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4/01/2024
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Recuerdos del Futuro. El caso de la República de Nauru
Jorge Alejandro Suárez Saponaro
La isla de Nauru, es una república independiente desde los años 60. Durante varias décadas disfrutó un elevado nivel de vida gracias a la explotación del fosfato. Pero un día se agotó el recurso y el país, se convirtió en un escenario distópico. Un gigantesco cráter en el medio del Pacífico.
Los habitantes de la isla se dieron cuenta que el gobierno había dilapidado los ahorros generados y enfrentaron un futuro lleno de incertidumbre. La solución fue convertir al país en un oscuro paraíso fiscal y centro de detención para inmigrantes.
Nauru es una isla de 21 km2 donde viven unos once mil habitantes, cuyos antepasados llegaron a la isla hacia el 1.000 a.c. Los pobladores eran polinesios y micronesios, organizados en doce tribus. Estos grupos vivían de la pesca y una precaria agricultura. La paz que vivieron los nativos, durante siglos se vio interrumpida por la llegada de los europeos en el siglo XVIII. Siendo avistada en 1796 por el capitán ballenero británico, John Fearn, quien la nombró como “isla Agradable”. Desde 1826 en adelante, la isla fue visitada por barcos balleneros en busca de agua potable y víveres. Del intercambio, los isleños conocieron las armas de fuego y el alcohol, además de la presencia de desertores de los barcos que surcaban el Pacífico. Entre 1878-1888 estalló una guerra civil, a raíz de un conflicto en una ceremonia matrimonial, donde el rey local Aweida, fue cuestionado en su autoridad. La existencia de armas, facilitó la violencia entre el norte y el sur de la isla, que al final del conflicto, acabo con un tercio de la población, se estima unas 500 personas. Los británicos intentaron instalarse en la isla, por medio de una misión cristiana. Finalmente los intereses alemanes, ligados al cultivo de cacao y copra, afectado por las escaramuzas locales, pidieron al gobierno alemán hacerse presente. En 1888, un cañonero de la Marina Imperial alemana se hizo presente en la isla y conminó a todos los jefes tribales a entregar las armas que tuvieran en su posesión bajo pena de muerte. Estos entregaron más de 700 fusiles y carabinas (había tantas armas como hombres adultos en las islas), fue izada la bandera del Imperio Alemán y la paz fue restablecida. El rey Aweida regresó con sus poderes tradicionales. La presencia alemana duraría hasta 1914, que con la Primera Guerra Mundial, la isla fue ocupada por Australia.
El fosfato, que sería una perdición para la isla, fue descubierto en 1900, y entregado para su explotación a una empresa ligada a intereses británicos a partir de 1906. En 1914, tropas australianas ocuparon la isla en nombre del imperio británico. La Liga de las Naciones estableció sobre la isla un régimen de mandato que fue otorgado en una primera instancia al Reino Unido. La BPC (Comisión Británica de Fosfatos) fue la responsable de la explotación del mineral, con participación de intereses de Australia y Nueva Zelanda. En 1920 una epidemia de influenza acabó con la vida de casi un cuarto de la población local. En 1923, la Sociedad de las Naciones, designó al gobierno de Australia como responsable de Nauru, teniendo a Nueva Zelanda y el Reino Unido como parte del peculiar régimen de Mandatos. En la Segunda Guerra Mundial, la isla fue un objetivo para los buques mercantes armados alemanes, que atacaron las instalaciones de explotación de fosfatos. Lo peor vendría de la mano de Japón que ocupó la isla en agosto de 1942, deportando a gran parte de la población, unos 1.200, como mano de obra esclava para su base en Truk, que durante un importante período fue base de la flota japonesa en el Pacífico Sur.
Los Aliados no mostraron interés en recuperar la isla, que quedó con una guarnición japonesa hasta el fin del conflicto. Desde el punto de vista estratégico y militar, Nauru, no tuvo un papel relevante, lo que no impidió ataques aéreos por parte de Estados Unidos. En septiembre de 1945, el comandante japonés se rindió ante las fuerzas australianas. Desde la isla de Truk, fueron repatriados 700 nauruanos, sobrevivientes del régimen de trabajo forzado japonés.
Huellas de la ocupación japonesa.
En 1947, las Naciones Unidas establecieron un régimen de fideicomiso, siendo el responsable Australia como fideicomisario, teniendo como coadministradores a Nueva Zelanda y el Reino Unido. En 1948, la isla se vio sacudida por disturbios con obreros chinos del fosfato, que reclamaban mayores salarios. La respuesta del gobierno australiano fue una severa represión, empleando policías nativos, que causaron la muerte de varios obreros y heridos. Esto ocasionó protestas formales del gobierno de China con apoyo de la Unión Soviética.
La explotación del fosfato tuvo su impacto ambiental, algo que observaron los administradores de la isla en los 60. Australia ofreció la isla Curtiss, frente al estado de Queensland, para cederla en propiedad a los nativos, otorgarles plena ciudadanía australiana y apoyo al desarrollo. Los nativos de Nauru, aceptaron con la condición de erigir en dicha isla, un estado independiente, algo que el gobierno de Canberra, rechazó de plano. Esta situación abrió las puertas para la independencia de la isla. En 1966, el gobierno de Nauru adquirió el paquete accionario de la BPC y de esta manera el fosfato fue nacionalizado. En 1968, el país alcanzó la independencia, teniendo como primer presidente a Hammer DeRoburt, antiguo maestro de escuela y trabajador forzado en tiempos del dominio japonés. En 1970, la minería quedó en manos de una empresa local, Corporación de Fosfato de Nauru o NPC. Durante algunos años los nauruanos vivieron en una suerte de “País del Jauja” con un elevado nivel de vida y una de las rentas per cápita más altas del mundo. No se pagaban impuestos, pleno empleo, y servicios públicos gratuitos.
La joven república de 21 km2 tuvo pocos presidentes, una vida política peculiar, dado que el parlamento de 19 personas, renovado cada tres años, sus candidatos son en mayor parte independientes, a pesar que existen algunos partidos políticos. Estamos hablando de un país con unas once mil almas, donde existen lazos familiares, que prevalecen a la hora de hacer política. Pero los tiempos felices iban a llegar a su fin. La empresa NPC había realizado pésimas inversiones, destacándose una torre en la ciudad australiana de Melbourne, hoteles y hasta en una obra musical en Londres, que resultó ser un fiasco en los años 90. Las malas decisiones financieras llevaron que el fondo de inversiones de 1.200 millones de dólares australianos que había en 1991, para el 2002, solo había de 138 millones. El estado de Nauru, necesitado de fondos para subsistir, perdió el moderno avión Boeing 737 y malvendió los bienes que tenía en Australia.
El país, que se transformó en un gigantesco cráter, como consecuencia de la minería del fosfato, precisaba dinero urgente. La decisión fue convertirse en un paraíso fiscal y vender pasaportes de la isla. Uno de los grandes clientes de este nuevo modelo fue la mafia rusa. Por apenas US$ 25.000 cualquiera podía tener una cuenta, y nadie preguntaba por el origen del dinero, y menos los antecedentes de su propietario. El GAFI, grupo internacional dedicado a la lucha contra el lavado de dinero, puso una fuerte presión para un verdadero pozo negro que era Nauru. En 2005, finalmente se levantaron las sanciones, pero el paraíso fiscal tan atractivo, dejó de serlo. Durante el “tiempo feliz” de la banca off shore, la mafia rusa blanqueó capitales estimados en US$ 59.000 millones, habiendo creado una estructura de 400 bancos en la pequeña isla. (Un banco cada 25 habitantes). Nauru seguía precisando de dinero, dado que los “clientes” rusos parece que solo usaban a la isla como base para lavado, pero nadie tomó alguna medida para que algún billete se invirtiera en algo. En 2001, la isla se convirtió en una suerte de cárcel a cielo abierto, para alojar a inmigrantes bajo el paraguas de “Pacific Solution” en el cual, el gobierno australiano, enviaba bien lejos a solicitantes de asilo. No cabe duda que la idea era persuadir a los postulantes. Esta propuesta era la moneda de cambio que ofrecía Australia como “ayuda” al desarrollo. Vale la pena recordar que Nauru se presentó a la Corte Internacional de Justicia, exigiendo reparación por daños y perjuicios, por la explotación del fosfato en 1989, finalmente las partes llegaron a un acuerdo sobre reparación ambiental.
En una investigación del Diario británico The Guardian, señaló que el proyecto australiano Pacific Solution, entre 2013-2015, más de 1.200 personas fueron trasladadas a Nauru y se habrían interpuesto más de 2.000 denuncias por torturas, agresiones sexuales y otros malos tratos. Incluso existen casos de suicidio (incluido menores de ocho años), dado que los solicitantes de asilo pueden pasar años bajo una suerte de campo de concentración, esperando que se les permita vivir en Australia. En su momento este país, tuvo una fuerte presión de grupos inmigrantes que querían cruzar el mar rumbo a las costas australianas. La respuesta fue un importante despliegue militar y la creación de centros de procesamiento de refugiados, en dos islas remotas, una es Manus en manos del empobrecido gobierno de Papúa Nueva Guinea y el otro, es Nauru. En el caso de este país, recibe algunos millones de dólares en ayuda, y genera trabajo a los locales. El centro de detención, es de administración privada y fue un negocio muy lucrativo, a costa de la miseria de quienes fueran a parar allí. La presión internacional terminó con, con la evacuación de 342 personas, incluyendo niños, que por un acuerdo con Estados Unidos, durante la presidencia Obama, fueron enviados a dicho país. Todavía quedaron unos 500 hombres y mujeres, que como denunciaron entidades como Amnistía Internacional, viven en duras condiciones y su salud mental está seriamente afectada. Otra reconocida ONG, Médicos Sin Fronteras brindaba atención sanitaria a quienes terminaron en esta suerte de “limbo” financiado por el gobierno australiano. Nauru, que parece que junto con sus socios australianos no desean que esta realidad se hiciera pública, expulsó a dicha ONG.
Nauru ha recibido ayuda de Rusia, se estima como favor por haber reconocido a la república de Abjasia, mantiene lazos con Taiwán, por la ayuda que también ofrece a los pocos estados que reconocen a la isla como legítimo representante de China. En su momento tuvo vínculos con el gobierno de Pekín, a cambio de US$ 130 millones, para luego romper dichos lazos en 2005. Los lazos con Australia siguen siendo estrechos, dado que el país utiliza el dólar australiano como moneda nacional, recibe ayuda financiera y sanitaria, gracias al acuerdo de mantener centros de detención para inmigrantes ilegales.
Nauru carece de actividad privada, el mayor empleador del país, es el Estado. El desastre ambiental ocasionado por la explotación del fosfato, ha diezmado la flora, fauna y afectó severamente los arrecifes de coral. Las limitaciones que tiene la isla, obligan a importar alimentos, lo que ha desatado una epidemia de obesidad y diabetes. Los isleños son altos consumidores de productos enlatados y comida chatarra. La expectativa de vida de los locales ronda los 60 años y la diabetes afecta al 30% de la población.
La pequeña república de Nauru es un recuerdo, de lo que puede ser el futuro para muchos países, que por la corrupción y no contar con clases dirigentes suficientemente preparadas, pueden dilapidar momentos favorables e hipotecar el futuro de generaciones enteras, destruyendo el medio ambiente, impulsar la especulación financiera, y condenando a muchos a vivir de las ayudas del Estado, en la miseria o emigrar.