Por: Manuel S. Espinoza J. Director del CREI
Trump-vs-DEEP-STATE-I-Parte-2Category: Elecciones 2024
Estados Unidos: un abismo en el centro. Por: Atilio Boron (Argentina)
https://www.pagina12.com.ar/781513-estados-unidos-un-abismo-en-el-centro
La rotunda derrota de Kamala Harris (foto) en la reciente elección presidencial de Estados Unidos certifica, por enésima vez, que cuando una sociedad ha sido ganada por una generalizada crispación las propuestas tibias, moderadas, evasivas como las planteadas por la candidata demócrata son el seguro camino para sufrir un aplastante revés electoral. El malhumor social producido por frustraciones de tipo económico o político; o por el temor perversamente infundido por la clase dominante; o por el odio direccionado en contra de categorías sociales estigmatizadas, los inmigrantes de origen latino en el caso norteamericano, hace que la ciudadanía sea atraída por quienes mejor sintonizan con su enojo y su frustración. Y Trump apareció ante los ojos de millones como alguien dispuesto a poner fin a ese estado de cosas. Conclusión: cuando las circunstancias sociales están signadas por la inmoderación. la moderación se convierte en un pecado. Y la candidata demócrata lo cometió.
Harris ciertamente corrió con desventaja. Entró muy tarde en la campaña, producto del inesperado derrumbe de la candidatura del presidente Joe Biden después del fatídico debate con Donald Trump. Para colmo de males, su gestión como vicepresidenta tuvo un tono grisáceo que poco o nada colaboró para construir una imagen presidenciable y atractiva ante los ojos de la opinión pública. Y una sociedad bombardeada por la continua prédica catastrofista de la ultraderecha, azuzados sus peores instintos tribales por el demencial conspiracionismo de Trump y sus voceros hablando de un país “invadido” por indeseables extranjeros, mal podía prestar su apoyo a quien era vista como corresponsable de tan infausta situación, habida cuenta de su condición de vicepresidenta de Estados Unidos.
Los demócratas y sus partidarios en el establishment académico y en el corrupto ecosistema mediático confiaban que dado que “los números de la macro” eran positivos la población recompensaría a sus gobernantes ratificando la continuidad del liderazgo demócrata. Pero tal como lo sabemos muy bien en la Argentina, el hecho que ciertos “números de la macro” luzcan como muy favorables poco o nada tienen que ver con las condiciones concretas de vida imperantes en una sociedad. Esto es especialmente cierto en Estados Unidos, el país con la peor distribución del ingreso entre los capitalismos desarrollados y caracterizado por un persistente aumento de la desigualdad. Ejemplo: el CEO que en 1965 ganaba veinte veces lo que un trabajador promedio de su empresa en 2018 había logrado que sus ingresos fuesen 278 veces superiores al de sus operarios, y la cifra siguió aumentando después de la pandemia. Los hogares de clase media que en 1970 captaban el 62 % del ingreso nacional, para el 2018 su participación se había desplomado al 43 %. Con estos guarismos a la vista Bernie Sanders, reelecto senador por Vermont, dijo que nada de sorpresivo tuvo esta derrota porque el partido Democrático abandonó a la clase trabajadora, y ésta hizo lo propio con ese partido y en gran medida pasó a conformar las huestes plebeyas de Trump.
La suicida corrida hacia la derecha de los Demócratas facilitó la aplastante victoria del magnate. En varios temas claves era muy difícil discernir cuál era la diferencia entre éste y su adversaria. Harris y el magnate neoyorquino competían a ver quién respaldaba con más énfasis el genocidio perpetrado por el régimen sionista en Gaza, el Líbano y Siria. Harris inclusive era más guerrerista que Trump a la hora de hablar sobre la situación en Ucrania. Ambos consideraban a China como una enemiga de Estados Unidos. Sus diferencias en el tema inmigratorio se reducían a algunos matices y ninguno hacía la menor alusión a la fenomenal concentración de la riqueza experimentada en los últimos años y mucho menos sugería las reformas tributarias capaces de atenuarla. Las diferencias entre ambos candidatos eran discernibles en un tema sensible como el aborto -sensible, digámoslo, para un sector del electorado femenino, no para todos- en donde mientras Harris aparecía como muy asertiva Trump hacía gala de sus grandes dotes de demagogo para eludir a tiempo cualquier pregunta al respecto.
En conclusión: Trump llega a la Casa Blanca dotado de poderes casi omnímodos. Gana la presidencia en los colegios electorales, donde cosechó 295 votos contra 226 de Harris. Y también la elección en el voto popular, donde obtuvo poco más de 72 millones de votos, el 50.9 % del total (y casi cinco millones más que su contrincante). Además cuenta con mayoría en el Senado, casi la mayoría en la Cámara de Representantes, y seis de los nueve votos de la Corte Suprema, que ya ha puesto manos a la obra para cerrar las 34 causas pendientes que pesaban sobre el hoy presidente electo.
¿Cuál es el significado de este resultado para los países latinoamericanos? En principio se suponía que Harris seguiría las huellas de Barack Obama y tendría una actitud un poco más dialoguista y respetuosa con los países de la región. Pero el saldo de Obama es complejo: reanudación de las relaciones diplomáticas con Cuba pero también una infame orden ejecutiva declarando a Venezuela una “amenaza excepcional e inminente” a la seguridad nacional de Estados Unidos. Trump no ocultó su desprecio a los países de la región, insultándolos como lo ha hecho de forma aún más acentuada en esta campaña y cumpliendo su mandato sin haber visitado ni un país del área. Fue a la Argentina en 2018 por la reunión del G20 y a Puerto Rico cuando el Huracán María en 2017. Pero poco antes de finalizar su mandato ordenó incluir a Cuba entre los países promotores del terrorismo, una decisión que implica un tremendo golpe en el terreno económico y financiero. Se quejó, además, de la estupidez (según sus palabras) de los demócratas porque cuando estaba a punto de apoderarse del petróleo venezolano aquellos lo dejaron escapar y, dijo: “¡ahora tenemos que pagárselo a Maduro!”. Es decir, nada bueno se puede esperar de Trump, y tampoco de Harris, entre otras cosas porque la política hacia Latinoamérica y el Caribe la decide el “estado profundo” y en muy poco grado los presidentes de turno. Para Washington Nuestra América es una región de acceso exclusivo y excluyente para Estados Unidos, que debe ahuyentar por todos los medios posibles a los forasteros malignos, Laura Richardson dixit, como Rusia, China e Irán. Pero creo muy poco probable que Trump decida aplicar la “carta militar” contra Cuba o Venezuela, porque tal medida podría re-editar el fiasco sufrido en Afganistán o en Vietnam y, además, tendría gravísimas resonancias en todo el sistema internacional porque indirectamente afectaría a China y, en menor medida, a Rusia e Irán. Lo más probable es que Trump endurezca aún más el bloqueo a Cuba y aumente la parafernalia de medidas coercitivas unilaterales aplicadas en contra de Venezuela, ambas en abierta violación de la legalidad internacional. Por eso hoy es preciso reforzar la solidaridad con estos países, blancos privilegiados de las ambiciones imperiales en el ámbito geopolítico del Gran Caribe. Y por eso mismo resulta incomprensible el veto brasileño al ingreso de Venezuela a los BRICS así como es digno de todo elogio el fundamental apoyo que México le ha venido brindando a la Revolución Cubana.
Otra vez Donald Trump? Que sigue ahora? C/ Manuel Espinoza J. Director CREI
USA ELECIONES 2024
La Política Exterior USA hacia Nicaragua (2017 – 2021) y (2021 – 2024) que sigue después de las elecciones de noviembre 2024?
Hay posibilidad de una Guerra Nuclear? C/ Manuel Espinoza J. Dir. del CREI A partir del 24′:24
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Situación de mayor peligro: 1) Amenaza de guerra nuclear ? Porqué y dónde? 2) Segundo frente de guerra: Medio Oriente. Que está sucediendo? 3) Elecciones USA a la.luz de estos acontecimientos: Que papel juegan los EEUU? Habrá diferencia si gana Trump o Kamala Harris? 4)La ONU y la asamblea anual. Que van a solucionar?
¿Llegarán a Noviembre? Elecciones USA 2024. C/ Manuel Espinoza, Director del CREI
El proceso electoral estadounidense, analizado por Msc. Manuel Espinoza Jarquín, Director del Centro Regional de Estudios Internacionales, #CREI, está muy complicado por los intereses de los grupos de poder, que no son necesariamente los partidos tradicionales. ¿Qué se esconde tras estos intereses? ¿Por qué podría peligrar la integridad de los candidatos Kamala #Harris, #democrata, y Donald #Trump, #republicano, en este proceso electoral? Intentamos responder estas y otras incógnitas en esta edición de Sumando Vigores, en ExtraPlus.
Tras el segundo intento de asesinato a Donald Trump surgen serias preocupaciones por lo peligroso de las elecciones en Norteamérica. Manuel Espinoza, Direcor del Centro Regional de Estudios Internacionales (CREI), Analista Internacional y especialista en Estados Unidos y Rusia aborda el tema con el periodista Nestor Espinoza, Director de EXTRAPLUS
“La guerra civil 2.0 en USA como resultado de las elecciones presidenciales 2024” Por: Manuel S. Espinoza J. -Director CREI
Revista: Visión Sandinista (Nicaragua)
https://www.visionsandinista.net/2024/09/17/la-guerra-civil-2-0-en-usa
Como resultado de las elecciones presidenciales 2024
La guerra civil 2.0 en USA
sandinista — 17 septiembre, 2024 add comment
Manuel S. Espinoza JarquIn (*)
Donald Trump recibió un segundo atentado de asesinato el 15 de septiembre en un club de golf en West Palm Beach. El sospechoso, Ryan Routh de 58 años, oriundo de Hawai, está relacionado con el reclutamiento de mercenarios para Ucrania, para el batallón fascista “Azov”. ¿Pero, cómo sabía este tipo la información del paradero ese día del candidato a Presidente por los republicanos? ¿Quién le facilitó esa información no pública?
Si bien es cierto ambos partidos, desde las elecciones de George W. Bush jr., rompieron las reglas de engagement electoral bipartidistas. es posible que no sean necesariamente los demócratas los que estén detrás de los intentos de asesinatos a Trump.
Tal y como cerré en el último párrafo del artículo “Quién dice que son democráticas? Las elecciones más peligrosas de USA”, en el numero anterior de la revista Visión Sandinista de agosto, “hay un riesgo permanente que uno de los candidatos no llegue vivo al día de las elecciones en Estados Unidos”. (vean: https://www.visionsandinista. net/2024/08/24/las-elecciones-mas- peligrosas-de-usa/).
Estas elecciones presidenciales en los EEUU sirven y servirán de factor analítico para entender la profundidad de su división nacional. Basta con ver las diferencias pronunciadas entre los candidatos principales a ocupar la Casa Blanca a partir del próximo 20 de enero del 2025. Y la diferencia no solo se observa en la diversidad de género en los candidatos o sus profesiones, ocupaciones o experiencia política.
Los temas que cada uno de los aspirantes a presidente está impulsando, no solo demuestra diferentes plataformas de contenido político, valores y ética de la sociedad norteamericana que de una u otra manera representan el sentir y pensar del electorado. Lo anterior resulta ser muy importante para entender los EEUU del siglo XXI y su futuro cercano y a mediano plazo.
En este contexto nuevamente vuelve a surgir el tema de un enfrentamiento mayor del que se dio en las elecciones presidenciales del 2020, pues éstas dejaron muchas minas en cada Estado de la federación aun cuando el sistema electoral USA está más que claro con la existencia del colegio electoral. Se habla de hasta una Guerra Civil 2.0 (la primera fue en 1861-1865 durante la guerra de secesión)
Hay temas aun recurrentes desde ese periodo como la visión de un gobierno central robusto, bien efectivo y estructurado, versus mayor poder a los Estados miembros de la federación. Pero Donald Trump por sí solo es un factor de división no solo partidario dentro de los republicanos, sino social y sistémico en su discurso anti Deep State. ¿Y qué tan interesados pueden estar los republicanos para provocar una guerra civil?
Las bases sólidas de Trump
Trump, de una u otra manera, incitó a la toma del Capitolio el 6 de enero del 2021 al denunciar el fraude y robo en las elecciones presidenciales. Sus bases partidarias evangélicas y de la extrema derecha como Proud Boys, Boogaloo Boys, The Ohio Defense Force, Patriot Keepers y los Oath Keepers demostraron su firme decisión de ir hasta en contra de la Constitución, como igual lo hizo Trump.
El hecho anterior debe ser tomado en cuenta de la manera analítica más acentuada, pues una seria línea roja histórica se cruzó ese 6 de enero; de no haber sido rechazado por varios líderes republicanos de la Cámara de Representante y del Senado como Mitch McConnell, el líder principal, que acusó a Trump de provocar tal acto irresponsable e inconstitucional, que puso en peligro la democracia del país.
Y lo que es peor para muchos es que Trump, en esas elecciones, dejó a 74.2 millones de votantes a su favor y representan un activo que todo este tiempo han estado esperando con ansias su retorno y no de otro republicano. El 63% de esa cantidad de votantes (unos 46,746 millones) aseguran hasta hoy día que las elecciones le fueron robadas por los demócratas. No podemos negar que esta cifra constituye desde ya una base sólida electoral a favor de Trump.
Pero además de obtener la mayor cantidad de votos en toda la historia del partido republicano, habría que incluir unos 36.7 millones de votos, que representan el 44% de los 81.2 millones de votos que recibió Biden en esas elecciones. Estaríamos hablando de unos 100 millones de votantes a favor de Trump o algo cercano, sí y sólo sí la ingeniería electoral republicana logra, en estos dos pocos meses que faltan, resaltar los graves problemas de los norteamericanos bajo la administración Biden-Harris.
Vale aclarar que ese 44% que arrojaron las encuestas votaron por Biden no por haber estado a favor del candidato demócrata o por su partido, sino como castigo a Trump por muchos de los errores que cometió durante la pandemia del Covid- 19 y el mal manejo de crisis raciales como la del afrodescendiente George Floyd, que disparó los sentimientos raciales de las minorías y no solo de las afrodescendientes.
Basta en recordar cómo Trump calificó de “Perros viciosos” a los protestantes de lo que ellos llaman la izquierda radical como Antifa y Black Lives Matter, lo que también define a Trump como líder de los blancos y además anti inmigrantes. Esta inclinación de superioridad racial es el caldo para la sopa de un enfrentamiento a estallar en cualquier momento.
Recordemos que Trump se ha autoproclamado no una vez como “El Elegido” y la iglesia evangélica lo califica como “El milagro divino paras salvar a los EEUU”. Y hoy el chico malo, inútil e incapaz ha sido Joe Biden y debe rastrearse (monitorear) cómo ese 44% desea ahora castigar al partido demócrata. Eso explica el cambio rápido planeado de que Kamala Harris sustituya al viejito Biden.
Estas revueltas (riots) inmediatamente no solo activan a la guardia nacional, sino también excitan a los racistas blancos y activan a sus milicias armadas. Las integran unos 200 grupos bien organizados, estructurados por todo el país y con muchos veteranos de guerra y cazadores. Se calculan unos 60,000 muy bien armadas. Altamente peligrosas e impunes en sus acciones paramilitares dentro de los EEUU.
Entre estas está el Ku Kluk Klan, fundado en 1865 ya al final de la primera guerra civil en Tennessee y hasta hoy con plena libertad de acción. Ni siquiera durante la administración de Barack Obama (un presidente afrodescendiente) se pudo abolir.
Terrible perfil de la democracia USA
La democracia USA es tan grande y viciosa que su perfil de odio supremacista blanco WASP (White Anglosaxon Pure) racista, evangélico anti-católico, xenofóbico, antisemita en contra de los árabes, homofóbico y anticomunista, parece no importar nada.
¿Pero cuál puede ser la chispa que encienda todo un polvorín acumulado de discriminación, desigualdad económica, cultural y odio racial? ¿Será otro tiroteo en alguna escuela? ¿Un tercer y decisivo atentado a Trump u otro caso de asesinato impune de un afro-descendiente a manos de policías blancos?, que por ende han demostrado el surgimiento de acciones extremadamente violentas, de destrucción y pérdidas de vidas y económicas en las localidades donde se dan las protestas.
Pero la guerra civil no solo es la opción declarada muchas veces por los grupos armados de extrema derecha. Muchos gobernadores, congresistas, senadores republicanos lo han expresado abiertamente. Tanto milicianos como políticos opinan que, si no gana Trump, los resultados no se reconocerán y la opción armada está aún abierta desde el 6 de enero del 2020 y por los dos intentos de asesinato a Trump en julio y septiembre de este año.
En agosto del 2023 el congresista por Michigan, Matt Maddock, que muchos creíamos sería el nominado como candidato presidencial por los republicanos, aseguró que “se daría una guerra civil o algo parecido a una revolución si continuaban reprimiendo políticamente a sus partidarios, que ocuparon el Capitolio” (más de 1500 encarcelados y con sentencias severas). Ese mismo mes Colton Moore, senador por Georgia, expresó que “no quería sacar su rifle en una guerra civil”.
Este 2024, un candidato en Carolina del Norte por los republicanos dijo que hay que asesinar ya a unos cuantos y no por venganza, sino por la necesidad de salvar a la nación. Y lo mismo expresó George Lang, senador por Ohio. “Trump y su vice J. D. Vance son el ultimo chance de salvar políticamente a los EEUU. ¡Si perdemos estas elecciones habrá guerra civil para salvar al país y con seguridad la habrá!”.
La temática que facilita el choque de republicanos contra demócratas es amplia, y va más allá de los resultados electorales. La destrucción de los valores cristianos producto del progresismo y wokismo demócrata, sus políticas pro inmigración ilegal y descontrolada, proyectos y leyes pro abortos, leyes a favor de los homosexuales y todo tipo de trans, así como leyes de control de armas en mano de la población. El 42% de los propietarios de casa tienen más de un arma.
No hay duda que tras el segundo atentado de asesinar a Trump, las cosas se pueden salir de control. Los grupos extremistas de los demócratas también se preparan para lo que pueda suceder después del 4 de noviembre próximo. Desde 1989 existe la Acción Anti- Racista (Anti Racist Action) que ven a los blancos como fascistas, han crecido en cantidad y calidad en su capacidad de choque. La NFAC (Not Fucking Around) está armada hasta los dientes para defender a los de color negro.
Las milicias ultraderechistas
Los más radicales como Antifa, considerada por el FBI como terrorista, y Black Lives Matter, especialistas en revueltas, saqueos y linchamiento en las calles contra la impunidad policiaca contra los afrodescendientes. Redneck Revolt, para defender con las armas a comunidades marginadas. John Brown Gun Club, una organización armada con entrenamientos y preparación militar para la defensa de las minorías. Y muchas más como The Base, con entrenamiento militar y acusada de acciones paramilitares, etc.
El tema de la posibilidad de una guerra civil se ha llevado a las encuestas y estas arrojan un 40% de posibilidades después de las elecciones, y una escasa menor cifra antes de lo que queda de resultado, a no ser que el segundo y un tercer atentado a Trump dispare la situación. Las milicias ultra derechistas también pueden hacer lo suyo contra la candidata demócrata. Esta es la otra línea roja que prosigue a la toma inconstitucional del Capitolio en el 2021.
Lo incierto de esto son terceras fuerzas económicas e ideológicas internas que, dentro de los diversos grupos extremistas alrededor de los republicanos o demócratas, estén interesados más en la guerra civil 2.0 que en quien gane las elecciones. Ya ni se diga de las fuerzas externas, interesadas en que no gane Trump y las interesadas en el rápido declive norteamericano. La lista aquí es grande también.
Factores de la ingeniería del sistema electoral basados en el colegio electoral, tendrán mucho que ver en siete de los Estados más inseguros de los 50 a participar. Y como sabemos, de los 538 votos de los electores del colegio, el candidato que reciba 270 será el ganador.
Para ese entonces ni siquiera interesará quién de los candidatos ganó qué tanto de los debates públicos, qué tanto el expertísimo demócrata, al colocar al frente a Kamala Harris, o el republicano, con su apuesta de Donald Trump, tendrá algún valor en ese momento, ni cuál de estos candidatos obtuvieron más del voto popular. Solo valdrá la voluntad del DEEP STATE (Estado Profundo) y la orden que le dé al colegio electoral para inclinar la balanza de la victoria a Harris o a Trump.
Arizona (11), Georgia (11), Michigan (15), Nevada (6), North Carolina (16), Pennsylvania (19), y Wisconsin (10), que son considerados como el campo de batalla (battleground stetes) o Swin States (Estados péndulo), arrojan una sumatoria según las cifras en paréntesis a la par de cada estado con 88 votos del colegio electoral, y son el rascar de cabeza de todos los analistas a la hora de contar votos. Suelen estos ser tan problemáticos, que el resultado en Pensilvania a menudo determina el resultado de toda la campaña electoral.
El voto latino de los inmigrantes sin (ID) documento de identidad podrá generar mayor caos que el devenir de la guerra en Ucrania, o una posible guerra entre la OTAN y Rusia, mientras el uso del arma nuclear táctico no entre en acción en la guerra en Europa. Mucho menos la situación tensante en cuanto al enfrentamiento con China por Taiwán o las Filipinas. O el voto por correo electrónico será otro causal que inclusive no espere a que terminen las votaciones, sino que podrá estallar mucho antes del 4 de noviembre. Este será el argumento angular del fraude electoral.
Tres líneas rojas se han cruzado
Esa denuncia está también ya asegurada. Ya están culpando a los iraníes como en su momento se culpó a Rusia de interferencia en las elecciones del 2016. Tres componentes de la comunidad de inteligencia USA como son la Oficina del Director de Inteligencia Nacional (ODNI), la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) y la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad (CISA), han denunciado que:
“Irán busca avivar la discordia y socavar la confianza en las instituciones democráticas estadounidenses. Irán ha demostrado, además, un interés de larga data en explotar las tensiones sociales a través de diversos medios, incluido el uso de operaciones cibernéticas para intentar obtener acceso a información sensible relacionada con las elecciones estadounidenses”.
Son operaciones de influencia cibernéticas dirigidas a la campaña electoral y específicamente contra Trump. Son efectivas, aseguran las agencias, pues sacaron del juego a Hillary Clinton en el 2016 con 20,000 correos electrónicos del servidor del Comité Nacional Demócrata, que Wikileaks publicó tan solo unos días antes de su nominación. En otras palabras, Irán debe desde ya prepararse si gana Trump, quien satisfará al lobby judío en Washington de destruir a Irán a favor de Israel en el Medio Oriente.
Hacer guerras a sabiendas que no las ganan al final, no es un tema ya ganador en las elecciones USA, al menos –repito- que se tensione a niveles extremos. Y esto solo puede ocurrir en el Medio Oriente con Israel involucrado en guerra abierta con el mundo árabe, como el que se está armando en por lo menos siete frentes de guerra contra los sionistas.
También están ocultos aquellos del Deep State que desean que continúe la guerra y su financiamiento en Ucrania, a lo que Trump ha dicho que acabará al siguiente día de su llegada a la Casa Blanca. O Aquellos que desean financiar más a Israel. O aperturar un mayor conflicto con China. Esos sí pueden generar todo un caos en estas elecciones.
Inclusive, nadie acusará a los demócratas por lo que han gastado en Ucrania o en Israel, pues ese capital no es del pueblo norteamericano. Ese capital es para que se beneficie el complejo militar industrial y los dueños privados de la Reserva Federal; y eso no es tema de debate electoral. Los norteamericanos solo deben saber que lo tienen que pagar algún día con las próximas veinte generaciones que ya nacerán endeudadas.
A menos de dos meses de las elecciones en los EEUU estamos presenciando todo un proceso que es parte del fraude electoral ocurrido en los sufragios del 2020. La coyuntura internacional ha cambiado a más grave y el enfrentamiento político interno en los EEUU a peor. Tres líneas rojas se han cruzado ya: el rompimiento de reglas electorales bipartidistas, el irrespeto a la Constitución y el respeto a la vida de los candidatos a presidente. Cuantas líneas rojas más faltan cruzar los amos de los Estados Unidos para que estalle la guerra civil 2.0, o todo es un caos controlado?
En Canal 37 – Extra plus. En el programa Forjando Vigores. “Las Peligrosas Elecciones Presidenciales en EEUU noviembre 2024.” Manuel S. Espinoza Director CREI
La Guerra Civil 2.0 como resultado de las Elecciones Presidenciales USA 2024.
* Por: Manuel S. Espinoza Jarquín. Director del Centro Regional de Estudios Internacionales (CREI)
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