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Fundamentos de Análisisde la Política Exterior USA

  • (1991-2001) para la Administración Biden.

Manuel S. Espinoza Jarquín (*)

Desde los últimos 30 años tras el derrumbe del bloque socialista, el debate de la política exterior de los EE.UU a la luz de gobiernos demócratas y republicanos, ha sufrido un desarrollo gradual lógico al interés de la élite de poder norteamericana, pero permanentemente involutivo en su percepción estancada en cómo establecer y pretender mantener un orden norteamericano a nivel global.

Si bien es cierto que esta percepción tuvo su razón de peso en cuanto a la oportunidad que les dio el momento histórico de desaparición del orden bipolar mundial y la posibilidad de iniciar la construcción de un siglo a lo norteamericano; hoy su espacio y hegemonía se ha reducido en un orden multipolar/ multi-centríco, que los empuja a mantener una visión de recuperación de la supremacía y nivel de poderío como el heredado en 1991 con la caída de la URSS.

Según Andrew Bacevich, uno de los mejores especialistas de política exterior norteamericana, en su reciente obra del 2020 “La era de las ilusiones: cómo desperdició Estados Unidos su victoria en la Guerra Fría”, detalla que los EE.UU durante 1991-2020 se embarcaron en amplias campañas militares confiando en la capacidad de las fuerzas estadounidenses para derrotar a cualquier enemigo. Al final los Estados Unidos terminan la segunda década con una enorme desigualdad, una guerra permanente, confusión moral y una población cada vez más enojada y alienada y también con el presidente más extraño de la historia de ese país.

Hasta ahora todo un ejército de analistas y periodistas han estado haciendo sus mejores esfuerzos por acertar en describir lo más cercano sobre cuál será la política exterior de la actual administración norteamericana a nivel global y regional y a nosotros en particular nos interesa mucho más la que conducirán hacia nuestro país y de cercanía geopolítica. Es común ver en noticias muchos análisis y amplias listas de temas de política exterior que tratan de descubrir el curso de acción en estos a corto, medio y largo plazo.

La mejor forma de lograrlo es a través del Análisis de Política Exterior (APE), que se fundamenta en piedras angulares teóricas, históricas y socio económicas que sostendrán las acciones de política exterior del gobierno de Biden (2021-2025). Sirve no solo a los tomadores de decisiones, sino a todos aquellos que sin conciencia histórica nacional e internacional suelen tener aun esperanzas de que algo bueno nos ocurrirá con la nueva administración de Biden en la Casa Blanca.

La historia del expansionismo y la agresión USA.

El antecedente histórico de la conducta norteamericana en el plano exterior está totalmente claro, no es difícil asimilarla pues ya está dada en la tragedia ocasionada a nuestros pueblos y no debe de haber ninguna duda a estas alturas del partido sobre sus ambiciones imperiales cada vez más en aumento en expansión y dominio global militar, económico y cultural. Lo difícil no es entender hasta donde han llegado sino hasta donde pretenden llegar por satisfacer sus ambiciones globales.

Basta con mencionar unas cuantas de los más de 500 ejemplos de intervención militar en que los EE.UU se han visto involucrados en más de dos siglos de existencia como actor internacional violentado del Derecho Internacional y la soberanía de los pueblos. Nicaragua, Corea, Líbano, República Dominicana, Vietnam, Grenada, Panamá, Yugoslavia, Iraq, Somalia, Haití, Afganistán, Filipinas, Libia, Siria son apenas un guión del cuadro real histórico.

Si a este listado de guerras de corte militar se les suman todas aquellas de tipo clandestino y de nueva generación como las ciber-guerras, de sanciones económicas y comerciales entonces el cuadro se torna aún más dantesco e indescifrable. De ahí la pregunta ¿Porque los norteamericanos aún persisten en su discurso moral de liderar al planeta?

La fundamentación teórica de sus ambiciones imperiales.

El corolario doctrinario que fundamenta su política exterior, léase como el accionar de su conducta en la arena internacional no es nuevo. Desde la doctrina “Monroe” (1823) y la del “Destino manifiesto” (1845) hasta las guerras novedosas de este siglo llámense “Guerra Preventiva” del ex presidente George W. Bush (hijo) (2002) o del “Compromiso preventivo” (2017) integran todo un andamiaje discursivo de 200 años que han excusado política y académicamente su agresión global histórica.

Sin embargo es necesario escudriñarlas documentalmente hasta la saciedad ya que lo mortal del accionar histórico y doctrinario lo podemos fácil ejemplificar cuando revisamos tan solo con dos hechos como fueron los ataques a las torres gemelas el 26 de febrero de 1993 y el 11 de septiembre del 2001 y la estrategia de guerra contra el terrorismo y las guerras preventivas que ocupan hasta hoy día un lugar fundamental en la política exterior norteamericana. Ya ni se diga lo vigente del dolor y la destrucción que los pueblos en Afganistán, Iraq, Palestina, Libia, Siria y Yemen viven hoy día por la simple implementación de su política exterior basada en como los EE.UU entiende la realidad internacional y el papel que estos deben de jugar en el sistema internacional.

Tras el primer ataque al Centro Mundial de Comercio el 26 de febrero de 1993, el alcalde de Nueva York, Mario Cuommo declaró: “La matanza entre norteamericanos a mano armada representa un mayor peligro a nuestra seguridad pública que el terrorismo. …estamos más amenazados por nosotros mismos, que por terroristas extranjeros y somos el lugar más violento en el planeta, no porque ellos (los terroristas) nos han convertido en eso, sino porque nosotros mismos lo hemos hecho así”.

Hasta el nefasto de George Soros escribió en su libro del 2003 titulado: “La burbuja de la supremacía estadounidense: Como corregir el mal uso del poder estadounidense”, que: “Hay un grupo, que yo lo llamo extremista, quienes mantienen por creencia, que las relaciones internacionales son relaciones de poder y no de la ley; que el derecho internacional seguirá siempre detrás de lo que el poder haya logrado. Por lo tanto los EE.UU, que es la nación más poderosa en la tierra deberá entonces imponer su poderío, imponer su voluntad y sus intereses en el mundo….y esta es una ideología muy peligrosa porque siendo Estados Unidos realmente la potencia dominante al estar en las garras de una ideología tan extremista es muy peligroso para el mundo”.

“la respuesta militar norteamericana fue peor moralmente, que el crimen que la originó, porque la guerra contra el terrorismo causó más civiles inocentes muertos, en Afganistán e Irak, que los ataques del 9/11”.

Y no es que Soros o Cuommo sean pacifistas, sino que como demócratas criticaban la guerra del presidente republicano George Bush y ese es el dilema del juego eterno de la política exterior norteamericana en la diferencia del enfoque y la intensidad pero jamás en la necesidad de llevar la guerra a otras naciones, porque después de Bush llegó a la casa Blanca el demócrata Barack Obama y los horrores en Iraq y Afganistán continuaron y se abrieron nuevas guerras en Libia, Siria y Yemen y conocemos las miles de víctimas civiles a causa de éstas.

Muchas veces y erróneamente atribuimos a los presidentes de los EE. UU la dirección de las acciones de política exterior de “X” o “Y” administración en Washington. Sin embargo, estos solo sirven para firmar y reafirmar el curso que ya fue trazado por una serie de propuestas bien documentadas por los estudiosos y especialistas de los centros de pensamiento que elaboran, producen planes de acción en función de fundamentar, respaldar y promover los intereses de la élite de poder económico norteamericano en términos investigativos académicos. Por eso una buena ruta del analista especialista en política exterior USA es el escudriño permanente de aquellos documentos y publicaciones especializadas en el tema.

Un ejemplo de lo anterior escrito es la obra de un reconocido especialista norteamericano Robert Kagan del 2003, “Del paraíso y el poder: América y Europa en el nuevo orden mundial” en el que analizaba en su momento elestado de las relaciones exteriores europeas y estadounidenses en su punto más bajo desde la Segunda Guerra Mundial, donde la noción del poder europeo se movía hacia un mundo autónomo de leyes, reglas y negociaciones, mientras que Estados Unidos operaban en un mundo “hobbesiano” donde las reglas y leyes no son confiables y la fuerza militar a menudo es necesaria, introduciéndose más y más a una corriente aislacionista en sus relaciones internacionales formando así una nueva relación transatlántica distanciada.

Esto fue lo que vimos en una mayor dimensión con la administración Trump (2017-2021), que no por casualidad se encausó en una línea de discordia con sus aliados europeos incluyendo a la “OTAN” entre comillas y que hoy la administración Biden trata de des-contruir y restablecer una nueva alianza con Europa. El que no entiende ve un enorme cambio de política exterior, cuando en realidad nada ha sucedido entre las élites de poder occidental pero que ha mantenido preocupados y ocupados tanto a periodistas y estudiosos por todo el planeta.

En el 2013 de nuevo Robert Kagan escribió su nueva obra: “El Mundo que hicieron los EE. UU.” Y como en todos los trabajos de este tipo escrito por los especialistas gringos,Kaganreafirma la importancia del liderazgo mundial de Estados Unidos en un tiempo que resalta la posibilidad de un orden fuera del control hegemónico norteamericano. Su propuesta se convirtió en libro guía en el discurso sobre el Estado de la Unión de 2012 de Barack Obama y que dio forma al pensamiento de las campañas presidenciales de Obama e incluso del senador republicano Mitt Romney. Su obra fue una seria advertencia para que Estados Unidos no se suicidara como superpotencia en un mundo donde ya había perdido el control hegemónico.

Los demócratas estaban seguros de ganar las elecciones presidenciales del 2016 con Hillary Clinton como presidente y como si hubiese sido poco la sangrienta guerra que llevaron a Libia, Siria, Yemen, Afganistán e Iraq tenían preparada como excusa académica y cuasi científicala obra de Eliot A. Cohen , que se publicó en enero del 2017 titulada: “El gran garrote: Los límites del poder blando y la necesidad de la fuerza militar”. La doctrina del Gran garrote fue promulgada por el presidente Theodore Roosevelt en 1901 y estableció que “A la hora de negociar “Habla en voz baja, pero lleva un gran garrote”.

Cohen argumentó, que “el poder militar sigue siendo esencial para la política exterior estadounidense e insiste hasta la saciedad en que el papel internacional de los EE. UU siempre opera en una coyuntura crítica y la fuerza armada es vital para ese papel. Si Estados Unidos no acepta su papel de guardián de un orden mundial estable, corren el riesgo de desencadenar desorden global no vista desde la década de 1930”. Hoy que los demócratas están de regreso en la Casa Blanca nada les impide el uso del gran garrote como conducta contra pueblos y naciones indefensas y sujetas a su chantaje de amenaza del uso de la fuerza imperial.

Pero en el 2016 ganaron los republicanos en el rostro del magnate Donald Trump y tomó un curso diferente en materia de política exterior. No siguió con el formato e intensidad militar intervencionista de la administración Obama–Biden y recomendado por Elliot Coen. Ahora muchos bastante confundidos comparan la actuación guerrerista de Obama con la de Trump y hasta alaban a este último por no haber seguido el nivel de guerra como el que tuvo Obama. Es más ya hasta le atribuyen un carácter racional pacífico al magnate Trump.

Pero los que conocen la obra de Paul Stares “Compromiso preventivo: cómo Estados Unidos puede evitar la guerra, mantenerse fuerte y mantener la paz” (2017) publicado por el famoso Consejo de Relaciones Exteriores, comprendimos su influencia en la lógica de la política exterior Trump por tratar de salir del impase de guerras que no terminan, enormemente costosas económicamente y moralmente y de ganar y aprovechar el tiempo para tratar de recuperar su tan debilitada y problematizada economía. En ningún momento por que Trump fuera amante de la paz internacional.

Stares proporcionó un plan completo de cómo Estados Unidos puede gestionar un mundo más turbulento y peligroso y explica como base lógica de su propuesta en su libro, que si los EE. UU siguen pretendiendo ser “el principal garante de la paz internacional” (como si en verdad lo fuera) con el tiempo disminuirá su capacidad y compromiso para desempeñar este papel vital. Si los EE.UU dejan de liderar la paz para no desgastarse y conservar su poderío deberán entender que mayores amenazas surgirán.

Su estrategia de “compromiso preventivo” sirvió a Trump y ahora a los demócratas con Biden. Sugiere tres cursos de acción a) Reducir el riesgo de conflictos violentos a largo plazo. B) Anticipar y evitar esas crisis que probablemente den lugar a costosos compromisos militares a mediano plazo y c) Gestionar los conflictos en curso a corto plazo antes de que se intensifiquen aún más y ejerzan presión sobre Estados Unidos para que intervenga. En cada uno de estos esfuerzos, es esencial forjar “asociaciones preventivas” con una variedad de actores internacionales, incluidas las Naciones Unidas, organizaciones regionales, organizaciones no gubernamentales y la comunidad empresarial. En todo caso sugiere ser menos miope y reactivo.

En cuanto al famoso Think Tank Consejo de Relaciones Exteriores (CFR) para el que labora Stares, fundado en 1921, es una organización independiente y “no partidista” (Deep State en vivo) que se especializa en la formulación anticipada de la política exterior USA para todas las administraciones en la Casa Blanca. Entre sus miembros se incluyen a políticos de alto rango, a más de una docena de ex secretarios de estado estadounidenses, ex directores de la CIA, banqueros, abogados, profesores y figuras de los medios de comunicación.

Es el presidente del Consejo de Relaciones Exteriores y también desde el 2003 se apresuró en justificar el papel de los EE.UU en un mundo caótico, repitiendo la frase de Madeleine Albright que los EE.UU son “la nación indispensable” para el planeta. En su libro: “Un mundo en desorden: política exterior estadounidense y la crisis del viejo orden” (2018) explica, que los Estados Unidos es incapaz de moldear el mundo a su imagen. La periferia está en llamas y el centro no puede sostenerse.

Hass aboga por un sistema operativo global actualizado, que refleje la realidad de que el poder está ampliamente distribuido. Vuelve la rivalidad entre las grandes potencias. Los Estados Unidos sigue siendo el país más fuerte del mundo, pero la política exterior estadounidense a veces ha empeorado las cosas, tanto por lo que ha hecho como por lo que ha dejado de hacer.

Su recomendación para la administración Trump era la adopción de un nuevo enfoque de la soberanía, uno que abarque sus obligaciones y responsabilidades, así como sus derechos y protecciones. Trump lo siguió al pie de la letra al igual, que la estrategia del “Compromiso Preventivo de Paul Stares. Haber analizado, entendido la política de Trump fue sencillo a través de estas dos obras propuestas por el CFR en su momento e inclusive establecer cuáles de estas propuestas de enfoque y acción serán retomadas por la administración Biden ahora es aún más fácil.

En el CFR, como en la Institución Brookings, trabaja también Robert Kagan a quien conocemos bien en Nicaragua, De 1984 a 1986, fue redactor de discursos del Secretario de Estado George P. Shultz y miembro del Personal de Planificación de Políticas del Departamento de Estado de los Estados Unidos durante la administración de Ronald Reagan. De 1986 a 1988, se desempeñó en la Oficina de Asuntos Interamericanos del Departamento de Estado. Escribió un libro titulado:“Una lucha crepuscular: El Poder Norteamericano y Nicaragua 1977-1990” (1996) …..ya se imaginarán lo que escribe.No en balde sus colegas se refieren a Kagan como “el principal teórico neoconservador de la política exterior USA.

Su nueva obra del 2018 titulada: La jungla vuelve a crecer: Estados Unidos y nuestro mundo en peligro”es todo un guía de inspiración filosófica de la administración actual de Joe Biden y Kamala Harris.En ella de nuevo encontramos la misma cantaleta sobre “el papel único de Estados Unidos en el mundo” y el argumento de siempre de que los Estados Unidos son un actor internacional para la paz y el orden en todo el mundo, y lo que podría ocurrir si se retiran y enfocan su hacia atención hacia adentro.

Kagan, principal defensor del intervencionismo liberal y Co-fundador del Proyecto neoconservador para el Nuevo Siglo Americano con un pensamiento y enfoque agresivo sugiere que: “Como una jungla que sigue creciendo después de ser talada, el mundo siempre ha estado lleno de actores peligrosos que, si no se controlan, poseen el deseo y la capacidad de empeorar las cosas…. …Un verdadero realismo, argumenta, que la jungla volverá a crecer, si lo permitimos”.

Durante la campaña para las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016, Kagan abandonó el Partido Republicano debido a la nominación de Donald Trump y respaldó a la candidata demócrata Hillary Clinton a la presidencia. Está casado con Victoria Nuland, actual sub-secretaria de estado para asuntos políticos. Esta se destacó el 3er por su frase famosa “Fuck the EU” (Que se joda la Unión Europea) al dirigir y apresurar el golpe suave en Ucrania cuando se desempeñaba como subsecretaria de Estado para Asuntos Europeos y Euroasiáticos en la administración de Barack Obama. Se destaca también por sus críticas a las políticas rusas.

Aun cuando Donald Trump se dio el lujo de distanciarse de la enorme gran mayoría de pensadores, estudiosos y centros de pensamiento en materia de política exterior un lujo que solo un soberbio se puede dar y jactar se le convirtió en un graso error al final. No solo se distanciaron, sino que ocuparon un sector de fuego que junto con los medios de comunicación masiva lograron su desprestigio internacional. No solo por su soberbia e ignorancia en los asuntos internacionales, instaló a muchos jóvenes sin experiencia alguna, pretendiéndolos dirigir con lo que él creía era ciencia y sabiduría convertidas ambas en expertismo. Estos novatos al final terminaron desertándose y burlándose del mismo Trump.

Mientras tanto sus detractores especialistas continuaron preparando propuestas, planes y recetas para la modificación del curso republicano en sus asuntos internacionales para el bien uso e implementación de la actual administración demócrata Biden-Harris. Ejemplo de estas es la propuesta de Jeffrey D. Sachs (2018) “Una nueva Política Exterior: Mas allá del excepcionalísimo norteamericano.”Su lógica es real. “Si bien Estados Unidos sigue siendo un gigante militar y sigue siendo una potencia económica, ya no domina la economía mundial o la geopolítica como antes. El giro actual hacia el nacionalismo y el unilateralismo de “Estados Unidos primero” en la política exterior no hará grande a Estados Unidos”.

Si en su momento se ha leído las propuestas de campaña de Biden y los enfoques ahora propuestos por su Secretario de Estado Antony Blinken, sobre el clima, recuperación de alianzas perdidas, cooperación internacional, el retorno al multilateralismo y otros temas más es porque el libro de Sachs es una de los textos bíblicos, que proporciona el plan para una nueva política exterior. Sin embargo, una cosa es lo que se les aconseja y otra cosa es que logren y como y que costo tendrá para la humanidad.

Lo anterior debe ser considerado literal. De suma alerta para los pueblos, pues la cruda realidad actual para los EE.UU es la que describe Stephen M. Walt, autor del libro (2018); “El infierno de las buenas intenciones: la élite de la política exterior de Estados Unidos y el declive de la primacía estadounidense”. Con claridad se detalla la derrota de la estrategia USA de “hegemonía neoliberal” en los últimos casi veinte años. “Esta estrategia estaba condenada al fracaso, pero sus defensores en la élite de la política exterior nunca tuvieron que rendir cuentas y siguieron repitiendo los mismos errores”.

“En 1992, Estados Unidos se encontraba en la cúspide del poder mundial….esas esperanzas se han visto frustradas. Las relaciones con Rusia y China se han agriado, la Unión Europea se tambalea, el nacionalismo y el populismo están en aumento y Estados Unidos está atrapado en guerras costosas y sin sentido que han derrochado billones de dólares y socavado su influencia en todo el mundo”.

Eufemísticamente Stephen Walt sugiere para los ingenuos, que la mejor alternativa es un regreso a la estrategia realista del “equilibrio offshore”, que evita el cambio de régimen, la construcción de naciones y otras formas de ingeniería social global. Este cambio tan esperado requerirá abandonar la inútil búsqueda de la hegemonía liberal y construir un establecimiento de política exterior con una visión más realista del poder estadounidense. Simplemente se trata de una excusa trágica para ejercer poder con el uso de la fuerza impone contra los pueblos anti hegemónicos.

En todo caso como también reconoce John J. Mearsheimer “la política de hegemonía liberal está destinada al fracaso”. De igual reconocimiento académico, que Walt, Kagan, Sares, Hass, Sachs la obra de Mersheimer (2018) “El gran engaño: sueños liberales y realidades internacionales” (Conferencias de Henry L. Stimson) mantiene un critica lógica a la conducta internacional norteamericana y el precio que paga dentro y fuera del país. En este caso establece que los EE.UU se han convertido en un estado altamente militarizado que libra guerras que socavan la paz, dañan los derechos humanos y amenazan los valores liberales en casa. El autor recomienda que es mejor que Washington adopte una política exterior más moderada basada en una sólida comprensión de cómo el nacionalismo y el realismo limitan a las grandes potencias en el exterior.

Al final podemos concluir lo siguiente:

El mundo cambió y los EE.UU no lograron sobrepasar su nivel de poder internacional como en un orden unipolar.

Los EE.UU están como nunca antes en el dilema de mantener y recuperar el poder a cualquier costo en el plano internacional.

Hay recomendaciones realistas sobre el historial de horrores y errores de la política exterior USA pero que los operadores mandados por la élite del poder económico que harán todo lo contrario.

Significa que tratarán de revertir en cada rincón de la tierra cualquier intento de rebelión contra el imperio con el uso de la fuerza Violentar al derecho internacional y la soberanía nacional de los pueblos no es algo que les preocupe, no lo mencionan para nada.

Poseen la justificación académica a la medida como única verdad.

Que con el análisis de política exterior (APE) sobre los EE.UU, la izquierda logre tener los suficientes elementos previsivos para la alerta temprana y hasta la toma de decisión a tiempo. “Pues el zorro pierde el pelo pero nunca las mañas”.

(*) Manuel Salvador Espinoza Jarquín. Especialista en Relaciones Internacionales

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