El peligro de una confrontación a mayor escala entre potencias regionales del Medio Oriente con el involucramiento activo y en creciendo de otras de nivel global se vislumbró a inicios de este año. El aliciente es Siria y la dificultad de EE.UU y sus aliados principales como Arabia Saudita, Turquía e Israel de derrocar al presidente Bashar Al Assad en una guerra de horrores inexplicables desde hace cinco años con consecuencias más que dramáticas para por lo menos tres continentes del planeta.
Al Assad ya hubiese sido asesinado como lo fue el coronel Gadaffi en Libia, de no haber sido la intervención del ejército iraní, la organización Hezbolá Libanesa y de Rusia sobre todo de su participación aérea en los últimos 6 meses. La formación de alianzas es un indicativo de confrontación internacional a mayor escala.
La lista de los Estados, que directa o indirectamente participan en ese conflicto es mucho mayor, si se incluye a todos los países del Medio Oriente, los de la OTAN y a toda Europa. La espina que caló en la agrupación de aliados alrededor de los EE.UU, fue el renacer del ejército sirio que, tras haber perdido 200 mil de sus miembros en 4 años, conduce operaciones terrestres exitosas de liberación y limpieza del 75% de su territorio controlado por los terroristas del Estado Islámico y las agrupaciones que apoyan los EE.UU en la cara de Arabia Saudita y Turquía.
La mundialización del conflicto también se puede percibir en la amplitud de la participación en todos los frentes de los EE.UU y Rusia, mucho más que la de Inglaterra, Alemania o Francia, que sufren un tsunami de emigrantes árabes. De no solucionarse la guerra en Siria, este problema por lo pronto no parece tener fin y se ramifica cada vez más como una medusa, petrificándolos al quererla enfrentar.
EE.UU y Rusia son los copresidentes de la Comisión Internacional para la regulación de la guerra en ese país y finalmente han logrado un cese al fuego tras más de 250 mil muertos y más de 4 millones de refugiados sirios. Dicho arreglo se ha concretado tras la inminente amenaza proveniente de Arabia Saudita en sus intentos de enviar tropas a Siria y de que Turquía aumente el contingente que ya tiene a lo interno de este país en la zona del Kurdistán sirio. La lógica del escalonamiento del conflicto era evidente tras el fracaso del Estado Islámico de hacerles el trabajo sucio de destruir al régimen de Assad y por la destrucción causada en todos los frentes por la coalición de aliados de Rusia en ese conflicto.
Ya Irán se enfrenta directamente contra Arabia Saudita en Yemen, y no dejará que intervengan militarmente en Siria. Lógicamente, Rusia tampoco les permitirá a los sauditas o turcos intervenir en un espacio geopolítico por excelencia como es Siria y aunque no entre en guerra directamente con ellos, ha encontrado la forma de mantener a ambos ejércitos a lo interno de sus propias fronteras y lo que es peor bajo el comando de la lógica de la estrategia de política exterior norteamericana hacia la región.
El acuerdo de los EE.UU y Rusia no solo ha traído el periodo de cese al fuego y la oportunidad de ayuda humanitaria a Siria, sino que ha desmontado tres impedimentos occidentales claves para la solución. Me refiero a la demanda de que Assad entregara el poder antes de alcanzar cualquier acuerdo , la imposibilidad de iniciar un proceso de reconciliación y de lograr que ni Turquía, ni Arabia Saudita pueden intervenir directamente.
Manuel S. Espinoza J.
Analista Internacional. Presidente Ejecutivo CREI.