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Proteger a Daniel de la impunidad del yanqui es la tarea principal.

Manuel Salvador Espinoza Jarquín (*)

Se supone por ahora que el vehículo aéreo no transportado de tipo MQ-9 REAPER (Segador), más conocido como dron, fue dirigido desde la base aérea norteamericana Ain Assad, a unos 235/km de distancia del aeropuerto de Bagdad. El dron puede viajar a una velocidad de 335 kms por hora a una altitud entre 7 mil y 13 mil metros y con sus 4,763 kilogramos de peso puede mantenerse por 24 horas en el aire. Se supone también que descargó 4 misiles contra la caravana que viajaba el 2do hombre más fuerte en Irán, asegurando el cumplimiento de una operación encubierta del ejército norteamericano.

En el centro de mando, en el Pentágono y la Casa Blanca la transmitieron en vivo, generando los aplausos al haber impactado el primer misil. Posteriormente las imágenes del ataque fueron publicadas abiertamente en internet. Todo digno de una novela al estilo de Tom Clancy.

Tras haber presenciado el asesinato del general iraní Qasem Soleimani, de 62 años, el estratega de las exitosas operaciones militares iraníes en Oriente Medio, que destruyó a las fuerzas terroristas del Estado Islámico construido por la CIA, Arabia Saudita e Israel y cabeza de las Fuerzas de élite Quds, cerca del aeropuerto de Bagdad en Iraq, entendemos con claridad meridional que se repiten las acciones de asesinato a líderes extranjeros que se oponen a la hegemonía imperial de los EE.UU.

Inmediatamente los nombres de héroes nacionales como Benjamín Zeledón, Sandino y otros líderes extranjeros como Patricio Lumumba, Salvador Allende, Omar Torrijos, Maurice Bishop, Sadam Hussein y Muamar el Gadafi, y los más de 400 atentados a la vida de Fidel Castro, conforman una pequeña lista de aquellos que se opusieron a la política global norteamericana de intervención y saqueo en sus respectivos países.

Muchos pensaron que tras los resultados en 1976 del comité selecto del Senado de los Estados Unidos, presidido por el senador Frank Church, para la investigación de las operaciones y acciones criminales de los servicios de inteligencia USA desde el mandato de Franklin D. Roosevelt hasta el de Richard Nixon (4 gobiernos demócratas y 2 republicanos), desde la 2da guerra mundial hasta las operaciones Cóndor y el golpe de Estado a al presidente chileno Salvador Allende, habían sido una clara lección de ética para la conducción de la política exterior por parte de las futuras administraciones norteamericanas y una camisa de fuerza para las acciones encubiertas de los servicios de inteligencia de los EE.UU.

Diez años más tarde, en octubre de 1986 tras el derribo del avión donde es capturado Eugene Hasenfus en Nicaragua, se destapa una serie de acciones ilícitas por parte de varias estructuras del ejecutivo norteamericano que apoyaban la guerra de Reagan utilizando a la Contra y haciendo caso omiso a cuatro enmiendas del congreso norteamericano conocidas desde 1982 como “las enmiendas Boland”, que le prohibían el financiamiento de ayuda letal a la contrarrevolución, y actividades de inteligencia que se realizaran para derrocar al gobierno sandinista.

Desde inicio de 1987 hasta 1992 desfilaron en audiencias especiales del congreso los funcionarios del gobierno USA más involucrados con el “Proyecto Contra”, en lo que se llegó a conocer como el Caso Irán-Contra o Contra-Gate, en el que Ronald Reagan estuvo al borde de ser destituido de su cargo.

USA piensa que “el fin justifica los medios”

Muchos de ellos como Oliver North del Consejo de Seguridad Nacional (CSN), Clair George y Dewey Clarridge de la Central de Inteligencia (CIA), Caspar Weinberger del Departamento de Defensa y otro que no aprendió la lección como Eliot Abrams, quien ataca a Venezuela hoy día, terminaron siendo culpados y recibieron la casa por cárcel y sumas cuantiosas a pagar. Basta con leer las memorias del mismo Abrams para entender por todas las penurias que su mal actuar le ocasionó.

Reagan ni siquiera indultó a sus peones antes de abandonar la Casa Blanca. Lo importante para él fue no haber sido sujeto del impeachment a pesar de haber firmado y autorizado lo que generaron todas las órdenes ejecutivas convertidas en operaciones encubiertas de inteligencia contra la Nicaragua sandinista, que involucraban el financiamiento -a espaldas del congreso- de más de 30 millones de dólares producto de la ventas de armas a Irán.

Pero Jack Devine, un oficial de la CIA experto en operaciones encubiertas y muy crítico de la forma de cómo desde su inicio la CIA dirigió “el Proyecto Contra” y que al final de su larga carrera terminara como jefe de la operaciones de toda la Central de Inteligencia, hace una pregunta en sus memorias: ¿Hubo por lo menos lecciones aprendidas de esta debacle? ¡Es obvio que no! Porque es imposible, para la cultura política de los que gobiernan y asesoran en la Casa Blanca, dejar de pensar que “el fin justifica los medios”.

Al final no pasó nada. Más de 50 mil muertos producto del “Proyecto-Contra”, una economía destruida, no nos pagaron los 17 mil millones que ordenó la Haya y la pobreza galopante con los gobiernos neoliberales que ellos apoyaron. ¡NO PASÓ NADA PARA ELLOS!

Y no es que Devine no haya querido la implementación de acciones encubierta contra la Revolución Popular Sandinista. Su crítica básicamente era que no se debía armar a los exiliados en el exterior según el plan que proponía el entonces jefe de la división latinoamericana de la CIA Duane Clarridge. Más bien Devine proponía armar a la oposición interna o, en todo caso, procurar que los exiliados si se llegaban a armar penetraran a la profundidad del territorio nacional y ahí se mantuvieran combatiendo.

Al igual que el diario La Prensa no se debía cerrar solo para poder criticar a los sandinistas de totalitarios. Al contrario, debía permanecer operando ya que hacía más daño al influenciar al pueblo contra el gobierno, tal y como ocurrió en Chile contra el gobierno de Salvador Allende.

Por lo mal planteado y elaborado todo el Proyecto-Contra, Devine incluso rechazó la propuesta de dirigir la Fuerza de Tarea Centroamericana, que desde el edificio central de la CIA en Langley dirigiría a más de 500 hombres involucrados en la guerra contrarrevolucionaria.

Devine propone en su libro que las políticas de acciones encubiertas deben ser consistentes con los objetivos de política exterior de los EE.UU, y al mismo tiempo apoyados por el pueblo y congreso norteamericano. Que todas las propuestas de operaciones encubiertas deben de pasar a través de un proceso de coordinación inter-agencial cuidadosamente construido.

Pensar que en nombre del “apuro”, muchos generadores de propuestas de acciones encubiertas bypasean este proceso, lo que los conduce al desastre asegurado. Y por último, el congreso debe ser notificado con 72 horas de anticipación. En todo caso no importa la ilegalidad internacional de la acción encubierta si todos están de acuerdo.

¿Quién es el próximo blanco?

Al comparar la forma sarcástica, cruel y morbosa con que se burla la ex–secretaria del Departamento de Estado Hillary Clinton (demócrata), al ver la transmisión en vivo del asesinato del líder libio, coronel Muamar el Gadafi al decir: “Llegamos, vimos, él murió” con la de Donald Trump (republicano) de:“Anoche bajo mi dirección, el ejército de EE.UU. ejecutó de manera exitosa un ataque de precisión al terrorista número uno del mundo: Qasem Soleimani”.

“Soleimani estaba planeando ataques inminentes y siniestros contra diplomáticos estadounidenses y personal militar, pero lo capturamos en el acto y lo aniquilamos”. “Soleimani era odiado en Irán y debió morir hace años”, vemos que a manera de conclusión la retórica es la misma, el mismo estilo vulgar y petulante y sobre todo el mismo fin de las operaciones encubiertas. No hay aprendizaje alguno solo en la perfección macabra de los medios y métodos empleados.

Al día de hoy, la lógica es una. No importa si se rompe el culto y lógica de las operaciones encubiertas que eviten el desastre y el desprestigio internacional de la política exterior USA. No importa si el congreso y el pueblo norteamericano son ignorados por el ejecutivo en la toma de decisiones ilícitas ante el derecho internacional en el marco de la implementación de su política exterior. No importa nada del rejuego de la política de balanza de poderes del gobierno norteamericano si el crimen ya se ha cometido.

Todos esos elementos solo servirán para adornar un debate político que pronto todos olvidarán.

Constatando la impunidad internacional que hasta la fecha comenten los norteamericanos, debemos reflexionar no como los políticos o diplomáticos harían, sino como nicaragüenses y sandinistas que somos. ¿Quién es el próximo blanco después de Soleimani? ¿Vladimir Putin? ¿Kim Yong-Un? ¿Nicolás Maduro? ¿Raúl Castro? ¿El comandante Daniel Ortega? Debemos de estar más que seguro que para cada uno hay operaciones ya planeadas y no necesariamente con drones. En todo caso, las razones son las mismas para todos ellos y los medios son suficientes en su arsenal de acciones paramilitares.

Dios no lo quiera ni lo permita pero ¿qué pasaría con el sandinismo? Recordemos el asesinato de Sandino y los miles de campesinos perseguidos y masacrados. ¿Qué sucederá con los planes de desarrollo próspero que ya iniciamos a ver en nuestro país? ¿Podremos responder en tiempo y forma? ¿Cómo evitar y contribuir a cortar esos planes macabros imperialistas para nuestros pueblos?

Basta decir que el presidente Daniel es el eslabón principal en la cohesión del sandinismo. El estratega por excelencia de la continuación histórica del único y verdadero sandinismo.

El Sandino y el Carlos Fonseca de nuestros tiempos. El gestor principal de la reconciliación nacional. El máximo arquitecto del proyecto nacional económico inclusivo a todos los estratos de la sociedad. El link por excelencia con otros pueblos en la lucha anti-imperialista.

En todo caso, tanto la postura imperial de impunidad de la política de Estado norteamericano en la cara de Donald Trump y reflejada en la crisis entre los EE.UU e Irán, así como la falta de gobernanza mundial, deben ser lecciones y señales para todos; y si bien es cierto que el aseguramiento del triunfo electoral en el 2021 es prioritaria, la tarea principal de seguridad nacional de todos hoy día es asegurar la vida del comandante Daniel y cortar la mano criminal del yanqui en sus mal llamadas operaciones encubiertas.

(*) Especialista en Relaciones Internacionales.

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