
Por el Dr. Jorge Alejandro Suárez Saponaro. Analista Internacional (Argentina) Colaborador del CREI
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Ucrania ¿la suerte está echada?
Publicado por Dr. Suarez Saponaroel
El mundo tuvo sus ojos puestos en la ciudad de Anchorage, en el estado de Alaska, Estados Unidos. El presidente Donald Trump de Estados Unidos y su par ruso, Vladimir Putin, se sentaron a dialogar sobre la guerra de Ucrania. Los grandes ausentes de este proceso: Ucrania y la Unión Europea. Desde el punto de vista simbólico, el Kremlin, obtuvo una victoria… que Washington dialogará de igual a igual con Rusia.
Por el Dr. Jorge Alejandro Suárez Saponaro
Especial para LA POLIS. Desde Buenos Aires
La reunión entre los jefes de Estado de Rusia y Estados Unidos se llevó a cabo en Fort Richardson y se estima que duró unas tres horas. El presidente Trump señaló que lograron “grandes avances” pero el ansiado alto el fuego en Ucrania no fue alcanzado. El líder estadounidense dio un claro mensaje a Kiev y Bruselas, que no “ponga piedras en el camino” ni “hagan provocaciones”. El presidente Zelensky de Ucrania, hizo un llamado para alcanzar una paz justa y poner fin a la guerra. Trump dejó en claro que no negociaría en nombre de Kiev y en el caso de negociar intercambios territoriales, era una cuestión entre Ucrania y Rusia. Escenario que el gobierno ucraniano rechaza de plano con apoyo de la UE, especialmente de Francia, Alemania y Reino Unido.

La cuestión del alto el fuego, el presidente Trump responsabiliza al presidente ucraniano. Entendemos que un mecanismo de presionar a Kiev para sentarse a la mesa de negociaciones. Este es el escenario que busca la Casa Blanca, para mostrar su liderazgo en la solución del conflicto. Esto se inserta en una cuestión ideológica, donde el nacionalismo trumpista busca revitalizar el concepto de “estado – nación” frente al globalismo y planteando un nuevo enfoque de las relaciones internacionales de Estados Unidos. Postura que se remonta a la polémica que hubo en torno al candidato conservador Pat Buchanan, cuyas ideas retomó Trump veinte años después. Desde su perspectiva, el liderazgo de Estados Unidos en el mundo está decayendo, abriendo las puertas al abuso por parte de aliados y adversarios. Asimismo, ha sido un duro crítico de las intervenciones en el exterior, especialmente en Afganistán (donde lideró la retirada de Estados Unidos y el triunfo talibán) e Irak. La Casa Blanca bajo la administración “trumpista” se apega al concepto de realismo en materia de política exterior, donde prevalece por, sobre todo, la seguridad e intereses. Hay un cuestionamiento al orden internacional basado en valores e instituciones – por ejemplo, la ONU es eje de duras críticas – y sostienen que las grandes potencias mundiales buscarán de manera inevitable, establecer sus propias zonas de influencia. El reconocimiento y la consideración de Trump por la oposición de Rusia a la adhesión de Ucrania a la OTAN pueden interpretarse como un reflejo de este enfoque por parte del propio jefe de estado estadounidense. Cabe destacar que el “trumpismo” rechaza de plano el wilsonianismo o internacionalismo liberal de Wilson, que marcó a la política exterior de Estados Unidos, en particular los tres principios o ejes de dicha corriente: la concepción legalista del orden internacional (eje legalista); el multilateralismo institucionalizado (eje multilateralista o institucionalista); y la defensa de la democracia en el mundo (eje democrático).
Trump aboga por un orden internacional basado en el poder y no en el Derecho Internacional. Considera el mismo tiene en la política exterior y la política internacional un papel de regulación mínima entre estados. Existe una aversión clara al multilateralismo y esto queda reflejado en la actitud que tiene el presidente norteamericano con Zelensky y la Unión Europea. El nacionalismo de Trump, no tiene lugar para el derecho internacional, que está por debajo de su concepción de soberanía. En otras palabras, no cree en las instituciones internacionales, ni que pueda existir un ordenamiento superior al concepto de Estado. Sin ninguna duda una visión muy diferente que tienen los aliados de Estados Unidos en Europa. El concepto de “America First” conduce al unilateralismo, agregándose una narrativa por la reivindicación de la política exterior de Estados Unidos de fines del siglo XIX, que sirve de sustento para fuertes inversiones en el campo militar y también para movilizar la opinión pública doméstica.

La experiencia empresarial de Trump, impacta en las decisiones políticas, que son de carácter “transaccional” y esto se traduce en la política internacional. Generalmente parte de una propuesta radical, rozando la amenaza, como punto de partida en sus negociaciones. Los ejemplos evidentes, la cuestión de Groenlandia para evitar la influencia china y el Canal de Panamá, que quedó en manos la gestión de sus puertos de una empresa de Estados Unidos. La “teoría del loco” aplicado en su momento por Nixon, es empleada por Trump, explotando su carácter imprevisible para desorientar a propios y ajenos, y estar una mejor posición a la hora de negociar. Zelensky lo vivió en carne propia en un encuentro que dio la vuelta al mundo.
Los aspectos centrales de la cumbre Trump Putin en Alaska.
El presidente Putin, como Trump, no dieron detalles de la reunión como de los puntos discutidos en la reunión, solo hablaron en términos generales. El líder ruso señaló que las conversaciones fueron “constructivas”. En la reunión participaron Trump por su jefe de la diplomacia, el Secretario de Estado, Marco Rubio y el enviado especial para Rusia, Steve Witkoff, y Putin por el titular de Exteriores del Kremlin, Serguéi Lavrov y el consejero diplomático Yuri Ushakov. En la rueda de prensa, Trump señaló «Llamaré a la OTAN dentro de un rato, llamaré a las personas que considero oportunas y, por supuesto, llamaré al presidente Zelenski para informarles sobre la reunión de hoy. En última instancia, la decisión depende de ellos».
El presidente ruso en la conferencia de prensa, luego de la reunión con su par estadounidense, hizo hincapié en la vecindad de ambos países y los lazos entre Estados Unidos y Rusia, destacando la ayuda de Washington en la Segunda Guerra Mundial. Sobre dicha “herencia” el presidente Putin señalo que “nos hará construir vínculos mutuos beneficios (…) incluso en este momento, hasta en las peores condiciones”. En el discurso del líder ruso, podemos destacar los siguientes aspectos:
- Destacó los altibajos en las relaciones entre ambos países, señalando la importancia de restablecer el diálogo y la buena sintonía en las conversaciones con su par norteamericano.
- La guerra de Ucrania es una tragedia, resaltó el origen común con Rusia.
- Destaca que ambas partes quieren poner fin al conflicto
- Necesidad de eliminar las raíces principales del conflicto.
- Establecer un acuerdo de seguridad, restableciendo un equilibrio, que incluya a Europa y todo el mundo.
- Coincidencia sobre la necesidad de establecer garantías de seguridad para Ucrania.
- Voluntad para un camino para alcanzar una paz duradera, siempre y cuando la Unión Europea y Ucrania: “Espero que el acuerdo al que hemos llegado juntos nos ayude a acercarnos a ese objetivo y allane el camino hacia la paz en Ucrania. Esperamos que Kiev y las capitales europeas lo perciban de manera constructiva y no pongan trabas al proceso.”
- Destaca si en 2022, si Trump hubiera sido presidente, la guerra de Ucrania se pudo haber evitado.
- Abrir el diálogo para la cooperación económica y tecnológica, señalando que existe un enorme potencial en materia de inversiones, especialmente en el Ártico y el Lejano Oriente ruso. Ante de ello hay que “dar una vuelta de página”.
Asimismo, Putin invitó a Trump a Moscú, quién le contestó: “»Que interesante (sonrisa) me tomó de sorpresa, quizás sea”. En cuanto al presidente estadounidense, señaló que la reunión con su par ruso, que hubo avances importantes en las conversaciones, siempre en buena sintonía, a pesar de los intereses encontrados entre las partes. El presidente estadounidense dijo que las negociaciones están encaminadas alcanzar importantes acuerdos, asumiendo la responsabilidad de comunicar los resultados de la reunión al presidente ucraniano Zelensky y a los aliados de la OTAN. Destacó el potencial en materia de negocios e inversiones, y señaló que tiene una “relación fantástica” con su par ruso. Existen “buenas oportunidades” cuando “esto se acabe (guerra)” agregando que “tenemos grandes oportunidades, no lo logramos hoy, pero estamos en el camino” en referencia que no hubo un acuerdo definitivo sobre la guerra de Ucrania.
La cumbre significó para Rusia, una victoria política. Dicho país rompió con el aislamiento internacional y Putin logró que Estados Unidos mantuviera excluido de las negociaciones a Ucrania, logrando el estatus de gran potencia. La advertencia de la Casa Blanca de aplicar sanciones en caso de no alcanzar un acuerdo sobre Ucrania, quedó sin efecto, siendo otro triunfo para el Kremlin. El presidente Trump al parecer se mostró favorable a la tesis de Rusia de hablar de un acuerdo de paz duradero por sobre un alto el fuego.

La respuesta dada por Trump a un periodista de Fox News sobre las posibles concesiones territoriales que darían a Rusia y eventuales garantías de seguridad de Estados Unidos para Ucrania: «Bueno, creo que esos son puntos que negociamos y en los que en gran medida estamos de acuerdo», constituyen una prueba que, en el futuro Ucrania, deberá aceptar cambios territoriales y realizar concesiones para alcanzar la paz. En los principales medios internacionales, trascendió que el presidente Trump les dijo a los líderes europeos, que la condición que impone Rusia para alcanzar la paz, es la cesión de la región del Donbás. Putin asumió el compromiso, en caso de aceptar sus exigencias, cesarían los ataques y mantendría las líneas de frente en el resto de Ucrania, siempre manteniendo las exigencias sobre la reducción de las capacidades militares de Kiev, el no ingreso a la OTAN y un estatuto de neutralidad.
Los jefes de estado y de gobierno del grupo Nórdico-Báltico Ocho, emitieron un comunicado como respuesta a la cumbre de Alaska: “no se debe tomar ninguna decisión sobre Ucrania sin Ucrania, y no se debe tomar ninguna decisión sobre Europa sin Europa (…) Para lograr una paz justa y duradera, el siguiente paso debe darse junto con Ucrania. Solo Ucrania puede tomar decisiones respecto a su futuro”. Asimismo, señalaron que el presidente Putin no es de fiar y que la responsabilidad de la guerra, es exclusivamente de Rusia y rechazaron cualquier veto de Moscú al ingreso de Ucrania a la Unión Europea y la OTAN. Los estados de dicho grupo asumieron públicamente el compromiso de seguir enviando ayuda militar. Un escollo para Trump, cuando busque consensos para incorporar a los estados europeos a un hipotético proceso de paz.
El presidente Zelensky planea reunirse con su par estadounidense, siendo posible que sea acompañado por un líder europeo. El presidente de los Estados Unidos, declaró que buscará una reunión con participación de líderes de Ucrania, Rusia y la nación norteamericana.
La realidad en el campo de batalla, más allá de las narrativas de las partes involucradas, indican que las cosas no están saliendo bien para Kiev. Es por ello que se alzaron voces favorables a la paz, cuando hasta no hace mucho, apostaron por la escalada. Ejemplo de ello, lo tenemos con el primer ministro canadiense Mark Carney, quién tiene profundas diferencias políticas con Trump, declaró sobre las negociaciones para alcanzar la paz entre Kiev y Moscú, está “creando la oportunidad de poner fin a la guerra ilegal de Rusia en Ucrania”.

El tímido acercamiento Moscú – Washington, reflejando en Alaska, no solo se inserta con la visión “trumpista” de la política internacional como señalamos anteriormente, sino como parte de una maniobra mucho más compleja, buscar de alguna manera generar fisuras en la alianza China – Rusia. El presidente Trump considera que el principal desafío para su país lo constituye el ascenso de Pekín, la segunda economía del mundo. Es muy poco probable que el Kremlin, tome distancia de su aliado chino, que ha sido la principal válvula de escape para eludir sanciones internacionales. Putin es consciente de la dependencia generada por las sanciones internacionales y busque de manera inteligente, incrementar las fuentes de inversión, entre ellos con capitales de Estados Unidos, especialmente en el Lejano Oriente ruso, el área desde la geopolítica rusa, más vulnerable y reducir el clima de confrontación en el Ártico. En dicho espacio, Moscú impulsa una nueva ruta marítima, favorecida por el cambio climático, siendo una suerte de alternativa a las rutas controladas por China y otros actores en conflicto o competencia geopolítica con Estados Unidos y sus aliados.

¿La suerte está echada?
La decisión de Donald Trump de impulsar un diálogo bilateral con Rusia respecto a Ucrania, sin ninguna duda se conecta con la situación militar. Existen avances en la zona de Pokrovsk, un importante nudo de comunicaciones en la región del Donbás. Las fuerzas ucranianas oponen una fuerte resistencia, pero al parecer el avance ruso continúa. Kiev tiene serios problemas de reclutamiento y reposición de pérdidas de personal. La tasa de deserciones se incrementó sustancialmente (años de guerra afectan la moral de combate). La 155ª brigada “Ana de Kiev” instruida en Francia, tuvo 1.700 desertores, de un total de 5.000 efectivos. La guerra “devoró” profesionales de carrera, que han sido reemplazados por reservistas con una formación que no es adecuada a las exigencias del campo de batalla. La dependencia del asesoramiento de los países de la OTAN es total por parte de Ucrania, dado que existen serios problemas en materia de planeamiento, gestión logística y administración. La ofensiva sobre Kursk, en Rusia, insumió valiosos recursos, por una razón meramente política, sin resultado en el plano estratégico. Las fuerzas del Kremlin cuentan con un sistema de rotación, incentivos a voluntarios – muchos soldados provienen de minorías étnicas y con una carga de resentimiento hacia los eslavos, los hace especialmente agresivos con los ucranianos – y una amplia reserva de recursos entrenados. La corrupción es un mal endémico, donde hubo un escándalo donde quedó al descubierto un aceitado sistema donde por dinero, muchos podían eludir ir al frente, como también los sobreprecios de los proveedores del Ministerio de Defensa ucraniano. Esto le costó en 2024 el cargo a su titular Oleksiy Reznikov y la presión abierta de la OTAN de modificar el sistema de adquisiciones y gestión logístico de las fuerzas ucranianas.
Zelensky se aferra al apoyo que brindan Reino Unido, Francia y Alemania, de negarse a cualquier concesión territorial y adoptar posturas intransigentes como la adhesión a la OTAN. Los europeos – excepto Hungría – se muestran favorables a endurecer las sanciones contra Rusia. Esto entra en colisión con la postura del presidente Trump, siendo Estados Unidos el principal apoyo al esfuerzo de guerra de Kiev, quién está presionando para que Ucrania alcance un acuerdo. El presidente estadounidense, tiene promesas de campaña que cumplir a sus electores en materia de política exterior, donde la cuestión de Ucrania tiene un papel relevante. Trump asumió el compromiso de poner fin a la guerra, es una cuestión de prestigio personal, además, tal vez, exista el temor que Kiev en algún momento empiece a ceder aún más, dado la sangría que implica la guerra, donde claramente su frente interno está agotado y con signos de desmoralización.

La guerra es un gran negocio para poderosas corporaciones, que seguramente deben haber hecho contribuciones a muchas carreras políticas en la Unión Europea, unido al impacto que tienen las industrias de defensa en la economía de muchos países europeos al generar empleos, ante economías golpeadas por la competencia china y la “guerra arancelaria” de Trump. Seguramente existen poderosas “influencias” para que el drama de la guerra continúe. Rusia explota con habilidad las contradicciones que hay en el seno de la OTAN y aumentar la presión sobre Ucrania. El Kremlin se ha mostrado sumamente hábil en el manejo del “tempo estratégico” o sea la gestión del tiempo enfocado a las acciones que contribuyen a la planificación y ejecución de objetivos a largo plazo: la anexión de los territorios orientales de Ucrania y evitar la incorporación de este país a la OTAN.

En el marco de este drama, observamos como las instituciones internacionales están completamente ausentes. Kiev se aferra a los europeos, que han sido marginados por Trump en las conversaciones bilaterales con Rusia. Zelensky parece no querer ver, desde el punto de vista de la Casa Blanca, no es un aliado, sino un mero peón del ajedrez geopolítico y llegado el caso, si es necesario, Washington no dudará en sacrificarlo para preservar sus propios intereses.
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