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Tarifas y cripto. ¿Qué está sucediendo?

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Por Magencio.April 05, 2025

Foto: WaPo Trump podrá ser bruto, pero no es estúpido. Hizo su fortuna especulando en bienes raíces y para llegar a la presidencia consiguió el apoyo de muchos financiadores poderosos de Wall Street y Silicon Valley.

Lo que estamos viendo es una operación programada de hundimiento del dólar en beneficio de las criptomonedas con el doble fin de hacer pagar al mundo por la insostenible deuda acumulada de los Estados Unidos y destruir a todos los estados nación sumiéndolos en la anarquía y el caos fiscal y financiero.

El capitalismo de hoy en día está dominado por los sectores FIRE de la economía: esa es la sigla en inglés para las Finanzas y la Especulación Inmobiliaria (una especialidad de Donald Trump). No es un capitalismo hecho para producir sino para amasar dinero y poder.

Los primeros 10 financiadores de la campaña de Trump representan una fortuna conjunta de 76.9 billones de dólares, según la revista Forbes… y la lista de billonarios sigue hasta llegar por lo menos al número 25. Y ojo: ahí no aparece Elon Musk. Es difícil encontrar un gobierno más rodeado de superricos que el de Trump.

El problema del dólar no es un problema de los Estados Unidos, es un problema de todos los demás países que han acumulado ingentes cantidades de esa divisa inservible. Hicieron eso porque el dólar es la moneda del comercio mundial.

Cuando Al Capone de le debe dinero a alguien, el que tiene problemas es el acreedor, no el mafioso. Desde hace muchas décadas los Estados Unidos fueron mudando su producción al extranjero y aumentando sus importaciones a cambio de hacerse con el control de las finanzas mundiales.

Esta importación significa que la balanza comercial de Estados Unidos con el resto del mundo sea totalmente negativa para el dólar, lo que en economía significa DEUDA.

Ahora Trump dice que los demás países del mundo se “aprovecharon” de la “ingenuidad” de los buenos Estados Unidos, pero eso no es cierto, porque el arreglo fue muy beneficioso -mientras duró- para los propios Estados Unidos, que podían imprimir dinero a voluntad.

Ahora, con una deuda por encima del 120% del PIB, la burbuja ha comenzado a reventar y llega el momento de pagar – y eso, obviamente, no lo van a hacer los Estados Unidos (¿quién puede obligar a pagar a una superpotencia que tiene como mil bases militares en todo el planeta?). Quien tendrá que pagar es el resto del mundo que, se va a tener que pelear por deshacerse de unos dólares y bonos del Tesoro de cada vez más dudoso valor.

Por eso Trump le ha puesto tarifas a todo el mundo, y el resultado, obviamente, es que todo el mundo va a empezar a buscar como desprenderse del dólar, por ejemplo, usando sus propias divisas en el comercio con otros países, tal y como lo están haciendo los BRICS.

Pero Trump cree tener otra manera, aún más insidiosa, de atajar la crisis doméstica que se le viene y la recesión mundial que ha provocado: las criptomonedas.

Hace apenas unas semanas, a inicios de marzo, Donald Trump firmó una orden ejecutiva1 para crear la primera reserva estratégica de bitcóin del país de un estimado de unos 200 mil bitcoines provenientes de la confiscación de activos de procedimientos civiles y penales, en un intento de convertir la nación norteamericana en la “criptocapital del mundo”. Paralelamente, anunció la creación de otro fondo de otras criptomonedas como ethereum, XRP, solana y cardano con el mismo fin.

Días más tarde, el aliado de Donald Trump, director ejecutivo de la sociedad de inversión BlackRock y gran inversionista en criptomonedas, Larry Fink, advirtió que el dólar corre el riesgo de perder su condición de moneda de reserva mundial frente al auge de activos digitales como el bitcóin, en gran parte a causa de la deuda externa de Estados Unidos.

Al mismo tiempo, los dos hijos mayores de Trump, Eric y Donald Trump Jr. anunciaron la fusión de su compañía de minado de bitcoins, American Data Centers, con un nuevo emprendimiento llamado American Bitcoin controlado por Hut 8, una compañía de infraestructura de criptomonedas basada en Miami. El objetivo, según Wall Street Journal, es el de convertirse en el mayor minador de bicoin del mundo y amasar una reserva estratégica de esa moneda.

Las criptomonedas son monedas electrónicas encriptadas que le permiten a las personas y las empresas hacer transacciones seguras y anónimas fuera del control de los bancos y los estados nacionales, lo que quiere decir, lisa y llanamente, lavado de activos y evasión fiscal en masa.

La mayoría de las transacciones en criptodivisas no son para comprar un café con leche en la calle, sino para especular con monedas entre grandes actores del mercado.

Una parte de esos flujos, la más pequeña, la de pagar la cuenta del café, se puede controlar porque al fin y al cabo ese dinero deberá ir a parar a algún banco tarde o temprano, pero para los montos suficientemente grandes habrá siempre un fuerte incentivo para escapar a todo control, y ese incentivo es parejo para los propios bancos, las corporaciones, las organizaciones terroristas, las sectas, en fin, la imaginación es el límite…

Y eso que no hemos hablado de la jungla de “aplicaciones distribuidas” que pueblan la “web 3.0” basada en las criptodivisas.

Estas aplicaciones permiten hacer todo tipo de transacciones en cualquiera de los miles y millones de criptos existentes (porque cada quien puede crear su propia criptomoneda si lo desea) con la consabida flora de estafadores y ciberdelincuentes atraídos por todo aquello que huela a lucro.

¿Qué se va a acabar el dólar? Bien podría seguir existiendo, aunque no valga nada. ¿Que se van a caer los bancos? Algún banco siempre queda en pie, pero más gordo que nunca. ¿Que va a haber recesión, guerra, inestabilidad, pobreza? A ninguno de los superricos que financiaron a Trump les preocupa eso. Lo que les preocupa es seguir siendo el 0.000000001% que compone a la élite mundial.

En fin, con estas pinceladas apenas hacemos un esbozo de lo que se viene. Razones para preocuparse hay millones. Se podrá pensar lo que se quiera de Donald Trump, menos que es aburrido.

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