Posted on Leave a comment

Groenlandia. “La nueva isla del tesoro” que ahora es tendencia por la serie danesa Borgen

Por: Dr. Suarez Saponaro el

Distinguido Analista Internacional (Argentina) Colaborador del CREI

En el marco de sus bravatas allá por 2019, el ex presidente de Estados Unidos, Donald Trump, planteó la compra de la isla de Groenlandia al gobierno de Dinamarca en una clara muestra de su profundo desconocimiento del derecho internacional. La preocupación de Trump: el avance de China en dicho territorio, agregándose la creciente competencia geopolítica por la región del Ártico, donde este territorio juega un rol importante para la seguridad de Estados Unidos. La exitosa serie Borgen en su última temporada producida por el gigante del streaming Netflix pone sobre la mesa el interés geopolítico de una isla que pertenece a Dinamarca pero atrae a las grandes potencias.

Por el Dr. Jorge Alejandro Suárez Saponaro

Especial para LA POLIS. Desde Buenos Aires

La presencia europea en Groenlandia data del siglo X, con la llegada de navegantes provenientes de Islandia y Noruega. Probablemente Erik El Rojo, llegó a dichas tierras y fueron creados algunos establecimientos que sobrevivieron por algunos siglos. Los historiadores hablan que unas 5.000 personas vivieron en la zona oriental de la isla. En cuanto a la población nativa, los inuit, su presencia tiene varios milenios. En el siglo XI, fue creada la primera iglesia y para 1261, los colonos aceptaron la soberanía noruega.  Tras la llamada Unión de Kalmar, donde los países nórdicos quedaron unificados bajo la corona danesa, incluyendo las posesiones noruegas de Groenlandia.

En el siglo XV, la presencia europea desapareció, por el cambio climático y razones económicas. En 1500, los portugueses recorrieron las costas de Groenlandia, en busca de un paso interoceánico hacia Asia.  El mar congelado frustró la intentona, pero se llevó a cabo un relevamiento detallado de la costa. El rey Cristian IV, envió entre 1605-07, una serie de expediciones a la costa oriental con el objetivo de ubicar los antiguos asentamientos de la Edad Media, sin éxito.  En el siglo XVIII de la mano del misionero danés-noruego Hans Egede, fue fundada la ciudad de Godthab – actual Nuuk, capital del país – que fue el centro de la colonización. La isla quedo bajo el régimen de monopolio económico danés. En 1814, por el Tratado de Kiel, las antiguas posesiones noruegas, quedaron bajo la Corona de Dinamarca. El siglo XIX fue un tiempo de exploraciones, mientras que se llevaban a cabo algunos cambios institucionales, como crear consejos locales.  El interés de Estados Unidos se hizo presente en 1867, cuando el Secretario de Estado, Sewart, propuso la idea de comprar la isla a Dinamarca. Pero el Congreso vetó la idea.

En 1905, Noruega se independizó de Suecia. Oslo reclamó derechos sobre la isla. Incluso apoyó que balleneros se instalaran en un sector de la isla, que motivó en 1931, que el caso fuera llevada a la Corte Internacional de Justicia. En 1933, la citada Corte, reconoció los derechos de Dinamarca sobre las tierras groenlandesas.  En 1940, con la ocupación alemana de Dinamarca: Islandia, las islas Feroe, y Groenlandia, quedaron en manos de Estados Unidos y Gran Bretaña. La explotación de criolita en dicho territorio, impulsó la economía local. En 1945, Estados Unidos, que ocupaba la isla desde 1940, intentó comprársela a Dinamarca por US$ 100 millones, pero Copenhague no aceptó.  Groenlandia, pronto recuperaría su valor estratégico en el marco de la Guerra Fría.  Estados Unidos construyó una importante base en la localidad de Thule, en el lejano norte de la isla, donde fueron desplegados medios de vigilancia y bombarderos estratégicos con armas nucleares.  En 1968, protagonizaron un accidente, que tiene consecuencias ambientales hasta el día de hoy.

En 1953, Groenlandia cambió su estatus, siendo considerada como parte integrante de Dinamarca, dejando de ser una colonia, recibiendo los pobladores los mismos beneficios sociales que el resto de la población del reino, bajo un desarrollado sistema de bienestar. La isla fue considerado un condado – equivalente a provincia – y la población fue objeto de un proceso de asimilación cultural, que generó resistencias, a tal punto que en los 70, creció un movimiento independentista. En 1979, la isla obtuvo pleno autogobierno a tal punto que logró salir de la Comunidad Económica Europea, de la cual era parte Dinamarca. Las rezones que impulsaron esta medida, fueron los intereses locales en materia de pesca y comercio de piel de foca, afectadas por las regulaciones comunitarias europeas.  En 2009, la isla obtuvo el derecho de separarse de Dinamarca, ampliando sus competencias en materia de justicia, recursos naturales, policía. Solo la moneda, política internacional y seguridad quedaron en manos del gobierno dinamarqués.  El gobierno local está en manos de un primer ministro, con su gabinete responsables ante un Parlamento de 31 diputados. La isla tiene dos diputados ante el Parlamento de Dinamarca. La reina Margarita II ocupa el rol de jefa de estado para la isla, pero con funciones netamente ceremoniales. 

El escenario de autodeterminación ha quedado limitado por las características del país. Estamos ante un territorio de 2.1 millones de km2 y una población de 60.000 personas. La economía depende fuertemente de la pesca. Dinamarca subsidia al estado groenlandés, por varios cientos de millones de dólares por año, a los fines de garantizar el estándar de vida, salud y educación (tal cual como se muestra en la serie) . Pero con el cambio climático, lo que era una carga fiscal para Copenhague, puede ser una verdadera oportunidad. Asimismo, también lo puede ser para los políticos locales, siempre pro independentistas. Estos, conscientes de su vulnerabilidad ante los actores e intereses que hay en juego en torno a los recursos de la isla, son conscientes que al ser parte del Reino de Dinamarca, no solo les permite recibir ayuda economía, sino integrar un país miembro de la OTAN. Por ende, sus ambiciones de independencia se han moderado bastante. 

Los cambios que están afectando a la naturaleza con el calentamiento global, harían factible la explotación de minerales de tierras raras, oro, carbón, zinc, cobre, hierro, uranio, diamantes, gas y petróleo. La falta de comunicaciones adecuadas, la geografía del país, en gran parte cubierta por hielo, limitan la explotación de valiosos recursos mineros.  Esto genera el interés de tres actores internacionales que también aparecen en la serie pugnando por los recursos: China, Rusia y Estados Unidos. 

El pasado año, el Gobierno danés de la primera ministra socialdemócrata, Mette Frederiksen, se vio en una situación incómoda ante la creciente influencia de Estados Unidos en Groenlandia, por las ayudas económicas que ofrece Washington, en competencia con los intereses chinos.  En el seno del Parlamento danés, se desató la polémica por el acuerdo entre el gobierno de Groenlandia y Estados Unidos por US$ 12 millones, para programas de desarrollo minero, salud y educación. Esto fue visto como un avance hacia la unidad nacional de Dinamarca. Tanto la izquierda como la derecha, en el legislativo danés, estaban de acuerdo, que la Casa Blanca busca de alguna u otra manera atraerse a la población de la isla.

Patrulla militar danesa en Groenlandia

El gobierno de Groenlandia aspira a contar con tres aeropuertos internacionales, con el objetivo de reducir su aislamiento. Esto generó el interés de China de quedarse con los contratos. Algo que alarmó a Estados Unidos.  Dinamarca pasó a la ofensiva y asumió el reto de construir los citados aeropuertos, por el temor de una creciente influencia de Pekín en Groenlandia.

En 2019, la isla fue puesta como una de las prioridades de seguridad nacional para Dinamarca, junto a la ciberseguridad y el terrorismo. La competencia por el Ártico es una realidad, donde Rusia y Estados Unidos refuerzan sus capacidades militares, incluso Canadá, reacio a grandes inversiones en defensa, ha puesto sus ojos en la región. En el marco de un escenario de posible independencia, los 60.000 isleños, no tienen la capacidad de gestionar y defender un espacio de 2.1 millones de km2, y precisarán de algún tipo de apoyo. La Casa Blanca apuesta a tener un rol clave en este escenario, que por supuesto Dinamarca busca impedir. China con su política de “soft power” de manera sigilosa ha buscado tener una mayor presencia económica y cierta influencia en la política local.  Dinamarca ha incrementado discretamente su presencia militar con patrullas aéreas, terrestres, navales.  Las fuerzas armadas daneses, desde el fin de la Guerra Fría, han perdido muchas capacidades y se han reducido drásticamente.  La crisis de Ucrania llevó al Parlamento danés aprobar el objetivo del 2% PIB en materia de gasto de defensa.  La necesidad de incrementar capacidades para proteger los intereses de Dinamarca en el Ártico, abrió las puertas para la recuperación de capacidades navales perdidas, como los submarinos, donde existe un consenso entre los políticos de los principales partidos para un nuevo programa de construcciones de este tipo de buques, junto con mayores inversiones para fortalecer capacidades de lucha antisubmarina, ante la amenaza rusa.

La Armada Real Danesa presente en aguas de Groenlandia

Diversos estudios pusieron en evidencia la existencia de nada menos que cientos de miles de toneladas de reserva de uranio, once millones de toneladas de óxido de tierras raras. La Unión Europea, instó al gobierno groenlandés, poner limitaciones a las ambiciones chinas sobre la explotación de tierras raras, como también sobre el uranio.  En materia de recursos energéticos, el Servicio Geológico de Estados Unidos señaló que hay reservas por 7.500 millones de barriles de crudo sin descubrir y 148 billones de pies cúbicos de gas natural. En 2021, seguramente para impedir la creciente presión de poderosos intereses, el gobierno de izquierda del partido Inuit Ataqatigiit que dirige los destinos de Groenlandia, decidió suspender el otorgamiento de licencias de exploración petrolera y de uranio en el sur de la isla.  El precio por ello es dejar de lado por un tiempo el anhelo de la independencia, algo que en el fondo es poco factible, dado que, en un territorio con tan escasa población, quedaría a merced de la voracidad de poderosas multinacionales y la competencia de Estados Unidos y China.

La guerra de Ucrania y el enfrentamiento entre Rusia y Occidente, transforman al Ártico en una zona de tensión como en tiempos de la Guerra Fría. El valor estratégico de Groenlandia se disparó, nos solo por las riquezas del subsuelo, sino por su posición geográfica, por las rutas marítimas que pueden abrirse con el cambio climático, como por la cercanía de Rusia, cuya presencia militar en la región ártica se ha incrementado sustancialmente, agregándose la aparición de un actor de peso, China. Quienes vieron la serie habrán notado que no pasó por alto para su director asociar el cambio climático a una «nueva ruta de la seda». Para muchos estrategas de los actores en pugna, Groenlandia puede ser la nueva isla del tesoro, para otros, dado los conflictos que pueden sobrevenir por su control, puede ser la isla de la perdición.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *