EN EL ACTO DE IMPOSICIÓN DE LA MEDALLA DE HONOR EN ORO POR LA ASAMBLEA NACIONAL
Managua jueves 11 de mayo de 2017
Compañero Presidente Diputadas y diputados Amigos invitados
No se preocupen, no voy a improvisar. Tampoco voy a hablar de la coyuntura al margen de la historia —que es como suele enfocarse. Nosotros tenemos una visión estructural de la coyuntura. La enfocamos conforme la estructura de la historia, con visión estratégica. Esto nos distingue de quienes creen que la tierra solo gira alrededor de sí misma, olvidando la traslación de trescientos sesenta y cinco días —o sesenta y seis, cada cuatro años.
La vida humana no se agota en veinticuatro horas. Ni en un millón de horas, o de días, o de años, o de milenios. No. La tierra gira y se traslada desde siempre y para siempre —salvo un nuevo big bang.
Seguiremos trabajando con independencia de lo que pase en la coyuntura, dijo Daniel. Y así es. No porque él lo haya dicho, sino porque Daniel lo dice conforme a la estructura de la historia, que indica la proximidad de un cambio de estadio histórico. Sus palabras tienen fuerza porque para los otros la vida se agota en veinticuatro horas. Peor todavía, porque creen que el sol no saldrá mañana si hoy lo oculta una borrascosa nube diluviana. Porque si bien es cierto que la historia no es lineal, sí es cualitativamente ascendente.
Permanentemente ascendente. Incluso a grandes saltos después de superada una contradicción antagónica universal —como la que hoy día está superando la humanidad. Los reflujos históricos son recurrentes —y más visibles y celebrados por el imperio— pero siempre son superados. Siempre hay y habrá un nuevo flujo, siempre. (El pasado solo fue mejor para los desplazados por cada salto histórico. Para quienes los logran y para las generaciones siguientes, hasta el nuevo salto, el presente siempre es mejor que el pasado. Infinitamente mejor).
Porque cada contradicción antagónica universal tiene que ver con el dominio geopolítico global, y con la correspondiente lucha de los pueblos del Mundo por liberarse de la dominación, por superar la contradicción. Desde siempre se llama imperio al hegemón, y revolución a la lucha popular antihegemónica.
Siempre habrá lucha antihegómonica. Por eso la estabilidad geopolítica global es permanentemente inestable, con independencia del grado de inestabilidad con que se exprese o se perciba —el imperio vive de promover el miedo. Hoy día la inestabilidad global es peligrosamente mayor. La geopolítica global está en crisis. El imperio responde agresivamente, como siempre, empezando por el miedo y terminado por la agresión —abierta o encubierta.
-Geopolítica global
Porque, contrariamente a lo que proyecta mediáticamente el hegemón sobre el imaginario popular universal (proyectando en realidad su desesperado objetivo de recuperar la hegemonía absoluta), la globalización favorece el flujo de la historia. Es parte ascendente de su estructura. Más aún, es un axioma que a medida que avanza la globalización se acortan los intervalos de reflujo. La globalización de hoy día, que es total, anuncia un nuevo salto revolucionario, quizás gigantesco. Un nuevo estadio histórico.
Desde inicio de este siglo veintiuno en efecto la humanidad vive un nuevo flujo histórico, superando un cortísimo reflujo de apenas diez años, entre 1990 y 2000. La implosión del socialismo real dislocó el equilibrio geopolítico estratégico global en 1990. La elipse global perdió uno de sus polos. La revolución bolivariana inició su restablecimiento.
El polo reaccionario se asumió entonces hegemón único y se lanzó a la conquista global del Mundo por la vía financiera —siempre la vía financiera ha sido medio de dominación, pero ahora es absoluto. El imperio abandonó la producción conservando la propiedad intelectual, garantizada por sus propias bolsas, y por la capacidad de financiamiento. La economía se volvió especulativa y la riqueza fácil inundó la humanidad. La cadena de producción se fraccionó, dispersándose literalmente alrededor del mundo en función de la mano de obra barata. Surgieron los llamados tratados de libre comercio, que todo lo regulan.
El fraccionamiento de la cadena de producción, sin embargo, es absolutamente insuficiente para colmar el índice de desocupación laboral del Sur, y tampoco puede evitar la desocupación en el Norte, que empieza a pauperizarse. El imperio la quiso revertir, o al menos reducir (para sí, no para el Sur), recurriendo al crédito fácil y abundante. Vinieron entonces las burbujas y la banca quebró. El Norte no sabe aún cómo restablecer la economía real. El hegemón no sabe qué hacer, y empieza a plantear el proteccionismo como solución. Demasiado tarde. ¿Cómo revertir la cadena de producción globalizada?
Desde entonces el capitalismo enfrenta la vieja crisis de sobreproducción de bienes de consumo frente aun demanda disminuida, cada vez más agravada. Piensa en la solución