las tripulaciones estarán compuestas por personal de marina mercante, reservistas como personal del cuadro permanente.

La Flota Auxiliar, permitirá entrenar personal de la reserva naval, como también de la marina mercante, siendo este último caso, tanto para el ámbito civil, como también eventuales reservistas de la Armada en caso de crisis.

Los recursos impedirán disponer de todos los medios necesarios, es por ello, a través de un programa de incentivos, la marina mercante podrá complementar con sus barcos, capacidades que sean necesarias. Esto servirá también como herramienta para promover la expansión de la flota mercante argentina e impulsar las construcciones navales, con su impacto en el desarrollo.

 Bibliografía

COSTA CASALINS, Alberto (1958): Los transportes navales y la costa sud.  Tesis Doctoral. Universidad de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Económicas, Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Disponible en: https://share.google/2mi5IXZGEmrEnrUtD. 

DE LUCA, Cesar Alberto (2021). Los transportes navales modernos para la realización de las operaciones de las Fuerzas Armadas. (Trabajo Final Integrador). Escuela Superior de Guerra Conjunta de las Fuerzas Armadas, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.

FERNANDEZ VEGA, Manuel: “Marina Mercante y Operaciones Navales” en Revista Marina 1/92, Santiago de Chile, 1992. 

LOMO, Diego Gastón (2021): La modernización del Comando de Transportes Navales (COTN) para contribuir al sostén logístico de las Fuerzas Armadas. (Trabajo Final Integrador). Escuela de Guerra Naval. Ciudad Autónoma de Buenos Aires.  Disponible: https://cefadigital.edu.ar/handle/1847939/2105. 

MILIA, Fernando: Estrategia y poder militar: bases para una teoría estratégica. Instituto de Publicaciones Navales. 1965. 

PODETTI, Raúl Rafael y Raúl Eugenio: Industria Naval Argentina – 100 años. Edición del Autor. Buenos Aires, 2018

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“Una propuesta audaz para el conflicto de las islas Malvinas”

Por: Jorge Alejandro Suárez Saponaro. Distinguido Analista Internacional (Argentina) colaborador del CREI

https://deyseg.com/malvinas/439?fbclid=IwY2xjawJZVBdleHRuA2FlbQIxMQABHS1Ck9JFJQ14HefRZdOamWhq4UmIHZ7ie_KTFjt6GKPYNzCxX2ccNdOEvQ_aem_z2QgAtQOiI6C5nKPM6KLFA

Pronto se cumplirán cuarenta años de la Gesta de Malvinas. Una causa nacional que une a la mayoría de los argentinos sobre el justo reclamo de soberanía sobre las Islas irredentas del Atlántico Sur. En esta nota planteamos una serie de ideas para reflexionar sobre la necesidad de una Estrategia de largo plazo para generar un verdadero cambio en relación a este conflicto, que afecta no solo la integridad del territorio nacional, sino a los intereses nacionales en el mar y la Antártida.

​Introducción 

En 2012, publicamos un artículo en la revista Defensa y Seguridad nro. 66, con el objetivo de plantear un debate constructivo sobre el conflicto de soberanía por las Islas del Atlántico Sur, cuyo texto, ha sido actualizado para este nuevo aniversario de la gesta de Malvinas. En el citado año, cuando salió la versión original de esta nota, había un intenso debate académico sobre el conflicto. La diplomacia argentina apoyada en el multilateralismo, conseguía pronunciamientos a favor del reclamo soberano, e instar al Reino Unido a sentarse en la mesa de negociaciones. No obstante ello, observamos que nadie iba mas allá del problema, de la necesidad de una verdadera estrategia nacional, destinado a fortalecer el poder nacional, para generar algún efecto sobre el adversario, que detenta las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur. El tiempo pasa y Argentina sigue con políticas erráticas que la mantienen en un callejón sin salida, mientras tanto Gran Bretaña, lleva a cabo acciones unilaterales (1), explotando con suma habilidad la debilidad argentina. Es por ello, que volvemos a compartir, aquella nota, actualizada.

Sin ninguna duda estamos en punto muerto, por lo tanto es necesario debatir nuevos cursos de acción, destinados a buscar alguna salida al conflicto, que en el largo plazo acarreará serias consecuencias a los intereses de la Nación.

De la usurpación de las islas, a la usurpación de los espacios marítimos 

Al finalizar la guerra de 1982, los británicos establecieron en torno a las islas Malvinas una zona de exclusión total y comienzan las actividades destinadas a la creación de la “Fortaleza Falkland”, que implica una fuerte erogación para el presupuesto británico. Mientras tanto se suceden una serie de informes destinados a evaluar el potencial económico de las islas, las relaciones con Argentina frente al conflicto de soberanía, y el análisis de los prolegómenos del conflicto armado. Jorge Fraga se detiene a analizar el caso del informe de Lord Franks, al considerar que contiene puntos interesantes, en particular el reconocer la existencia de maniobras dilatorias por parte de Gran Bretaña, frente a acciones de buena voluntad de Argentina, el no cumplimiento de resoluciones de Naciones Unidas, y el supeditar a las negociaciones a la voluntad de los isleños. Un tiempo después, aparece el informe Kershaw, el cual reconoce la debilidad de los argumentos jurídicos británicos en relación a las islas, la creación de una dependencia separada de Malvinas, compuesta por las islas Georgias del Sur y Sándwich del Sur, y la propuesta de mantener la soberanía argentina, pero con autogobierno y ciudadanía británica para los kelpers, aunque el mismo Kershaw dice que no es posible porque la República Argentina no lo va aceptar. También el informe explora las posibilidades de arrendamiento, como mejor solución, el abandono de las islas previa indemnización, y un fideicomiso internacional. Las consecuencias de este informe, donde en cierto punto – tal como nos dice Fraga – es favorable a la postura argentina, impulsa al ministerio de Relaciones Exteriores pública un libro Blanco. (2)

El Libro Blanco del Foreign Office (el Ministerio de Relaciones Exteriores británico) de 1985, trae como novedad la frase “no tenemos dudas de la soberanía británica sobre las Malvinas”. A partir de este momento la postura es totalmente irreductible desconociendo cualquier título jurídico de la Argentina sobre las islas, es más, la historia es falseada, mostrando la presencia argentina como algo esporádico y circunstancial sin ningún sustento jurídico – histórico. En dicho año se aprueba una nueva Constitución para las islas, en el cual los isleños acceden a la ciudadanía británica, es reconocido que son territorio británico, además de otorgar un nuevo régimen de mayor autonomía. Volviendo al Libro Blanco del Foreing Office, este señala el derecho de autodeterminación de los isleños, y de normalizar las relaciones con Argentina siempre y cuando no se hablara de soberanía.

También en este año, a instancias de Brasil, las Naciones Unidas aprueban la resolución 41/11, declarando el Atlántico Sur como zona de cooperación y paz, para el desarrollo económico y protección ambiental, para eliminar fuentes de conflicto, respetar la unidad nacional, la soberanía e independencia, asimismo establece que los Estados deben reducir  eventualmente la presencia militar, no introduciendo armas nucleares. (3) 

En 1986, Londres crea en torno a las islas Malvinas, una zona de conservación y administración pesquera, manteniendo un radio alrededor de 150 millas. En dicho año, el gobierno británico establece que dicha zona será administrada por el gobierno isleño. Mientras tanto la Argentina firma acuerdos con la extinta ex Unión Soviética y Bulgaria para pescar en aguas que circundan Malvinas, que por cierto los barcos de bandera de esos estados no hicieron.

En 1989 se produce un acercamiento con Londres, nacen los Acuerdos de Madrid. En este acuerdo, las partes acuerdan los siguiente puntos: “paraguas de soberanía”; solución pacífica de controversias; abstención de amenazas y/o uso de la fuerza; cese de las hostilidades y renuncia a cualquier tipo de reclamos por daños, restablecimiento de las relaciones consulares; constituir grupos de trabajo para evitar incidentes y generar medidas de confianza; fin de los permisos para buques mercantes para ingresar en la llamada zona de protección controlada por los británicos; formar un grupo de trabajo sobre pesca; levantamiento de restricciones comerciales y financieras. Cabe señalar que el día de la firma del acuerdo, Londres extendió el mar territorial de las islas de 3 millas a 12 millas, ante el silencio del gobierno argentino sobre dicha declaración. Por último en lo atinente al concepto de paraguas de soberanía, este concepto constituye una manifestación de las partes, que expresan de lo que sea tratado en las reuniones que se invoque dicho concepto, no genera derechos ni modifica posiciones de ambos Estados en materia de soberanía.

En 1990, en Madrid se firman otros acuerdos que implican entre los puntos más relevantes, el restablecimiento de relaciones diplomáticas, finalización de la llamada zona de exclusión o protección, adopción de medidas de confianza militar, facilitar la visita de familiares al cementerio militar de Darwin. En cuanto a las medidas de confianza en el ámbito militar, se fijan que los aviones solo se pueden acercar sin aviso hasta las 50 millas y los buques hasta 15 millas.

El 28 de noviembre de 1990, en un acto conjunto, acordaron prohibir la pesca en un área de mar semejante a un semianillo, que envolvía la parte E de las islas Malvinas. El acuerdo no especificó quién haría el control del área, como quién sancionaría a los infractores. En ningún momento la Argentina pretendió montar un sistema operativo para controlar dicho espacio, solo se limitó a dictar un decreto prohibiendo la pesca en la zona el 26 de diciembre de 1990. En cambio el gobernador británico de las islas emitió una orden creando una “zona externa de conservación y administración pesquera”, sin establecer prohibición alguna. Nuevamente Buenos Aires mantuvo silencio. En 1991, el gobierno británico, anunció el otorgamiento de licencias en la zona de prohibición, en un claro acto de soberanía, en un espacio donde los británicos no ejercieron actos de este tipo anteriormente. La respuesta argentina fue una expresión de desacuerdo, y el levantamiento de la prohibición de pesca. Una vez más Gran Bretaña quedó con las manos libres.

En ese mismo año – 1991 – el gobernador de las islas proclamó derechos de exploración y explotación de los recursos vivos y no vivos hasta las 200 millas, en el lecho y subsuelo marino. La respuesta del gobierno argentino fue la ley 23.968 de espacios marítimos, en la cual se incluyen derechos de soberanía sobre las aguas de Malvinas, Georgias del Sur, y Sándwich del Sur.

El proceso de expansión británica sobre las aguas del Atlántico Sur continuó. En 1993, en el mes de mayo por intermedio de una declaración del grupo de trabajo conjunto argentino – británico del Atlántico Sur en materia de conservación de los recursos pesqueros de las aguas de Georgias del Sur y Sándwich del Sur, fue invocado en este marco la Convención para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVM). No obstante ello, Gran Bretaña otorgó licencias de pesca en la zona, y tiempo después en 1996 fue apresado en la zona un buque pesquero argentino, por no haber pagado la licencia de pesca. Ante esta situación el gobierno argentino informó que las firmas argentinas que operasen en la zona, lo harían a su propio riesgo. Por cierto que esta actitud, podemos calificarla de grave, al no haber adoptado por la parte argentina algún mecanismo para proteger a sus nacionales en una zona de litigio.

Puerto Argentino

En 1994 los británicos volvieron a ampliar zonas bajo su control, a pesar de ser un área reducida, tenía gran valor por las capturas de calamar illex. La importancia del recurso para la economía malvinense, lleva a Gran Bretaña a buscar un acuerdo con la Argentina, dado que dicha especie se reproduce y nace en aguas controladas por nuestro país. Mientras tanto Londres crea sendas ZEE en torno a las islas Georgias del Sur y Sándwich del Sur. En cuanto a la explotación del calamar illex, la Argentina firma un polémico acuerdo con la entonces Comunidad Económica Europea (CEE), que a juicio de Jorge Fraga, es si la República Argentina no conseguía hacer este convenio, probablemente lo iban a hacer los kelpers con la Comunidad Económica Europea, con lo cual se perdía la República Argentina esa oportunidad y los kelpers seguramente serian los beneficiados (4).

En materia de explotación petrolera, vale la pena recordar el incidente con el buque Shackleton, allá en 1976 con un buque de la Armada Argentina, cuando el barco de bandera británica realizaba tareas de prospección en aguas argentinas. Años más tarde, mas precisamente en 1993 los isleños, publican un documento sobre ello y hablan de áreas de 4.200 km2 (Este de Malvinas; Cuenca Sur; Cuenca del Oeste, que llega hasta el continente; Cuenca San Julián). Esta situación genera el inicio de una serie de conversaciones y acciones por parte de la Cancillería argentina, mientras tanto los isleños convocan una licitación internacional para explorar áreas potencialmente prometedoras. Cabe señalar que en 1992 el gobierno de Malvinas contrató al servicio geológico británico, el cuál determinó que el área potencialmente rica en hidrocarburos se encontraba al norte de las islas, la Cuenca de Malvinas Norte, con una superficie de 400.000 km2 y con un potencial estimado de 60.000 millones de barriles (equivalentes al 50% de las reservas de Irak), lo que demuestra el claro interés de los británicos por las aguas circundantes a las islas Malvinas. (5).

Finalmente se alcanza un acuerdo 1996 por medio de una declaración conjunta, en la que se reafirma el paraguas de soberanía; que el acuerdo queda restringido a Malvinas; se acuerda cooperar en la prospección y eventual explotación conjunta de hidrocarburos; es creada una comisión conjunta de hidrocarburos; son definidas seis área de 3.500 km2, que incluyen aguas no disputadas con Argentina; cobro de regalías por separados, sin especificar cifras ni porcentajes. Sobre el acuerdo, Jorge Fraga nos dice que surgieron dos posturas, quiénes defiende el acuerdo: “…sostienen que se ha producido una alteración del statu quo al permitir que la Argentina opere en aguas en disputa; que hay un expreso reconocimiento británico de la existencia de la controversia de soberanía y que la creación de la Comisión Conjunta implica el reconocimiento de derechos argentinos” (6).

La política argentina en los 90 en relación al conflicto, abarca las negociaciones en el marco del “paraguas de soberanía”, la “seducción” a los isleños, la “bilateralización” del conflicto dejando de lado el apoyo histórico de los No Alineados y de Tercer Mundo; la inclusión de los habitantes de las islas como “terceros” en la disputa, cuando en verdad, no son más que lo mismo que Gran Bretaña; las declaraciones conjuntas; drástica reducción de la presencia militar en la región austral. Mientras tanto la otra parte – la británica – no solo reforzó su presencia militar en la zona, extendió su presencia en las aguas circundantes a las islas en disputa, otorgó licencias de pesca y de exploración petrolera, mantuvo una postura irreductible en relación a negociar sobre la disputa de soberanía. Es más desoyó las resoluciones de las Naciones Unidas sobre el tema, incluyendo la resolución 31/49 de las Naciones Unidas, que establecen el principio de no innovar, y ello abarca la abstención de las partes de modificar el statu quo.

En 2003 el cambio de gobierno en Buenos Aires implicó cambios en la política en relación al conflicto. Mientras tanto los británicos continuaron con su política de hechos consumados. En 2004 es creada la Falkland Island Oil & Gas Limited (FIOGL) con un contrato de exploración al SE de las islas, bajo el amparo de una intensa campaña de las autoridades isleñas buscando interesados. Esa situación lleva al gobierno argentino a denunciar la declaración conjunta de 1996, en consonancia con la denuncia de los acuerdos pesqueros en 2005. Es más, en 2009 el gobierno argentino protesta formalmente con la llegada de la plataforma de exploración de Desire Petroleum. (7) A todo ello hay que sumarle el reclamo británico sobre la plataforma continental, superponiéndose sobre el espacio que por derecho corresponde a la Argentina.

En todo este proceso de expansión británica sobre el Atlántico Sur, ha tenido como sustento jurídico la Convención de las Naciones Unidas sobre Derecho del Mar (CONVEMAR). Dicha normativa no contiene formulaciones para casos de disputa de soberanía, por lo tanto, como señaló en su oportunidad el almirante Juan Carlos Neves, quedará por consiguiente un área Marítima de plataforma continental potencialmente rica en recursos energéticos fuera del derecho, lo que la coloca en una situación de facto favorable para quien tiene más poder (Gran Bretaña), interferida por quien tiene una situación geográfica más favorable (Argentina) y que será sin dudas una fuente potencial de conflictos.(8). En otras palabras la vigencia de la Convención – ratificada por nuestro país en 1995 – trae aparejado la extensión del tradicional conflicto de soberanía sobre las islas, a los espacios marítimos circundantes.

Por último, la política británica en la zona está apoyada por un importante despliegue militar. Las fuerzas desplegadas en las islas, constituyen en verdad una unidad de preposicionamiento estratégico, capaz de apoyar el despliegue de dos brigadas (8000 efectivos). El despliegue militar británico en las islas abarca una fuerza conjunta de 1250 efectivos (500 del ejército); base aérea y naval de Mount Pleasant; componente naval que anualmente provee de una o dos fragatas, patrulleros de altura, un submarino de ataque nuclear (con capacidad de lanzar misiles crucero Tomahawk), y un buque polar (HMS Endurance); y un destacamento aéreo con 4 Eurofighter Typhoon, aviones VC-10 de reabastecimiento, C- 130  de transporte, helicópteros Sea King y Chinook (en estos casos la dotación está reducida por la demanda de medios en Afganistán). (9).

Mientras Gran Bretaña moderniza e invierte en la capacidad de defensa de las islas, la Argentina ha hecho todo lo contrario, reduciendo su presencia de manera significativa en el Atlántico Sur, dejando a sus Fuerzas Armadas en un estado operativo sumamente limitado.

Buques pesqueros chinos frente a Puerto Argentino.

Las propuestas para la solución del conflicto 

En 1966 las Naciones Unidas aprueban la célebre resolución 2065, instando a las partes a iniciar negociaciones. Finalmente en 1968 el entonces embajador argentino en Londres, Mc Loughlin, se reunió con el ministro de Relaciones Exteriores británico (Foreign Office) Lord Chalfont y llegan a un acuerdo al elaborar un borrador de memorando de entendimiento con la finalidad de transferir la soberanía de las islas Malvinas a Argentina, si se garantizaban una serie de aspectos (derechos de los isleños, comunicaciones, etc.). El acuerdo quedó en la nada gracias a la presión ejercida por lobby isleño, organizado y financiado por la Falkland Island Company o FIC, entidad que monopolizaba (y monopoliza) la economía isleña. No obstante el inicio de las maniobras dilatorias británicas, el gobierno argentino logró alcanzar el acuerdo de comunicaciones de 1971. La labor realizada por Argentina fue reconocida en una declaración de las Naciones Unidas. A pesar del esfuerzo, la opinión pública isleña, siempre se mostró reacia a cualquier acercamiento con Argentina, no obstante el esfuerzo argentino en mejorar su calidad de vida. Este fue el primer ensayo de “seducción” a los isleños. 

En 1974 desde la Embajada británica en Buenos Aires se propuso al gobierno argentino (en aquel momento bajo la presidencia del General Perón) la idea de una suerte de condominio y/o gobierno compartido de las islas, junto a la discusión de las salvaguardas para los isleños. La idea fue apoyada en su momento por el General Perón, pero su muerte truncó las posibilidades de alcanzar a un acuerdo. Nuevamente todo pasó a foja cero. En 1977 durante la gestión de Nicholas Ridley al frente del Foreing Office, se iniciaron negociaciones, siendo la propuesta del titular de la cartera de exteriores británica, la del arriendo o leaseback, semejante al caso de Hong Kong. Esta propuesta fue muy mal vista en las islas, y especialmente por el lobby Falkland, quedando todo en la nada. Tampoco la Argentina dio señales a favor de dicha idea. Mientras las negociaciones seguían estancadas, desde el Comando de la Armada se motorizó una acción audaz, que fue en 1977 la instalación de la estación científica Corbeta Uruguay en Thule del Sur, en las islas Sándwich del Sur. Esta acción fue objeto de una protesta británica. La base operó hasta 1982 cuando fue desalojada por la fuerza y sus instalaciones destruidas por la armada británica.

En los años 90 y de manera esporádica fueron publicadas diversas propuestas, destinadas a buscar una solución al conflicto desde el punto de vista jurídico. No obstante la postura irreductible de Londres, en ámbitos académicos se ha discutido el tema. En 1989 en un seminario acerca del futuro de Malvinas, realizado en la Universidad de Maryland – College Park, un grupo de constitucionalistas presentaron sus posiciones sobre el concepto de soberanía compartida. Entre ellos se encontraba Jorge Vanossi, ex legislador y especialista en derecho constitucional, quién desarrolló en dicho foro la propuesta “Provincialización con Pacto de Incorporación”. No obstante de algunas implicancias jurídicas de la reforma constitucional de 1994, la propuesta de Vanossi contiene los siguientes puntos destacables.

El pacto de incorporación ofrece – a juicio de Vanossi – la mayor protección de los derechos de los habitantes de las islas (exigencia de Londres en relación a los isleños) con un menor cambio en relación al régimen vigente. Por otro lado el Pacto abre la posibilidad de que los isleños puedan ser consultados sobre su contenido y alcances (quedando satisfecha la demanda de atender los deseos de los isleños). Otros puntos de la propuesta de Vanossi abarca la garantía de los derechos políticos sean ejercidos por los nacidos en las islas, a fin de mantener el equilibrio político local; un listado de electores proporcionado por los británicos, que permanecerá cerrado hasta el momento de la transferencia; respeto al sistema jurídico y de gobierno vigente; limitaciones en materia de declaración del estado de sitio, intervención federal y envío de contingentes militares a efectos de repeler invasiones; régimen de zona franca; cláusula de anulación del pacto de incorporación en caso de golpe de Estado o alteración del orden constitucional; doble ciudadanía; garantía del Pacto con tres miembros de la Comunidad Internacional (entre ellos Estados Unidos); reconocimiento del inglés como lengua co – oficial. (10).

En el marco de la propuesta realizada por Vanossi, es presentado por Manuel Carlos Giavedoni Pita como ejemplo para aplicar al caso Malvinas, la situación de las islas Aland. (11). Estas islas, pobladas por suecos desde el siglo XII, estuvieron bajo soberanía sueca hasta 1809, cuando las islas junto con el ducado de Finlandia son entregadas a Rusia en el marco de las guerras napoleónicas. Desde 1809 a 1917, las islas formaron parte del Gran Ducado de Finlandia. Cabe señalar que desde 1856 por el Tratado de París, las islas fueron desmilitarizadas, situación que Rusia violó secretamente a fines del siglo XIX. (12). Las islas fueron escenarios de luchas entre tropas rusas y finlandesas, que motivó la llegada de fuerzas suecas, que tuvieron que retirarse tras la llegada alemana que impuso un gobierno pro Finlandia. Los isleños, dado los lazos culturales y lingüísticos con Suecia exigieron su incorporación a dicho país. Esto originó una disputa con Finlandia, resuelta por la Liga de las Naciones en 1921.

La realidad vivida por los alandeses, nos dice Giavedoni Pita, es similar a la vivida por los habitantes de Malvinas, y reside en el hecho de que ambas [alandeses y malvinenses] quedaron sentimientos de inseguridad y hostilidad como resultado del enfrentamiento armado y la ocupación del territorio por fuerzas militares. Asimismo el autor agrega que en ambos casos se trata de territorios insulares disputados, en los cuales las cuestiones de soberanía formal se mezclan con los deseos de los habitantes de mantener su propia cultura, identidad y formas de vida. (13). El problema, nos dice el autor, en ambos casos – Malvinas y Aland – la elaboración de soluciones abarcan mecanismos que protejan los intereses y derechos de la población, relativamente reducida de isleños, y también de los Estados involucrados a fin de evitar futuros conflictos. El caso Malvinas, hoy día, es similar a la situación que enfrentaban las Aland en 1920. (14).

La solución adoptada por la Liga de las Naciones sobre las islas Aland, incluyeron los siguientes puntos: las islas quedarían bajo soberanía finlandesa; derecho de los isleños a conservación de su identidad cultural, idioma, y forma de vida (cabe destacar que en Finlandia el sueco es idioma oficial junto al finés); derecho al autogobierno y administración de sus propios asuntos; neutralización y desmilitarización de las islas; derecho a voto a los nuevos habitantes con cinco años de residencia permanente en las islas; privilegio a los isleños para adquirir tierras; derecho de nominar candidatos a gobernador al presidente de Finlandia; derecho de la dieta local de recurrir al Consejo de la Liga de las Naciones a fin de hacer cumplir los acuerdos entre Finlandia y la Liga de las Naciones sobre las islas.

El acuerdo generó reservas, dado la disconformidad de las partes, pues para Finlandia significaba la restricción de su soberanía en las islas – de valor estratégico por su posición – y para los isleños que deseaban ser incorporados a Suecia. No obstante ello el sistema funcionó. En 1951 la ley de autonomía finlandesa fue modificada y se inició un proceso de incremento de facultades y competencias del gobierno isleño, que incluyó el uso de bandera, venta de sus propias estampillas postales, etc. En 1991 la autonomía fue ampliada, con acuerdos en materia de desarrollo económico y turismo.

El éxito del acuerdo, según el autor, residió en que la solución implementada salvaguardó la cultura y modo de vida de los isleños, garantizando el funcionamiento cotidiano de las instituciones políticas, económicas, y sociales en manos isleñas sin la menor interferencia de Finlandia. Es más, los habitantes de las islas ganaron una serie de beneficios educativos, sociales, y fiscales superiores al resto de los habitantes de Finlandia. Además el autor señala que la solución se concentraba menos en las grandes cuestiones de principio – autodeterminación, soberanía, derecho de las minorías – y más en las cuestiones respecto a lo necesario para mantener lo que los isleños querían en términos de conducir sus propias vidas – cultura, lenguaje, identidad – así como sentirse seguros respecto de que todo esto sería preservado en el futuro. (15).

Por último en relación al trabajo de Giavedoni Pita, este nos dice que dentro del pacto de provincialización propuesta por Vanossi podría ser factible incluir el ejemplo y experiencia de las islas Aland. Las dificultades que presenta su puesta en marcha son la imposibilidad que la ONU, como hizo con las Aland en 1920, adoptara una posición semejante y la intransigencia británica de abrir la posibilidad de discutir cualquier aspecto que incluya el término soberanía. En el plano interno, debería adoptarse una serie de reformas legales, que incluyen a la provincia de Tierra del Fuego (ya que las islas son parte del departamento de Islas del Atlántico Sur), además de un cambio de estrategia para forzar a los británicos sobre la cuestión de soberanía, que incluye el fortalecimiento nacional para incrementar el peso de la Argentina en el escenario internacional, y esto implica invertir en nuestro sistema de defensa, e implementar diversas políticas en los frentes interno y externo, que contribuyan al fortalecimiento de la capacidad negociadora la Nación.

Islas Aland

Existe otra propuesta, publicada por Conrado Etchebarne Bullrich (16) junto a Alistair Forsyth, que expusieron su contenido en Buenos Aires, Londres y las islas Malvinas (publicado parcialmente por el diario Penguin News) que consiste principalmente en: los Estados parte (Argentina y Reino Unido) acuerdan en garantizar en forma permanente la autonomía, el sistema democrático de gobierno, la integridad territorial y marítima de las islas Malvinas, y consultar y actuar en forma conjunta en todos los asuntos relacionados con las relaciones exteriores y la defensa de las islas Malvinas, con participación de los isleños. Un aspecto destacable de la propuesta incluye el costo compartido de la defensa por parte de Argentina y el Reino Unido. Por otro lado, en materia de explotación de recursos se fija una regalía para los Estados parte. Finalmente se considera el acuerdo propuesto como el final del conflicto entre los dos países.

Un trabajo interesante y de reciente publicación, es el artículo de Martín Krause (17). El autor cita el ejemplo del caso Hong Kong, territorio que fue arrendado a los británicos por 99 años. (18). Sin entrar en detalles sobre los plazos negociados por las partes, a fin de realizar la transferencia de soberanía, el autor señala que hay que generar intereses para que todas las partes estén dispuestas a llegar a un acuerdo, o por lo menos a no resistirse. Y es allí donde la idea de Hong Kong, o de la generación de una free city, puede resultar un aporte nuevo. El concepto de “free city” fue tomado por el profesor Paul Romer, economista, integrante de la Universidad de Stanford, que las denominó charter cities.

La propuesta de Romer – nos dice Krause – es crear una instancia que favorezcan el desarrollo, sobre acuerdos que podrían realizar los Estados para que una región o área pueda ofrecer reglas de calidad como Hong Kong o Singapur. En el primer caso, hubo un acuerdo específico entre China y Gran Bretaña, dejando en manos de este último el establecimiento de dichas normas en un enclave de su costa. En el caso de Hong Kong a partir de los años 60, se realizaron diversos cambios, que incluyó una sólida reserva monetaria, bajos impuestos, y una administración pública reducida y altamente eficiente. Dicho territorio se volvió atractivo para el sector empresario, transformándolo en un polo de atracción de inversiones, llegando hoy día a tener un PBI per cápita de US$ 47.130 frente a los US$ 7375 de China. Por otro lado, Paul Romer considera exportar este modelo a lugares como Guantánamo, proponiendo que sea controlado por Canadá, o de una serie de países “accionistas” incluyendo Cuba. La propuesta de Romer halló eco en la Universidad Francisco Marroquín en Guatemala (ver www.freecities.org), y particularmente en Honduras, donde existe una ley que prevé un espacio de 1.000 km2 de territorio nacional para un emprendimiento de características tipo Hong Kong.

Krause habla del ejemplo histórico de la ciudad alemana de Lübeck, que se transformó una free city, lo que permitió adquirir autonomía política en el marco de un régimen liberal dentro de los patrones de la Edad Media, que perduró hasta el siglo XIX. Otros ejemplos similares, no citados por el autor, pero que revisten características similares, son los casos de las ciudades de Bremen y Hamburgo, que en su momento fueron ejemplos exitosos de ciudades libres, siendo hoy importantes centros industriales y comerciales del norte de Europa.

En una apretada síntesis, la propuesta de Krause para el caso Malvinas, sobre el modelo Hong Kong consiste básicamente en: a) un acuerdo que fije un plazo largo de transferencia de la soberanía, mientras tanto se acordaría una suerte de Ley Básica, como el modelo adoptado en Hong Kong. Esta norma debe prever la administración de un país tutor (algún miembro de la Commonwealth). Una vez finalizado el plazo de administración extranjera, la Argentina deberá mantener los principios de la Ley Básica por 50 años; b) bajos impuestos y total libertad de inversión y comercio, sin importar la nacionalidad de los capitales o personas, así como libertad para utilizar cualquier moneda, incluyendo nuestro peso; c) eliminar barreras para que los argentinos adquieran propiedades en las islas, así como la posibilidad de su traslado a las islas.

El acuerdo – según Krause – interesaría a los isleños al serles garantizados sus libertades y por la confianza del país tutor, avalado por la comunidad internacional, además de crear un marco de seguridad para los inversores. La Argentina por otro lado se comprometería a no poner trabas a los productos provenientes de las islas, además de abrirse la posibilidad para los isleños para ingresar en un mercado como el MERCOSUR y países asociados. En el caso de Gran Bretaña, el acuerdo significaría poner fin a una situación litigiosa, que implica poner fin a los importantes gastos para financiar su presencia, unido a que el país tutor, sería un país amigo y aliado. ¿Y la Argentina? tendría sus beneficios, significa tener acceso a las islas, el fin de la tensión permanente en el Atlántico Sur. El impacto de un enclave tipo Hong Kong, en particular su modelo económico, al trasladarse a China, significó un cambio radical transformándose en la actual potencia económica que hoy conocemos. El autor considera que Malvinas – aplicando el modelo Hong Kong – abren una posibilidad similar para la Argentina.

Nuestra propuesta 

En los medios de comunicación masiva, políticos y hasta diplomáticos se concentran en la disputa de soberanía sobre las islas Malvinas, pero poco o nada se dice de las islas Georgias del Sur y Sándwich del Sur, que desde 1985 forman una dependencia de la Corona británica separadas de la autoridad del gobernador de las islas Malvinas (19). Por lo tanto, nuestra propuesta abarca los archipiélagos antedichos, aunque con ciertos matices, dado que las islas Georgias del Sur y Sándwich del Sur no tienen población permanente, lo que plantea la necesidad de una política particular, dado que Londres en dichos territorios no puede oponer como excusa la voluntad de los isleños – como en Malvinas – para sentarse a la mesa de negociaciones. No obstante ello, son incluidas en esta propuesta de manera general.

La presente propuesta toma como referencia lo expuesto anteriormente sobre el Pacto de Provincialización, el régimen de las islas Aland, el modelo Hong Kong, y el concepto de free cities. Cabe destacar que desde el punto de vista jurídico, la propuesta bajo ningún aspecto está en colisión con lo señalado por la Constitución Nacional (20). 

El acuerdo sobre transferencia de soberanía incluirá no solo a las islas Malvinas, sino a las islas Georgias del Sur y Sándwich del Sur. Estos territorios, una vez reconocida la soberanía argentina por parte de Londres, serán arrendados por el Reino Unido por un plazo no menor a 50 años. Nuestra propuesta no abarca solo ello, sino en líneas generales los siguientes puntos: 

régimen de arriendo señalado;  creación de una comisión internacional de vigilancia del acuerdo;  régimen de autonomía para las islas Malvinas;  relaciones entre las islas y la Argentina;  régimen charter city o free city;  recursos naturales (particularmente petróleo y pesca);  islas Georgias del Sur y Sándwich del Sur;  bases militares en la zona;  doble ciudadanía y régimen de compensación en el momento de transferencia de soberanía.

En una apretada síntesis sobre los puntos propuestos, podemos decir que una primera etapa, el régimen de arriendo abarcará en primer lugar a las islas Georgias del Sur y Sándwich del Sur, dado la realidad particular de estos territorios antes señalados, para posteriormente avanzar en un régimen similar sobre Malvinas y aguas circundantes. El régimen estará bajo la vigilancia de una Comisión Internacional formada por representantes de la ONU y estados “garantes” (que podrá incluir a los Estados Unidos).

En cuanto al régimen de autonomía, esta será plena en sus asuntos internos, incluyendo un régimen impositivo y financiero propio, y la potestad de celebrar acuerdos en materia económica, deportiva, cultural con el alcance que fijen los acuerdos. Mientras dure el régimen de arriendo, Londres será responsable de la defensa y relaciones exteriores en los términos que acuerden las partes. Finalizado este régimen, la Argentina mantendrá un régimen de autonomía especial por 50 años más, manteniendo en cierto punto un status similar a las islas Cook (21). 

Otros puntos destacables serán la finalización de las restricciones para el movimiento de ciudadanos entre territorio continental y las islas, posibilidad de que ciudadanos argentinos puedan invertir y adquirir bienes en las islas (lo mismo los isleños en territorio continental), comunicaciones, etc. (22). En este marco de apertura, se promoverá la transformación de las islas de un espacio abierto a las inversiones, libre comercio en el marco de estándares de seguridad jurídica vigentes como en Hong Kong, Singapur o la ciudad china de Shenzhen (aplicación del concepto de charter city de Paul Romer); un régimen de regalías a pagar a la Argentina, en materia petrolera sin perjudicar el nivel de vida local; mecanismos de conservación y explotación sustentable de recursos vivos, desmilitarización de las islas; doble ciudadanía y compensación económica al firmarse el acuerdo de arriendo y reconocimiento de la soberanía argentina sobre las islas. El objetivo es dar por terminado el conflicto (23). 

La propuesta sin ninguna duda abre las puertas para promover un intenso debate – objetivo principal de este artículo – sobre lo que hipotéticamente podría ser las bases para la negociación de la transferencia de soberanía de la islas, para ser presentado ante la comunidad internacional. Hasta ahora solo se ha limitado a realizar reclamos sobre la presencia ilegal de Gran Bretaña, y el garantizar los derechos de los isleños. Es necesario, a fin de conseguir apoyos internacionales y demostrar al menos desde un punto de vista formal la firmeza y seriedad del reclamo argentino.

La necesidad de una nueva política para el Atlántico Sur 

Las acciones tomadas por la Argentina desde 1983, y especialmente en los 90, tuvieron escaso efecto para Gran Bretaña. La postura de Londres se ha endurecido y se escuda en la voluntad de los isleños, que no son más que una población trasplantada desde la metrópoli, ciudadanos británicos de pleno derecho desde 1985. Esta situación se ve reforzada por una importante presencia militar – que obedece a una estrategia tanto británica como la OTAN – y la realización de múltiples actos unilaterales. Todo ello conlleva replantear lo actuado por la Argentina hasta ahora. Quiénes hablan del modelo Hong Kong como solución al problema de Malvinas, omiten señalar que China luego de años logró transformarse en una potencia de tal magnitud, que no quedó otra a los británicos que sentarse a negociar. Allí vemos como los británicos, ante el poder chino, no tuvieron en cuenta la voluntad de más de 2 millones de habitantes de Hong Kong, sobre las negociaciones de cara al traspaso de soberanía (24).

La posibilidad que tiene la Argentina para obligar a Londres a negociar, es a nuestro modesto juicio es transformarse en un poder relativo en el área, que genere el “clima” para tener en cuenta a nuestro país. Ello demanda el diseño y puesta en marcha de múltiples acciones, en el plano económico, diplomático, y de defensa.

En materia de defensa la política al sector deberá estar orientada a fortalecer determinadas capacidades de nuestras FFAA: particularmente las de controlar el mar y defender el territorio y espacio aéreo nacional, realizar operaciones anfibias y aerotransportadas y operaciones aéreas tácticas y estratégicas, así como fortalecer la infraestructura logística propia en la Patagonia. Esto no implica una carrera armamentista, sino más bien una modernización de capacidades existentes que demanda una inversión moderada. Esta modernización hace factible la construcción de un sistema de defensa regional, que coadyuva a incrementar el poder relativo de la Nación en el Atlántico Sur.

En el terreno económico, las políticas hacia el Atlántico Sur deberían incluir el fortalecer la presencia nacional en espacios circundantes a las islas a través de actividades estatales y privadas; explotar la cercanía geográfica del territorio continental respecto a las islas, ofreciendo apoyos a la explotación petrolera a cambio de iniciar algún tipo de diálogo sobre el conflicto de soberanía; promover el desarrollo económico de la región austral y diversificar su economía; formación de una organización regional de pesca en el marco de la CONVEMAR, a fin de contrarrestar la política británica en la materia y proteger los recursos vivos del Mar Argentino; y ejercer algún tipo de presión a fin de que mantener una ruta aérea que una el continente con las islas desde Argentina.

En el terreno diplomático la “ofensiva” deberá buscar robustecer el apoyo de los países de la región en materia del reclamo soberano sobre las islas y “sudamericanizar” el Atlántico Sur y la Antártida; generar mecanismos de compensación a países de la región que retiren el apoyo/facilidades a las flotas pesqueras que operen en las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur; buscar una declaración de foros regionales contrarias a la presencia militar británica en las islas; analizar la posibilidad de apoyar el ingreso de Brasil como miembro permanente al Consejo de Seguridad, con el objetivo de obtener su apoyo al reclamo argentino sobre las islas; impulso a dialogar sobre la soberanía de las islas Georgias del Sur y Sándwich del Sur, donde Londres no puede esgrimir los argumentos aplicables a Malvinas; buscar alianzas extrarregionales a fin de contrarrestar el poder británico; y contrarrestar el lobby Falkland en la propia Gran Bretaña, por empezar la propia embajada argentina debería contener en su sitio web en Londres una explicación en inglés sobre los derechos argentinos. Asimismo debería existir algún tipo de acercamiento con sectores políticos y académicos para hacer llegar la postura argentina.

Finalmente debemos tener en cuenta que la Argentina no tiene que negociar con los isleños. El conflicto es entre Gran Bretaña y Argentina, como lo señaló la ONU en su oportunidad. La población británica nacidas en las islas está disminuyendo, tal como dice Virginia Gamba: solamente una de cada cuatro personas que están en las islas hoy es nativa de las islas. Los nuevos habitantes de éstas han venido atraídos por la base militar en sí misma. (25). Además dicha especialista en defensa, nos dice que: al año 2010, la población original se convirtió en minoría, por lo que los isleños nativos, si quisieran o desearan negociar con la Argentina, no constituirían la mayoría necesaria para poder hacerlo. El Falkland Islands Government como consejo está constituido hoy por tres isleños nacidos en Malvinas y cinco ingleses venidos de afuera. Y es más, agrega a todo ello la siguiente reflexión que debemos tener en cuenta: Las islas no están más pobladas por isleños, sino por europeos que, además, rotan. (26). Por lo tanto la “táctica” de “seducir” a los pobladores y el “paraguas de soberanía” tal como quería hacer el ministro Guido di Tella en su momento estuvo condenada al fracaso desde el principio. Asimismo debe revisarse el contenido de los acuerdos de Madrid, hoy letra muerta, pero para ello el país deberá construir sólidas alianzas regionales y extrarregionales.

Reflexión final 

En este nuevo aniversario de la recuperación, la Argentina se encuentra en un estado de impotencia relativa, como señaló alguna vez Jorge Castro, frente una Gran Bretaña que tras la victoria militar de 1982 no solo controla las islas en disputa, sino sus aguas adyacentes, acompañado por un precio internacional del barril del petróleo que hace rentable la explotación de la cuencas ubicadas en la zona de Malvinas. La magnitud de la inversión a realizar, que incluye el desarrollo de una infraestructura asociada, impide que esta inversión quede limitada a las islas, precisándose la cooperación internacional, en otras palabras del apoyo desde el continente americano. Esto es un punto a favor de la Argentina, que debería explotar, pero para ello es necesario que se transforme en un actor a ser considerado en el área, siendo indispensable para ello una serie de acciones concretas.

Es indudable que la política argentina en el área posterior en los últimos veinte años no tuvo éxitos importantes, no ha logrado forzar a Londres a sentarse en la mesa de negociaciones. Incluso se observa un endurecimiento de la posición británica, sin ninguna duda influido por la realidad doméstica que tiene que enfrentar el gobierno británico, que salvando las distancias guarda similitudes con lo conveniente que fue para Mrs. Thatcher cuando estalló la crisis de 1982. En el marco de esta política de endurecimiento de la posición británica, se observa una fuerte inversión en materia militar en el área. Recordemos que ya en 1916, el almirante Storni advirtió sobre el desafío que significaría para los intereses nacionales la existencia de una base extranjera en las islas Malvinas.

El ejemplo de Hong Kong, es aleccionador en muchos aspectos, no solo por el concepto de arriendo y el sostenimiento de un régimen especial una vez terminado el arriendo, que le permite ser un polo de atracción de inversiones, sino como China utilizó hábilmente su poder para generar una instancia de negociación. Y esto es lo que proponemos, que la Argentina adopte una nueva estrategia para ser considerada un actor importante en el Atlántico Sur. Esto va más allá de alianzas formales, sino de desarrollar capacidades nacionales que genere señales claras a los británicos, que es necesario tomar en cuenta el reclamo argentino. Entre esas señales claras en materia política, militar y económica, debe encontrarse una propuesta seria de negociaciones, que sea una verdadera agenda con plazos definidos, y una serie de garantías que le permitan saber al oponente, que el cambio de status quo, no significa un perjuicio a sus intereses. Por lo tanto debemos hablar de plazos largos. La propuesta que realice la Argentina debe tener máxima difusión en la opinión pública internacional, a fin de generar un debate y mostrar el claro interés argentino de terminar con el conflicto.

Por otro lado debe explorarse la posibilidad, de incluir nuevos actores con intereses en el área, que sean de utilidad para la estrategia que utilice la Argentina para abrir la mesa de negociaciones. Estos actores pueden ser China, Rusia y Brasil, unido a la necesidad de concertar con los países que operan en nuestra ZEE y en la llamada “milla 201” la formación de una organización regional de pesca, con la finalidad de contrarrestar el “unilateralismo” de Londres en la materia.

La presente propuesta fue elaborada en base a una serie de experiencias internacionales, particularmente el modelo de arriendo o leaseback, que fue en alguna oportunidad propuesta informalmente por Londres. En una primera instancia, se propone la implementación de dicho mecanismo a las islas Georgias del Sur y Sándwich del Sur, para posteriormente avanzar en la puesta en marcha de este régimen de arriendo o leaseback a las islas Malvinas. El régimen de arriendo incorpora una serie de novedades, entre ellas la aplicación del concepto de las “free cities” desarrollados por el economista Paul Romer, exitosamente aplicado al caso de Hong Kong, y ahora en la región vigente en Honduras. Este marco permitirá diversificar la economía de las islas, garantizando el nivel de vida de los isleños y los intereses comerciales de las empresas que operan en la zona, comenzando por FIC y las empresas petroleras. Por otro lado este régimen, transforma a las islas en puerta de entrada al MERCOSUR al comercio británico y también a la UE, particularmente a una de la economía de una potencia emergente, Brasil. Este régimen estaría garantizado una vez finalizado el régimen de arriendo por un plazo de 50 años.

La propuesta abarca la formación de una comisión internacional para vigilar el cumplimiento de los acuerdos, con el objeto de contrarrestar la imagen que tiene la Argentina de no cumplir sus compromisos internacionales. Asimismo se establecen garantías en materia de autonomía política y el impulso a crear un ambiente de cooperación y diálogo. Por otro lado se trata la necesidad de debatir la cuestión de la desmilitarización, en el marco del compromiso de la Argentina ante la comunidad internacional que no tiene intensiones “agresivas” tal como sostiene el denominado lobby Falkland.

El mantenimiento del actual statu quo en el largo plazo significará para la Argentina serios perjuicios. Las islas Malvinas, no son más que una plataforma de proyección a la Antártida. A todo ello se une la campaña de exploración petrolera, situación donde la Argentina tiene cierta ventaja de tipo geográfico, si logra el apoyo de los países del área a fin de hacer efectiva las restricciones a las empresas que operen en las aguas disputadas con Gran Bretaña. 

El país precisa un debate sobre la cuestión del Atlántico Sur, generar consensos entre sus fuerzas vivas, y acordar una estrategia de cara a la recuperación de las islas hoy detentadas ilegalmente por Gran Bretaña.