
Publicado por Dr. Suarez Saponaro
Analista colaborador CREI (Argentina)
La crisis estalló en este mes de septiembre, al ver como los “Nepo Kids” los hijos de altos funcionarios y políticos nepalíes en redes sociales hacían ostentación de su estilo de vida, cuando gran parte de la población está sumida en la pobreza y azotada por el desempleo. La “gota que colmó” el vaso fue la decisión del gobierno nepalí de prohibir una serie de redes sociales: Facebook, Instragram y Whatssap, llevando al “Movimiento Generación Z” como se autodenominan los jóvenes que protagonizaron la rebelión civil, a salir a las calles. En el intento de asaltar el parlamento, la policía abrió fuego y se estiman que unas 19 personas perdieron la vida. La violencia se extendió en todo el país.
Por el Dr. Jorge Alejandro Suárez Saponaro
Especial para LA POLIS. Desde Buenos Aires.
Las calles de Katmandú – capital de la nación del Himalaya – reina una tensa calma, mientras el ejército junto a la policía realizan patrullas y hay toque de queda. Los jóvenes fueron los grandes protagonistas del estallido social que costó la vida a 29 personas y la dimisión del primer ministro Sharma Oli como de gran parte del gobierno (una coalición entre el partido comunista y el centro izquierdista Congreso Nepalí). La India sigue con atención los acontecimientos de Nepal, dado su valor estratégico y por el acercamiento que tuvo el primer ministro saliente con Pekín.

La decisión del gobierno de prohibir 26 plataformas de redes sociales, como Facebook, X, Youtube o hasta el mismo Whatssap, para “evitar la propagación de noticias falsas”, la sociedad lo interpretó de otra manera y el sector más joven de la población lo consideró una deriva autoritaria y un mecanismo para coartar la libertad de expresión. El desempleo juvenil alcanza el 20% y la pobreza afecta a un cuarto de la población nepalí. Existe un sentimiento de frustración por la falta de oportunidades. El lunes 9 de septiembre ante la ola de indignación popular, el gobierno dio marcha atrás con la medida. La muerte de manifestantes aquel fatídico día impulsó aún más el malestar social. La sede del partido del Congreso Nepalí, aliado del gobierno, fue incendiado como la vivienda del ex primer ministro del citado signo político, Sher Bahadur Deuba, mientras una turba enardecida sacaba por la fuerza a su esposa Arzu Rana Deuba, también política y ex ministra de Relaciones Exteriores. Los ataques vandálicos afectaron al Parlamento, un complejo de oficinas públicas y la sede de la Corte Suprema. El caos permitió que millares de reclusos en cárceles de la capital huyeran.

Un hecho que causó conmoción y fue noticia en todo el mundo, en las horas que Katmandú fue un caos, fue el incendio de la casa del ex primer ministro Jhalanath Khanal, donde su esposa Rajyalaxmi Chitrakar, murió después de que los manifestantes incendiaran su casa. El vice primer ministro y ministro de finanzas, Bishnu Prasad Paudel, fue perseguido por las calles por manifestantes que lo patearon y golpearon.

El país se encuentra sin un gobierno, existe un vacío de poder, lo que genera preocupación dentro y fuera de Nepal. Mientras tanto, los grupos juveniles (especialmente estudiantes) que encabezaron las protestas agrupados en el Movimiento Generación Z, señalaron en un comunicado: «De cara al futuro, creemos que los futuros líderes de Nepal deben estar libres de afiliaciones a partidos políticos arraigados, ser totalmente independientes y ser seleccionados en función de su competencia, integridad y cualificaciones». En este clima de incertidumbre cobra importancia la figura del alcalde de Katmandú – Balen Shah – hizo llamados a la moderación y al diálogo nacional.

Los reclamos se centran en garantizar la libertad de expresión, donde las redes sociales juegan un rol preponderante y el fin de las prácticas corruptas. La falta de oportunidades, obligan a millares de nepalíes a emigrar a otros países, especialmente en el Golfo Pérsico, Corea del Sur y Malasia. Se estima que unos 2.000 jóvenes abandonan por día el país en busca de mejores oportunidades fuera de Nepal.
La pobreza no solo afecta más del 25% de la población, sino que estamos frente a un país con acusados niveles de desarrollo, como evidencia el Índice de Desarrollo Humano, que coloca a Nepal en el puesto 146 de 193 países relevados (en comparación con países asiáticos, solo supera en pobreza y subdesarrollo a Nepal, Afganistán). La inseguridad alimentaria afecta al 20% de la población. Uno de cada cuatro niños menores de cinco años aún se ve afectado por problemas de crecimiento. A pesar de los avances en las mejoras de la expectativa de vida de la población, el sistema de salud sigue arrastrando problemas que afecta especialmente a las poblaciones rurales. Aspectos culturales, son también un factor que condiciona el desarrollo del país, donde la práctica de la división por castas continúa, la brecha de género. El Banco Mundial señaló en un informe de 2024, que el 20% de la población nepalí está en situación de pobreza extrema, situación que permanece inamovible desde hace más de diez años.

El interés de Nueva Delhi por la situación que vive Nepal, se debe a su posición geográfica. Este pequeño país enclavado en las montañas, limita con dos poderosos vecinos, no solo por su peso económico a nivel global, sino por ser los más poblados del mundo (China e India).
En los últimos años, Pekín tiene un papel relevante en el desarrollo económico de Nepal, especialmente con inversiones en la construcción de complejos hidroeléctricos, incorporación de dicho país a la Iniciativa del Cinturón y la Ruta. El papel chino en la economía nepalí, se ve potenciado por la decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de cancelar un proyecto de US$ 500 millones destinados al desarrollo de la red eléctrica nepalí. El enorme potencial hidroeléctrico del país, valoriza su posición geopolítica, ante India y China, cuyas economías en expansión demandan cada día más energía. En el caso chino, el desarrollo del sector energético nepalí se inserta con sus políticas en Tíbet, donde están en marcha ambiciosos proyectos de construcción de plantas de energía hidroeléctrica. Esto tiene también su impacto político, dado que Katmandú reconoce el control chino sobre la región tibetana, alejando cualquier fantasma de apoyo al gobierno en el exilio del Dalai Lama.

India mantiene fuertes lazos culturales, históricos, de seguridad como económicos, que sin ninguna duda llevará a tener una mayor injerencia para que el vecino nepalí supere la crisis. En estos días, Katmandú tiene un vacío de poder y con instituciones sumamente debilitadas por una drástica pérdida de legitimidad. Las relaciones indo nepalíes han atravesado altibajos, por el creciente discurso nacionalista anti India, país que históricamente tuvo una fuerte influencia en Nepal, el bloqueo de fronteras por diferencias en materia de política comercial y el temor que Nueva Delhi a través de proyectos hidroeléctricos, perjudique los intereses nepalíes sobre el control de ríos y cuencas, junto con los condicionantes de vetar la compra de energía eléctrica producida por obras donde existan intereses chinos. En 2015, el primer ministro indio presionó abiertamente por la vigencia de la Constitución nepalí incluso impuso sanciones, agregándose la existencia de disputas por la delimitación de fronteras. El acuerdo de exportar energía a Bangladesh, forma parte de la estrategia nepalí de reducir la dependencia e influencia que tiene India. La crisis que atraviesa Nepal ante la caída del primer ministro Oli, abre las puertas para que Pekín como Nueva Delhi, intenten explotarlo a su favor. Esto pone en duda la tradicional política de no alineamiento y evitar que alguno de los dos poderosos vecinos incremente su influencia, condicionando aún más el limitado margen de maniobra externo de Nepal.

Nepal: una nación entre “dos rocas”.
La República Democrática Federal de Nepal, es una nación que forma parte del subcontinente indio con unos 30 millones de habitantes y 146.516 km2. El idioma predominante es el nepalí y la mayor parte de la población es hinduista. Estamos ante un país multiétnico, con más de un centenar de grupos e idiomas. Históricamente su política estuvo condicionada por China e India, como lo definió en el siglo XVIII, el rey Prithvi Narayan Shah calificó a Nepal de «un ñame entre dos rocas».
Existen referencias sobre el Valle de Nepal, en los escritos indios de hace más de dos mil años. Buda nació en Lumbini, en el actual Nepal. Culturalmente el país estuvo vinculado a la llanura del Ganges. Hacia el siglo IV o V d.C. se instaló la dinastía Licchavi, de origen indio, que impuso su gobierno sobre una población mayoritariamente de otras etnias no indias. Entre los años 500 a 700 d.C se abrió el intercambio con Tíbet, con un intenso intercambio cultural, comercial y político. A partir del siglo VII se iniciaron los contactos con China, interrumpidos por los conflictos entre tibetanos y chinos.

La dinastía Malla (siglos X – XVIII) a diferencias de sus antecesores, extendió los códigos y valores brahmánicos a sus súbditos, que en su inmensa mayoría no eran de origen indio. En el siglo XV el rey Yaksha Malla dividió el reino entre sus hijos, dando origen a los principados Katmandú, Patan y Bhaktapur (Bhadgaon). Estos coexistían con otros principados menores ubicados en zonas montañosas del este y oeste del país, cuya existencia y autonomía dependía en gran parte de los delicados juegos de poder entre los principales estados nepalíes. En todos los casos estaban en manos de gobernantes indios. A principios del siglo XVIII, uno de estos estados, Gorkha (o Gurja) se impuso al resto de los principados y de la mano de su gobernante en 1769, Prithvi Narayan Shah, unificó el país y estableció la capital en Katmandú, dando origen a lo que hoy conocemos como Nepal. El proceso centralizador se vio limitado por las relaciones entre la elite gobernante y los liderazgos de los territorios periféricos del país, donde la autoridad central tenía una presencia limitada.
La política nepalí entre 1775 a 1851 estuvo marcada por los conflictos entre la familia real y poderosas familias nobles, llegando en diversas etapas que el rey tuviera un rol simbólico, cuando el poder real caía en manos de una poderosa familia, como el caso de los Rana (1846-1951), que no trajo estabilidad, sino más bien pugnas de poder, destacándose la ausencia de un sistema institucional sólido. Ello no impidió que el reino nepalí buscara expandirse, librando una serie de guerras China y el Tíbet (1788-1792), con el reino sij en el Punjab (1809), India británica (1814-1816), y nuevamente con el Tíbet (1854-1856), quedando el país reducido a los límites actuales. La presencia británica en India fue visto como una amenaza real, zanjada en parte por la familia Rana, por un acuerdo en el cual, la política exterior estaría orientada por Londres y habilitar el reclutamiento de soldados nepalíes – los célebres gurkas – para los regimientos británicos en India.

La salida de los británicos de la India, en 1947, perjudicó la familia Rana y el rey Tribhuvan con apoyo popular y del nuevo gobierno de Nueva Delhi, derrocaron a esta dinastía que controlaba el puesto de primer ministro de carácter hereditario de hecho. En 1959 se formó el primer gobierno constitucional liderado por el Partido del Congreso, pero pronto entró en conflicto con el rey Mahendra (1955-1972) que derivó en la implantación de un régimen autoritario con la nueva constitución de 1962. Los principales líderes del Partido del Congreso fueron encarcelados. Así nació el régimen del Panchayat. Este sistema sin partidos políticos, con cuatro niveles de gobierno, formado por consejos locales, de distrito y regionales. Solo eran electos de manera directa los consejos de aldea. El Parlamento nacional, estaba formado por representantes de distintos sectores sociales, regionales y designados por el rey. En 1980, el rey Birendra, inició un tímido proceso de liberalización con la elección directa de los diputados del parlamento, manteniendo el sistema sin partidos políticos. Las protestas y la impopularidad del sistema, motivaron la apertura de los 90, permitiendo los partidos políticos, derogando la dura legislación de seguridad y fue designado como primer ministro Krishna Prasad Bhattarai, con participación de partidos de izquierda.

La inestabilidad política del nuevo régimen parlamentario, fue una pugna entre la monarquía, el gobierno parlamentario, el Partido del Congreso que controlaba el poder y la oposición de izquierda formada por el partido maoísta Partido Comunista de Nepal, que derivó en situaciones de violencia y abrió las puertas para la guerra civil. Los líderes de las organizaciones armadas fueron el Dr. Baburam Bhattarai y Pushpa Kamal Dahal, creando en las localidades que controlaban un nuevo gobierno.

En junio de 2001, fue noticia en todo el mundo la masacre de la familia real, en manos del príncipe heredero Dipendra, costándole la vida al rey Birendra y su esposa y a los hijos menores del matrimonio real. Bajo efectos de la droga y el alcohol asesinó a gran parte de su familia en el Palacio Real, para luego intentar quitarse la vida (estuvo en agonía por tres días). El hecho estuvo lleno de conjeturas e interrogantes. El hermano del rey muerto, Gyanendra asumió al trono, quién asumió poderes dictatoriales para poder lidiar con la rebelión maoísta.

La guerra civil costó la vida de 17.000 personas. El conflicto se caracterizó por innumerables atropellos a los derechos humanos. La insurgencia controló los espacios rurales, cercando al gobierno real en las grandes ciudades. En 2006 estalló una huelga general en todo el país, mientras que la guerrilla bloqueaba la capital. En noviembre de ese año hay un acuerdo de paz con auspicios de la ONU y los rebeldes se integraron en un gobierno de unidad nacional. La asamblea constituyente electa en 2007, abolió la monarquía y el país se convirtió en una república federal de corte parlamentario.
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