
2021-12-10 12:46
https://www.fmprc.gov.cn/esp/wjb/zygy/gyhd/202112/t20211210_10466242.html
Por Jorge Alejandro Suárez Saponaro
Director de Diario EL Minuto para Argentina
Distinguido Analista Internacional (Argentina) Colaborador CREI
En noviembre de 1975, fueron firmados los tristemente célebres Acuerdos de Madrid. España potencia administradora del Sahara, que hasta ese momento lo consideraba una provincia más, cedía la administración, a los gobiernos de Marruecos y Mauritana, contrariando a la voluntad del pueblo saharaui y el Derecho Internacional, incluyendo el dictamen de la Corte Internacional de Justicia de 1975. Todo ello a cambio de presuntas ventajas económicas. Horas antes de que expirara el plazo de la presencia española en el Sahara, en Bir Lelhú, el Frente Polisario, proclamó la República Árabe Saharaui Democrática, el 27 de febrero de 1975. Eran tiempos dramáticos. Por un lado España evacuaba la población civil y sus fuerzas militares, y por otro lado, las guerrillas del Frente POLISARIO libraban duros combates ante la invasión mauritano marroquí. La población civil saharaui, que huía en el desierto de la violenta ocupación de Rabat, sufrió ataques aéreos, ocasionando numerosas víctimas en los campos de refugiados de Tifariti y Um Draiga.
Naciones Unidas se pronunció contra la ocupación, en diversas resoluciones, a partir de 1976, destacándose las resoluciones. 34/37 RES/34/396 de 21 de noviembre de 1979 y la 35/19 de 11 de diciembre de 1980 que nos dice: Deplora profundamente la persistente ocupación del Sahara Occidental por Marruecos. Y por ello pide encarecidamente a Marruecos que ponga fin a la ocupación del Territorio del Sahara Occidental.
La Comunidad internacional nunca reconoció las fronteras que quiso hacer valer Marruecos y Mauritania (hasta su derrota en 1979). El Acuerdo de Paz entre el Frente POLISARIO y este último país, pone en evidencia que estamos ante una situación de conflicto armado internacional, donde un territorio jurídicamente distinto al de los países que intentan hacer valer sus presuntos derechos, estaba – y lo sigue estando – bajo el régimen de ocupación militar., con sus consecuencias jurídicas.
La complejidad del conflicto, no solo es político, sino jurídico. Dado que desde el 27 de febrero de 1975, el Sahara Occidental, es una república, que gradualmente logró el reconocimiento de más de medio centenar de Estados, incluyendo en más de un caso, la presencia de legaciones diplomáticas saharauis (Cuba, México, Argelia, Panamá, por citar algunos ejemplos). Estamos ante un Estado, que está en conflicto con otro, Marruecos, que detenta en gran parte su territorio nacional. En los años 80, la República Saharaui, fue integrada a la Organización de la Unidad Africana. Pero por otro lado, para Naciones Unidas y gran parte de la Comunidad Internacional, es un proceso de descolonización incompleto, donde el legítimo representante es el Frente POLISARIO, movimiento de liberación nacional, que a su vez es el partido gobernante en el Estado Saharaui. Estamos frente a un actor, que actúa por medio dos figuras jurídica, ello no impide, que la realidad, es una: la ocupación ilegal del Sahara, donde dicho actor Frente POLISARIO/ República Saharaui, reclama su soberanía.
En 1991, vino el Plan de Paz, donde las partes, Marruecos – Frente POLISARIO, acordaron una hoja de ruta, para poner fin al conflicto. El tan esperado referéndum de autodeterminación, que desde el principio estaba condenado a morir. Las partes nunca aceptarían un resultado contrario a sus intereses o pretensiones. Rabat fue el que puso más obstáculos, especialmente al intentar incorporar a miles de presuntos saharauis en el padrón electoral. Esto pone en evidencia que desde el primer momento sabía, que la idea de independencia, o mejor dicho de unificación del territorio ocupado con la República Saharaui, era un hecho.
El plan de 1991, paralizado por décadas, especialmente por la postura irreductible de Marruecos, incluso de partición del territorio, a instancias de Naciones Unidas en 2002, de la mano del secretario general Kofi Annan, que también naufragó. Que para más de un observador especializado, e incluso el mismo POLISARIO, lo consideraban como una salida “salomónica”. Pero Rabat siempre sube la apuesta, y lo que busca a largo plazo, es sin ninguna duda borrar cualquier rastro de cultura saharaui en la zona ocupada y convertir al POLISARIO en un actor marginal, sin voz, y ante el estancamiento del conflicto, impulsar su disolución. Todo ello con el aval de Francia.
La ocupación militar marroquí, significó la sistemática violación de los Derechos Humanos y del Derecho Internacional Humanitario. En lo que respecta a este último, tomando los Reglamentos de La Haya sobre guerra terrestre como los Convenios de Ginebra, la potencia ocupante, ha implantado su legislación, reemplazado las instituciones locales, por las propias (la Asamblea General del Sahara fue disuelta en 1976), agregándose el traslado de colonos, algo expresamente prohibido por los Convenios de Ginebra. Estos son graves infracciones y crímenes de guerra. En cuanto a los prisioneros de guerra, Marruecos, solo dio cuenta de un puñado, quedando por saber el destino de 151 soldados. La República Saharaui, liberó en su momento los prisioneros que tenía en su poder como gesto de buena voluntad, mientras que su contraparte, guardó silencio, poniendo en evidencia que se han cometido crímenes de guerra. Incluso los sobrevivientes del sistema carcelario marroquí, que eran combatientes del Ejército saharaui, fuero víctimas de todo tipo de vejaciones y atropellos. Esto pone en evidencia, el comportamiento de uno de los actores en el conflicto, y porque es tan difícil alcanzar la paz.
El ingreso de Marruecos a la Unión Africana o UA, implica la aceptación de la Carta Fundacional de este organismo internacional, del cual forma parte de la República Saharaui. En dicha Carta, señala que los estados – parte, al ingresar a la UA, aceptan el respeto de las fronteras heredadas en tiempos de la colonización europea. Por ende, Marruecos está obligado a reconocer que el Sahara Occidental, no forma parte de su territorio, además de tomar nota de la existencia de la República Saharaui. Algo que por cierto no lo hace, por razones políticas.
El proceso de Paz está muerto, gracias al apoyo que ha recibido de alguna manera Marruecos, por parte de Estados Unidos y especialmente Francia. Estos actores con una visión de realpolitk, se han decantado por el que consideran el actor más relevante del conflicto, agregándose los beneficios derivados del expolio de recursos naturales, especialmente los fosfatos, y en el futuro, quizás hidrocarburos. No en vano Marruecos apuesta a incrementar su poder naval, con miras a extender sus espacios marítimos, proyectándose hacia Canarias.
La única salida hacia un proceso de paz, es poner fin a la ocupación militar y que el territorio disputado, quede en manos de una Autoridad Internacional, como actor imparcial. Este modelo fue empleado con éxito en procesos de paz, sumamente complejos, como Camboya y Timor Oriental, y que gracias a consensos internacionales, llegaron a buen puerto.
En este contexto tan complicado, los saharauis, deben replantear a fondo su estrategia. El proceso de descolonización, se llevó a cabo el 27 de febrero de 1975, cuando el legítimo representante del pueblo saharaui, proclamó la creación de la RASD. Resta saber la voluntad de los saharauis que viven en la zona ocupada, de querer integrarse a la República Saharaui o no. A todas luces es altamente probable que si, sino la oposición de Marruecos, a cualquier salida negociada, no seria tan terminante e irreductible. Es por ello que a nuestro entender, debemos hablar, ya no de poner fin a un proceso que se inició en la década del 70, trunco, por el abandono español y la invasión militar mauritano marroquí, sino de terminar con la ocupación militar marroquí, condición indispensable para alcanzar una paz duradera y el respeto a los derechos humanos, deuda pendiente con los saharauis desde hace décadas
https://estrategiaydefensadelsigloxxi.blogspot.com/2021/03/namibia-tres-decadas-de-libertad.html
Por el Dr. Jorge Alejandro Suárez Saponaro
Director del Diario El Minuto para Argentina
(Destacado Analista Internacional Argentina) colaborador del CREI
Para los Estudios de África y Asia.
Namibia nació como estado independiente en 1990, luego de años de dominación extranjera. Primero colonia alemana, donde los pueblos nativos namibios fueron víctimas del primer genocidio del siglo XX. La Primera Guerra Mundial, trajo a los sudafricanos abriéndose un nuevo y terrible capítulo de la historia del país. Los años del apartheid, contribuyeron a moldear una conciencia nacional y dar inicio a la lucha anticolonial que se prolongaría por décadas. A pesar de los años oscuros, Namibia emergió como una democracia estable, con niveles más que aceptables de estabilidad económica y social, en comparación con la mayoría de los países de la región.
Por el Dr. Jorge Alejandro Suárez Saponaro
Director del Diario El Minuto para Argentina
Namibia. Sus orígenes
El país fue poblado en su momento por diversas tribus de origen bantú, diversos estudios hablan de presencia de este grupo, desde el año 500, y hacia el siglo IX, comenzó una diferenciación lingüística entre los habitantes del sur y el norte del país. Los ovambos, establecidos en la región septentrional, organizaron una serie de reinos, mientras que en el resto del país, damaras, hereros, namas (llegados al país en el siglo XVII) y otros grupos se dedicaban a la ganadería y en determinadas áreas, a la agricultura. Los europeos visitaron las costas en el siglo XVI con el navegante portugués Bartolemeu Dias. Siglos más tarde la presión europea se hizo sentir por la colonia holandesa de El Cabo, desde allí, vinieron sucesivas migraciones, base del pueblo oorlam – rehobother, descendientes del mestizaje entre colonos europeos y poblaciones locales, que empleaban como lengua, el afrikáner. A mediados del siglo XIX, llegaron al país misioneros luteranos, que tuvieron una importante influencia en las poblaciones locales. La presencia europea se limitaba solo a comerciantes y cazadores, que intercambiaban generalmente metales y ganado, por armas, vestuario, etc. Las distintas poblaciones entraban en conflicto, por el control de recursos locales, consecuencia de un país que imponía serias limitaciones a la agricultura y la ganadería. Entre 1840-60, se desarrolló un reino en el sur, liderado por Jonker Afrikáner, que tuvieron un lugar importante por un tiempo, frente a otros grupos namibios, los oorlam, luego debilitados por las incursiones armadas de aventureros Boers, instalados en Sudáfrica. La historia namibia, reconoce un hecho importante, la construcción de una conciencia nacional, el Tratado de Hoachmas, en el cual jefes hereros, namas, rehobothers, formaron una Liga de las Naciones, con el objetivo de terminar con los conflictos, establecer reglas de arbitraje y controlar las concesiones mineras. Los baster, mestizos entre Boers y namas, llegaron al distrito de Rehoboth, donde organizaron una república, de existencia precaria, presionados por los conflictos entre los nama y hereros. En el norte los ovambos, organizados en doce tribus, de las cuales siete estaban en Namibia, tenían su centro político en Oshakati, organizaron diversos reinos, y se caracterizan por su elevado desarrollo cultural. El territorio de Ovambolandia, como lo denominaron los europeos, fue objeto de las ambiciones portuguesas, afincados en la vecina Angola. Temores a una reacción británica, dado que presencia en Walvis Bay, impidieron que fueran más allá, limitándose a incursiones y expediciones de rapiña.
La colonización alemana. El primer genocidio del siglo XX.
En 1885, la Conferencia de Berlín, asignó lo que hoy es Namibia, al Imperio Alemán, recibiendo la denominación de África del Sudoeste. El reclamo alemán se sustentó en la presencia de las misiones evangélicas, que desde 1864, en la localidad de Otijimbwe, fue izada la bandera de Prusia. En 1890, había casi una veintena de misiones funcionando en todo el país. En 1870, Adolf Lüderitz, comerciante y aventurero alemán, hizo acto de presencia en el sur del país, el hallazgo de diamantes en la zona de Griqualand, alimentó sus ambiciones. La falta de interés por parte del Reino Unido de ocupar el país, facilitó de alguna manera la penetración alemana. Esta fue formalizada en abril de 1884, pronto el país fue entregado a la explotación de empresas alemanas. El primer comisionado específico para el territorio, fue designado en 1886, y fue nada menos que el Dr. Heinrich Ernst Göring, padre del futuro mariscal del aire del Reich, Hermann Göring. Las relaciones entre los alemanes y la población local, fue deteriorándose rápidamente. La legislación impuesta por Göring era distinta para blancos y nativos, por ende se aplicó un concepto meramente racista.
La ocupación alemana no estuvo exenta de acciones armadas para imponer el dominio colonial. Ironías del destino, las armas que había sido objeto del lucrativo comercio de los europeos con los nativos, permitió que estos tuvieran herramientas para oponerse a la empresa colonial. Finalmente en 1904, estalló la rebelión de los hereros. La brutal respuesta alemana, en manos del general germano Von Trotta, terminó con un verdadero genocidio, que podemos decir, fue el primero del siglo XX. La orden era eliminar a cualquier herero, armado o no que se encontrara en la zona controlada por los alemanes. Derrotados los hereros en la batalla de Waterberg, no quedaba otra opción que huir. Aldeas enteras fueron destruidas y miles de niños, mujeres y hombres desarmados encerrados en campos de concentración, donde perdieron la vida por hambre y sed. Un anticipo de los horrores que viviría Europa durante el III Reich. Quienes sobrevivieron, terminaron confinados en el área desértica, que hoy es parte de la frontera entre Namibia y Botsuana. Samuel Maherero, líder de la rebelión se salvó, y refugiado en Walvis Bay, bajo control británico. De esta manera el mundo conoció el horror. Estimándose actualmente que los dos tercios o más de los hereros fueron exterminados. Los nama, fueron los siguientes en la lista de la política genocida germana. Jakob Morenga, venerado actualmente como líder nacional, encabezó la resistencia de los nama, incluso hereros sobrevivientes se unieron a Morenga. La rebelión, movilizó nada menos que 15.000 soldados alemanes. Esto generó un verdadero huracán en el Parlamento alemán.
La política alemana combinó brutalidad con negociaciones, los jefes tribales, temerosos de terminar como los hereros, aceptaron las condiciones draconianas del ocupante. Morenga cruzo la frontera buscando protección británica, tal vez creyendo que la rivalidad anglo germana, sirviera para su causa Pero se equivocó, fue asesinado por los británicos, sabedores que era un peligro, la existencia de un jefe político, que había aglutinado a tribus distintas, que rompiendo con la influencia de jefes tribales, se unieran a la causa anticolonial. Agregándose su habilidad como jefe militar en materia de guerra de guerrillas. El Protectorado, régimen por el cual Alemania se había comprometido a proteger a las poblaciones locales, fue reemplazado por el de colonia. Los sobrevivientes a las rebeliones, se convirtieron en trabajadores forzados, bajo un estado policial. Las tierras antes ocupadas por los hereros y namas, estaban en manos de grandes haciendas blancas o compañías privadas. Namibia se convirtió en un gran negocio para las empresas alemanas, por las minas de diamante, cobre, la producción ganadera, garantizado por mano de obra forzada. 15.000 colonos alemanes, controlaban el país. El régimen era netamente autoritario, incluso para los alemanes, dado que el consejo territorial, solo podían estar representados los dueños de tierras.
Los dos mil trabajadores alemanes traídos para obras públicas y otras actividades, vivían con derechos limitados, pero no al nivel de los nativos. Era frecuente el uso del azote para imponer la disciplina. El régimen racista estaba consolidado por la legislación, donde claramente los blancos eran superiores a los nativos, quiénes debían obediencia. Los blancos no podían casarse con nativos, fue prohibido expresamente en 1905. Las iglesias evangélicas estaban separadas para blancos, mestizos y negros. Los pastores se negaban a ordenar líderes religiosos africanos. Quienes tenían ascendencia africana, eran expulsados de clubes y asociaciones, y considerados “negros” y por ende perdían sus derechos. Lo que Namibia vivió en manos alemanas, sería muy similar a los impondría el III Reich en Europa, por medio de leyes racistas, limpieza étnica, degradación de los individuos que no eran considerados “germánicos” a un papel de sub humano.
El dominio de Sudáfrica: Colonialismo, expolio y racismo.
En 1914, Namibia, o hasta ese entonces África del Sudoeste alemán, era una colonia próspera, las guerras contra los nativos, obligaron a construir ferrocarriles e infraestructura que permitió la explotación minera a escala, unido a la expansión del negocio ganadero. Los alemanes tenían grandes planes para el desarrollo del territorio, con planes de riego, colonización de nuevas áreas. El estallido de la Primera Guerra Mundial, frustró este proyecto. Los sudafricanos invadieron con 60.000 efectivos, su avance tuvo retrocesos, dado la resistencia alemana, a pesar de lo reducido de sus fuerzas. Finalmente en mayo de 1915, luego de cuatro meses de campaña, los alemanes, aislados del mundo exterior, y sin posibilidades de recibir apoyo alguno, además de la superioridad enemiga, se rindieron. Un pacto de caballeros permitió una honrosa rendición, los alemanes recuperaron su libertad, bajo el mando militar sudafricano. La idea de desalojar a los alemanes, fue descartada, dado que ello rompería con la supremacía blanca en materia económica. De los 15.000 alemanes, 8000 se quedaron, que junto con unos 10.000 colonos blancos sudafricanos, la mayoría de ellos, bóeres, se instalaron en las haciendas abandonadas por los antiguos propietarios germanos, continuarían siendo la minoría de privilegiados. Pronto el sentido de supervivencia ante una abrumadora mayoría negra, motivó que los blancos hicieran causa común, lo que facilitó de alguna manera el control sudafricano sobre el territorio. Cabe destacar que los alemanes eran minoría entre los colono blancos, pero su poder económico fue importante, retuvieron el 70% de la actividad económica, no en vano años después, Alemania Federal, tuvo un papel importante como inversor en Namibia bajo control sudafricano, como en el proceso de solución del conflicto namibio en los 70/80.
En 1921, fue formalizado el Mandato sudafricano, bajo supervisión de la Sociedad de las Naciones, en la categoría C, lo que implicaba el gobierno directo sobre el territorio. Pronto la Unión Sudafricana trasladó su legislación racista. Años antes, durante el régimen de ocupación en plena guerra, Sudáfrica impuso el orden en los reinos ovambos, eliminando a su rey Mandume, imponiendo sus propias reglas a los jefes tribales, que en muchos casos, serían cooptados y corrompidos, lo que facilitó también el control sudafricano. Las poblaciones nativas padecieron las leyes y decretos sobre vagancia, amos y siervos, pasaportes internos. Los africanos, que no tenían vivienda o trabajo, podían terminar bajo las rejas o con un trabajo impuesto por el juez, quienes violaban un contrato laboral, también podían sufrir prisión, como los que no tenían pasaporte o un pase especial para ir a trabajar o transitar zonas europeas. En los años 20, surgió la figura de Marcus Garvey, que luchó por un estado namibio, apoyándose en el ejemplo de Liberia. A lo largo de la historia, hubo distintos actos de resistencia, ahogados con dura represión, pero que sentaron las bases de un movimiento nacionalista, que tras la matanza de Windhoek de 1959, dio origen al SWAPO (Organización Popular del Sudoeste de África) en el exilio, de la mano del dirigente histórico Sam Nujoma, en Tanzania, entonces en manos del régimen revolucionario de Julius Nyrere. El régimen sudafricano, como el alemán, no tenía el más mínimo interés en mejorar la calidad de vida de los nativos. En la década del 30, el Administrador sudafricano del territorio, señaló que se habían invertido 100.000 libras en 30.000 escolares blandos y 12.000 libras en 200.000 escolares nativos. Realmente una política perversa.
Finalizada la Segunda Guerra Mundial, con la creación de las Naciones Unidas, el régimen de mandatos, pasó al sistema de administración fiduciaria. Sudáfrica, se negó de plano de cumplir con ello y en 1949, por medio de una ley, anexó ilegalmente el territorio, como una provincia más. El régimen del apartheid, impuesto por el partido Nacional en 1948, ya de manera abierta, fue impuesto en Namibia. En el plano económico unos 25.000 blancos controlaban 25 millones de hectáreas productivas. El desarrollo de la minería, especialmente del estratégico uranio, como de minerales metalíferos como el cobre, o los diamantes, atrajo a poderosas corporaciones. La pesca fue otro gran negocio, que depredó los caladeros, costando décadas en recuperarse. Las poblaciones africanas, siguiendo el modelo colonizador alemán, fueron confinadas, lejos de las áreas productivas. Los “expertos” sudafricanos en temas nativos, llevaron a cabo la ingeniería de los bantustanes, impuesto en Sudáfrica. Estos eran estados africanos, teóricamente con amplia autonomía, incluso independientes de facto, donde millones de ciudadanos sudafricanos de raza negra, se convertían en ciudadanos de estados o países ficticios. Los pueblos namibios, estaban en pleno proceso de cambio, especialmente dado que muchos habían combatido como voluntarios en las fuerzas sudafricanas en el norte de África, esto generó cambios en la mentalidad y se tradujo en un incremento de la lucha sindical, además de política. El ejemplo del Congreso Nacional Africano, como movimiento de resistencia anti apartheid, influenció a muchos estudiantes namibios que se encontraban en Sudáfrica. Las iglesias cristinas, tolerantes con el régimen colonial, comenzaron a tener un cambio de visión, para terminar la mayoría de ellas, excepto la holandesa reformada (calvinista), en canales de resistencia y lucha contra el régimen racista.
Las Naciones Unidas tuvieron un interesante papel en el proceso de descolonización de Namibia, a pesar del revés legal en la Corte Internacional de Justicia, que no condenó la ocupación sudafricana, no impidió que en 1966, fuera creado el Consejo de Naciones Unidas para Namibia, denominación del territorio ocupado, con responsabilidad de administrar la colonia hasta su independencia. Este consejo trabajó activamente en la formación de cuadros para la futura administración independiente. La Asamblea General en octubre de 1966, revocó el mandato sudafricano, ratificado por el Consejo de Seguridad en 1969. En 1971, la Corte Internacional declara ilegal la presencia sudafricana y en 1973, la SWAPO, es declarada representante legítimo del pueblo namibio y por ende un movimiento de liberación nacional.
Tipicos carteles en tiempos del apartheid
La Guerra Fría, llegó a este lugar del África, los intereses de las grandes potencias, especialmente el de las poderosas corporaciones mineras y el temor que el valioso uranio, quedara en manos del bando contrario, toleró el régimen impresentable del apartheid sudafricano. Por la puerta de “atrás”, Pretoria, obtuvo armas y petróleo, gracias a la complicidad de Francia, Alemania Federal, Israel, Estados Unidos, Arabia Saudita, Emiratos Árabes, y el Reino Unido (país que desconoció el fallo de la Corte Internacional de 1971 y el decreto del Consejo de Naciones Unidas sobre ilegalidad de la explotación de los recursos). La SWAPO, con su brazo armado el PLAN, libró una guerra de guerrillas, a escala limitada, dado los recursos humanos y las limitaciones políticas, que mejoraron con la independencia de Angola, que permitió contar con bases para atacar las poderosas fuerzas sudafricanas.
Los sudafricanos, ante la presión internacional, buscaron nuevos esquemas de dominio sobre Namibia. El régimen de bantustanes, permitió contar con complicidades locales, pero la inserción social de la SWAPO era notoria, la idea de unidad nacional era un hecho, frente al tribalismo explotado por el ocupante. El llamado “circo” Turnhalle, fue un intento de Sudáfrica de crear un gobierno controlado en Namibia. Entre 1971-1978, funcionó una Asamblea Constituyente, que sancionó una Constitución que mantuvo el régimen de bantustanes o “naciones étnicas”, una declaración de derechos sin garantías para su implementación, creando un andamiaje legal, que permitiera mantener el tribalismo y por ende dividir a los namibios, bajo la supremacía blanca. El gobierno interino, formado por la Alianza Democrática Turnhalle, surgido de elecciones fraudulentas, se mantuvo bajo la sombra del Administrador General sudafricano. En el nuevo esquema de control fueron creadas fuerzas armadas, la llamada Fuerza Territorial, bajo control de cuadros sudafricanos y la Policía de África del Sudoeste, que eran en verdad ramas del régimen racista. La represión intensa debilitó la estructura local de la SWAPO, tomando un rol importante, el Conejo de Iglesias Cristianas en la oposición al régimen racista y sus violaciones a los derechos humanos.
La guerra de Angola tocaba su fin, teniendo entre sus actores clave, a Cuba. Fidel Castro, precisaba retirar a sus soldados (unos 50.000) de aquel atolladero, buscando una salida honrosa. Entre 1987-1988, se llevó a cabo la Operación Carlota, y en ese escenario se libró la batalla de Cuito Canavale, la mayor en África desde El Alamein, con participación de miles de combatientes y cientos de blindados. Los cubanos combatieron con distinción, desplegando potentes tanques T62, aviones Mig23, llegando a 20 km de la frontera común entre Angola y Namibia. El líder cubano, explotando la debilidad internacional de los sudafricanos, y ante la imposibilidad de estos de una victoria estratégica, fueron obligados a sentarse en la mesa de negociaciones. Esto abrió las puertas para la independencia. La SWAPO que atravesaba una crisis casi terminal, luego de las purgas sangrientas de los años 80, encontró en este proceso una segunda oportunidad. Es altamente probable que el comisario de seguridad, Salomon Hawala con su caza de brujas, fuera funcional a la inteligencia sudafricana, dado que estuvo detrás del ataque a los mejores cuadros de la SWAPO, incluso llegó arrestar a la esposa del líder de la organización Sam Nujoma. En estos años turbulentos se formaron también nuevos cuadros, que supieron convivir con la vieja guardia del partido, pero con formación liberal y democrática, que fueron los artífices de una nueva versión de la SWAPO, en un contexto democrático.
La transición e independencia
Los sudafricanos, tenían un frente interno complejo. El régimen racista se estaba desmoronando, los altos costos de la llamada “estrategia total” de acciones armadas en la región, era insostenible para la economía. Los aliados occidentales, ante los cambios devenidos por el fin de la Guerra Fría, no precisaban del impresentable régimen racista, que fue funcional a sus intereses durante el choque Este Oeste en África. Naciones Unidas desplegó la misión de paz para Namibia, conocida como UNTAG, que de 7500 efectivos previstos, quedó solo a 860 militares. 24 horas antes del día D, que estaba previsto el cese del fuego, combatientes del PLAN, rama militar de la SWAPO, cruzaron inocentemente la frontera. Sudáfrica, actuó en consecuencia, y eliminó a 278 soldados namibios. Pérez de Cuellar, tuvo una postura ambigua, dado que desde el punto de vista legal el cese del fuego no estaba vigente. Tropas sudafricanas fusilaron a todo aquel que se rendía. La idea la rama militar de la SWAPO era entregarse a la protección de la UNTAG, pero nadie se había tomado el trabajo de contactarlos. Las negociaciones de paz, nunca fueron bilaterales, la SWAPO negoció siempre por terceros actores, ya sea Cuba, Angola u otros países amigos.
En un clima de intimidaciones, trabas impuestas por Sudáfrica (todavía con el régimen del apartheid agonizante), se llevaron a cabo las elecciones. La UNTAG tenía suficiente mandato para llevar a cabo el relevamiento de electores, establecer puestos de votación, intervenir ante abusos del ocupante. Martti Ahtisaari, político finlandés designado Representante Especial de Naciones Unidas, tuvo un importante papel, que se coronó con el éxito, de llevar a cabo elecciones, elegir una Asamblea que dictó una nueva Constitución. En materia de seguridad, la policía, ante el exilio de los mejores agentes que regresaban a Sudáfrica, quedó en manos de reclutas de baja calidad y antiguos miembros de la temible policía antiterrorista, conocida como Koevoet. Relativo al ámbito militar, los británicos, hicieron un brillante trabajo, al integrar al PLAN, rama militar de la SWAPO, con la Fuerza Territorial de África del Sudoeste, dando origen, a las Fuerzas de Defensa de Namibia, con un nivel profesional adecuado, y completamente subordinados al poder civil.
La Constitución, donde participaron asesores legales sudafricanos, alemanes, estadounidenses y de Zimbabue, fue objeto de elogios. Estableció numerosos derechos y garantías, régimen pluripartidista, el inglés como idioma oficial, amplias atribuciones parlamentarias en el control del ejecutivo, un poder judicial independiente, defensoría del pueblo, obligatoriedad de la educación, ordenamiento territorial (erradicando el modelo de estados étnicos y áreas controladas por blancos) basado en un sistema unitario, pero con descentralización administrativa de las regiones y municipios. La Asamblea Constituyente, eligió el 21 de marzo de 1990, a Sam Nujoma como presidente y fue proclamada formalmente la independencia. El día era coincidente con el aniversario de la masacre de Sharpeville, símbolo de la lucha contra el apartheid. Presenciaron el acto, el Secretario General de Naciones Unidas, Pérez de Cuéllar, el presidente sudafricano Federick W. De Klerk, el Secretario de Estado de los Estados Unidos, ministros de Exteriores de Alemania, Francia, Reino Unido, Canadá, además de veinte jefes de estado africanos. Terminaba así 75 años de ocupación sudafricana y más de un siglo de colonialismo brutal. El proceso de retiro sudafricano se coronó con la devolución del distrito de Walvis Bay en 1994, principal puerto exportador del país.
El gobierno de Nujoma, se caracterizó por impulsar un programa de reconciliación nacional, designó a ministros blandos, como el Dr. Herrigel, en Economía; también blancos fueron los ministros de agricultura, transportes y el Procurador General. Los primeros años fueron complejos, incluso no exentos de tensión, cuando el siniestro Hawala, responsable de las horribles purgas en Angola, fue designado al frente de las Fuerzas de Defensa. Nujoma tenía un delicado juego de equilibrios, ante un país, que la minoría blanca se quedaba con el 70% de la riqueza nacional, controlaba las mejores tierras, 50% de desempleo, la miseria en la periferia de Windhoek, el norte devastado por años de militarización. El país no tenía moneda propia, seguía siendo el rand sudafricano y las exportaciones se hacían por el puerto de Walvis Bay, controlado por los sudafricanos. Un siglo de políticas destinadas a condenar a la población africana a la miseria, el expolio y un diseño de infraestructura destinado a mantener dependiente a Namibia de Sudáfrica, eran, y siguen siendo una pesada carga. Las políticas moderadas, impidieron la esperada fuga de blancos, como paso en Zimbabue, que tuvo consecuencias catastróficas para su economía.
En diciembre de 2024 fue electa presidente Netumbo Nandi-Ndaitwah, logró revitalizar el gobernante SWAPO, que sufría desgaste por años en el poder. Los grandes desafíos reconocida por NNN como es conocida popularmente la nueva jefa de estado, son la pobreza y el alto índice de desempleo. El país no ha logrado romper con una economía básicamente extractiva, que no genera suficientes empleos para una creciente población joven. Se unió a la SWAPO en el año 1966, en tiempos de la ocupación sudafricana y el régimen del apartheid, pasando parte de su vida en el exilio, antes de un breve período en la cárcel por razones políticas
El país se ha esforzado en que los grandes inversores se quedaran en el país. En diez años, la pobreza del 70% cayó al 30%, la pobreza extrema se redujo del 53% al 23%. Fue introducida una moneda nacional, mejoras en el sistema de salud, a tal punto que es frecuente desde la vecina Angola, busquen asistencia médica en el norte del país. En materia de Índice de Percepción de la Corrupción el país está en el puesto 59 de 180 países. Cabe destacar que supera a muchos países de América Latina. La prestigiosa ONG Freedom House, sitúa a Namibia como una de las democracias más sólidas de África con un puntaje de 77/100, con elevados índices de libertad de expresión y organización política. Las elecciones son justas y los informes de observadores extranjeros son buenas.
En materia financiera se ha desarrollado un sólido sistema financiero, se impulsó la diversificación económica, y gracias a la estabilidad política y económica, agregándose los programas de preservación de la diversidad, hacen que un millón de turistas visiten el país para conocer la naturaleza espectacular de este país.
En 2022, pozos de exploración de hidrocarburos en la denominada Cuenca de Orange, dieron informes alentadores de reservas potenciales de dos mil a tres mil millones de barriles de crudo, abriendo nuevas perspectivas para el desarrollo del país. No en vano, la nueva presidente electa, anunció un plan de desarrollo de varios millones de dólares para generar empleo, especialmente a sectores más jóvenes.
Nujoma, no se perpetuó en el poder, a pesar que más de un observador pensaba que iba seguir los pasos de Mugabe, que de líder nacionalista y popular, referente de la lucha contra el racismo, terminó siendo un tirano que hundió al país en la miseria. Nujoma tuvo tres mandatos presidenciales. Las elecciones que siguieron se caracterizaron, por la fuerte presencia de la SWAPO como partido dominante, pero en un clima de libertad. Expertos internacionales han ponderado el proceso político namibio, donde no hubo intentos de controlar medios de prensa. Los derechos humanos son respetados, las tensiones internas han sido superadas. El sucesor de Nujoma, Hifikepunye Pohamba, un líder moderado, también fue ponderado por la estabilidad política, a pesar de los problemas que el país arrastra en materia de desigualdad social, desempleo juvenil y los problemas de corrupción, que son fuente de preocupación, no obstante tener índices de calidad institucional mejores que la vecina Sudáfrica y de otros países africanos, e incluso de muchos de América Latina. El sucesor de Pohama, ha sido Hage Geingob, doctorado en el Reino Unido, y ex primer ministro en el primer gobierno de Nujoma. Fue reelecto en 2019, por una amplia mayoría. Uno de los hechos de su presidencia, fue el reconocimiento alemán de las atrocidades en los tiempos coloniales. Ambos gobiernos están en el marco de conversaciones sobre reconciliación. Alemania se niega de plano de compensar económicamente a los descendientes de las víctimas, pero reconoce la posibilidad de un pedido de perdón y buscar mecanismos de reconciliación.
Namibia todavía tiene que romper con viejas cadenas del subdesarrollo, diversificar su economía, muy dependiente de la exportación de productos mineros, ganaderos y pesqueros, pero no cabe duda que es un ejemplo de transición exitosa, luego de un pasado terrible, superó con esfuerzo y gran tacto político las viejas heridas del pasado. En América Latina, donde las clases políticas están enfermas de sectarismo, no piensan en bienes superiores como la unidad y democracia, tienen una interesante experiencia, al otro lado del Atlántico, para poder superar males pasados y generar esperanza a las generaciones venideras.
Por Jorge Alejandro Suárez Saponaro
Director Diario EL MINUTO para Argentina
La Guerra de Malvinas formalmente se inició con el desembarco argentino en las citadas islas el 2 de abril de 1982. Fuera de Argentina, muchos ignoran que el conflicto de soberanía no solo incluye a las Islas Malvinas, sino también las islas Georgias del Sur y Sándwich del Sur. En marzo de 1982, un buque de la Armada, fletado por una empresa argentina, arribó a las islas Georgias del Sur, desembarcando un grupo de obreros para el demantelamiento de instalaciones balleneras en desuso, sobre la base de un contrato firmado por el empresario argentino Constantino Davidoff y una firma británica, con conocimiento de autoridades británicas y argentinas.
Por Jorge Alejandro Suárez Saponaro
Director Diario EL MINUTO para Argentina
Antecedentes del “Incidente Georgias”
En 1978 atrajeron la atención, los dichos de un contramaestre, al empresario argentino Constantino Davidoff, quien le comentó sobre la existencia en las islas Georgias de Sur de importantes cantidades de piezas metálicas de las antiguas factorías balleneras que allí habían funcionado. Esa información lo incentivó a obtenerlas, para lo cual realizó –sin éxito- gestiones ante el Embajada Británica en Buenos Aires. Davidoff probó entonces suerte ante el gobernador británico de las Islas Malvinas, quién por intermedio de su secretario lo puso en contacto con la firma Christian Salvensen Limited (con sede en Edimburgo), propietaria de las instalaciones. En 1979 Davidoff y la citada empresa firmaron un contrato de venta de las instalaciones. La existencia del contrato fue informado a las autoridades británicas en Malvinas.
En Argentina, Davidoff constituyó una sociedad, Islas Georgias del Sur SA, dedicada al desguace de las instalaciones ubicadas en Puerto Leith, e inició gestiones para contar con un transporte para las islas. Buscó contratar el buque polar británico HMS Endurance, sin éxito. Luego contrató un velero de bandera panameña, el Caimán, pero cambios en las condiciones pactadas por el capitán del buque, el viaje se suspendió. En esos días nos dice el Dr. Lanús que el citado buque polar estaba a punto de ser retirado, porque todavía no se conocía en Gran Bretaña la exacta naturaleza del desafío argentino.
En 1981, Davidoff fue convocado por el Ministerio de Relaciones Exteriores, a fin de explicar los alcances de su proyecto comercial en las islas Georgias del Sur y sus contactos con los británicos. A instancias del embajador Carlos Lucas Blanco, fueron iniciadas gestiones ante la Armada Argentina a fin de obtener un transporte. En aquel momento el alto mando naval gestaba la idea de instalar una estación meteorológica en San Pedro – isla principal de las Georgias – tal como se había hecho en 1976 en la isla Thule en Sándwich del Sur. En cooperación con determinados niveles de la Cancillería se formó el Grupo Alfa (civil – militar) para desembarcarlo al final de la campaña antártica.
En diciembre de 1981, Davidoff visitó las instalaciones de Puerto Leith a bordo del rompehielos ARA Almirante Irízar. Su evaluación de las instalaciones lo llevó a renegociar el contrato con la Salvensen, con el objeto de extender el contrato dado la magnitud de los trabajos a realizar. A su arribo a Buenos Aires, el empresario fue convocado por la embajada británica, donde le recriminaron no haberse presentado ante las autoridades británicas en King Edward Point, a fin de registrar su llegada. El empresario citado pidió instrucciones a la legación británica a fin de no omitir trámites y/o evitar inconvenientes. Cabe destacar que al realizar el viaje, Davidoff, a bordo de un buque del Estado argentino, impedía cumplir con los requisitos solicitados por los británicos de reportarse en King Edward Point, separado a más de 40 km por un macizo montañoso y glaciar, de los puertos donde se hallaba la chatarra que pretendía retirar por Davidoff: Así comenzaba la historia, que llevaría a la Argentina a la guerra.
Articulo original en
El documento completo puede descargarlo aquí.
Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Director Diario El Minuto para Argentina
| Jorge Alejandro Suárez Saponaro es Director de Diario El Minuto Argentina.